Pensamientos sobre el Covid 19

Hemos perdido nuestro instinto primordial, el de la lucha por la vida. En tiempos de pandemia, la gente sale, algunos obedecen las indicaciones de las autoridades, otros las desobedecen… el derecho a ser libres tiene algo que ver en ello.

Las ansias de libertad, pelean directamente con la lucha por la vida. ¿Somos libres para decidir si queremos arriesgarnos a enfermarnos o no? Lo que ocurre es que si un individuo se enferma de covid, es posible que gente de su círculo también se contagie. Entonces, ¿la libertad debe acabar en el momento que esta afecte directamente a tus iguales?, soy libre pero mi libertad causa enfermedades y muertes. ¿Se ha de cortar directamente esa libertad?, o la libertad, al estilo sadiano, ¿es poder disponer del cuerpo y de la salud del otro a nuestro antojo?, esa libertad, en el mundo actual está penalizada… si no miren lo que hacen en tiempos de encierro por el covid, a los que no obedecen órdenes.

La vida, es una sola, no sabemos si al morir nuestra alma seguirá viviendo al lado de alguna fuerza creadora o de algún Dios creador, pero lo que está claro, es que una pandemia como la que estamos sufriendo, es un motivo para hacernos pensar, hacernos meditar sobre, ¿qué es más relevante nuestra vida o la vida del ecosistema?

Con los parones vitales que estamos sufriendo la naturaleza respira, el planeta respira. Con la muerte de tantas personas, el planeta respira. Y lo que es más grave, tenemos miedo por nuestra seguridad, pero no asimilamos estando sanos, que la crueldad de una enfermedad que te puede hacer morir solo, sin ningún ser querido cerca, nos puede suceder a cualquiera de nosotros.

¿Qué importa el futuro de la humanidad si yo no estaré?

La lucha por la vida está ligada a la lucha por la persistencia de nuestra especie, pero no nos importe el futuro de nuestra especie ¿EL covid 19 es una respuesta natural de nuestros ataques a nuestro entorno natural?

La gente muere, siempre ha muerto, eso escapa a nuestro control… pero ahora la causa de estas muertes es un ataque directo contra la humanidad… la naturaleza tiene mucho que decir, y en el fondo aunque siempre, desde que empezamos con la ciencia moderna, la hemos querido gobernar, no tenemos nada que hacer… la ley de la vida es una y está clara… nacemos, nos reproducimos y morimos… en eso consiste y por ello persiste una especie animal.

Pero si un virus, llamado por nosotros covid 19, intenta romper los lazos que han hecho tan fuerte nuestra especie… impidiéndonos juntarnos… los jóvenes, ¿cómo procrearán?, urge una vacuna. Si hay un parón en los nacimientos lo notaremos, habrá durante un periodo de tiempo menos jóvenes y más ancianos… aunque el covid 19 se está ensañando con nuestros mayores.

Nuestras formas relacionales varían, no podemos besarnos ni abrazarnos, algo clave para que la libido siga candente. Ahora la sexualidad o es entre parejas estables o no es, la masturbación nos calma, nos relaja, nos satisface.

La naturaleza nos hace darnos cuenta de que somos vulnerables, siempre lo hemos sido, de nuevo la razón tiene que tratar de alterar el medio natural, pero cada vez hay más desastres naturales, con muertes y daños económicos que pesan demasiado.

¿Realmente es una contestación del medio natural? ¿Cómo es posible que no la queramos escuchar?

Está muriendo gente, cierto, la gente tiene miedo, con razón, solucionaremos el problema, seguro… pero llegará el día en que los problemas de la humanidad serán irresolubles… estamos metidos en una ola contraproducente, que nos arrasará, y nosotros habremos sido sus creadores.

La pandemia es algo cíclico, solo en el siglo veinte hubo la gripo española y el sida… son diferentes al covid, pero en el fondo eran enfermedades desconocidas e incontrolables, y las hemos podido diezmar o controlar. Todo es cuestión de tiempo, de que los científicos sigan investigando, de que el caos social no provoqué nuevas catástrofes… las enfermedades mentales se están disparando. Los enfermos graves, en algunos casos no pueden ser atendidos en condiciones… algunos mueren.

El covid ha puesto en evidencia los sistemas de salud a nivel global. No estábamos  preparados para algo así, aunque las pandemias sean cíclicas.

Y cuando podamos doblegar al covid 19, todo se olvidará rápido, y no nos prepararemos para la próxima, que como siempre nos cogerá desprevenidos.

La gente vive el momento, como ha de ser según las filosofías orientales… pero se ha de planificar un poco el posible futuro, y aprender del pasado, cosa que no ocurre ni ocurrirá… y no es que nos tengamos que poner en el peor de los futuros posibles, pero la vida es una mierda y lo tenemos que tener en cuenta.

La pandemia está diezmando nuestras fuerzas, está arruinando a muchas personas a las que no dejan trabajar, o les cortan la clientela. La crisis económica es un hándicap  que añadimos a la pandemia. Entre las dos van a hacer estragos en la población.

Los medios de comunicación no son fiables… ¿cómo podemos saber en qué nos podemos fiar de todo lo que nos llega de la crisis actual?, encima las redes sociales no paran de transmitir información falsa… estamos solos, sin saber que pensar, sin poder tener un conocimiento certero de lo que ocurre en realidad… lo que está claro es que cada vez estamos más privados de libertad y la libertad es un derecho.

La sociedad está cansada, por ahora la mayoría es consciente de que debe obedecer, pero poco a poco la lógico irá fallando, no importará cuantas muertes haya, ni si los hospitales están colapsados, la pobreza material apretará globalmente, y ante las necesidades básicas, nadie atiende, no puede haber orden, la contestación será radical.

Los mandatarios fantasean con la deseada vacuna, si no llega pronto el control se les puede salir de las manos. Y cuando llegue se enriquecerán mientras en los países la gente siga pasando necesidades, costará salir de esta crisis económica.

Lejos del mundanal ruido, la cultura y el espectáculo, una válvula de escape sana, ha entrado en crisis. No hay espectadores, por lo tanto no hay espectáculos… lo mismo ocurre con los deportes, dónde podrá la masa de población extraer sus intensas emociones debidas a una crisis existencial cómo la que estamos padeciendo.

Los sanatorios mentales también se van a colapsar, si no esperen un tiempo.

Incluso las relaciones entre personas, ha disminuido peligrosamente, solo nos podemos relacionar con las personas con las que convivimos, cuando hay estado de alarma. Esas relaciones se van a ir erosionando, las crisis familiares serán graves, la violencia de género común, la locura se extenderá.

Estamos en un momento crítico. Quizás el más crítico para las personas de mi generación, que nunca hemos aprendido a sufrir. Por eso para nosotros este sufrimiento generará más locuras, por lo tanto atropellos.

La pandemia es un hecho, o eso nos han querido hacer ver. Actualmente los negacionistas no tienen razón de ser. Muere cada día mucha gente por covid, muchos otros se arruinan, viven la enfermedad desde la crisis económica, la más absoluta pobreza. Otros mueren por otras enfermedades, al no poder ser atendidos correctamente en los hospitales, colapsados por enfermos de covid.

La vida se nos está mostrando desde su lado más agresivo y amargo, los hijos de la sociedad del bienestar no estamos preparados para ello.

No hay conclusiones positivas, todas rayan una negatividad apabullante. Somos los únicos culpables de nuestros propios males, las catástrofes naturales cada vez serán más frecuentes y agresivas. El covid que es sino una catástrofe natural más, que solo afecta a la raza humana.

En la lucha de contrarios consiste la vida según  Heráclito, pero es que esos contrarios es la otra cara de nosotros mismos, somos tan contradictorios que no vemos lo contraproducentes que somos para nosotros mismos. Cuando se extinga la humanidad, los únicos responsables de esa extinción seremos nosotros mismos, las grandes enfermedades, son generadas por nosotros mismos, por nuestros malos hábitos, por nuestra mala vida. ¿Por qué nos quejamos si vivimos en el mundo que hemos buscado?

Las paradojas vitales, subjetivas y comunes dan sus frutos, están haciendo sentir lo que realmente es, no somos nada, en un mundo inmenso, nosotros somos como hormigas parra el globo terráqueo. Pero es mala analogía, porque las hormigas cumplen su función, nuestra función como no sea la de destruir, no vea otra tarea que llevemos mejor a cabo.

Y cómo tal, esa no es nuestra función natural en el ecosistema, es una función artificial, que la hemos interiorizado, y la desarrollamos a la perfección, y el mundo se defiende, se ha de defender, para que su muerte, no sea producida por nuestra culpa, para que nuestra muerte no sea en vano, sea funcional… ¿acaso nuestra función no puede ser morir sin dañar nada más?

La dialéctica hegeliana nos la hemos tomado al pie de la letra. Somos los amos y el mundo es nuestro esclavo. Lo que ocurre es que el mundo se revela y nosotros no tenemos poder contra él.

La pandemia es un signo más de ellos… arderá Troya y nosotros en su interior… sucumbirán especies de animales, pero nosotros entre ellas. La similitud de la realidad con el apocalipsis se dará, solo falta esperar… o… ¿tenemos la capacidad de ver más claro y actuar en consecuencia?

Que nuestras acciones futuras, permita revivir el mundo, sumido en el fuego de la destrucción.

Somos los únicos con la capacidad de hacer cambiar nuestro destino, aunque esté escrito. A por ello hemos de ir, aunque nos cueste sangre y nos matemos los unos a los otros.

Cuando la angustia se convierte en otros males, se somatiza creando nuevas enfermedades, y la realidad, distorsionada ya no es como antes. Nos quieren hacer cambiar, y nosotros, por el miedo, queremos cambiar. La relación con el otro es variable, ya no les vemos el rostro, cuando las caras al comunicarse, formaban parte del mensaje, las relaciones han cambiado, nos da miedo follar, ligar, la evaluación es que el otro es peligroso en potencia, muy cerca de actualizarse.

Ahora sí, que el enemigo es el otro,  ahora sí que el rostro de la otredad es incognoscible, ni siquiera lo vemos. La vida cambia, y con ella nosotros también cambiamos, nos molestan los hábitos vitales e higiénicos de los otros, siempre sospechosos, tienen la facilidad de acabar con nuestra vida, de enfermarnos, sin que sea evidente su enfermedad… la sospecha es ya una condición del transeúnte, que sale a la calle prevenido, alerta. Esto es vivir o es malvivir, es imposible estar relajado, estamos en una época de conflicto hasta en sociedades donde no hay conflicto. El conflicto que se caracteriza por la inseguridad de la población lo ha generado el virus, hasta cuándo tenemos que esperar la ansiada vacuna.

Los científicos trabajan día y noche, el personal de los hospitales también. Nos bombardean con noticias explicando todo esto y más, y nosotros con miedo no podemos casi ni asimilarlas, es lo que desean, que nos entre el pánico, que no volvamos a ser libres, si en algún momento ha existido la libertad… pero ahora la libertad es un bien preciado inalcanzable, estamos confinados.

La realidad es más cómica de lo que parece, nosotros mismos nos censuramos, nos obligan a encerrarnos pero estamos de acuerdo, los círculos de protesta ante tal situación son mínimos.

La pandemia castiga, es cierto, se ha de controlar lo incontrolable, la única que la puede controlar es la ciencia. Dependemos de ella, de la prisa que se den en encontrar la ansiada vacuna. Y los gobiernos no le dan prioridad a la educación y a la investigación, ¿cómo se puede ser tan ciego? Quizás porque todos los grandes descubrimientos de la historia de la humanidad se han utilizado mayoritariamente de forma nociva para el planeta y para nosotros mismos. La ciencia es una necesidad y un peligro, ¿cómo queremos morir infestados por el virus o por el conocimiento mal enfocado?

La historia es cíclica, pandemias ha habido a lo largo de la humanidad, todas se han superado sin los medios que tenemos ahora, nuestro caso no va a ser una excepción. Hasta llegar a superarlo mucha gente sufrirá, pero la victoria es un hecho. Muchos enloquecerán, hasta llegar a un ansiado control, que muchas personas niegan que se tenga que buscar. Al fin y al cabo, aunque queramos controlar a la naturaleza y utilizarla a nuestro antojo, ella lucha por su autonomía, y siempre lo hará.

Si hay algo cierto en este mundo es la violencia. El ciclo vital es violento, el ecosistema es violento, la vida es violenta, y nosotros como nos aferramos a ella… luchamos violentamente por ella.

No podemos quedarnos al margen de todos los acontecimientos presentes… el presente es un regalo, presente en una de sus acepciones significa regalo… pero menudo regalo más sufrido es este presente.

Estamos cansados de no poder controlar lo incontrolable. De que se nos diga como tenemos que vivir, la poca libertad pasada a muerto. Somos seres impersonales que buscan su rincón para el placer, pero ahora nos han quitado ese rincón.

Queremos estar lejos de la realidad, de nuestra propia realidad. Los jóvenes emocionalmente no han asimilado la situación, racionalmente quizás tampoco, por eso crean tantos centros de reunión masivos. Es esencial para ellos, para su madurez, poder vivir de ese modo. Y el covid quiere impedírselo. O más que el covid, las personas que regulan nuestras vidas por motivo del covid.

Las soluciones, si las hay, pueden ser varias. La primera y primordial ser maduros a la hora de mantener nuestras relaciones con los demás. Sabemos cómo debemos relacionarnos. Llevamos bastantes meses hablando de ello.

La segunda y fundamental es mantener una higiene estricta de nuestro cuerpo, nuestra ropa, y nuestro entorno más cercano, no tocar nada que no sea imprescindible ser tocado.

Pero si llevamos al pie de la letra este modo de conducta, el cansancio puede ser radical.

¿Cuándo nos podremos dejar ir?

¿Cuándo llegará la normalidad? Ansiada y deseada. Esperada y necesaria.

La vida es una y se ha de vivir… gozando pero dejando gozar.

Las historias concluyen…  los regímenes autoritarios han llegado por necesidad… ¿qué estamos haciendo?, ¿qué nos estamos perdiendo?

Necesitamos tener perspectiva visual ante el problema en el que nos encontramos. Pero estamos tan inmersos en nuestras propias circunstancias, que no vemos con claridad, ya lo dijo Ortega. Yo soy yo y mis circunstancias.

Las circunstancias que nos está tocando vivir son excepcionales, las sufrimos pero también nos harán más fuertes, o nos destruirán, pero nadie se quedará al margen.

Las burbujas sociales que no captan los problemas del resto de la sociedad, por el covid 19 no existen. El covid no mira quién es el futuro infectado, infecta, enferma y destruye, quien lo cuenta que son la mayoría pueden gritarle al cielo, que los hospitales se colapsan es cierto, y que otras urgencias quedan relegadas también es cierto.

Moriremos de otras enfermedades por culpa del covid, también moriremos de necesidades básicas por culpa del covid. El covid no es una única enfermedad son muchas unidas.

Afecta globalmente en nuestra vida, y no podemos controlar dicha afectación. La lógica queda anulada ante esta enfermedad. Somos lo que comemos o somos de lo que estamos  infectados. La vida ha cambiado, y para volver a la antigua normalidad hay un largo trayecto, que no sabemos cuál es, pero que hemos de recorrer con fortaleza.

La historia, como he dicho, es cíclica, veamos donde han acabado otras pandemias, y cuál ha sido la causa de su fin, quizás aprendamos cosas de importancia.

Un comentario sobre “Pensamientos sobre el Covid 19

  1. Felicidades David
    Me ha gustado mucho tu comentario sobre el «covid 19»
    Tienes toda la razón,
    se ve que vuestro viaje a Medellín dio mucho de si…
    Adelante, tienes mucho que decirnos.
    Un abrazo

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