Empezó el día laborable con un grave error, no felicitó a su pareja de hecho por ser el día de los enamorados. El enfado de Elvira no sabía cuánto tiempo iba a durar. Le compró flores, un libro de poemas de Emily Dickinson, un juego erótico de lencería, que más se podía pedir.
Aun así, después de un día duro en el estudio de diseño, llegó a casa, y Elvira seguía sin dirigirle la palabra, Susana explotó, qué quieres que te lama el chocho, pues no, estoy harta de tus enfados, de tu negatividad y de ti.
Cerró la puerta con un portazo sonoro y se fue a tomar unas copas. En el bar llamó a Lourdes y a Pili, para que la acompañaran. Con ellas venía un señor, interesante, poeta, dramaturgo y ligón empedernido. Susana estuvo toda la tarde coqueteando con él. Cuando Juanjo la invitó a su casa, Susana se puso nerviosa, no tenía ganas, al final le dijo, lo siento, sé que he estado flirteando toda la tarde, pero tengo pareja y es una mujer. Por donde estaba pasó caminando Elvira, que se acercó a Susana, y le dijo, perdona por lo de antes, anda vamos a casa. Juanjo las invitó a las dos a su casa a beber unas copas. Acabaron yendo, sonaba de fondo Miles David cuando Juanjo se puso cariñoso, buscaba el trío. Ellas lo sabían desde el principio, pero nunca se habían acostado con un hombre y esta no sería la primera vez.
Los intentos de Juanjo fueron vanos. Elvira le recordó la película de Cesc Gay, cuando Candela Peña le dice a Eduardo Noriega, “es que vais con una pistola en cada mano”. Y además con nosotras, que repudiaríamos acostarnos con un hombre.
Juanjo tiró la toalla, se emborracharon con buena música y buen licor. Cuando ya amanecía, Elvira y Susana se fueron para su casa. Follaron o hicieron el amor, como prefiráis, y como cada año Elvira dijo que no se volvería a olvidar del día de los enamorados, o las enamoradas, y Susana contestó que si se olvidaba ya no se enfadaría como se había enfadado cada año desde que eran pareja.
Pensamiento Irracional 