- ¿En qué consiste esta creación culinaria?, preguntó Eugenio.
- Es una crema de ceps con salpicones de diferentes hongos confitados, contestó José.
Era la noche de Sant Joan. Otros años, los seis, habían salido a la clandestinidad de bares ilegales por Barcelona. Este año prefirieron quedarse en casa de José. Habían cocinado creativamente y tenían una buena bodega de vinos y licores… la noche, cómo sabían, es joven, solo debían atraparla y aprovecharse de ella.
La relación de las personas con la noche y sus excesos es particular, pero si el individuo sucumbe a la noche, la mala vida se puede instalar en su vida. Entonces llega una autodestrucción asegurada.
Sant Joan, es una fiesta capital en Cataluña… nadie es ajeno a ella, los petardos truenan, y como si se tratase de disparos en las Guillerías, perpetrados por bandoleros sin alma, los catalanes hacen el mayor ruido explosivo posible, para el estrés de perros y personas más dados a las melodías y otras formas culturales más pausadas.
A Eugenio siempre le había atraído José… pero sabía que en su grupo de amigos no podía saciar su apetito sexual, tanto las mujeres cómo los hombres que componían el grupo de amigos rechazaban esos menesteres de placer y de lujuria.
- José, te haría un favor ahora mismo, dijo Eugenio…
- Sabes que a mí no me va ese royo… busca en otro lado, para ti la lujuria es lo más importante que hay… yo soy tranquilo, un polvo me satisface durante dos meses…
- Joder, qué suerte que tienes.
Era la primera noche de Sant Joan que no se colocaban, quizás los cuarenta años pasan factura… algunos dicen que a los cuarenta se vuelve una obsesión dejar de envejecer… para ello la gente practica más deporte del que resiste, e incluso dejan todos los antiguos excesos, para algunos, dependencias…
Luisa llevaba bastante tiempo sin estar enamorada de José, su marido… cuando se juntaban los seis amigos de siempre y hablaba con Raquel, no podía impedir humedecerse, la relación entre ellas nunca había sobrepasado la amistad. Raquel tanto se podía acostar con un hombre como con una mujer, pero Luisa nunca había tenido una aventura lésbica. El conocer la doble tendencia de Raquel le producía un morbo intenso…
José, desde hacía tiempo que se había dado cuenta de las sensaciones que le producía Raquel a su mujer… fantaseaba con irse a la cama con las dos a la vez.
Ainhoa, en cambio, vivía al margen de cualquier placer sexual… su mayor éxtasis se producía al leer y releer a Rafael Alberti… estaba preparando la tesis del doctorado, que estudiaba desde hacía tres años, trataba sobre la generación de 27. Jaime, el profesor de la UB que le encauzaba su tesis, le había invitado a salir y al cine unas cuántas veces. Ainhoa no estaba preparada para esas minucias del mundo superficial del sexo. De joven había tenido bastantes amantes, se había cansado de follar, o como puede suceder, se la había acabado la libido suficiente como para sumergirse en una relación, aunque fuese de horas.
Esa noche de Sant Joan, había llevado los volúmenes de las obras completas de Alberti, y a la vez la obra poética de Gil de Biedma, quería hacer una comparación erudita de ambos excelentes poetas…, pero lo haría al final de la noche, cuándo todos llevasen algunas copas de más… corría el peligro de que se quedasen todos dormidos durante la exposición que se había preparado… cómo cambian los tiempos. Hace veinte años habrían estado los tres drogados con éxtasis en una discoteca tecno, alienados de sus pensamientos naturales y de la tranquilidad que da la estabilidad… tranquilidad y cansancio… una vida demasiado aburrida podía llegar a ser una pesadilla.
De segundo plato para la cena, José, había preparado lenguado a la meuniére, acompañado de patatas y zanahorias a la inglesa y unos berros con vinagreta de ajo negro con mostaza Dijon, aceite de oliva y Aceto Balsámico de Módena. De fondo sonaba Tom Waits y después composiciones de Patty Smith. La noche, tranquila, nunca iba a quedar diluida por el recuerdo de otras noches.
Para después de cenar, José, había comprado los ingredientes para preparar cócteles, Manhattan y Dry Martiny.
- Brindo por la extraña pareja, por mis amigos íntimos, Luisa y José… me habéis sorprendido con la comida, pero sabía con certeza que iba a reinar esta noche la paz, o al menos que podía durar como una hora, fucking bastards…, dijo Raquel.
- Te ha sentado mal la comida o la bebida, nunca te había visto tan radical…, dijo José.
- Me gusta tu esposa, la quiero, siempre lo he sentido, y siempre ha estado a tus pies, que tienes en el cuerpo, un imán…
- Luisa se interpuso, tengamos la fiesta en paz… José y yo no estamos bien, hace mucho tiempo que no follamos, no nos hablamos mal, pero, ¿qué sentimos el uno por el otro?
- ¿Tienes que airear nuestra mierda esta noche?, le pregunta airado José…
- Venga dejaros de tonterías, no nos amarguéis la noche, añadió Raquel…
Raúl tiene la expresión de quien disfruta por la disputa que está teniendo el matrimonio… piensa, si fueses mi pareja, Luisa, estarías totalmente satisfecha, los tres estábamos juntos en la universidad, José era un líder, por eso Luisa se fue con él, pero yo, desde entonces estoy loco por ella, José es mi gran amigo, pero comparado con mis sentimientos hacia ti, no me importa…
- Raúl, ven a la cocina, vamos a preparar el postre… dice José.
Raúl prepara platos individuales con música y licor, mató con miel, y un trocito de pastel de queso…
- Crees que debería seguir con Luisa… ya no siento lo que sentía, o lo que creía que sentía… me atraen otras mujeres, me excitan, me ponen a cien…
- Tú salvas empresas, ¿no?, cuál es la clave para que una empresa perviva.
- La renovación y el marketing, siempre sobre una buena calidad precio del producto…
- En las relaciones debe ser lo mismo, no has de dejar de sorprender a tu pareja… ¿desde cuándo no lo haces con Luisa?
- Creo que nunca la he sorprendido.
- Estabais muertos antes de empezar.
- ¿No me digas?, ¿cuándo has tenido una relación seria?
- Quizás me han durado muy poco, pero eran sinceras.
- La mía no lo es, ella no me quiere, yo no la quiero y seguimos juntos.
- Ponle solución, ¿quieres que me intente enrollar con Luisa?, quizás os sirve de excusa para separaros.
- ¿Qué te crees?, sé que siempre has estado loco por ella.
- Sí, pero te la llevaste tú, el tiburón que puede con todo…
- Eres demasiado sensible.
- Debería ser un piropo, pero creo que no es esa tu intención.
- Por supuesto.
- Vamos a servir el postre, cabrón.
Hay gente que no es capaz de comprometerse, o que no ha encontrado a la persona que lo haga comprometer. José, nunca se había comprometido, durante su juventud intentaba meterla en todas las mujeres con las que se relacionaba. Pasada esa época, en la madurez, evitaba mirar a las mujeres como lo había hecho siempre, como objetos sexuales.
Luisa no era feliz con él, nunca había conseguido serlo. Notaba que ella no era el centro de su vida, eso la remordía y carcomía por dentro.
Cuándo sirvieron el postre todos mostraron cara de satisfacción, habían comido bastante, de fondo Jerry Gonzalez and the Fort Apache les deleitaba. Eugenio empezó a improvisar solos de Jazz con sonidos guturales, la fiesta iba bien, no querían pasarse de vueltas, pero más de uno de los presentes desbordaba demasiada alegría, ¿después aparecerían los lloros y caras largas, o el Sant Joan iba a ser una fiesta dichosa, diabólica y narcisista, cómo habían sido sus celebraciones hasta el momento, en un mundo donde la subjetividad se ha corrompido ya que la manejan los medios y las modas?, ellos intentaban de una vez ser ellos mismos, querían una revetlla íntima y personal. Después de unas risas y otras discusiones acaloradas, José se lió un canuto y sacó las botellas de aguardiente, orujo y JB. Tenían bastantes gramos de marihuana con los que colocarse. ¿Impedirían que la fiesta dejase de ser personal?
Raúl valoraba la amistad, lo que ocurre es que los hombres cuando dejan de sentirse admirados decaen… lo mismo que las mujeres, cuando dejan de sentirse observadas (sexualmente), su autoestima tiembla. Raúl, en su oficina, era considerado de los redactores del diario más competentes. Podía escribir sobre cualquier asunto, sin hacerlo personal lo personalizaba, lo que significa que escondía en sus frases su tendencia política sin que ningún lector se diese cuenta.
La valoración de su director era inmejorable, no le quería dejar escapar, por eso se comportaba como si pudiese prescindir de él. Raúl lo sabía, y utilizaba la misma táctica que con las mujeres, un estira y afloja, pero siempre con balance final positivo.
En la fiesta se notaba que quería encandilar a sus tres amigas, para ello hablaba de teatro contemporáneo. O de las últimas tendencias en cocina de autor, se sabía interesante. Sus nociones de lógica hacían de él un interlocutor peligroso, sus palabras eran como sables que hieren.
Ainhoa, llevaba unas copas de más, lo que influía en la manera de relacionarse con los demás. Mediante discurría la noche, cada vez estaba más derretida por Raúl, si por ella hubiese dependido, se lo habría llevado un rato a la cama de matrimonio de José y Luisa, pero no era lo más indicado. La luz si se habría ante ella, debía ser de forma natural, sin prisas y con calma anímica. Lo que llevaba consiguiendo desde hacía seis meses, debido a la sesión de psicoanálisis semanal con la Doctora Fernández.
Lo psicoanalista, siempre le hacía analizar sus sueños e incluso los versos que de vez en cuando redactaba con intenciones psico sanadoras. La vida pasa sin descanso, ¿somos seres para la muerte? Por supuesto, lo más importante de nuestras vidas es lo que dejamos cuando morimos. La educación a los hijos, el ejemplo de persona íntegra ante todos nuestros amigos, que influye e influirá en sus vidas y en la de sus descendientes. Nadie pasa en balde, ya sea por el mal o el buen ejemplo siempre dejaremos nuestra huella en un mundo sin Dios. Qué sabios eran Marx, Freud y Nietzsche, los filósofos de la sospecha, los que han marcado y seguirán marcando a nuestra cultura y humanidad.
Eugenio grito con todas sus fuerzas:
- ¡Estoy en el paro!, necesito materia, dinero, cosas, a ver si me voy a convertir en un deseador de lo que no tengo… ¡mujeres temblad!, os robaré, os ultrajaré. Soy y volveré a ser…
- Eres totalmente surealista, y del tema entiendo, ¡de dónde has salido?, ¡a dónde vas?, no eres capaz ni de encontrarte… y con unas copas de más, emerge tu inconsistencia, dijo Ainhoa.
- ¿De qué coño hablas?, ¿ese soy yo?, ¿estás confundida?, ¡a la mierda!
José rellenó las copas de vino y lio tres canutos para que fuesen pasando de mano en mano. Los fumetas no tienen miedo de los virus y bacterias, siempre comparten chupadas de porros, no hay nada más inverosímil y a la vez más erótico, imagínense fumarse un porro compartido con Jennifer López. Acaba en éxtasis, seguro, y además la imaginación si no fluyese demasiado normalmente, en esta ocasión sería libre, alterna y excitante.
José y Raquel se tumbaron en los sofás, dándole caladas a un canuto…
- ¿Sabes qué, José?, si no fueses el marido de mi mejor amiga ya habrías sido mío.
- No me digas eso, voy a tener sueños húmedos.
- Las realidades son diversas, hay tantas como miradas.
- ¿Realidades son verdades?
- Creo que son sinónimos.
- Te propongo hacer un estudio, ¿cuántas veces en la historia las realidades han sido verdades?
- No me metas en esto ahora, voy un poco subida de vueltas.
- Como todos.
- Y todas.
Tom Petty sonaba potente, la noche de Sant Joan era diferente, era lo que querían conseguir. Que nunca hubiese sido celebrado el Sant Joan como ellos lo habían hecho.
José les tenía preparada una sorpresa, iban a acabar jugando como los niños, debían hacer una construcción arquitectónica mediante cubos. Cuándo la hubiesen compuesto entre todos, cada uno la tenía que plasmar en tres d mediante un programa informático sobre arquitectura. Debían diseñar incluso los interiores.
Cuándo les expuso el plan creativo que había trazado, el resto de los integrantes de la fiesta se indignaron.
Luisa fue la primera en pronunciarse,
- Tú siempre con ideas de bombero.
- ¡No, tenemos la sabiduría para llevar el proyecto con éxito!, exclamó Raúl.
- Eugenio dijo, pero, ¿qué éxito?, esto es para nosotros y no puede salir de aquí, de nosotros seis.
- Tengo mucho trabajo con mi tesis, explicó Ainhoa.
Ainhoa, en todo lo que le interesaba, se introducía completamente. La tesis sobre el surrealismo de la generación del 27 era un hecho. Ella pensaba que la brillante generación española podría ser que fuese algo surrealista, lo que pasa es que trabajaban un surrealismo local, español, incluso podría pronosticar que es un surrealismo castellano andaluz.
El surrealismo que vivió sus felices inicios en París, era una expresión universal, tanto podría haber sido creado por un catalán como Miró, como por un francés como Breton. Sus ideas y estudios esenciales eran sobre la mente humana, y mentes humanas existen las mismas que individuos humanos, pero la forma de proceder, ¿es la misma en todos?
¿Quizás el surrealismo de la generación del 27 era terapéutica para Castilla la Mancha y Andalucía?
La religión y el bienestar no son siempre equivalentes, es más, normalmente son contradictorios. De los seis reunidos, Luisa era creyente, cada domingo a las diecinueve horas acudía a la parroquia a pedir a Dios por los pecadores.
Ella no sé incluía entre los pecadores, era una mujer moderna, poseía una espiritualidad moderna. Para ella nada tenía sentido por sí mismo, siempre mediante su relación con los demás. José, su marido, opinaba que él no tenía valor por su relación con el mundo y la humanidad, no tener valor por uno mismo es una falta de autoestima radical, incluso un día la amenazó con redactar un libro de autoayuda exclusivamente para ella.
Ahora le tocaba declarar sus intenciones a Patty Smith, que sonaba sensible y ferozmente. José siempre había sido un admirador del folk norteamericano y sus descendientes. Patty Smith, la primera punk, debería haber sido una mujer fuerte, enérgica, pasional, y una gran amante. José se había masturbado bastantes veces pensando en ella, un amor platónico que duraba desde que se conocieron a través de su música en 1988.
Las copas de Jb corrían. Luisa había comprado cuatro botellas… no sé iban a acabar esa noche, pero en la vida no hay nada seguro, la única seguridad es la muerte, y el pensar según Descartes.
Raquel quizás entendía de libros, al pasar diariamente demasiados de mala calidad por sus manos, hacía que se le hubiese ido diluyendo su amor por la literatura. Tener que leer diariamente textos que no le apetecía, le aburrían y los denigraba había matado su pasión. Sabía cuándo un libro valía la pena ser leído pero le daba lo mismo leerlo o no.
La irresolución de las inquietudes, su imperfecta forma de tratarlas que es el no saciarlas, las inquietudes particulares cada individuo las debería trabajar a destajo, es la única manera de vivir con ilusión y la mejor forma de ir hacia el auto conocimiento. Las sociedades en que sus ciudadanos se conocen a ellos mismos, es el mejor detonante de que es avanzada.
Eugenio, ya entrada la noche, empezó a llorar:
- Llevo una año y medio en el paro, dentro de medio año mis ayudas se reducirán mucho, siempre creí que si haces lo que realmente te gusta no tienes por qué tener problemas existenciales. A mí el arte no solo no me los ha quitado sino que estoy más jodido que nunca.
- El año pasado estudiaste contabilidad empresarial, ¿no?, preguntó José.
- Por supuesto que estudié contabilidad, pero imagínate, de pintar lienzos abstractos, a rellenar tablas de haberes y deberes.
- Raquel se rio, siempre ves todo tan oscuro, quizás es el motivo por el que no has podido vivir de tu arte. ¿No crees?, quítale peso a todo, y piensa, mira trabajaré para una empresa, me relajaré económicamente y todo mi tiempo libre lo utilizaré para disfrutar de la pintura.
- Luisa dijo, tenéis razón, lo tuyo es una autopista hacia el cielo, royo metafísica de Led Zeppelin, y a volar y a flotar.
- Joder, qué positivos sois, parece mentira, ¿cómo me soportáis?
- Yo también me lo pregunto a menudo, ¿cómo soporto a Eugenio?, dijo Ainhoa.
- Iros a cagar, contestó Eugenio.
El capitalismo consiste en eso, inmerso en él, debe haber ciudadanos económicamente insolventes, incluso necesita a los excluidos, y a los que están faltos de libertad como son los presos y los internos en centros psiquiátricos. Eugenio, de momento era una persona con enormes dificultades económicas, aunque también sufría de bipolaridad, se medicaba para estar estable cada día, pero bebía y fumaba maría. Siempre, su estabilidad, pendía de un hilo, y depender de un hilo para poder llevar una vida normal es demasiada presión.
- Sabes Eugenio, siempre me has parecido un hombre muy atractivo, pon la espalda erecta, y si caminas con fuerza y precisión, las mujeres irán cayendo a tus pies, dijo Raquel.
- Hasta que sepan lo de mi enfermedad.
- No tienen por qué saberlo, añadió Luisa.
- Exacto, nosotros seremos como tumbas, dijo José.
- ¿Y los hombres también caerán?, me voy a hacer un hartón de follar.
- Pero has de hacer las cosas bien, has de mostrar toda tu clase, le comentó Raúl.
José se cagó en Dios cuándo falló la cesta.
- Pero que dices, es una blasfemia, reprochó Luisa.
- Perdón, me ha salido de mi yo más interno, sabéis, yo provengo de la calle, y a veces la visceralidad me hace ser quien soy o quien no soy.
- Raquel añadió, y que así sea.
- Pero es que esta puta cesta me saca todas de dentro.
- Sabes que has de hacer, jugar sin pensar, ¿qué te crees que los grandes basquetbolistas paran a pensar concienzudamente cada tiro o jugada que van a hacer?
- Tenéis razón soy demasiado racional.
- O gilipollas, añadió Luisa.
Estuvieron los seis haciendo deporte durante una hora y media, después de la cual, empezaron a pasear por una ciudad inhóspita, irreconocible. Gente de todos lados, aportando a la ciudad lo que toda su vida había anhelado, cosmopolitismo.
- ¿Sabéis qué?, dijo Raúl, estoy harto de está mierda de vida, quiero diversión y emoción.
- ¿Y cómo las vas a encontrar?, preguntó Raquel.
- Huyendo de la mierda, ¿sabes con cuanta cantidad de mierda no deseada nos tropezamos cada día?, hemos de salir de ello.
- No jodás, dijo José, que siempre había sentido simpatía por la tonadilla latina al hablar.
- Eres un payaso, le contestó Luisa.
Los ruidos de motores, cláxones y las luces de los comercio hacen de las urbes contemporáneas un espectáculo en sí mismas. ¿Quién no necesita marearse de vez en cuando por consumo de drogas?, es la única manera, que uno dejándose ir, se aliena de la realidad, desaparece durante un buen rato de la realidad. En esas ocasiones no se es uno mismo ni para los otros.
Como me diría mi hijo,
- Papá, ¿tú tienes amigos?
- No hijo, pero tú intenta conseguirlos, dicen que es bueno.
Pero la cuestión es que los seis protagonistas eran verdaderos amigos, ¿quizás se escribe a veces de lo que se carece? Los rituales sirven para muchas cosas, pero su principal utilidad debe ser poner orden en tú vida. Saberse el que hace siempre tal a tal hora, por una razón irracional, quizás a veces rompes la regla, pero qué más da, el ritual es lo que cultiva nuestro interior. Las artes también por supuesto, pero cuánta gente es aficionada al arte aunque no sea su vitamina y su proteína. La mayoría, soy artista y me creo artista, y también un poco gil y perezoso.
Eugenio tenía que ligar rápidamente. Le iba la vida en ello, o mejor dicho, su economía particular, su casera se había encaprichado de él. Eugenio había planeado buscar pareja rápidamente para alejar a la casera. Y si era hombre mejor…
Seguían caminando por la calle Bailén, los tres hombres delante y las tres mujeres detrás, hacían bastante jaleo. José se sentó en una silla de una terraza del bar de la esquina.
- Vamos a comer, ¿o no tenéis hambre después del partidillo de baloncesto?, preguntó José.
- Yo comería ya, después podemos ir a una coctelería que está cerca, hacen los mejores San Francisco que he probado, tanto con cómo sin alcohol, contestó Raúl.
- Increíble, siempre pensando en beber, ironizó Ainhoa.
- Somos seres que necesitamos humedad, concluyó Eugenio.
Los seis se rieron. Sabían la historia de la casera de Eugenio. Estaba claro que Eugenio necesitaba fluidos corporales, pero, por otro lado, ¿quién no los necesita?
Raúl, siempre que quería fiesta canturreaba Let it Bleed de The Rolling Stones, cuándo quería pelea, o estaba muy enfadado hacía lo mismo con Street Fighting Man.
Son dos temas de los Stones míticos y épicos, con toda la desgarradora fuerza del que quiere y puede, por no hablar de Sweet Virginia, un tema medio country, composiciones menores pero de más calidad que los composiciones mayores stonianas.
Ahora, Raúl, quería fiesta, mucha fiesta, ¿iba a empujar a sus amigos, una vez más, por el camino de la perdición?
Su tema preferido y el motivo de muchas noches de perdición era Born to Run de Bruce Springsteen.
Los otros cinco amigos, aunque se quejaban, sabían que la locura de Raúl durante una noche de excesos, podía ser de lo más divertida. Poco a poco iban accediendo a las pretensiones de Raúl:
- En la noche de Sant Joan todo fue tranquilo, los seis estábamos lúcidos, hoy, dieciséis de Julio vamos a vivir la fiesta jamás vivida por nadie, la FIESTA en mayúsculas, y no por la cantidad y variedad de estupefacientes, nos vamos a desnudar y desmenuzar. Ainhoa, estate preparada.
- ¿Por qué me lo dices a mí?, ¿te crees que escondo algo?
- No te delates.
- ¡Idiota!
Raúl tenía unos gramos de maría, se sentaron en la Plaça dels Àngels a mirar patinar a los skaters y a fumar, parecían salidos de otra película, seis cuarentones fumando maría, sentados en el suelo, frente, a quizás, el museo más interesante de Barcelona.
- ¿Sabéis qué?, preguntó Luisa.
- ¿Qué, mi amor?, contestó José.
- Estos skaters me ponen, hace meses que no he sentido ningún deseo, y ahora estoy húmeda.
Luisa empezó a frotarse la vulva sobre el pantalón. José, puso cara de sorpresa, ¿cómo podía ser?, ocho meses sin hacer el amor y de repente se empieza a tocar en la calle pensando o mirando a otros. Los impulsos son incontrolables, y el cinismo también, pensaba José.
La aristocracia barcelonesa solo se relaciona entre ella, los que no lo hacen son bichos raros dentro de su círculo. Supongo que sucede globalmente, en un planeta que vuelve psicótico a cualquiera.
Hay tanto cambio climático, de humedad y temperatura, además las circunstancias del planeta parece que se están volviendo más violentas.
La aristocracia vive en una burbuja que ni los cambios climáticos les afecta.
Raquel, siempre había tenido la intención de introducirse en los ambientes adinerados y condecorados, era una reputada editora, o sea que contactos no le debían faltar, pero lo que no tenía era la elegancia y clase suficiente en sus formas. Era neurasténica, voluble y apasionada. En los círculos titulados la gente no se comporta como lo hacía ella.
Se debía de conformar con el grupo de los seis, que lejos de ser como mis lecturas sobre los cinco de Enyd Blyton, también habían pasado más aventuras de las necesarias, tanto vitales como sexuales, tanto dantescas como nostradamuscas… y tengo la certeza suficiente para poder otorgarle aventuras a Nostradamus, ¿cuál podía ser el motivo de percibir y bridarnos todas sus profecías?, su vida, su ajetreada y abusada vida, abusada, no sé por quién, pero abusada.
Las aventuras y las desventuras de un individuo están totalmente determinadas por la actitud de la persona que las sufre. Eugenio vivía mal sus experiencias, incluso el hecho más trivial le producía malestar.
Entraron en un bar, que por extraño que parezca, sonaba de fondo la Clerence Clearwater Revival, el mítico grupo de rock volvía completamente alienado a Raúl. Con ellos había crecido, había madurado, había realizado sus mayores locuras. Con ellos se estrenó sexualmente, perder la virginidad fue algo desconsolador. Su compañera no disfrutó, incluso no le quiso volver a ver. A los dos minutos haciendo el amor se vino. Irene, no notó prácticamente nada, ella era una mujer con mucha más experiencia sexual, esperaba el placer con ansia, no lo obtuvo, le echó la culpa a Raúl.
Después de tan negativa experiencia, Raúl se cerró en banda y no volvió a acostarse con una mujer hasta dos años más tarde.
Luisa continuaba mirando extasiada a los skaters, Hasta que José se cansó de su actitud y dijo:
- Nos vamos… Luisa, en toda tu vida no me has mirado como los miras a ellos.
- ¿Qué quieres que haga?, mi cuerpo decide.
Ainhoa se empezó a reír.
- No os riais que me voy, dijo José.
Ainhoa estaba bastante alicaída, su tesis no acababa de marchar. Su estancamiento se debía a que estaba a punto de sumergirse en una depresión, necesitaba calor humano, caricias y continuas muestras de afecto, nunca las había recibido sinceramente. A quien le sucede, las heridas que le deja tienen dificultad para sanarse.
Tenía alma de poeta, durante su juventud, mientras sus amigas escuchaban Like a Virgin de Madonna, ella leía a Petrarca. Las sensibilidades muy desarrolladas sufren más que las otras, el ejemplo lo tenía en su madre, de la que se negaba a tener buen recuerdo. Para Ainhoa, estaba muerta desde el momento en que la abandonó, cuando tenía diez años.
Las mentes extremadamente abstractas, es fácil que queden excluidas socialmente. La mente de Ainhoa rayaba la radicalidad abstracta, desde los ocho años escribía versos, que no enseñaba porque estaba convencida de que era una mujer mediocre, con pocas capacidades creativas, lo que no era cierto.
Tenía, quizás, cuatro mil poemas compuestos en libretas, las guardaba en un baúl, donde podrían caber, por lo menos, trescientas libretas más, seguro que estaban llenas de poemas irracionales. Los poemas le hacían olvidarse de sus males internos, había épocas en que creía que escribir versos era beneficioso incluso para el asma que sufría, lo que podría ser cierto. Quién quita que los motivos más profundos por los que padecía asma, eran traumas antiguos nunca trabajados a fondo ni reparados. Los versos eran la mejor herramienta sanadora que conocía.
La fantasía que más frecuentemente le venía a la mente y a los sentidos, era estar con dos hombres en una mesa llena de comida, y sin probar bocado ir dándoles la comida poco a poco. Ainhoa, tenía un instinto maternal desarrollado.
¿Realmente, las mujeres, si no pudiesen quedarse embarazadas, se les iría acabando el instinto sexual?
Ainhoa era una mujer apasionada por todo lo que hacía, pero no buscaba el placer intenso. Por este motivo, aunque le gustaba follar, si no lo hacía le daba lo mismo. No había en su círculo social ninguna persona más espiritual que ella, y eso que no se pasaba el día dibujando mandalas ni nada semejante.
Pero las historias normalmente se repiten de forma cíclica, ¿qué celebridades históricas no sé repiten en otras celebridades posteriores?, ¿quizás hay ciertas personalidades y nadie puede salir de allí?, entonces la sorpresa se diluirá pronto en la rutina y lo absolutamente conocido y no me explico cómo no lo ha hecho ya.
Hacía ya hace cinco años que Ainhoa se acostó con José. No se lo había podido quitar de la cabeza. Cada dos meses recaía, llamaba al móvil de José, que acababa colgándola bruscamente. Los dos creían que Luisa, pareja de José desde que tenían veinte años, no se había dado cuenta.
Luisa se dio cuenta en el mismo momento que sucedió, una hora después del adulterio habían quedado para comer en el centro Luisa, Eugenio, Ainhoa y José. Los dos últimos, durante el almuerzo solo se dirigían miradas pasionales, no lo pudieron ocultar. Además, Luisa, conocía el rostro de satisfacción sexual de José. Lo supo y quizás su conocimiento fue lo que impulsó sus crisis matrimoniales, que ya duraban cinco años. Ainhoa, esperaba ansiosa su final, que nunca llegaba.
¿Los adúlteros se equivocan en su modo de proceder?, ¿realmente la falta de sinceridad es un mal social?, absolutamente.
Ainhoa, quizás, estaba obsesionada con su tesis sobre poesía, para olvidarse de su amor por José, durante espacios temporales que los intentaba alargar. Era un amor utópico.
La razón de la gente obsesiva se nubla, no hay ninguna sana, todas son autodestructivas. Ainhoa, durante bastantes momentos, estaba totalmente alienada por su obsesión.
José era el tipo de persona que podía separar totalmente el deseo del amor, aunque estuviese con una amante varios años, nunca pasaba a sentir amor por ella. El sexo es sexo, y el amor, qué muchos creen poseer, para la mayoría es pura ilusión.
La irreductible superficialidad sentimental de José se veía agravada por su éxito con las mujeres. Era un gran amante, y las mujeres se daban cuenta de ello aunque fuese irracionalmente, la intuición femenina no fallaba ante José. Las que se proponía ligar, sucumbían a sus pies.
Sucedió con Ainhoa, pero ella es del tipo de personas, que después de acostarse dos veces con el mismo hombre, normalmente se enamoraba locamente de él.
Nunca debían de haber tenido nada, pero lo tuvieron, y José ya no sabía cómo sacársela de encima, cuándo se juntaban los seis amigos, Ainhoa se comportaba respetuosamente, pero cuándo sabía que José estaba solo le acosaba.
Luisa en compañía intentaba obviar el asunto. Era del tipo de personas no captan las situaciones como teóricamente son. José, se follaba a varias mujeres semanalmente aparte de a la suya, Luisa. La situación ocurría desde hacía unos ocho años, y Luisa no quería darse por enterada, aunque su relación naufragara.
La historia es lineal, según la cultura cristiana, y tiene una génesis y un final. Las andanzas don juanescas de José, ¿tendrían final alguna día?
En realidad, los miembros del grupo de los seis amigos suponían que algo raro ocurría, pero no es que fuera tan raro, las personas, por el roce con otras personas tienen sensaciones, es normal e inevitable.
Raquel estaba cansada de leer textos mediocres que nunca iban a ser publicados, era una lectora empedernida e interesada en mostrar lo realmente interesante, los textos que juegan magistralmente con el lenguaje y lo que representa el concepto frente al objeto. Tenía claro que en la medida que la sociedad va transformándose, el lenguaje se ha de adaptar a los cambios. Los literatos o filósofos que captan los cambios primordiales sociales son unos pocos. La clave, para ella, está en analizar el concepto y su referente, los matices e idiosincrasias del objeto, que no cambia, pero la forma de comprenderlo del individuo sí que se va transformando continuamente.
Su editorial, aunque intentaba ser romántica, y publicar a escritores de talento, debía, a menudo, publicar best sellers, para poder subsistir e incrementar esas novedades que realmente podían cambiar la estética de una población pobre y desarraigada.
Raquel era una mujer que vivía al margen de los encuentros sexuales y amorosos. Vivía por y para las letras, según ella le producían un éxtasis más intenso que cualquier verga de cualquier depravado e imbécil.
Sabía que José estaba locamente enamorado de ella, no encontraba ninguna explicación lógica, todo su mundo giraba en torno de la razón de la sinrazón.
Como si la relación de los seis amigos fuese como las del cuadro de Matisse, La Danza…, bailaban al son de la improvisación.
Querían que se transformase en complicidad de todos con todos, pero el sexo y las apetencias particulares hacían que fuese una relación paradójica. Se parecía más a un torbellino de rencillas negativas políticas, que a una sana relación intersubjetiva amistosa.
Los días pasaban, José almorzaba con Raúl, cenaba con Ainhoa y dormía con Luisa. Otros días disfrutaba del buen cine en la sala Verdi en solitario, normalmente después del cine iba a su prostíbulo favorito. Luisa sabía que de vez en cuando se iba de putas, se enamoró de él sabiendo su afición y no había logrado que la dejara.
Eugenio, el vicio más incontrolado que cargaba a sus espaldas era el de la timidez, ya sé que no es un vicio, pero en Eugenio se había vuelto su forma de relacionarse. Estaba tan acostumbrado a intentar parecer tímido, que espontáneamente ya no lo sabía hacer de otra forma. El hábito hace al monje… expresión vacía de realidad, aunque en el caso de Eugenio parecía una frase hecha acertada.
Algunas veces había combatido la timidez con la fuerza y el exceso de alcohol, como ser íntegro flojeaba, todo lo que le incomodaba lo escondía. Dentro del grupo de amigos era la persona menos nítida. Su transparencia brillaba por su ausencia.
Si por él dependiese se hubiese ido con los otros cinco a la cama. No reparaba en ridiculeces como la cordura. Su seriedad y saber estar, era un camuflaje para sus instintos salvajes. La cultura, como estudió Freud, le hacía retener sus más bajas voluntades irracionales.
Luisa sabía cómo era el interior de Eugenio. Al mismo tiempo le compadecía y admiraba. Las situaciones que se dan en la vida son transformables interiormente. La realidad solo es realidad dentro de la subjetividad, ¿existe algo objetivo real?
En contra de todos los pensadores racionalistas que ha dado la humanidad, Raúl proyectaba su intelectualidad en la filosofía sufí. Era un mono dentro de una jaula de cacatúas, ¿cómo podía estar integrado dentro de un grupo de ateos y de gente a la que le faltaba tanta espiritualidad?
José, desconociendo las inquietudes espirituales de su mejor amigo, se relacionaba con él sin preguntarle en profundidad nada de lo que le ocurría, me recordaba la historia de Cesc Gay en la película, Con una pistola en cada mano, en la que dos amigos saben cosas del otro, debido a las conversaciones que tienen con la mujer de su amigo.
Confundidos e impresionados, no le comentan nada de lo averiguado a su amigo. Las mujeres son más sinceras, ¿son más sinceras? La rotundidad del desconocimiento del mejor amigo denota las pocas probabilidades de comprensión que existen en la sociedad contemporánea, nadie conoce a nadie, ¿cómo puede haber una comunicación constructiva?
Normalmente los tríos mantienen pulsos constantemente, son relaciones de fuerza como todas las relaciones pero con mayor intensidad. Es el motivo por el que cuando se juntan tres niños en una casa existen más probabilidades de que hayan conflictos.
Ainhoa estaba dispuesta a meterse en la cama con Luisa y José, de follar con Luisa si eso le permitía también hacerlo con José. Su intención la tenía premeditada y razonada profundamente. Mientras pensaba todo el trayecto que debía seguir de cara a conseguir sus propósitos, se le venía a la cabeza el Walk on the wild side de Lou Reed, era el tema que siempre había preferido, con él se había emborrachado, drogado, amado, follado, llorado y se había perdido completamente en el mundo urbano, que todo lo da y todo lo puede quitar.
La estrategia a seguir consistía en seducir a Luisa para que José estuviese en libertad para estar con quien quiera cuando quisiera No todos los planes salen bien, no todos los proyectos son lícitos moralmente, pero ¿en qué consiste el amor en un mundo tan poblado y con tanta competencia?, en estrategias y oportunidades.
Ainhoa pidió un buen vino antes de que llegara Luisa. Todo tenía que transcurrir según lo previsto previamente. Iba vestida con unas faldas cortas y una camisa escotada, roja y con transparencias.
Luisa llegó con ropa de sport.
- Hola Ainhoa, ¡estás irresistible!
- Lo sé.
- ¿Cómo que lo sabes?
- Estoy dispuesta a disfrutar de la vida, ya me toca, ¿no?, voy a probar cosas nuevas, grandes excursiones, a pie, en bicicleta o en canoa, sexo con mujeres.
- Me parece muy bien, te veo con una gran vitalidad, en comparación de hace cuatro meses.
- Por cierto, has desaparecido todo este tiempo…
- ¿Después de la que montaste?
- Qué monté.
- Te invito a comer con mis suegros e intentas seducir a don Gabriel, no me lo podía creer… una de nuestras mejores amigas seduciendo a me suegro setentón…
- Seguro que a ese hombre se le quitarían treinta años de golpe… es un servicio social.
Las dos se rieron, las otras mesas se giraron para ver que era tanto alboroto. Se habían acabado la primera botella de vino, y no habían pedido la comida.
- Camarero, otra de vino como la que hemos bebido, y una parrillada de marisco para cuatro, ordenó Ainhoa.
- Pero si solo somos nosotras dos, ¿por qué has pedido la parrillada para cuatro?
- Estoy hambrienta, además dicen que el marisco es afrodisíaco, comamos, comamos.
- Tú siempre sigues igual con todo, ¡qué te crees!, sé que quieres seducir a José, me tienes hasta…
- Pues déjamelo una noche… y si quieres desaparezco del mapa.
- Por un polvo pierdes a tu mejor amiga, ¡joder!
- Mira, los deseos recorren su camino por el cuerpo, mis deseos marcan la diferencia en cuanto aparecen, ¡qué arda Troya!
- Eres una puta loca.
- Lo sé y me enorgullezco.
- Las situaciones dan vitalidad, si no ocurriesen cosas moriríamos.
- Ya estamos con el tópico, lo inmóvil está muerto, el cambio y movimiento es vida.
Fueron las dos bebiendo vino, y los platos de comida no se vaciaban, quizás les vendría bien relacionarse, aunque echaban humo.
Ainhoa, de repente, le dio un beso en la boca a Luisa, que se retiró bruscamente de ella.
- ¡Joder!, ¿Qué haces!
- Me gustas, te deseo.
- Es una estrategia…
- No me jodas, es un impulso innato, eres preciosa…
- ¡Mierda!
- ¿Perdón?
- Ven aquí corazón…
Las dos se empiezan a besar apasionadamente.
- ¿Si quieres vamos a mi casa?
- Estás decidida a follarme…
- A hacerte el amor.
- ¡No jodas!, nunca te han interesado las mujeres y menos yo, ¿qué estás buscando?
- Lo tenía escondido, pero no sabes la cantidad de fantasías que he tenido contigo mientras dormía, me he decidido a hacerlas realidad.
- ¡No me lo creo!, mira Ainhoa, he mantenido algunas relaciones lésbicas aparte de mi matrimonio, te puedes quedar enganchada, lo que crees que es un juego se puede volver un hábito.
- Ven a mi casa.
Por el camino fueron hablando de poesía. A Luisa le cohibía la capacidad de Ángel González de transmitir lo que duele y lo que siempre está escondido, para ella era un poeta fascinante que redescubría en cada relectura.
- A los grandes no se les puede dejar de leer nunca, ¿no crees?
- Por supuesto, los grandes estetas nunca mueren, queréis descubrir la eternidad, conviértete en el esteta ideal, el más provocador y reiterativo.
- Sí, es verdad, los grandes personajes de la historia tenían temas con los que estaban obsesionados.
- Por eso llegaron donde llegaron.
- Ya llegamos.
- Ya llegamos….
Ainhoa estaba totalmente obsesionada con Alberti, seguramente la estética evoluciona con la sociedad, ¿o son los artistas, con sus innovaciones, los que hacen evolucionar la estética?, ¿incluso la sociedad?
La relación de dos amigas puede estar llena de especulaciones, intrigas y amonestaciones entre ellas, ¿realmente la amistad es incondicional?, el amor no, un amor incondicional es insano. Si hay alguien que sigue amando sin recibir amor a cambio, sufre, y la relación se convierte en traumática, quizás sea el motivo por el que el fundamentalismo es insano, es un amor a Dios incondicional, obsesivo y sin recibir nada sano el creyente.
La concreción, absoluta y fascinante es algo que a veces parece estar ausente en nuestras vidas. Ainhoa, seguramente concretaría su placer sexual con Luisa, pero Luisa no debía darse cuenta de nada hasta estar ya en los brazos de Ainhoa.
José era un hombre superficial aunque no lo demostrase, estaba con Luisa por costumbre. No se quería ni a él mismo, aunque valoraba la sensibilidad de su mujer por la poesía, no la compartía. A lo máximo que podía llegar en la vida ya lo había conseguido, le sobraba el dinero, el espíritu le había dejado de interesar, de joven le cogió afición al teatro, pero nunca se introdujo en el medio lo suficiente como para entender la esencia de la disciplina. ¿El teatro es pensamiento?, una obra de teatro como una película o una novela muestran modos de vida, las escuelas helenistas filosóficas son modos de vida, es filosofía llevada a la práctica, consumir estas disciplinas artísticas, ayudan a conformar una filosofía práctica propia.
La capacidad de conocer es la que ha mantenido con vida a nuestra especie, si no hubiese sido una de nuestras condiciones de ser, no habría ni teatro, ni cine, ni novela, aunque tampoco vivirían tipos superficiales como José.
El prototipo de hombre con la personalidad de José abunda, socialmente son aceptados, sobre todo en la península ibérica, un lugar dónde tienen equivocados socialmente los valores de la vida.
Cuando se quiere ser hedonista se ha de ser hasta las últimas consecuencias. José, lo quería ser, lo que ocurre es que su voluntad era simplemente un antídoto contra el sufrimiento que padecía. Se casó enamorado de Luisa, pero la convivencia demasiado intensa hace naufragar los sentimientos, esconde la claridad en el sujeto, enturbia la razón de ser del individuo, complica la relación con el mundo laboral, y lo que es más grave, la inestabilidad, en esas situaciones, aparece como por arte de magia.
Ainhoa en cambio, aunque estuviese obsesionada con acostarse con Luisa, a veces, parecía, que le daba más valor a la tesis que estaba redactando sobre poesía. Pero, para ella, los días no eran nada monótonos, durante unas horas le podía dar el valor que se merecía a su tesis, y en otros, se cegaba y solo podía imaginar el sexo de Luisa, que nunca había visto ni disfrutado y estaba ansiosa por conocerlo… donde la hubiese metido José, era lago deseable para ella.
José, sospechaba que la situación se iba complicando, Raúl había entendido que se trataba de un triángulo humano peligroso, podía explotar la bomba en cualquier momento.
Raúl había invitado a Eugenio y a Raquel a cenar a su casa, para la ocasión había comprado lubina, la iba a cocinar al horno, con un poco de vino blanco del Penedés, limón y albahaca… beberían el mismo vino con el que iba a hacer la lubina.
La cena era para plantearles un proyecto que llevaba un tiempo meditando, hacía dos años redactó su única obra de teatro, en ella había dos personajes, un hombre y una mujer. Creía que Eugenio y Raquel podían ser sus actores, él dirigiría la obra, quería intentar venderla y representarla en algún teatro menor de Barcelona. A veces este tipo de teatros son los que presentan mejores obras. Mejor decir un teatro de culto que un teatro menor.
Para Raúl, su obra era un texto con una dramaturgia alternativa, podría denominarla de culto, ¿la sala Becket? Soñaba con triunfar en la sala Becket.
Los diálogos, cortantes, vivos, viscerales, hacían de su obra, una red de sentimientos que podían conectar perfectamente con algún sector de la sociedad barcelonesa.
Eugenio con su escepticismo habitual, cuando recibió la propuesta, le vio problemas. Otro se hubiera lanzado por el acantilado, para cambiar su triste vida, e interpretar a un personaje ficticio. Realmente los buenos actores desdoblan su personalidad para interpretar a los personajes.
Raquel, sin embargo, se quería embarcar en el acto en un proyecto que veía como una posibilidad para salir del anonimato. Raquel, soñando con pertenecer a la farándula catalana, se había incrustado en un regionalismo dañino. Lo intensamente regional genera una visión extremadamente convexa, donde no hay perspectivas suficientes para que genere una forma de pensar medianamente regular y acorde con la realidad. La visión cóncava produce un subjetivismo y un narcisismo excesivo.
Eso no es la realidad. Pero, ¿la realidad existe?
Los límites escénicos no los percibía Raúl. Era una persona que abarcaba más de lo que teóricamente le tendría que dejar su intelecto.
Es la razón de ser de una mente privilegiada, que se supera a sí misma.
La obra transcurría en tres actos, en dos de los cuales habían largos monólogos, primero uno interpretado por Eugenio y luego otro por Raquel.
El proyecto debía salir bien, pensaba Raúl, es mi último cartucho, pero iba a ser letal.
Cuándo José se enteró del proyecto dramatúrgico de Raúl, se puso celoso, era su mejor amigo, y ante semejante idea creativa, no había contado con él.
Le escribió un e-mail:
Raúl, siempre hemos sido grandes amigos, pero nunca has contado conmigo. Raquel me ha explicado que por fin quieres dirigir tu obra, no me has incluido en el proyecto, ¿es eso la amistad?, creo que no, o… para mí no lo es… solo falta que te folles a mi mujer para joderme. Estoy encendido y te he querido escribir con este estado rabioso, para expulsarlo hacia ti, quedarme yo tranquilo y tú jodido. Después de escribir el texto y de saber que lo has leído podremos volver a ser amigos, aunque no creo que a ti te importe la vida da muchas vueltas, yo siempre he sido exitoso y tú un desastre. Creo que es por este motivo que me molesta que no hayas contado conmigo para tu movida artística. Aparecerán más proyectos, pero en los tuyos nunca participaré… tiempo al tiempo, y suerte con todo…, en estos días hablamos.
José se quedó tranquilo, había dicho lo que quería, no podía ser de otra manera. Raúl cuando leyó el email, no le afectó, era una persona dura y fría, soñaba con sacar adelante su pasión por el teatro. Quizás sus amigos que lo del teatro fuese un capricho momentáneo, pero no era así, su amor por el teatro existía desde hacía décadas, pero el teatro nunca le había dado la mano. Nunca había podido cumplir sus propósitos de vivir del mundo del teatro.
Después del arduo trabajo de redactar la obra, debía pensar en sus decorados. Tenía la intención de proponer a Eugenio y Raquel hacer la artesanía de la obra, pensar y realizar totalmente el decorado. Debía ser un escenario minimalista, que él público observase el espíritu del lugar donde debían actuar pero sin describirlo visualmente en su totalidad.
Hasta que pudiesen vender la obra a teatros y sus empresarios, debía estar totalmente trabajada, al menos necesitarían dos meses de ensayos, fusionarse con los personajes y sus avatares, comprender el significado del texto entre líneas.
Todo proyecto cuesta sudor llevarlo a cabo, el fracaso puede llegar a ser una realidad, pero Raúl estaba convencido de que ese no iba a ser su caso. Llevaba mucho tiempo obsesionado con el teatro como para ofrecer un trabajo mediocre, tendría que aprender a venderlo.
Luisa dentro de su profundidad, era una persona accesible. Muchas veces las personas con un pensamiento muy profundo son inalcanzables. Luisa sabía que no iba a estar mucho más tiempo junto a José, primero fue él el que se alejó, luego fue ella la que no miraba a la cara a José, en estos momentos no tenían ni siquiera diálogo, últimamente los dos hacían vidas totalmente separadas, no les unía nada. La última vez que follaron, hacía ya dos años, Luisa se quedó embarazada, sin avisarle abortó.
El suceso los separó irremisiblemente. José nunca supo que Luisa había abortado, pero se dio cuenta de que a Luisa le pasaba algo, pensó que se había enamorado de otro. Durante su relación con José había estado enamorada de unos cuantos aparte de su marido. Incluso creyó estar enamorada de Raquel cuando ella la intentó seducir, al final consiguió llevársela a la cama, pero José nunca se fijó en Raquel más allá de mirarle las tetas o el culo, que era lo que ella pretendía, seducir a José.
Luisa sabía que era libre, se sentía un ave migratoria, y había llegado la época de su vida en la que debía migrar. Todo es nada y nada es todo, ¿quizás al dejar a José podría sentirse una triunfadora?
La idolatría que había sentido en el pasado por José, se había diluido en una obsesión torpe e inconsistente. La primera vez que sospechó una infidelidad de él, lo había obviado, pensando que en todas las relaciones existen puntos oscuros, pero en realidad interiormente se sintió frustrada y fracasada.
José sabía que Luisa le quería, pero su momento de intensidad en la relación ya no existía, era una persona consecuente pero injusta, puede parecer una paradoja, pero la injusticia y la coherencia no siempre están peleados, son conceptos, y como tal, nuestra raza tiene las armas para enfrentarlos, volverlos equivalentes o igualarlos según nuestra necesidad. Como decían los sofistas en la antigua Grecia, cualquier argumento puede ser cierto si posee una buen discurso. Los sofistas eran unos genios para modificar las sutilezas de los conceptos a su antojo, ¿qué es la política si no eso?
Luisa sabía que tenía enfrente una persona luchadora que no se daba por vencida. Sabiéndolo apostaba por una independencia emocional, le convenía adquirirla, ya que una persona que va siempre a remolque de otra, sea su pareja o no, pierde su personalidad. Otra manera de expresarlo es que deja de ser persona.
La relación se acaba, las tensiones se van con ella, la intuición vuelve a ser personal, ya no has de compartirlo todo, vuelves a ser individuo. Precisamente en las relaciones emocionales, cuando se pierde la individualidad, la relación fracasa.
Luisa notaba que Raquel volvía a acercarse a ella, pero en realidad quien le interesaba era José. Como sabía las intenciones, decidió disfrutar de los hechos, se la folló de nuevo. Raquel quedó deslumbrada ante la puntería sexual de Luisa con las mujeres, realmente ella sabía encontrar el punto g de su amante.
Raquel se encaprichó más de lo que suponía de Luisa. Luisa empezó a dejar ir los fuertes impulsos que sentía hacia José. José, realmente, no sabía dónde se encontraban Luisa ni Raquel.
José, durante los últimos meses, había notado el interés que le tenía Raquel, pero no hizo demasiado caso. Raquel era una mujer demasiado atractiva, acabar con ella podía propiciar la inestabilidad personal.
Después de pasar tanto tiempo sin acostarse con Luisa, José estaba demasiado desesperado, se excitaba cuando le sonreía una mujer bonita por la calle. Su situación era crítica, además cuando se enterase de que Luisa y Raquel tenían encuentros, su desesperación llegaría a un clímax quizás autodestructivo.
Luisa, sin embargo, después de una temporada de obsesión por su marido, había pasado a no mostrar afecto por él. Pero eso la llevó al desinterés progresivo.
Raquel, cómo felino al acecho, leía la historia de sus amigos en primera persona, yo haría esto u otra cosa. Luisa es tonta, con el hombre que tiene por compañero, yo lo dejaría seco, para que no se pudiese fijar en ninguna otra mujer. Poco a poco, Raquel, fue introduciéndose en su relación, poco a poco fue haciéndose confidente de los dos, sabía lo que sentían, lo que pensaban…
Ainhoa, también se dio cuenta del trío que se había formado, decidió hablar con Raúl y Eugenio:
- Va a acabar mal, creo que Raquel está obsesionada por los dos, son carne de cañón, con lo mal que están entre ellos, solo les falta tenerla a ella, como presencia que todo lo ve.
- Tranquila, Raquel es buena mujer, no se va a aprovechar de su situación, contestó Raúl.
- Raquel… es una loca, se los quiere follar a los dos si no lo ha hecho ya, lo peor de todo es que los quiere.
Durante los últimos días la tensión crecía, el diálogo entre todos los amigos había empeorado, ¿realmente se escuchaban?, no intentaban comprender los sentimientos o pareceres del otro, se habían vuelto unos auténticos desconocidos.
Raquel decidió dejar la ciudad unas semanas, compró billetes de ida hacia Londres, quería probar suerte, pensaba vender su trabajo e incluso ampliarlo en Londres, era una editora de reputación, intentaba ser romántica en su trabajo. Publicaba la buena literatura, al margen de los beneficios que le podía aportar.
Los buenos escritores actuales, aceptarían que la mitad de los editores tuviesen la política laboral de Raquel.
Para Raquel, afincarse en Londres era una apuesta arriesgada. Sabía que a José le obsesionaba Londres, pensaba lanzar la caña para ver si lo pescaba y se lo llevaba a una ciudad neutra y cosmopolita, una ciudad en la que detrás de cada esquina podía aparecer una sorpresa, con un ambiente cultural que podría ser la envidia de cualquier polis actual. El verdadero underground es londinense. Raquel, quería escarbar en él, descubrir más poetas malditos. Los leen una minoría de una minoría de lectores de poesía, pero ellos sí que son y han sido siempre los verdaderos revolucionarios, la mayoría, aun sin saberlo, son anarquistas.
El anarquismo puede ser una utopía, pero es una utopía viva, y para el stablishment siempre es y será una amenaza.
Londres es una de las ciudades más cosmopolitas del planeta, aunque lógicamente no existe la ciudad cosmopolita absoluta.
Raquel conocía la ciudad, en esas cuatro semanas quería visitar algunos tugurios, vivir de cerca el underground londinense, que tiene sus propias reglas y su propia vida, hasta que los comerciales y empresarios pueden sacar partido económico, entonces muestran el descubrimiento… pero, en ese momento, ¿podríamos seguir hablando de arte underground?
Raquel, no quería despedirse, sencillamente presenciaba técnicas y planteamientos que emergían absolutamente de su subconsciente.
El subconsciente colectivo, es realmente colectivo y común, o a cada individuo le afecta y entiende ese subconsciente con sus propios ojos, de diferente manera.
Los amigos que estoy describiendo, eran un atajo de desalmados que solo miraban su propio ombligo, aunque esas no son formas, mirarte más a ti mismo que al mundo, auto conociéndote y siendo consecuente sería la mejor forma de que la sociedad fuese por un camino más recto y positivo.
Ainhoa, tampoco estaba al margen de la obsesión de Raquel por Luisa y José, veía con buenos ojos, que Raquel pasase una temporada en Londres. Por ella se podía quedar a vivir en Inglaterra. Todo el mundo tiene amigos hasta que se van, se alejan o te traicionan.
José, entendía, preocupado todo lo que sucedía, estaba irritado y molesto, no quería a Luisa, no sé podía volver a acostar con Raquel, por lo mal que le sentaría al grupo de amigos, le pidió un favor a Raúl:
- Tengo que relajarme, vayamos a mi casa y cojamos los guantes, como en los viejos tiempos, pongámonoslos y nos pegamos un rato.
Estuvieron una hora dándose puñetazos, como cuando eran adolescentes, luego, José, abrió una botella de Ginebra, y escuchando Enigma, empezaron a hablar, a recordar, a criticar a cualquiera que no fueran ellos dos, habían retornado veinte años atrás.
- Aunque nos comportemos como dos niñatos, somos viejos, dijo Raúl
- Viejo lo serás tú, o mi mujer, dijo José.
- Pero como has cambiado con tu esposa, hace un año estabas loco por ella.
- Hace un año todavía follábamos, íbamos al cine, le escribía versos, todo cambió, el cambio es vida.
- Joder, estás fatal, es la mujer de tu vida, si la dejas te arrepentirás.
- Puede ser, pero creo, que lo tengo que probar, además, como estoy no puedo estar con Raquel.
- Fóllatela, y a estar bien con Luisa.
- Ya me la he follado, Raquel busaca un escándalo, es astuta y calculadora.
- Como todos, o acaso tú no lo eres.
- No lo soy.
Raúl se ríe escandalosamente. José prepara dos gin tónics más. La noche es larga, los amigos aunque se conocen a la perfección, les divierte la monotonía de emborracharse y hablar siempre de lo mismo. Los viejos amigos provocan estancamiento, José y Raúl lo sabían pero les daba igual. Los viejos amigos son historia, y es difícil que surja algo interesante con ellos.
Pero, en un momento dado José acerca la cabeza y besa a Raúl…
- Tenía ganas hace tiempo…
- Pero, ¿qué haces?, la vida es una tómbola, realmente.
- Mira, creo que no soy gay, pero tengo ganas de irme a la cama contigo.
La noche acabó de forma esperpéntica, ni Valle Inclán hubiese logrado tal cúmulo de despropósitos, o propósitos.
Por la mañana, después de pasarse toda la noche follando Raúl se despidió de José:
- No volverá a pasar, tenlo claro.
Luisa habiendo comprado el billete a Londres, hizo las maletas, miró las ofertas laborales, quizás los primeros meses tendría que trabajar de camarera, pero sería momentáneo.
Soñaba con ir cada tarde durante una semana a la Tate Gallery, también soñaba con conocer a The Clash, una utopía inviable, pero que a ella le motivaba para emprender su proyecto de vida.
José, no tenía noticias sobre la marcha de Luisa, le cogería por sorpresa, después de saberlo, ¿se sentiría liviano o pesado?
La vida dicta, el escorbuto afecta, Luisa, a partir de ahora iba a ser una mujer promiscua, sin miramientos y sin prejuicios.
Luisa no pensaba avisarle, se iría de la casa, dejando abandonadas todas sus pertenencias. Las situaciones marcan la vida de los individuos, las situaciones hacen que se tengan necesidades concretas, aisladas y sin situaciones sociales no precisaríamos nada, por supuesto falleceríamos. La línea, corrupta o no, la marca cada sujeto en cuestión pero siempre influenciada por su entorno.
Luisa sabía lo que quería, nunca lo había tenido tan claro, pero no se había decidido, quería ser promiscua en alguna gran capital mundial, Barcelona se le había quedado pequeña. Ya no sentía la atracción que antaño sintió. La vida cambia, los sentimientos también, lo que nunca puede cambiar es la personalidad, que proviene de persona, la personalidad es lo que hace a la persona única en un mundo en que lo que intentan es que formemos una masa moldeable al antojo de no sé sabe bien.
Mientras sucumbía a sus subjetividades, José, sustituía la vida apacible por la aventura y la sinrazón. Sin esperarse todo lo que iba a suceder, cada vez más excitado, iba perdiendo parte de su realidad, de su sentir, la vida había cambiado, pero él no lo había hecho con ella.
Raúl, de momento notaba que José no estaba en la realidad espacio temporal en la que debía habitar, pensar y sentir.
Ainhoa, veía a un grupo de muchachas jóvenes que compartían una botella de vino en la mesa colindante, en la terraza de su bar preferido, con envidia. Sabía que nunca podría ser como ellas. Si nunca lo fue ya era demasiado tarde como para parecérseles.
Las jóvenes sonreían sanamente, eran cariñosas las unas con las otras, incluso una se puso de pie y empezó a hacer mímica. Su desparpajo y la improvisación que regían sus vidas le daban envidia. Nunca podría ser una mujer sorprendente. De cara a sus relaciones sentimentales, su personalidad era totalmente contraproducente, pero, ¿podría cambiarla?
José en medio de su alienación patológica mental, se fue a la cama con Ainhoa. Ella se enamoró de José. Faltaban pocas horas para que Luisa cogiese el avión hacia Londres. Ignoraba todo lo que estaba sucediendo, si hubiese conocido la locura de José, ¿se iría?
No hay exámenes de conciencia sanos, nadie se los debería provocar a menos de que fuesen constructivos, los exámenes de conciencia cristianos son flagelaciones autodestructivas. Cuando empiezas con ellos, te sientes dependiente a dichos exámenes, que en el mundo animal no tienen razón de ser, y en el sentir dionisíaco tampoco.
Luisa, llegó el martes a las seis de la tarde a Londres, había reservado para cinco noches en una pensión. Pasados los cinco días esperaba haber encontrado trabajo.
Los tres primeros días en Londres no visitó ninguna empresa ni organismo para inmigrantes. Luego empezó a escribir poesía y teatro, al quinto día fue a un Sturbaks, le dijeron que necesitaban una camarera, y se ofreció para el puesto. Desde los veintidós años que no ejercía en la hostelería, era como rejuvenecer veinte años, quizás era el motivo de la separación y del cambio de ciudad.
Una mañana, mientras servía White cofees y capuccinos, entabló conversación con un cliente, le dijo que había escrito algunos dramas y poesías, él se interesó por su trabajo. Quedaron por la tarde para mostrarle el trabajo, el pub donde se verían estaba cerca del piso compartido en el que Luisa vivía desde hacía dos semanas.
En el pub, John, leyó los textos que le proporcionó Luisa, le entusiasmaron, quería traducirlos al inglés para comercializarlos, iban a firmar un contrato.
Cuando lo firmó le envió una copia a José. Quería que viese que no era solo una camarera banal y mediocre.
Su mundo, poco a poco, iba compniéndose. Su día a día, consistía en ser camarera seis horas diarias, y el resto del tiempo lo dedicaba a escribir, además de a fumar marihuana. Los canutos la tenían alienada, pasaba las tardes como un fantasma humano, ¿tenía sentido una vida así?
José sabía que Luisa tenía adicción a la hierba. Le había dejado marchar sin luchar. Sabía lo que supuso Luisa para él durante mucho tiempo, pero todos esos sentimientos se habían desvanecido, ya no existían. Quizás fue el motivo por el que Luisa se fue alejando de José. Le quería, pero ansiaba conseguir otra relación, y por supuesto, debería ser apasionada.
La lucha entre iguales nunca tiene un ganador concreto, todos pierden, la intuición le sugería buscarse un ser superior moral y espiritualmente, para ella mejorar su estatus personal. Quizás John era la persona indicada. No lo sabía, pero le quería seducir. Ainhoa y Raquel estaban lejos, quería que siguiesen estándolo, estaba cansada de relaciones hipócritas.
En cambio a Raúl y a Eugenio sí que los sentía en falta. Prefería empezar a luchar de cero, sin los viejos amigos. El grupo de Barcelona era un sinsentido relacional. Su sinceridad era nula, y ya no quería estar con José. Londres podía ser la ciudad ideal para sus propósitos.
Luisa, luchaba alienada por su situación psicológica, era una mujer madura con mente infantil. Sus obras dramáticas hacían honor al nombre, eran unos dramas inimaginables. Quizás su juventud pegada a la pantalla viendo telenovelas colombianas le habían trastocado más de la cuenta. Pensaba, que las relaciones interpersonales tenían la forma de las telenovelas. No estaba tan equivocada, las telenovelas latinas solo acentúan la forma de relacionarse de las personas. Tanto los grandes dramas como las grandes comedias, consisten en exageraciones de la realidad. Sus obras se basaban en esa sobredimensión de las relaciones, pero no las ejecutaba conscientemente. ¿Quizás tenía el alma de actriz de telenovela.
José, cuando se enteró, a través de la propia Luisa, de su éxito como dramaturga, se dio cuenta de que era su labor ideal, el trabajo para el que había nacido, su esencia era el drama, ¿cómo no iba a poder escribirlos convincentes?
Ainhoa, que posponía su tesis, se planteó seriamente seguir a Luisa. Irse a Londres, dejando plantados a sus amigos y a su doctorado, pero no se decidía. Las situaciones se dan, uno las coge o las deja pasar, cuando decides una cosa o la otra, ya no hay marcha atrás.
El ejemplo supremo de ello es Ulises, el gran viajante de la literatura universal, él sin decidir racionalmente, decidía… nuestra parte irracional es realmente la que lo hace… todos estamos sujetos a ella… es ley de vida, ley de muerte, ley universal…
Raquel, con sus miedos y sin cuidar sus necesidades, se fue quedando sola en una Barcelona cada vez más eclipsada esencialmente. Sus habitantes siguen siendo mercaderes, como lo fueron en siglos anteriores. Lo que ocurre es que ahora intentan mercadear con su espíritu. El espíritu barcelonés y catalán, el espíritu del seny, aunque siempre sea en la fachada de los sujetos, que como en todas las regiones nacionalistas, la personalidad de sus habitantes reside en la fachada de la gente.
La realidad sin ser más cruel de lo necesario, hacía que el grupo de amigos se disolviera, quizás debido a los pocos cambios de pareja que ocurrieron durante la adolescencia de todos ellos. Los cambios de pareja cuando se es joven, en un grupo de amigos, hace que con los años se puedan soportar mejor entre ellos.
Luisa al tomar distancia, veía las cosas más claras. Sabía que nunca había querido a José. Le ponía cachonda, pero lo mismo podía sucederle con cualquier otro hombre. También se excitaba con Raquel, la eterna amiga que se obsesionó con su marido.
José, parecía sacado de otro mundo, no se daba cuenta de nada, o no quería darse cuenta. ¿Realmente se es más feliz siendo un ignorante? La sabiduría no produce felicidad, eso lo sabe la humanidad desde que existe, los que más conocen son normalmente los más infelices.
Quizás fue el principal motivo por el que Luisa se fue a Londres, para empezar de cero, aprender la lengua, nuevos tipos de relación, al tratar con personalidades anglosajonas y de otras etnias, en cualquier caso, la visión del ciudadano de Londres es más cosmopolita que la visión del ciudadano barcelonés. Eso en el trato con las personas es fundamental, es un cambio drástico en el trato cara a cara, en la indulgencia y tolerancia. Como me dijeron una vez, en Londres es en la única ciudad que siendo extranjera no me he sentido extranjera.
El propósito, para Luisa, era triunfar en el mundo de los escenarios, había leído hasta la extenuación a Harold Pinter, David Hare y Tom Stoppard. Su teatro, definitivamente estaba influenciada por los grandes dramaturgos londinenses de la segunda mitad del siglo XX.
José, esencialmente, nunca había logrado acercarse a la compleja personalidad de Luisa. Raúl y Eugenio, captaban la incongruencia interna en la relación de la pareja. ¿José y Luisa se llegaron a querer y desear?, eran personas opuestas, en estas circunstancias era imposible un final feliz como pareja. Como dijo Ortega, somos nuestras circunstancias, y a ellos nunca les acompañaron de forma positiva.
Además, Luisa era, también, una personalidad opuesta a la de la sociedad con la que le había tocado convivir. Nunca había estado ni estaría a gusto en España ni en Barcelona. Su viaje a Londres, había sido una sanación vital. En Barcelona se hubiese muerto espiritualmente, y una personalidad con espíritu bajo o sin espíritu está muerta en vida.
La corrección de las obras las hacía ella misma. Luisa nunca había sido una gran lingüista, pero conocía el significado de las palabras y sus referencias semánticas. Era buena escritora, y podía serlo mejor todavía.
Las conclusiones a las que llegó Raquel fueron, Luisa se cree una diosa, que puede hacer y deshacer las situaciones de la vida como se le antoje. Eso para las personas cercanas era violento, por lo tanto iba a estar sola durante toda su vida.
Las instituciones con las que se enfrentaba Raquel, ante sus depresiones y miedos existenciales no daban al abasto, Luisa siempre había sido su apoyo y se había marchado lejos, donde ella no pensaba ir.
¿La realidad de las enfermedades mentales es inherente a la humanidad?, o por el contrario, ¿nosotros mismos las hemos creado etiquetando, justificando acciones o simplemente no aceptando realidades diversas?, la cuestión es que son entes sociales tan básicos para el funcionamiento de la sociedad como los colegios o las cárceles. Que conste que aunque me interese Foucault, no soy foucaultiano.
Raquel, en sus momentos difíciles caía en excesos, las situaciones vitales circunstanciales no le interesaban, tan solo intentaba conocer la esencia de las cosas, la esencia del ser de las cosas.
Luisa, para Raquel, era esencia en su estado bruto. No le habían afectado a su personalidad las circunstancias sociales. Si todos los individuos de una sociedad fuesen psicológicamente equivalentes a Luisa, tendría razón Thatcher, con su afirmación que dio a la prensa, ¡no hay sociedad!
Quizás el motivo principal de que a Luisa le fuese bien por primera vez en su vida en Londres, es que no tenía que intentar conectarse y sociabilizarse con iguales que no le interesaban para nada, por lo tanto, ¿realmente eran unos iguales?
Ainhoa, empezó a interesarse por Raquel. Se dio cuenta de que no estaba bien anímicamente, es más, ni siquiera podía llevar la vida que querría en una situación de estabilidad. Ainhoa estaba preocupada, le debía a Raquel su interés por la generación del 27. Raquel, le presentó libros de sus poetas, interesantes aunque demasiado regionales. Raquel, pronto se desvinculó relativamente pronto de forma emocional de la poesía del 27. En cambio, Ainhoa, nunca más podría hacerlo, intelectualmente dependía de ellos, de ellos provenía su visión del mundo, como académica es normal, pero como individuo hace que carezcas de criterio propio. Ningún intelectual puede depender emocional, ni racionalmente de otra persona. Es el fallo de la humanidad, los referentes intelectuales en la población, normalmente dependen de otros sujetos, pero son de una época con una cosmovisión diferente a la de ellos.
Eugenio, con sus aventuras sexuales, de todo tipo, no se daba cuenta de nada. Su grupo de amigos cuarentones, estaban pasando su segunda adolescencia, más problemática que la primera.
Todos habían sido unos adolescentes y jóvenes ideales, nunca perdieron el norte, siempre supieron dónde estaban. En cambio a los cuarenta años, su vida se había convertido en un caos de sensaciones. Se creían jóvenes, dejaban de lado las responsabilidades que tocan cuando se tiene su edad.
Ainhoa, creía y quería creer en el proyecto de Eugenio, se estaba aprendiendo el drama que interpretarían en unas semanas, ensayaba delante del espejo, y sus aptitudes, que nunca habían estado tan desarrolladas, hacían fluir su personaje, que era el de una mujer apasionada después del desapasionamiento. Las admiraciones e interrogaciones que producía la obra, el texto, ella los incrementaba de una forma devastadora, nunca podría haber sido una actriz de cine seria.
Eugenio, correspondía a sus obligaciones de forma arbitraria, ahora quería esto, aunque no fuese el momento, lo tomaba. Normalmente se trataba de gin tónics, hierba y sexo.
Las secuencias de este texto, bajo ningún punto de vista ordenadas, hacen que este texto tenga un ritmo diabólico, pensaba Eugenio de su obra, potente obra. Las situaciones viene y van, Eugenio, Raúl y Ainhoa, apostaron por el teatro, por el arte, a una edad avanzada, pero ellos lejos de sentirse personas maduras, tenían la ilusión de un niño ante el concierto de fin de curso…
- ¡La existencia es una incógnita, realmente estamos vivos!,
Era la última exclamación de la obra de Eugenio, que Ainhoa debía exclamar ante el público gritando descarnadamente.
El infantilismo de José, hizo que rechazará cualquier tipo de relación con Luisa. Luisa le había dejado, en principio suponía que deseaba que sucediera, pero con el paso de los días se dio cuenta de que la necesitaba. Luisa había volado. José se imaginaba que tenía muchos amantes en Londres. Lo que no era del todo incierto. Los celos le empezaron a molestar. Nunca había experimentado esas sensaciones y se sentía mal. Siempre creyó que no era un hombre posesivo. Quizás sentía que Luisa había sido obra suya. Pero no, nadie es obra de nadie. Las personas se relacionan, pero si cada individuo está estable sicológicamente, a veces interpreta positivamente las acciones y personalidad del otro y otras veces las interpreta negativamente. José, siempre había sido un hombre que se creía cuerdo y cabal, pero en los últimos días estaba dudando de su cordura.
Ainhoa, tomó un café con José, habían quedado para hablar de los acontecimientos de las últimas semanas, le vio mal. Aprovechó las circunstancias, e hizo que bebiese más de la cuenta, acabaron en la casa de Ainhoa follando repetidas veces. Ainhoa, quería que se enterase Luisa por un tercero, para impedir que José y Luisa volvieran a tener cualquier tipo de relación carnal.
José, nada más despertarse, se arrepintió. Realmente quería a Luisa. Ainhoa, seguía durmiendo, no sé preparó ni un café y salió del apartamento. Deambuló por las calles céntricas de la ciudad pensando en su vida. Sabía que todo ero contingente, lo suyo con Luisa, probablemente nunca volvería a ser suya, habían perdido, con el paso de los días todo había ido a peor, ya no se respetaban. Sabía que Luisa, lejos de él, podía triunfar, follar seguro.
Ainhoa, se despertó dos horas después de la marcha de José. En el mismo momento de despertarse, le llamó al móvil. José no descolgó la llamada. Ainhoa, volvió a llamar entre 5 y 7 veces. A la séptima vez hablaron. Más o menos la envió a la mierda. Ainhoa arrepentida de seducir a José, se preparó un Martiny Rosso.
Las ilusiones, tal como llegan se pueden ir, evaporándose entre la cosmovisión de la época. Ainhoa, decepcionada, acabó emborrachándose. Fue a buscar hombres a la calle, todos la rechazaron. Realmente en esas circunstancias no era un buen partido ni siquiera para un polvo.
José entró a un bar, se pidió un JB, eran las once de la mañana, quería perderse, alienarse completamente, toda su lucidez naufragaba. En la barra, conoció a Susana, una mujer unos 10 años mayor que él, alcoholizada, tenía la nariz y los ojos rojos, era psicóloga de profesión. Pidiéndose una copa después de otra, Susana intentó obsequiar a José con una terapia de bar. Llegó a la conclusión de que José había estado los cinco años que convivió con Luisa, obsesionado con cuidarla y no con darle placer. Se había equivocado, las mujeres, lo mismo que los hombres, necesitan ciertas dosis de placer en sus relaciones sentimentales, si no es así, no se les puede llamar relaciones sentimentales.
Susana, ya entrada la madrugada intentó besar a José, él la rechazó de inmediato. Susana, enfadada le gritó:
- ¡Qué te piensas, que mis sesiones son gratuitas!, has de venir a mi casa, ¡Yaaa!
José, inmediatamente salió del bar, y caminando, Rambla de Cataluña hacia abajo, llegó a Plaza Cataluña, allí intentó buscar un after. No lo encontró, inmediatamente se estiró en un banco y se quedó dormido.
Luisa, mientras tanto, había conocido a una mujer que le interesaba. Era actriz, había tenido éxito en dos o tres obras de teatro, en un Londres que como todos sabemos, es una de las capitales del teatro. Había interpretado un papel de David Hare, el dramaturgo se quedó totalmente satisfecho con el trabajo.
Luisa, se fue a hablar de trabajo a casa de Susan. Acabaron revolcándose en su cama. Susan, sabía perfectamente el castellano, por la mañana, leyó una obra dramática de Luisa, le dijo que debían comercializarla entre las dos. Luisa, salió de la casa de Susan muy esperanzada, nunca se había sentido tan bien, probablemente solo había sido un polvo, pero con consecuencias positivas, lo que no siempre ocurre.
Desafiando los pronósticos, Luisa y Susan empezaron a salir todas las noches. Por las mañanas Luisa trabajaba cuatro horas en un Sturbacks del barrio en el que vivía.
Por la tarde se dedicaba durante tres horas a escribir y reescribir. Las noches se las dedicaba a Susan y a las drogas químicas. Susan conocía la noche de la ciudad perfectamente, empezaron a conectar con gente de diversas tendencias. En tres semanas, Luisa había conocido y congeniado con más gente que en el resto de su vida.
Se olvidó de los amigos caducos de Barcelona. Ainhoa y Raquel preocupadas por la desaparición de su amiga, fueron a visitarla a Londres, se encontraron con otra persona, segura de sí misma, hedonista y paradójica, como todas las personas, pero ella mostraba sus paradojas sin tapujos, de forma agresiva y provocativa.
Ainhoa y Raquel, al volver a Barcelona fueron a cenar con José, Raúl y Eugenio:
- Hemos perdido a una amiga, Luisa está donde debe estar, su vida ha dado un vuelco, le están produciendo sus dramas, estoy segura de que se ha hecho un hueco en el teatro londinense, le explicó Ainhoa.
- Esa mujer débil y miedosa, ya no existe, dijo Raquel.
José, se puso a llorar, sabía, que como mucho había sido la prisión de Luisa durante el tiempo que duró su relación. Al salir de la prisión ya no volvería junto a él nunca más.
Su vida hasta el momento había fracasado. Mientras estuvieron juntos, Luisa era la parte sin éxito, transmitía un fracaso vital agudo. En cambio, José, era optimista, las cosas, más o menos le iban bien, estaba satisfecho con su vida. Pero todo, en cualquier momento puede dar un giro inesperado. El más fuerte puede retorcerse en el lodo emocional, mientras que la persona insegura y débil puede coger fuerza y su autonomía ser la envidia de sus conocidos.
En un teatro céntrico de Londres, representaron la primera obra de Luisa. Tuvo éxito. La obra se enunció en la prensa y la radio, durarían las funciones en el teatro seis meses. Luisa tendría ganancias, pero no quería prescindir de su trabajo de camarera en Sturbacks. Estar trabajando en él, le hacía activarse desde la mañana, conocer a gente, sus circunstancias e historias personales, al fin y al cabo los y las camareras, en muchas ocasiones, pueden ejercer también como terapeutas emocionales. Le servía mucho para redactar sus obras escénicas.
Eugenio, en cambio, estaba sufriendo con su obra. Ainhoa y Raúl, estaban poco dotados para el trabajo escénico. Durante los ensayos, Eugenio, se fue dando cuenta, que con ellos como actores, la obra iba a ser un fracaso. Tenía que conocer a otros actores, lo que le daba miedo, la ruptura del grupo de amigos iba a ser total.
El círculo, lógicamente, siempre ha de estar cerrado, pero en lo que se refiere a relaciones humanas, o nunca se acaba de cerrar, o en el momento más inesperado se abre. Ellos siempre habían pensado que eran un grupo de amigos heterogéneo, global, indestructible, pero este pensamiento es totalmente adolescente, aunque queda claro que los cuarenta y cincuenta años, tanto para los hombres como para las mujeres es una vuelta a la adolescencia. En las mujeres sobre todo por la menopausia, pero los hombres sufren una pitopausia, que les hace estar desbordantes de energía, y con mucha necesidad sexual. Es el momento de las crisis de pareja y de las separaciones.
Eugenio, ni se había planteado todos estos argumentos, pero notaba que eran tiempos de cambios drásticos, de rechazos y despechos, de situaciones límites, era el momento de mover su trabajo, como había hecho Luisa. Aunque su amiga estaba en una ciudad con mejor predisposición a recibir a autores noveles.
Londres, como casi siempre en su historia contemporánea, rezumaba creatividad, la ciudad, por si sola, inspiraba a poetas y dramaturgos. Luisa, que había aprendido a vivir en la ciudad, conocía a mucha gente de la que no se podía fiar, había mucho lagarto, dispuesto a robar ideas, a diestro y siniestro. Además estaba la movida underground más potente de las ciudades europeas. Luisa, iba a salas de conciertos alternativos, a recitales de poesía, y a obras de teatro infernales. Todo era aceptado, pero muy críticamente.
Conoció a un grupo de poetas radicales, que se drogaban antes de escribir versos grupales. Podían asemejarse a los poetas surrealistas en París, de una centuria, que como todas es completamente olvidable. El pasado, pasado es… la contemporaneidad se ha de sentir, hasta que salga sangre de la sensibilidad de aquellos que quieran crear algo medianamente interesante.
José, sabía de la valía de Luisa, sabía que podría lograr lo que quisiera en cada momento. En cambio él se sentía estancado y deshecho, había perdido la inspiración de su vida, llamada Luisa.
Raquel, que por lo general tenía una vida movida, los acontecimientos ocurridos la desequilibraron hasta tal punto, que dejó de rendir en el trabajo, la echaron. Debía volver a buscar trabajo, que para ella era tan agotador como buscarse un novio. Por las tardes, quedaba con Ainhoa para beber té negro con leche, aunque algún día entre semana, se pedían una botella de ron, se la bebían y recordaban los buenos tiempos ya pasados. Ainhoa, se tomaba las tardes con Raquel, como lo que realmente eran, no tengo nada más que hacer, me aburro, pues quedo con el tostón de amiga. Pero esos pensamientos le venían antes de verse con su amiga, una vez juntas se reían, y despotricaban contra todo y contra todos, no dejaban a nadie sano y salvo. Durante todas las reuniones que tuvieron los seis a lo largo de más de dos décadas, nunca habían hablado tan profundamente la una con la otra. En pocas semanas creían que por fin se conocían, y esa sensación les agradaba, al menos no había sido tiempo perdido.
Algún día, estando en alguna granja céntrica merendando, se les añadió Eugenio, no las comprendía, para él, el grupo, debido a su crisis, debía estar unido. Ellas no aspiraban a que se volvieran a reconciliar las emociones truncadas. Ni siquiera un buen concierto de los viejos Pink Floyd podría hacerlo, quizás uno de Neil Young se acercase más a calmar las aguas turbias, inyectadas en muchos casos por alcohol u otras sustancias, pero últimamente demasiado bélicas.
Las relaciones si pueden llegar a cambiar, es porque los sentimientos han variado, las ideas también se renuevan, el cambio de ideas o de sentimientos no implica ser un chaquetero. El que se vuelve agresivo y alusivo, es en su esencia violento, las palabras y los gestos muchas veces son más violentos que los puños, y en esa triste fase se encontraba el maltrecho grupo de amigos. Parecía una familia desestructurada.
Eugenio, era una persona sencilla, comparándolo con la media de la población en Barcelona. Especulaba poco, era positivo, intentaba divertirse, se tomaba el trabajo en serio, ¿era una excepción?, ¿las mujeres lo consideraban un buen partido?, ¡no! Lo que ocurría, es que era tan inocente que su forma de actuar se acercaba a la tontería. Su vida, aparte de la gran obra que intentaba colocar en algún pequeño teatro de Barcelona, era simple. Hacía mucho tiempo que no tenía amantes, ni del sexo femenino ni del sexo masculino. No los necesitaba, se masturbaba cíclicamente, y nunca pensaba en otras personas. Su realidad, como todas las realidades, estaba alienada por la actualidad, tanto social como política. La publicidad le absorbía radicalmente. En muchos momentos prefería ver en la televisión publicidad que una buena película. Parecen hechos contradictorios para un dramaturgo, pero la vida solo consta de contrarios, o contradicciones, si no leamos a Heráclito.
En los encuentros con Raquel y Ainhoa, lógicamente tenía fantasías. Se imaginaba que estaban los tres en la cama, con varias botellas de un buen vino, bastantes cajas de preservativos, y una nevera al lado de la cama, con excelentes platos de comida, cocinados por los hermanos Roca, o algún otro excelente cocinero.
Pero sus fantasías nunca se harían realidad. Nada más imaginarse en ese estado de placer, palidecía y se mareaba. Era hedonista, pero no cirenaico, lo radicalmente placentero le daba miedo. Las historias contadas desde la imaginación son todas factibles, en la vida real son otra cosa, y él lo sabía.
Eugenio, se interesó por la vida de Luisa en Londres. Intentó contactar con ella. Pasaron cuatro meses hasta que pudo mantener una conversación por teléfono. No la reconoció, había triunfado. ¿Y si viajaba a Londres, y se introducía en la vida social y laboral de Luisa?, lo debía meditar y hablarlo con Luisa tranquilamente, no sería fácil, Luisa estaba más independiente que nunca, además no debía tener ganas de remover los veintitantos años de amistad de los seis…
- Luisa, déjame acompañarte en tu aventura por Londres, dijo Eugenio.
- La vida del inmigrante es jodida, ahora me están saliendo las cosas, pero he tenido que currar mucho y me he sentido muy sola.
- Pero vale la pena, ¿no?, que le den a mi obra en Barcelona, quiero probar en una gran ciudad.
- Ven, te recibiré, pero solo tú del antiguo grupo.
- Gracias Luisa.
Quince días después, Eugenio aterrizó en la gran capital. Luisa le enseñó la ciudad, durante las horas libres que tenía, pero le advirtió que no le iba a desestabilizar la vida. El primer mes, Eugenio vivió en casa de Luisa. Luego encontró trabajo en un cine, durante el día trabajaba y estudiaba inglés. Poco a poco fue conociendo gente, además, también se relacionaba con Luisa y su circo de amistades intelectuales.
Eugenio, sentía que estaba vibrando como nunca. La pasión volvió a sus venas. Todo eran distracciones en Londres, se distraía con las circunstancias de la ciudad, pero al mismo tiempo era un caldo de cultivo para sus aspiraciones teatrales. Un día, hablando con Luisa, observaron que era una coincidencia que los dos escribieran obras de teatro, pero quizás les había inducido a ello, la teatralidad del grupo de amigos de Barcelona. Todos ellos podrían ser, si se lo propusieran, gente del mundillo del teatro, lo llevaban en los genes, y la sociedad había ayudado, también, a ello.
Mientras Eugenio y Luisa vivían a su antojo la vida, José, la malvivía. Se había convertido en una persona huraña, desconfiada, no confiaba ni en él mismo. Las situaciones cambian, la vida es cambio, pero en el caso de José, su trasformación le estaba matando.
Su vida se había convertido en un indeseable deambular, ni era eficiente en el trabajo, la empresa de construcción que poseía junto a un socio se estaba viniendo abajo, lo peor es que la causa de ello era él mismo, su ineficacia a la hora de tomar las decisiones trascendentales de su empresa. No acertaba en nada, ni se concentraba ni dejaba concentrarse a su socio y a los cinco trabajadores de su empresa. Había llegado alienado por el consumo de alcohol y cannabis varias veces en las tres últimas semanas. Era irreconocible, su estatus y la opinión que tenían de él sus conocidos estaba decayendo alarmantemente. ¿Todo le estaba pasando por la decisión de Luisa?, no sé lo podía creer ni él. Antes no tenía tiempo para estar con Luisa, pero ahora la echaba de menos, la necesitaba, la amaba, la deseaba, y no volvería con él.
Luisa, sabía el estado en que se encontraba José, pero estaba en el aquí y ahora espacio temporal de Londres en el verano del 2017, e intentaba disfrutarlo al máximo. Lo conseguía y estaba orgullosa de ello. A José, darse cuenta de lo mal que estaba, le hacía sentirse peor. Luisa, el saberse por fin triunfadora y dueña de su vida, le hacía estar mejor, son las consecuencias lógicas del azar, o del trabajo realizado durante sus cuarenta y tantos años.
Pasaron meses, José se fue rehabilitando, al menos podía mantener relaciones con personas estereotipadas en la norma, pero que es la norma, ¿lo normal?, y… ¿lo normal es más lícito o mejor que lo anormal?, la palabra anormal muchas veces se utiliza para etiquetar a gente que no llega al nivel intelectual de la mayoría, incluso cuando no llega al nivel físico también se utiliza, pero podría tener más acepciones. José, al menos, se podía relacionar con la gente y no salir huyendo, ya no daba la sensación de que te podía clavar un cuchillo en cualquier momento. Pero entre el parecer y la realidad a veces hay un abismo.
Raúl, el gran amigo de José, miró el proceso de su amigo desde lejos, como si fuese un Dios, valorando lo moralmente correcto y lo moralmente incorrecto. José, harto de todo, de sus amigos y de Barcelona. A veces pensó en viajar, acabar en Londres como Luisa y Eugenio… pero no se atrevía, Luisa se lo hubiese echado en cara toda la vida. No sabía qué hacer, Barcelona le aburría, ya no es lo que era. Sin amigos, el entablar nuevas relaciones próximas era complicado. Se sentía solo, huir no era la salida, quizás la solución estribase en juntarse los cuatro que todavía vivían en la ciudad, encerrarse un fin de semana en una de sus casas, decirse de todo, y esperar la evolución de los acontecimientos.
Lo propuso y los otros tres aceptaron, el siguiente fin de semana, Raúl, prepararía alguno de sus platos más atractivos e intentarían cenar en armonía, lo que era difícil, vista la energía que reinaba entre ellos.
Raúl, estuvo meditando acerca del menú que iba a preparar, no quería platos excéntricos. Quería elaboraciones que sus amigos conociesen, pero bien cocinados.
El posible menú, iba a consistir en tres entrantes, bacallá a la llauna, croquetes de carn d´olla, y ensalada cesar. El plato fuerte sería, falda de cordero relleno de foie y orejones, con salsa de vino tinto y tomillo, de postre prepararía un surtido de pasteles de queso y zanahoria y bizcocho con merengue.
Redactó un texto, en el que daría a conocer sus intenciones:
Amigos o ex amigos, los tiempos están cambiando, éramos seis y quedamos cuatro… ¿qué ha pasado?, la vida sigue, el cambio es vida, las situaciones aunque estén alteradas pueden reconciliarse. La cuestión es, ¿qué es lo que queréis?, yo estoy cansado, José, ha pasado una crisis aguda, Eugenio, Ainhoa y yo hemos tenido diferencias radicales por la obra de teatro, ¿qué nos queda?, nada, la construcción desde la tabula rasa es un hecho, de lo contrario solo habrá muerte, la muerte de nuestra amistad, y la muerte de nuestros recuerdos, que como todo lo que se mira de una forma más negativa, cambia, el cambio, he dicho que es vida, en este caso sería muerte. No queremos volver a pensar en los años pasados, mejor así, eso solo sirve en las sórdidas y patéticas telenovelas. Entonces, ¿por dónde vamos?, ¿a dónde queremos ir a parar?, al hoyo, al foso del inquilinato… si no nos relacionamos ni Barcelona será nuestra, será un espectro de lo que fue. El interés general debe decidir. La irremediable decrepitud que va a gobernar nuestras vidas cada minuto que pasa, debe ser considerada como determinante, hemos de hablar, largo y tendido, buena comida, buen vino, y licores en abundancia… no quiero cannabis esta noche, nos haría viajar por mundos demasiado imaginarios, estaríamos demasiado alienados, y ahora hay que pisar suelo firme… la rectitud es una herramienta. Hagámosla servir con toda su capacidad a la hora de decidir… Hablemos…
Raúl…
El email también se lo envió a Luisa y a Eugenio, lógicamente ni le contestaron. Raúl, pensó ir a verlos a Londres, no estaba del todo decidido, pero compró un billete de ida y vuelta para el día siguiente, el miércoles. La cena iba a ser el sábado.
Cuándo se reunió con Luisa y Eugenio notó que todo lo que les contaba no iba con ellos, era como si no les incumbiese para nada en absoluto. No podía creer su indiferencia. La situación se volvió tensa. Luisa acabó la conversación tirándole el vino blanco que estaba bebiendo en la cara a Raúl. Raúl alzó el brazo para pegarla, pero no lo hizo. En cambio los insultó y se marchó a otro local, la vuelta la tenía programada en seis horas, el viaje relámpago había sido un fracaso.
Al aterrizar en Barcelona, Raúl, en el taxi que le iba a llevar a casa estuvo meditando sobre los sucesos de los últimos meses, sabía que lo que se rompe, normalmente si se arregla, no queda igual de solido ni funciona con la misma fluidez. ¿Debía mirar por él y por nadie más que él?, ¿o quería luchar por los cuatro que quedaban en Barcelona?
Durante los cuarenta años, los seis habían tenido personas cercanas, cuándo llegó la adolescencia y luego la juventud, y ya eran grandes amigos, cada uno de ellos había tenido diferentes relaciones sentimentales, todas se acabaron, pero ellos habían seguido unidos, hasta que pasó lo que no debía pasar, dos miembros del grupo se hicieron pareja. Luisa y José, se enamoraron, por lo menos lo pensaban. Ese fue el principio del fin. El comienzo de todos los problemas. Hubo partidismos en cada trifulca entre la pareja. Se hicieron dos bandos, los que siempre defendían a José, y los que lo hacían con Luisa. Cada pelea de la pareja, era una pelea de la totalidad del grupo. Eso para una relación de pareja es fatal. ¿Los problemas sexuales les incumbían a todos?, ¿los celos también?, ¿y los problemas económicos? ¿Acaso el resto del grupo iba a comprar a fin de mes, cuando no tenían dinero en la cuenta, y debían escarbar de aquí y de allá para poder comer?
La juventud dura poco, además, parece que sea más breve de lo que es, ya que se vive con tal intensidad, que el tiempo parece que pasa más rápido de lo que lo hace. La madurez, en cambio es inaguantable, todos son angustias, se piensa todo más de una vez… la racionalidad, tan buscada en esta época, lucha a muerte con la irracionalidad, y entre las dos hacen naufragar a sujetos que se creen seguros pero no lo son.
La historia de uno es la historia de muchos, pero por eso no se ha de dejar de ser sujeto, persona, individualidad absoluta, cosa que en la adolescencia es difícil que suceda, y en la madurez, cuando tendría que ser comprendida cada individualidad personal, a la gente le da tanto miedo, que se agrupa y pierde la razón de ser animal y humana, a veces incluso se deja de luchar por la vida, que es lo más profundo que tenemos.
El grupo de amigos se fracturó, era imposible volver atrás. Lo muerto, no puede resucitar.
Londres.
Luisa, la deseada Luisa, caminaba con un destino pero estaba algo perdida, por una ciudad, que sin ser la suya se la había apropiado sanamente. Normalmente, siempre había abusado del alcohol y el cannabis. Pero ahora, justo en el momento de su mayor logro personal y profesional, solo bebía cuando lo escogía, de vez en cuando, y fumaba maría, después del almuerzo y algunas noches que le costaba dormir.
Se había olvidado de José, su vida era ira a la cafetería, al teatro, y luego a casa, con alguna conquista, o simplemente a redactar hasta acabar con la mente enloquecida, por forzarla a imaginar, sin tapujos ni censuras autoimpuestas.
Una o dos veces por semana quedaba con Eugenio, el único punto que le conectaba con su ciudad natal, Barcelona.
Los barrios de Londres, siempre eran para ella una sorpresa, los sábados y los domingos los recorría, con la intención de aprender y de inspirarse. No solo le interesaban los más concurridos, donde transcurren películas inolvidables, los extrarradios le atraían intensamente. Esa era la vida de Londres que sus políticos tenían medio olvidada. Esa era la esencia del mestizaje y el cosmopolitismo de una ciudad que no duerme, de una ciudad sumergida en un caos a veces controlado y a veces incontrolado. Los caballeros y las damas anglosajonas no estaban en ellos. La sociedad londinense y su cultura, dio un brinco con el Punk de los setenta, ya nada volvería a ser igual, la cultura underground era un foco de gran interés para un círculo de intelectuales románticos. Luisa quería formar parte del grupo.
Los excrementos que genera toda urbe los consumen sus ciudadanos, lo que significa que el individuo urbano más chic, tiene algo de underground. Luisa, por experiencia propia, sabía moverse por cualquier ciudad en la que estuviese, sabía cuándo podía haber algún peligro, cuándo debía hablar con extraños, cuándo se debía refugiar en su morada. Sabía mantenerse horas y horas en plena acción, como también dormir largas noches. Se adaptaba al medio, y el medio, como muchos antes lo han descrito, era la jungla urbana.
En esos momentos estaba redactando en inglés una obra en la que sus protagonistas eran gente contradictoria, paradójica hasta límites patológicos. Se regían por sus instintos, nada pulidos a lo largo de los años. Eran personas que habían vivido en sociedad, pero el entorno no los había podido educar. En ellos, las tesis freudianas expuestas en El malestar de la cultura, no habían funcionado, eran animales, la obra se podría asemejar algo a Esperando a Godot de Becket, pero con la personalidad, y la forma de hablar y de redactar de Luisa. Quería que el que la viese se diese cuenta de que no nos diferenciamos en nada del animal salvaje. Y que el sistema capitalista, aunque no conozcamos un sistema que se pueda llevar a la práctica mejor, es un sistema animal, en el que impera el más puro instinto animal. El único que puede vivir en este sistema de forma positiva, es el que se adapta a él y el más fuerte, que en su lucha por la vida deja a muchos otros de lado, hundiéndolos.
Cuándo llevaba redactadas las primeras veinte páginas de la obra, le pasó copias del manuscrito a Eugenio, y a un profesor de la escuela de arte en el University College de Londres, llamado James.
Los dos lo leyeron críticamente. Una semana después se reunieron en un café cercano a Picadilly Circus.
- Luisa, eres un mujer soberbia y dura, tus textos son claros y dan que pensar. ¿De dónde sacas tanto material?, le preguntó James.
- Mira, mi vida ha sido intensa emocionalmente, de cara a crear, te aseguro que es muy útil.
- Los adjetivos que introduces son perfectos, nos conocemos desde hace más de veinte años, nunca pensé que pudieras componer obras tan completas, le dijo Eugenio.
- La clave para escribir buen teatro, es dejarte ir, meterte en la situación de cada personaje y hablar por ellos, sin tapujos ni censuras.
- Pero, no todo el mundo es capaz de hacerlo, comentó James.
- ¿Acaso yo soy como todo el mundo?
- Conozco al que dirige el Shakesperare´s Glove, sabes que es uno de los principales teatros de la ciudad, te lo presentaré, seguro que se interesa por ti y por tu obra, sugirió James.
- Sería un gran favor, pero todo con calma, no me quiero estresar.
Siguieron bebiendo capuccinos hasta que oscureció. De allí se dirigieron a un pub del Soho, querían tomarse unas copas. Distendidos, cada vez estaban más melosos entre ellos.
De repente, Luisa y James se empezaron a besar, mientras que Eugenio le acariciaba los senos a Luisa. Acabaron los tres follando en el dormitorio de Luisa. Por la mañana desayunaron, café, bollos y marihuana. Se volvieron a meter en la cama y continuaron follando.
En las siguientes semanas volvieron a verse varias veces, parecía que se entendían. Estaban contentos porque habían encontrado su tercio de naranja.
Luisa, ahora, aunque daba prioridad a sus trabajos, tenía muy en cuenta tanto a James como a Eugenio, quizás se estaban convirtiendo en el pilar que le faltaba para llevar una vida completa, como la que siempre había querido.
El agosto siguiente cogieron los tres vacaciones, y compraron unos billetes de avión para ir a NY, allí disfrutaron de buen jazz en el club Blue Note, se interesaron por una retrospectiva de la artista Yoko Ono, cuando perteneció a Fluxus. Dieron un paseo por Chelsea, el West VIllage, el East Village… y sobre todo comieron y follaron hasta quedar totalmente satisfechos individualmente y entre ellos.
La obra de Luisa, se representó en Londres. Fue un éxito, las críticas la describieron, como la fuerza latina e inmisericorde. Realmente eran mucho más radicales los textos que redactaba que ella misma y su forma de vivir. Quizás redactaba lo que era en potencia, si se llegase a actualizar en ella, la gente que le rodeaba sabría perfectamente con quien se relacionaba, una mujer fuerte, valiente, seductora y violenta.
Eugenio, a veces, cuando a Luisa se la follaba James, tenía ataques de celos. Luisa y James, entonces, cogían ataques de risa, no podían comprender la actitud de Eugenio. Realmente, gozaban los tres de los tres, se poseían mutuamente. No tenían razón de ser, unos celos tan infantiles como los que emergían cada vez más asiduamente de Eugenio.
Al volver a Londres, Luisa se concentró durante dos semanas. Redactó un monólogo que duraría en el escenario unos veinte minutos. Pretendía dominar el lenguaje, que el mensaje fuese claro cuando quisiese, y opaco o abstracto cuando se lo propusiese. El texto redactado quedó de la siguiente manera:
- La vida, historia circular, pero no al estilo Nietzsche, no, lo que ocurre es que a lo largo de cada trayectoria vital, se tropieza no dos veces sobre la misma piedra, no, ¡Joder…!, infinidad de veces… conoces a una persona, y conoces a casi todas, que todo el mundo está sacado de un puto patrón, yo, cómo mujer, independiente y post, post moderna, quiero a mi lado, gente que valga la pena, con pensamiento propio, qué difícil es encontrar a esta especie de ratas de cloaca, en los que su habla es como látigos dando en espaldas universales, en cambio, si no hay relaciones sanas viables, mejor la soledad, la triste soledad, ¡la puta soledad!, conozco vidas, capto la situaciones, tengo a dos amantes que muchas veces son soberbios en la cama, y estoy insatisfecha, ¿cómo puedo estarlo?, porque la sociedad de consumo que describieron Adorno y Horkheimer, ha pasado de ser consumo de mercancías, material, a consumo espiritual, nuestros espíritus siempre necesitan más, logrado el deseo del alma, al momento nos sentimos mal porque necesitamos otro estímulo mayor para nuestra insatisfecha alma… estamos en la era de la mierda, colosal y diáfana mierda, que sin control consumimos, de la que sin control nos alimentamos, con un poco de placer carnal, siempre en el mejor de los casos, y cuando todo acaba, volvemos a lo mismo… el círculo, el divino círculo griego, es nuestra tortura, Nietzsche lo veía diferente, y aunque fue una persona que comprendía en qué consistía la vida, quizás no comprendía en qué consistía su vida, pero como manuales vitales hay muchos, y pocos son prácticos, y como en circunstancias elementales siempre metemos la pata, pero tenemos litros de yodo para sanar todas la heridas, y multitud de sabios o psicólogos, que tratan de curarlas, y en la mayoría de los casos las agravan, y en el límite, me digo, seguiré con mis amantes, unas cuantas palabras oportunas y a vivir todo lo bien o todo lo mal que pueda, al fin y al cabo los extremos muchas veces son equivalentes por no decir idénticos…
Luisa, era muy crítica con todos los textos que redactaba, sabía que aunque tenía mucha imaginación y no le faltaban ideas, sus escritos tenían errores que ella no era capaz de advertir. El monólogo la dejó satisfecha, el objetivo era encontrar a una buena actriz, y presentarse a un concurso de monólogos cortos que se realizaba cada octubre en Hyde Park, organizado por el ayuntamiento de Londres.
El día que se representaban los monólogos, se reunía bastante público, normalmente muy entendidos en teatro, y todos grandes entusiastas de las artes escénicas.
De momento no conocía a la actriz en cuestión con la que fantaseaba que le iba a ayudar a recibir el premio, si ella misma lo ganaba por su actuación sería doble el galardón.
Luisa, empezó a llamar a todos los conocidos de Londres vinculados al mundo del teatro. Les pedía que la contactasen con actrices de unos cuarenta años que tuviesen experiencia sobre los escenarios. De esta manera fue conociéndolas una a una, y descartando a las que no la interesaban. Al final de la selección quedaron dos actrices, les hizo aprenderse el monólogo que debían interpretar ante ella, una vez interpretado decidió que la actriz que se presentaría al concurso sería Emily. Era bonita, tenía un buen manejo del escenario, su expresividad al actuar envolvía a todo el que la disfrutaba viéndola trabajar, era la mejor opción.
Estuvieron ensayando juntas el monólogo durante tres meses. El proyecto estaba saliendo bien. Luisa, le explicó cómo le gustaría que se moviese por el escenario, cuándo debía enfrentar su mirada con algún espectador, o en otros momentos con alguna espectadora. Cuándo debía gritar al ambiente alguna exclamación sugestiva, dónde quería enfocar las ironías y dónde los dramas. Emily, lo entendía todo rápidamente.
Llegó la semana decisiva. Se tomaron tres días para recapacitar e interiorizar todo el trabajo realizado.
Empezó el festival. Antes que Emily, interpretaron ocho monólogos, todos de gran calidad.
Les tocó el turno a ellas. Emily rayó la perfección. Los siguientes quince monólogos que representarían les parecieron más flojos. El galardón iba a disputarse entre los nueve primeros.
Luisa ganó el festival. El monólogo iba a ser presentado en los mejores teatros de Londres, Manchester, NY, Chicago, LA, y San Francisco.
Luisa estaría más de un año viajando por USA.
Eugenio y James se entristecieron con la idea de dejar de ver durante tanto tiempo a Luisa. Pero a la vez se alegraron por su éxito artístico. Eugenio, debía andar su camino en la dramaturgia alejado de Luisa. Tenía que encontrar su propio lenguaje. En cualquier arte es lo más complicado. El artista que tiene un lenguaje propio es el verdadero artista, más allá de su éxito ante el público.
Eugenio se concentraba durante cinco horas diarias para intentar redactar obras con pies y cabeza. También encontró un empleo a tiempo parcial, en un negocio de alta costura. Con él trabajaban los modistas, a los que ayudaba. Pronto cogió un gran interés por el diseño y empezó a compaginar su labor como escritor con la de modista. Esperaba presentar pronto un block de dibujo con diseños de prenda íntima femenina. Cuando lo estaba dibujando se excitaba, imaginaba a Luisa quitándose para él las braguitas que él había creado, acababa masturbándose locamente.
James y Eugenio se veían menos, la marcha de Luisa les había distanciado. Eugenio conoció a un grupo de amigos, entre ellos había un paquistaní y tres ingleses, uno negro y los otros dos blancos.
Los viernes por la noche, iban a beber cerveza a un pub céntrico, acababan medio borrachos haciendo chistes sin sentido e intentando llevarse a casa a alguna mujer que estuviese en el pub.
Este grupo de amigos le servía a Eugenio para bajar el peso de su labor diaria, que era profunda y exigente.
Lo que más le gustaba del diseño de prendas íntimas, era que debía pensar por la mujer que la compraba, y por la posible persona que se la vería puesta. Debía contener el espíritu de la estética del Londres del momento, pero también un gusto universal, que es el del erotismo, e incluso la pornografía. Se pasaba horas dibujando prendas íntimas de mujer, para mujeres de todas las tallas. No a todas ellas les producía el mismo efecto la misma prenda de ropa. Debía intentar diseñar para todo tipo de mujeres, si es que quería que algún día le reconociesen como diseñador de ropa femenina.
El teatro le aturdía. Cuando iba a un teatro y veía una obra interesante, era como una inyección de vitalidad para seguir adelante con todos sus proyectos. Nunca, en toda su vida, había pensado que le podría interesar y gustar tanto trabajar. Pero ahora, además de una obligación, se había convertido en su mayor diversión. Sabía que era la única manera en la podría triunfar alguna vez en el mundo creativo.
La vida se había convertido de ser algo transitorio a cobrar gravedad, quería sentirse importante en un mundo de cualquieras. El ejemplo de Luisa le daba ánimos, además tenía unos cuantos contra ejemplos, como podía ser el caso de José. Debía decidir cuál era el camino que más le interesaba, el que para él era el correcto.
El trabajo le ocupaba las veinticuatro horas del día, cuándo no estaba en la tienda de moda, dialogando y viendo trabajar a los modistas, se iba a una obra de teatro o al cine, y luego de vuelta a casa, se pasaba muchas horas redactando, lo que quería que fuesen diálogos frescos, diferentes de los otros ya existentes, pero al mismo tiempo reales. O dibujando a mujeres con y sin ropa interior. Incluso llegó a sacar su cámara de fotos a la calle para fotografiarlas, desde los ángulos más dispares, para saber luego mirando a las mujeres fotografiadas como debía diseñar su ropa íntima. Lo que quería fotografiar era el espíritu de las mujeres de su época, ya fuesen más jóvenes o mayores que él.
Nunca había pensado que el trabajo le pudiese absorber de la manera en que lo estaba haciendo, acababa los días inerte, sin capacidad para hacer nada, mucho menos para divertirse o buscar algún tipo de relación afectiva, había dejado de ir a beber a pubs con sus amigos. Definitivamente su relación sexual con James, al irse Luisa, se había terminado. Ella era la que sostenía el trío, y la que proporcionaba la pasión entre los dos.
Cuando se veían Eugenio y James, la cordialidad reinaba, pero no tenían ni ganas ni intención alguna de que fuese más allá.
Eugenio debía marcharse unos días a Barcelona, su padre falleció, para ultimar todos los detalles, y quería despedirse de él como se merecía. La relación con su padre no siempre fue fluida, pero agradecía lo que hizo por él. Su madre murió de cáncer cuando Eugenio tenía doce años. El padre, depresivo, tuvo que superarse y ayudar a Eugenio durante su adolescencia autodestructiva. Consiguió que la pasase, e incluso hizo de su hijo una persona de bien, relativamente sana y positiva. Sin su padre, Eugenio hubiese naufragado totalmente en una vida que se lo hubiese tragado sin compasión.
En Barcelona un día que tenía libre quedó para comer con Raquel, Ainhoa, Raúl y José. Le pareció que habían pasado veinte años. Todos habían envejecido, tanto espiritual como materialmente. José, ya no era esa persona con clase y arrebatadora que recordaba. Ainhoa y Raquel, se habían convertido en unas maduras quisquillosas. Mientras que Raúl, parecía ausente, no sabía si tenía confianza en él mismo.
Eugenio, les habló de las maravillas de Londres, de las ventajas al vivir allí. Nunca te aburrías y si lo hacías era por voluntad propia.
Les habló de Luisa, al pronunciar su nombre, José puso un gesto de dolor. Eugenio le dijo:
- Es otra mujer, no la reconocerías, ahora causa respeto.
Ainhoa, ante tal afirmación se rio.
- Creo que no la veréis más por aquí, si viene será para impulsar alguna obra suya.
José empezó a beber copas de vino descontroladamente. Poco a poco, fue poniéndose irrespetuoso, hasta acabar siendo violento verbalmente.
Llamó a Eugenio maricón y chaquetero, Luisa era una traicionera, había hecho mucho por ella cuando estaba sin trabajo, la sensibilidad que tenía ahora se la debía a él, incluso dijo, que el grupo de amigos no era nada sin sus ideas y decisiones.
El resto de reunidos empezó a burlarse de la actitud de José, hacían burlas, y exageraciones de sus ideas, hasta que Eugenio dijo:
- José, estás acabado, si te viese Luisa renegaría de ti.
En ese mismo momento, José, cogió un cuchillo y se lo clavó a Eugenio, a partir de ese momento llegó la histeria colectiva, hasta que Ainhoa llamó a un hospital, enviaron una ambulancia y José fue arrestado.
La herida de Eugenio era grave, le tenían que operar para arreglarle los daños causados por el cuchillo en los intestinos.
Luisa se enteró enseguida del ataque de José. Raquel se había puesto en contacto con ella para explicárselo. Dejó la gira de su obra de teatro, y cogió desde San Francisco un vuelo directo a Barcelona.
En el hospital, delante de la tristeza de unos y la desesperación de otros, reinaba una melancólica armonía, pero, al fin y al cabo, armonía. A José, le iba a diagnosticar un psiquiatra. El abogado quería que se considerase la opción en el juicio de trastorno mental.
A veces, deben ocurrir desgracias para qué la guerra y la lucha de contrarios se organice y deje pasar las minucias estresantes de la vida.
Luisa, estaba traumatizada, se echaba las culpas de todo.
- Si no hubiese dejado a José, ahora Eugenio estaría bien, yo quería a Eugenio… te juro que como me tope en algún momento con José, me lo cargo.
- Calla, mujer, no es culpa tuya, José estaba desquiciado, alienado por vuestra situación, odiaba al mundo, le replicó Raúl.
- Y tú, siendo tan amigo suyo, no le ayudaste. Cuando me tuvo a su lado me ignoró, y luego, se vuelve loco por mí.
Pasaron los cuatro toda la noche en el hospital, dónde hasta los más ateos rezaban por alguien. Eugenio, estaba en cuidados intensivos, de momento estable. José, detenido, le iban a observar minuciosamente, el juez le quería mandar a un manicomio, si le ingresasen en prisión, estaría muerto, era demasiado débil como para vivir allí.
Por la mañana, el médico fue a la sala de espera, le dijo a Luisa que Eugenio estaba estable, y que ya no corría peligro su vida. Pero, que debía estar ingresado por lo menos una semana.
Luisa, al saber que ya no corría peligro, esperó a poder hablar con él y darle un abrazo… luego compró un vuelo directo a San Francisco, llegaría a la ciudad cuándo todavía faltasen cuatro representaciones de su obra, no se las quería perder, las tres representadas anteriormente habían tenido un rotundo éxito.
En la ciudad, Luisa, conoció al principal promotor teatral, que a su vez tenía muy buenos contactos con el principal de de NY, Chicago, LA, Philadelphia y Boston…
Luisa, llevaba bastantes semanas, debido al gran trabajo que tenía entre manos, y al ataque perpetuado a Eugenio, esnifando más cocaína de la aconsejable. Empezó a sentirse muchas horas al día espesa, por lo que debía consumir más droga para estar lúcida y atenta a la vida de la ciudad, que es la única responsable de la erupción de buenos pensadores y artistas.
Emily, durante el viaje presentación del monólogo, se dio cuenta del grave problema en el que se estaba sumergiendo Luisa. Podía convertirse en un camino sin retorno. Realmente la generación de los 70 en Barcelona, ¿estaba tan traumatizada como nos indicaba la vida del grupo de amigos?
A Eugenio, finalmente, le dieron el alta del hospital… su psicóloga de toda la vida, le recomendó que fuese a visitar a su atacante, José, que estaba ingresado en el psiquiátrico de Sant Boi. Él se negó:
- No le voy a volver a ver en mi vida… es un puto loco peligroso…
En cambio llamó a los otros tres amigos que vivían en Barcelona. Se reunieron en una cafetería junto al Macba, y les explicó que quizás era la última vez que estaría en su ciudad. Que los acontecimientos de los últimos días, le hicieron comprender que solo se tenía a él mismo, ni su familia ni sus amigos podían decidir sobre su vida, fuese para equivocarse o acertar. Tenía que vivirla, dejando de lado expectativas ajenas.
Voló al día siguiente hacia Londres, allí escribió y reescribió varios textos que hablaban de un intento de asesinato por parte de una mente enferma. Quería introducirse en un universo mental inabarcable incluso para psicólogos y psiquiatras. Intentaba objetivar los pensamientos e impulsos de alguien al que sus contradicciones internas, le habían pasado una factura demasiado radical: la locura más absoluta.
Eugenio empezó a experimentar con LSD y marihuana, para poder enloquecer y sentir lo que sintió José cuándo intentó matarlo. Los textos redactados, técnicamente eran mediocres, pero expresaban sus miedos y fobias, sus delicadezas y radicalidades más extremas.
Incluso, en un momento dado, redactó bastantes textos e hizo muchos dibujos bajo los efectos de las drogas.
Uno redactado y enviado a Luisa, bajo los efectos del LSD, era el siguiente:
El vuelo del águila es más depurado que el de la golondrina, pero todo es debido a la experiencia. Muchas veces se piensa que quien hace algo muy bien es debido al trabajo empleado en ello… pero, la locura, la puta locura es lo que hace que manufacturemos bien algo, aunque sean ideas amarillas. Las idioteces subjetivas sobre uno mismo suelen ser ciertas, solo nos falta ponerles un poco de humos o de ácido cítrico, entonces seguro que las recaídas en tantas y tantas gripes emocionales se reducirían. Los vuelos son el camino… aprende a volar, pero sobre todo aprende a aterrizar, si no el batacazo puede ser considerable… y ya no tenemos edad para hostias, ¿no?… las reuniones electorales son asiduas, consisten en decidir quién irá a visitar a nuestro camello para que no se nos acaben las despensas, y no tener que aterrizar abruptamente lastimándonos, lo otro, es saber quién es el que se las come todas… a las pastillas me refiero… y siendo atacado como lo he sido, me toca acuchillarme a mí, con conceptos límites, pero más allá del bien y el mal, en el cielo de lo incorruptible… Dios guíame por tus infiernos, qué seguro que son fruta madura en comparación de los míos…
Luisa al leer el texto se inquietó, a Eugenio le había pasado factura el ataque de José, necesitaba todas las terapias que había rechazado. Luisa, tenía por delante dos meses en los que la gira de su obra estaría parada. Decidió ir a Londres para hablar directamente con Eugenio.
A la semana de llegar a Londres, fue a casa de Eugenio… el bolso lo llevaba repleto de libros, para Eugenio, que le parecían interesantes… algunos sobre las relaciones de fuerza de Foucault… otros de psicología básica, Freud, Jung… y otros menos densos, pero prácticos, de autoayuda.
Nada más llegar se los tiró todos encima de la mesa…
- Ya que no quieres ir a un puto especialista, hazte la terapia tú mismo, con todos estos libros, puedes observar tu vida con un poco de objetividad, ¡a ver si espabilas!
- Soy una persona peligrosa, no seas agresiva conmigo.
- ¿Peligrosa?, estás alienado por la experiencia de la cuchillada.
- ¿Cómo quieres que esté?
- Mira, fue un ataque esporádico… José entró en locura, pero normalmente no tratas con gente como José.
- Sí, es verdad, pero deja secuelas, ya no catas el mundo, la vida y la muerte, ni a la gente de la misma manera.
- Tienes un mes y tres semanas para normalizarte, es el tiempo que estaré en Londres, si no lo haces, me olvido de ti.
- Joder, ¡qué amiga tengo!
- Una amiga que te cuida, podemos hablar siempre que lo necesites.
Eugenio, después de la charla con Luisa, fue, solo, a un pub, donde un poeta recitaba sus poemas acompañado de una guitarra acústica y un contrabajo. Bebió más paints de cerveza Guiness de lo aconsejable, y arruinó el show artístico… se incorporó y subiéndose a una silla empezó a recitar textos y notas, que había redactado en su note book. El poeta se le encaró y le amenazó, Eugenio, furioso, le dio un puñetazo con todas sus ganas. El interior del pub acabó siendo un campo de batalla, cuando todavía no había finalizado la reyerta, Eugenio se dio cuenta de que era posible, que el dueño del pub le hiciese pagar los desperfectos en el local, o sea, que salió a la calle y empezó a caminar a paso ligero. Antes de darse cuenta estaba casi en su casa con una botella de Chivas Regal, y muchos proyectos a realizar en lo que quedaba de noche, que todavía eran muchas horas.
Empezó a enumerar, miedos mayores y miedos menores. Después, bajo una introspección radical, con la ayuda del whisky, estuvo intentando averiguar de donde provenían todos esos males, fue anotando la genealogía de sus males, haciendo un retroceso en la historia de su vida. Lo mismo hizo con sus manías obsesivas, que le daban asco, sus placeres más ocultos, sus odios, incluso, el amor individual por cada cosa concreta.
El trabajo de autoanálisis, le hizo pensar que era una persona débil, que se dejaba llevar por su subconsciente, sin poder manejarlo. Que los grandes horrores de la humanidad habían sido ordenados y ejecutados por gente como él. Estaba deshecho, no creía poder volver a mirar a Luisa con tranquilidad a la cara. La amaba, la deseaba locamente, pero pronto se daría cuenta de la clase de persona que era, por este motivo, José, le atacó.
De los textos que redactó, subjetivos sobre su estado espiritual, pasó a escribir textos describiendo la psicología de José, y también la de Luisa. Mientras los redactaba pensaba que lo que estaba componiendo era una descripción psicológica de lo que son los caracteres de la humanidad. Las tesis de los textos eran las siguientes. Estaba describiendo la personalidad de un atacante violento, que como todos los de su carácter estaba alienado por sus problemas del pasado, describía al atacante cómo víctima y la personalidad de la persona que hizo que el atacante sea lo que es en la actualidad. José, Eugenio y Luisa, el trío que define a las relaciones universalmente, mezclando a Foucault con los padres del psicoanálisis.
Para Eugenio, José, era una persona que toda su vida se había sentido segura de sí misma, pero, en un momento dado, sufrió su propia fragilidad, jamás experimentada, y al no poder asimilarla, se volvió completamente loco. Creyéndose toda su vida autosuficiente, también se dio cuenta de golpe, que su autosuficiencia, se aguantaba por los otros. Si aquellas personas, que sin darse cuenta le ponían erguido, le fallaban, el sucumbía en la alienación mental.
En cambio, Luisa, era la persona que todos los que la rodeaban la habían considerado frágil, pero que escondía, incluso de ella misma, una fortaleza innata arrolladora. Cuándo empezó a externalizarla, pudo con todo y con todos. No pasó a ser una líder, los líderes la respetaban, esencialmente se ha convertido en una mujer que no tiene Dios ni guía espiritual, pero su espiritualidad es fuerte y subjetiva, viva.
Eugenio, no estaba satisfecho con lo textos que había desarrollado. Empezó a leer descontroladamente El libro de los muertos, que es el mayor texto literario filosófico del Antiguo Egipto. Después se enfrasco en lecturas oscuras, de oscurantismo y formas prácticas de contactar con espíritus sin cuerpo. Él quería eso, que cuando muriese su espíritu no fuese a parar a ningún otro cuerpo. Lo debía lograr, después de los traumas que intentaba superar desde la cuchillada de José, empezaba a sentirse un ser sobre desarrollado, ya que había experimentado la cercanía a la muerte más intensa que la mayoría de las personas. Además, la violencia sufrida por un supuesto amigo, era lo más cercano del odio fatal que había podido experimentar.
Él sí que podía decir que había pasado por todo, vivido emocionalmente al ciento por ciento. La realidad era dura, en cambio se estaba agarrando de donde podía para no hundirse y salir a flote por un túnel que lo llevase a la luz definitiva.
Faltaban solo tres semanas para que Luisa se fuese a San Francisco, durante el tiempo que llevaba en Londres, intentó darle una terapia vital a su amigo, pero lo único que consiguió, era descubrir que su vida no era lo maravillosa que creía. Necesitaba más estabilidad, conocer a otra persona a fondo, no viajar tanto, sentir de verdad Londres, como el único lugar posible para vivir.
Eugenio, se dio cuenta de que Luisa flaqueaba, y una noche se acostaron recordando tiempos cercanos pero pasados.
Los restaurantes que frecuentaban eran étnicos y de comida francesa, les encantaba la mantequilla, la crema de leche y los buenos quesos. Además, los vinos no tenían comparación posible, la cocina francesa era la mejor del planeta.
Luisa, se prometió, que aprendería a cocinar bien de una vez por todas. Durante las tres semanas que le quedaban en Londres, se apuntó a tres cursos semanales, uno cada semana. Lo que aprendiese se lo iba a cocinar a Eugenio.
Se preguntaba, ¿no será Eugenio la persona que necesito a mi lado?
La respuesta, difusa, le daba miedo, ¿cómo podía empezar a sentir debilidad por una persona como Eugenio?, lo veía mentalmente débil. Aunque hubiese sido su amante, una cosa es el sexo, y otra muy diferente, el amor. Cómo podía haber empezado a tener celos de Eugenio. Sí, que estuviese tan afectado por el ataque de José, le producía celos. No lo entendía.
Luisa empezó a debilitarse, dudaba de todas las decisiones que debía tomar, sufría más de la cuenta por Eugenio, incluso un día se quedó llorando seis horas en la cama sin motivo aparente. Realmente, ¿estaba a punto de entrar en una depresión?, o es que se había quedado embarazada. Pero, ¿de quién?, la última vez que folló, fue con Eugenio, y tomó más precauciones de las que tomaba normalmente. Estaba triste, muy triste, Eugenio le estaba transmitiendo su locura, ¿sería capaz de huir y seguir con su gira?
Eugenio, notó que Luisa estaba cambiando, la percibía más humana, no estaba tan por encima de todos los que la rodeaban. Era una mujer de carne y hueso, y además, sentía que estaban naciéndole nuevos sentimientos hacia él. ¿Sería posible que finalmente pudiesen ser pareja? No quería crearse falsa ilusiones, pero el cambio en Luisa era un hecho.
Luisa, preocupada ante su crisis emocional, visitó a un psicólogo. A la tercera sesión con el psicólogo, la remitió a un psiquiatra, le recetó SAM-e 400 mg. La actitud de Luisa ante la vida cambió. Eugenio la notaba inactiva, casi pasota. Luisa, desde que tomaba la medicación, había caído en un letargo en vida. No tenía fuerzas para escribir, se suspendió su gira. A veces pensaba que la culpa la tenía Eugenio, pero sabía que sus males provenían de su irracional más profundo. Quizás, Eugenio los había activado, pero no era la causa. Siguió con las sesiones psicológicas, por ellas no se podía encontrar peor.
Llegó un momento, que Eugenio, debido a que cuidaba de Luisa, olvidó sus traumas y dolores de cabeza. Luisa lo era todo para él. Estaban cayendo en una relación de dependencia mutua.
Les invitaron a una fiesta que organizaba un magnate del teatro londinense. Luisa compró cocaína para la ocasión. Cuando llegaron a la fiesta, Eugenio y ella iban puestos hasta las cejas. El descontrol que tuvieron durante la fiesta, hizo que la gente presente les mirase mal. La situación, el éxito del pasado, se estaba torciendo… ya no eran unos novatos, a punto de agarrar todas las oportunidades que les brindase una ciudad hiperactiva como Londres.
Se corrió el rumor, dentro del círculo de la dramaturgia, de que Luisa estaba mal. De que había empezado a descontrolar, y su vida se había convertido en un cúmulo de excesos. Luisa seguía escribiendo, pero sus textos eran leídos con una mirada diferente. Al ver a Luisa en crisis, Eugenio, automáticamente superó la suya, incluso mandó los textos redactados durante su crisis a varias editoriales. Tuvieron éxito, los textos gustaron a los editores…
Ya lo decía Nietzsche en el eterno retorno, querrías volver a vivir tu vida exactamente igual a la que has vivido. Luisa y Eugenio probablemente dirían que sí, la vida es altibajos. Ellos eran sujetos, individuos y como tales cometían errores y sufrían, pero lo que tenían muy claro es que nunca iban a dejar de luchar.
Se fueron a vivir muy cerca de Fishbury Park. Iban a compartir piso, seguro que de vez en cuando follarían, pero no sé veían como pareja sentimental. El agua fue volviendo a su cauce. Eugenio, tenía editoriales interesadas en sus textos, y Luisa volvió a escribir y a atraer como escritora. Después de tantas turbulencias, empezaban a encontrar armonía espiritual. Luisa había tenido bastante éxito laboral, los primeros meses después de llegar a Londres, pero nunca había tenido la ataraxia como la sentía en estos momentos. La tranquilidad del alma, ¿viene sola o se ha de buscar? Luisa y Eugenio, la habían ansiado y buscado, y les llegó.
Pero nada es eterno, cuando llevaban una vida normal, sin excesos y turbulencias anímicas, les llegó una fatal noticia. José, se había intentado suicidar. Una mañana, entró la señora de la limpieza del sanatorio mental a limpiar su habitación, y se lo encontró envuelto en sangre, se había intentado desangrar, cortándose con una cuchilla diferentes partes del cuerpo. Luisa, desesperada, se echaba la culpa, también se había culpado por la agresión a Eugenio. Sabía que a veces había cometido errores, pero zanjar la historia sentimental con José, como lo había hecho, fue perjudicial para todos. Le había dejado tirado en la calzada mientras ella se subía a su limusina particular. La repercusión de semejante ataque emocional, trastocó mentalmente a José. Se enloqueció, los psiquiatras le diagnosticaron depresión. Pero su triste realidad era mucho más grave y profunda que los diagnósticos médicos.
Se había sentido no persona, humillado y maltratado por su mujer, hasta dejarlo en el más absoluto desamparo.
José, pasó de ser un hombre exitoso a ser un excluido y todo por su debilidad emocional. En las familias, lo primero que se tendría que trabajar con los hijos es la fortaleza emocional. Estamos en una época en que las personas cada vez son más débiles, tenemos más depresiones, exteriorizamos más intensamente nuestra vertiente tanto neurótica como psicótica. José, tuvo momentos de una locura total, los profesionales que lo trataban no sabían si alguna vez iba a llevar una vida normal. Ahora y durante mucho tiempo iba a estar herido por el sufrimiento.
Luisa estaba escribiendo sobre una pareja. Era una obra de teatro con dos actores, la obra era rigurosamente autobiográfica. El público en seguida se daría cuenta. Se iba a desnudar delante del público, que conocerían sus intensas debilidades, y todo lo que ha sufrido con las parejas hasta que llegó a Londres y se convirtió en una mujer fatal. Al género masculino nos hace falta toparnos cara a cara con muchas mujeres fatales, así entenderemos, interiorizaremos de una vez, que el cambio es y será real para siempre. Ya nos somos los únicos cazadores que han de traer el alimento al hogar. Ahora también es tarea de la mujer, y en muchos casos trae más alimentos que el hombre. Cuando interioricemos y reconozcamos que las mujeres son más sabias en la cama, se acabará tanta violencia de género. ¡Venid mujeres fatales!, había gritado Eugenio abriendo las ventanas y disfrutando de las vistas de Fishbury Park.
El pasado que duele, se ha de lanzar al viento, y que se lo lleve sin control, alejándolo lo máximo posible. Aun así, nunca acaba de desaparecer del todo. El dolor se recuerda, y el recuerdo del dolor angustia. Eugenio, siempre se iba a sentir una persona a la que habían intentado asesinar. En su casa guardaba una navaja mariposa y un bate de baseball profesional. Si alguna vez, a algún indeseable se le ocurría entrar, no sería tan lento como lo fue cuando le atacó José. Antes no sabía lo que puede llegar a hacer un ser humano, ahora lo había conocido violentamente. Si se encontraba alguna vez en una situación parecida, él sería el agresor.
Luisa no sabía que Eugenio guardaba una navaja y un bate de baseball en la casa. Si lo hubiese intuido se lo habría hecho sacar. Por las mañanas, iban a desayunar a una cafetería, solo dos veces por semana pedían English Breakfast. Desayunarlo cada día, hubiera sido demasiado pesado para el cuerpo. Al acabar de desayunar y de leer el Times, iban a casa y cada uno se encerraba en su habitación a escribir durante cuatro horas. Después salían a comer. Normalmente iban a un restaurante italiano que les quedaba cerca de su casa.
Por la tarde siempre se reunían con profesionales del sector de la dramaturgia, editores y artistas. Unas tardes iban a casas de colegas y al menos una vez por semana iban a la suya. Creían que la gente que se reunía era gente especial. Que se dedicaban a un oficio del que solo se pueden dedicar personas que tengan un espíritu desarrollado.
Pero no sabían que eran una burbuja, como hay otras en la sociedad, ni mejor ni peor que cualquier otra. Eran un sector que servía para el ocio de calidad. Pero, al fin y al cabo, ocio. Los espectadores que se introducían en la esencia de las obras, eran muy pocos… para ellos, aparte de ocio, las obras de arte eran un alimento vital.
Los artistas dan al mundo su propia visión de las cosas… los espectadores han de recibir esas visiones y ser críticos con ellas. Lo que ocurre, es que se ha creado un arte paralelo, de baja calidad, que no produce esa actitud crítica tan anhelada por algunos y temida por otros.
El criticismo es un modo de vida. No hace falta construir algo paralelo, hay algunos que se dedican a destruir, y sobre las ruinas otros deben construir. Luisa era destructora en sus textos, pero siempre acababa dando pautas sobre cómo se debería construir a continuación. En cambio, Eugenio, estilísticamente era demasiado refinado, experimentador, y el contenido, parecía que poseía toda la verdad en sus líneas. Un discurso que pretenda poseer la verdad, es poco crítico al menos consigo mismo, las verdades absolutas no existen. Un escritor no puede pretender poseerlas. Lo único que puede hacer es especular sobre ellas, y que el lector especule a partir de sus especulaciones… ¿cuál es el sentido de la literatura y el pensamiento sino?, aprender a criticar y a argumentar, sobre unas bases más o menos sólidas y sin tener amparo ni remordimientos de tocar el tema que se quiera, y decir realmente lo que se piensa. Pero recordemos, nunca propugnando una verdad absoluta.
Los logros cosechados son lo de menos, los logros denigrados son una medalla. La indisciplina un enemigo, y la inspiración es solo trabajo duro.
Eugenio, cuando se pasaba más de cuatro horas trabajando, debía parar y descargar toda la energía acumulada por remover su subconsciente. Las realidades, a veces, incognoscibles para el mismo sujeto, son pesares y dolores de cabeza. Se ha de intentar mirar el propio mundo con perspectiva, la visión es más amplia, abarca más, la objetividad, aunque sea una utopía se aproxima. Para Eugenio, él mismo era la rectitud, sabía dónde empezaba el mal, lo había sufrido en sus carnes y toda su obra consistía en describirlo. En cambio, Luisa, creía que conocía el mal, pero en realidad lo que conocía era un mal animal, sin culpa, instintivo… ¿se le puede llamar mal al descontrol instintual?, por supuesto, pero es diferente al mal racional.
Cada uno seguía su camino unidos, parecerá que es una paradoja, pero es una realidad social, cada individuo ha de seguir su propio camino, pero siempre junto a otros… ¿de qué otro asunto debería tratar la política, la ética y la estética?, es el único modo de construir una sociedad más feliz, que cada individuo aprenda a moverse en esa ambivalencia que es la individualidad frente a la comunidad.
Un fin de semana, Luisa fue a Edimburgo, siempre le habían hablado muy bien de la ciudad, la quería conocer. Marchó con una amiga que había dirigido ya, dos dramas y dos comedias de Luisa.
Eugenio, sin decirle nada se enfadó mucho con ella. No le había invitado a él, sino a su odiada Jenny, joder, además se llamaba Jenny.
Cuando Luisa se iba a despedir de Eugenio, él le dio la espalda y bebió un buen trago de vino de la copa.
- Eugenio, es ley de vida, se necesita a más de una persona para sentirse viva socialmente, además Jenny me gusta.
- Guarra, primero destrozas la vida de José y ahora quieres hacerlo con la mía.
- ¿Porque me vaya tres días con una amiga te destrozo la vida?
- ¡No!, yo quiero ser tu pareja, pero tú no me miras de esa forma.
- Te he visto hundido… a cualquier persona que haya visto en el estado en que tú estabas no la podría mirar con deseo, sois débiles.
- Ahora sí que me quieres hundir.
- Quiero que te espabiles, te gustan las terapias de choc.
- Pero, ¿qué te he hecho yo?
- Ser como eres, me has intentado copiar textos cambiándolos lo suficiente como para que creyese que eran tuyos… pero…
- Lo siento, he plagiado, te he plagiado, porque, eres inconmensurable… nadie podría estudiar tu mente sin salir desquiciado, lo he intentado y mira como estoy.
- Quiero que no estés en el piso cuando vuelva de Edimburgo.
- Y además Edimburgo… ¡joder!, es precioso…
- ¿Cómo se llama la película?
- El jodido y el romance invernal.
- Ja, ja, ja… no estés aquí cuando vuelva.
Luisa salió con su maleta dando un portazo, tres minutos después, Eugenio fue a visitar a su camello habitual. Le compró maría, coca y éxtasis. También compró cuatro botellas de ginebra. Iba a olvidar, se juró que pasaría página y el triunfo le llegaría por su propio esfuerzo.
Por la noche cuando estaba en pleno subidón por las drogas, llamó a su editor.
- ¿Qué te pasa Eugenio?
- Quiero que leas los textos que estoy componiendo.
- Si los estás componiendo no los puedo leer, enséñamelos cuando los tengas acabados. Además, no creo que estés en el mejor estado posible para que me los muestres.
- Pues mañana por la mañana.
- Si no cuelgas pronto, mañana por la mañana te puedes arrepentir de haberme llamado.
- ¡Qué queréis de mí!, ¡Qué cojones queréis de mí!
- Mira, mañana hablamos, duerme lo suficiente, y corta el royo en el que estás.
- A sus órdenes su señoría, pero antes me meteré unas rayas más.
- Espero que no te quedes en el intento. Por cierto, sabes que el tópico que dice que después de caer en los excesos llevados a cabo para olvidar, se está incluso más triste y depresivo.
- No me lo recuerdes.
- Mañana hablamos.
- Hasta mañana.
Eugenio, estuvo con la música al máximo volumen hasta que llamó la policía a su puerta. Cuándo vieron el estado en el que estaba, lo llevaron a un hospital, y de allí, directamente, a un centro de desintoxicación.
Al día siguiente, Eugenio se despertó en una clínica que trataba adicciones. Según los psiquiatras y médicos, sufría dependencia del alcohol, la cocaína y los éxtasis.
Mientras Eugenio estaba en la clínica, Luisa se mudó de barrio, alquiló un estudió en Chelsea. No le iba a decir nada a Eugenio, para Luisa, su relación con Eugenio estaba en horas tan bajas que casi se había acabado.
Jenny pasó a ser una parte fundamental en la vida de Luisa… hablaban mucho de sus vidas. Luisa, quería que comprendiese el tipo de mujer que era. Que había superado muchas cosas negativas, y se había convertido en una triunfadora. No era una líder nata, pero se podía convertir si le daban pie a ello. Pronto se representaría otro texto suyo en Londres. La obra consistía en tres personajes que se turnaban en el escenario y exponían un monólogo cada vez que estaban en escena. Los personajes eran un abuelo, su hijo y su nieto. La estirpe familiar pasaba una profunda crisis, el abuelo intentaba sacar a flote a la familia ante el pasotismo de su nieto, y la desesperación de su hijo. La obra tenía que ser un éxito, Luisa había trabajado muy duro para que lo fuera. Si la obra fracasaba, tendría que reinventarse para seguir estando en el mundo del teatro de Londres.
Empezó a mostrar copias a grandes editoriales de teatro. Su estilo era único, los editores lo valoraban. Pero sobre todo debía ser muy vendible para que se lo publicasen. Tres o cuatro compañías se interesaron por su obra… Luisa otra vez soñaba situaciones imposibles, su estado empezó a elevarse, no pisaba tierra firme.
La obra la publicaron y se representó en cinco ciudades inglesas. También consiguió compañías españolas interesadas. Iba a estar en Barcelona, Madrid y Bilbao. No sabía si una compañía sevillana finalmente se iba a decidir.
Después de varios meses, el editor quiso hacer traducciones de la obra. Estaba redactada en inglés y en castellano. Quería traducirla al alemán, italiano y francés.
Eugenio, seguía con su trabajo intimista. Lo que redactaba, lo hacía solo para él, sin importarle si otros lo llegasen a leer. Se había convertido en un ermitaño. Llevaba una vida ascética, aunque el placer que le causaba escribir, no era propio de un asceta.
Se le fue acabando la liquidez, en la cuenta bancaria tenía el dinero suficiente para vivir cuatro meses en Londres. Debía estudiar cuál sería su próximo modo de mantenerse. Con la escritura se había convertido en un esteta radical. A la gente común no le gusta este tipo de arte. No lo entienden.
La vida pasaba con rapidez, les daba la sensación de sentirse adolescentes nuevamente. Buscaban la aventura y probar cosas nuevas. Eugenio, durante una fiesta en la que sobraba el vicio… probó la heroína fumada. Sé sintió en otro planeta… la circunspección motivada por la droga había sido absoluta. Dos días después se le metió en la cabeza que debía encontrar los recursos económicos suficientes para montar un restaurante de alta cocina. Nunca había trabajado en la hostelería, e igualmente se obsesionó de tal manera con el proyecto, que se dedicó las semanas siguientes a leer libros técnicos de cocina y libros de las últimas tendencias en estética gastronómica.
Luisa, sabía que era de la vida de Eugenio, por Jenny, que lo veía unas dos veces por semana. Jenny, que volvía a ser la actriz principal en una obra escrita por Luisa, se dio cuenta que Eugenio no tenía la cabeza bien amueblada, su sentido de la realidad rayaba la locura, sus sentimientos hacia los otros eran tan contradictorios, que en un momento dado podría convertirse en un asesino en serie. Cuándo le explicó a Luisa lo que pensaba de Eugenio, se preocupó, en la medida que pasaban los días se fue obsesionando, creía que el estado de Eugenio, era solo culpa suya. No sabía si volver a acercarse a su amigo, era una persona que te hacía explotar, otras veces te llenaba de ternura. La conclusión a la que había llegado Luisa hacía unos meses, es que Eugenio era un gran manipulador. Ese tipo de personas son peligrosas para la estabilidad emocional ajena. Luisa, se sentía vulnerable, las cosas le iban bien, pero se podían torcer si se volvía a relacionar con Eugenio.
Las cosas continuaron como los últimos dos meses. Luisa seguía obsesionada con el trabajo, y Eugenio estaba cada vez más alienado por su propia locura.
Jenny, que lo miraba todo desde cierta distancia, no comprendía como con la historia emotiva que llevaban entre ellos, podían querer hacerse daño deliberadamente.
Creía, que la raza ibérica se dejaba llevar totalmente por los bajos instintos en situaciones comunes, en las que hace falta mucha razón y poca improvisación. Sus dos amigos se habían vuelto unos extraños para ella… actuaban inesperadamente, sus acciones estaban fuera de toda regla anglosajona. Jenny, no creía ser una dama británica, pero socialmente no se debía ser excéntrico, ella era actriz, pero no le impedía comportarse correctamente en todo momento. Aunque los quería ayudar, pensaba que se habían vuelto completamente locos, sus actitudes distaban mucho de la norma, lo que se sale radicalmente de la norma, en la historia de la humanidad, ha sido tachado de locura.
Mientras, Eugenio, seguía soñando con su futuro restaurante experimental… empezó a cocinar en casa, lo preparaba y se lo comía él solo. Llegó un momento que comía seis veces al día y empezó a engordarse. Al principio sus elaboraciones culinarias eran malas o mediocres, pero poco a poco fue encontrando el secreto de los aromas y de los sabores. Le faltaba crear un estilo propio en cuanto a una presentación acorde a lo que perseguía. Más adelante, invitó a algunos amigos para que probaran sus menús. Incluso, llegó a llamar a Luisa para explicarle su proyecto.
- Estás como una auténtica cabra, ¿qué sabes tú de restauración?
- Aprendo rápido, Luisa, voy a invertir en un restaurante de cocina de autor, con música en vivo, y cortas representaciones teatrales que valgan la pena.
- Cómo tú consideres, aunque lo veo un poco arriesgado.
- Ven una noche y cocino para ti.
- Si quieres, vengo el viernes.
Cómo mínimo, la llamada había servido para cortar el hielo después de casi un año sin hablarse… lo que ocurría es que no podían vivir más tiempo el uno sin el otro, y no porque sintiesen un gran deseo sexual entre ellos, sino porque se sentían solos y abandonados. La función que hacía el uno para el otro, era la de mantener contacto con el cuerpo, con la tierra, con sus historias vitales,
La relación la iban a reanudar, pero con tranquilidad, querían que reinase la paz entre ellos.
Llegó el viernes por la noche…
Luisa, se vistió atractivamente. Llevaba un vestido morado, con un pronunciado escote, y muy pegado al cuerpo. Eugenio nada más verla se excitó. Cómo podía mantener semejante cuerpo a los 50 años. Ni Luisa lo sabía, nunca había hecho deporte, comía lo que le apetecía, bebía alcohol… hay mujeres que nacen con suerte, pensaba Luisa… y yo soy una de ellas.
De menú, Eugenio había preparado, un milhojas de salmón con salsa bearnesa, una falda de cordero rellena de foie de segundo, y una tatin de pera con salsa inglesa.
Mientras duró la comida se bebieron tres botellas de chablis. Con el postre, Eugenio sacó limoncello, lo había preparado él. El café que bebieron, era de grano colombiano de primera calidad.
Mientras estuvieron comiendo no hablaron sobre ellos, sobre lo que les había sucedido durante tantos meses.
Eugenio, buscó en spotiffy, Kind off blue, de Miles Davis. Sabían que era el trabajo más vendido en la historia del jazz. Lo iban a escuchar para profundizar en sus vidas. Iba a ser una noche larga, para desmenuzarse mutuamente, sanarse, y mantener su relación a flote.
- Eugenio, qué difícil es ser tu amiga… nunca sé lo que deseas y porqué lo deseas… a veces me he preguntado, ¿es posible que Eugenio no necesite nunca nada?, por el amor de dios, pídeme algo alguna vez.
- Eso no es culpa mía, eres una egocéntrica aguda, estando contigo solo se puede hablar de ti. No pasaba cuando eras la pareja de José.
- No me lo recuerdes, es agua pasada, él me intentó eclipsar, le salió fatal la jugada, dijo Luisa.
- ¿Qué debe ser de su vida?, encerrado en un loquero… en un puto loquero.
- No hace falta que hables así.
- Es que siempre fue el más sobresaliente, añadió Eugenio.
- Pero nunca tuvo inteligencia emocional,
- A toda nuestra generación le ha faltado mucha.
- Y espérate a los niños de hoy en día, son como terrones de azúcar ante un vaso de leche caliente.
- O ante una creppe flambeada con pernod, dijo Eugenio. Sin vergüenza, me has dejado tirado en medio de Londres.
- ¿Y qué esperabas? Tenemos que ser fuertes y superar nuestros baches emocionales, comentó Luisa.
- ¡Oye!, qué no somos pareja.
- Pero falta poco para ello.
- Vamos mal, así vamos muy mal.
- Así cómo, te atraje hace más o menos un año… te puedo volver a atraer.
- Para tener pareja hace falta más que simple atracción sexual… cuántas mujeres te han atraído a las que ni siquiera les has dirigido la palabra. Y hombres, perdón era un lapsus, tienes razón, pero por ti siento mucho más. ¿cómo quieres que te lo demuestre…? me voy a tatuar el dibujo de tu vagina en mi omoplato… la podría dibujar con exactitud ahora mismo… dijo Eugenio.
- Eres capaz… quizás tendrías que sustituir a José.
- Sustituir a José, ¿cómo pareja o en el loquero?
- ¿Tú que crees?, cómo pareja no lo puedes sustituir porque ahora no es mi pareja.
- Qué inteligente eres.
- Y tú, qué mamón.
- Es todo un cumplido.
Estuvieron bebiendo Cutty Sark durante toda la noche, con el paso de las horas era cada vez más complicado mantener una conversación lógica. Acabaron tumbados en los sofás de la sala roncando, la mañana iba a ser dolorosa, la semana interesan
Primero se levantó Luisa, preparó un English Breakfast, y puso en la mesa otra botella de Cutty Sark. Quería seguir bebiendo. Se puso a leer teatro de Arthur Miller, quizás el dramaturgo americano que más le impresionaba… escuchaba, a la vez de leer, a Van Morrison. Eugenio no se levantaba, así que Luisa se puso a redactar la sinopsis de una obra que había terminado de escribir:
Toda la obra transcurre en un pub, donde unos amigos cuarentones, se reúnen después de veinte años sin verse, por el suicidio de uno del grupo. Mientras van bebiendo, van sacando a relucir las flaquezas y virtudes de unos y otros, lo que les ha dolido del otro. Se tratan temas como el suicidio, la muerte, el amor, el sexo, la literatura, teoría del arte, temas de filosofía…
Debido a la resaca que tenía no le salían las ideas ni las palabras apropiadas, así que optó por abrir la botella de Cutty. Cuando se estaba acabando la primera copa, apareció Eugenio en la sala.
- ¿Otra vez bebiendo? Sírveme una a mí, dijo Eugenio.
- También he preparado un English Breakfast…
- Genial, estoy hambriento, ¿vamos a comer?
- Ve sirviendo las bandejas mientras hago el bacon y el huevo frito, las alubias, los champiñones y las patatas están calientes, añadió Luisa.
- Me casaría contigo, aunque me cebaría.
- ¡Calla!, no jodas los momentos así, ¿crees que puedo tener la intención de casarme con alguien?
- Soy un ave de paso, como todos deberíamos ser, ¿no tenemos tiempo en este mundo limitado?, entonces, ¿qué sentido puede tener casarse?, ¿el de joderse la vida con lo corta que es?, dijo Eugenio.
- Vaya ideas que tienes, no me lo puedo creer, hace un tiempo eras mi perrillo faldero.
- Mira que te doy con la sartén, perrilla faldera…
- Perdón, tardaré tres meses más de la cuenta para follar contigo, he de medir mis palabras…, dijo Luisa.
- ¿Quién te ha hecho suponer que vas a follar conmigo?
- Dejemos el tema, el tiempo siempre acaba hablando… así que…
- Bebamos, y hagamos oídos sordos.
Luisa sirve los dos English Breakfast, que comen mientras van bebiendo whisky, pone Pink Floyd en el ordenador…
- Esta es la música con la que me gusta follar, dijo Luisa.
- Eres una peliculera, eso de follar con música de fondo…
- ¿No te gusta?
- Imagínate que te estoy comiendo y de fondo suena Norah Jones… ¿crees que pensaría en ti al hacerlo?
- Capullo, siempre serás un capullo… la música nos debe ayudar a sentir más con el otro.
- Peliculera no, eres una romántica.
- ¿No te habías dado cuenta?
- No, siempre te había considerado una mujer difícil.
- Una mujer fatal…
- Sí, más o menos.
- ¿Sabes que opino?, los hombres no conocéis nada a las mujeres, y las mujeres os conocemos a la perfección.
- Puede ser, pero es la salsa de las relaciones, el azúcar, la sal y la pimienta.
- Pero hace que al final perdamos interés por vosotros, lo que ocurre es que nos cuesta estar solas.
- Como a todo el mundo.
- No, eso no es cierto.
- ¿A ti te gusta estar solo?
- Prefiero estar solo que mal acompañado.
- ¿Y… qué tal compañía soy yo?
- Lléname de whisky mi on the rocks.
Luisa llena las dos copas, siguen comiendo. Cuando una amistad supera sus propios límites, se genera una empatía, unos recelos, una camaradería, en fin unas contradicciones difíciles de superar. Los amantes, sin que estén enamorados, se pueden querer de forma más sana que una pareja de enamorados.
- ¿Sabes cuál es el gran problema que tuvimos el grupo de Barcelona?, le preguntó Luisa.
- No, dímelo.
- Además de que cada miembro del grupo tenía un rol excesivamente marcado, el rol era negativo y destructivo.
- ¿Tú crees?
- Absolutamente, por ejemplo Raquel, o Raúl, Ainhoa o José… cada uno de nosotros vivía en este mundo por el otro… sin embargo nos rechazábamos constantemente, teníamos relaciones radicalmente contradictorias.
- Pero, ¿no crees que ocurre en todas las relaciones?, ¿qué las relaciones tienen diferentes modos sentimentales?
- Es posible, pero la nuestra era totalmente enfermiza.
En un momento dado, casi sin darse cuenta, Eugenio estaba besando a Luisa… se pasaron tres horas follando en la sala, con pequeñas pausas en las que se dedicaban a beber Cutty Sark, y a hablar sobre Jazz y poesía.
Les gustaba a los dos mucho T S Eliot, pensaban que con su poesía recoge completamente el sentir de su generación. Sabían que poetas que realmente valgan la pena no hay tantos, y los casos particulares que se expresan sobre ellos mismos y su momento vital, hacen de la literatura, la vida, y del espíritu global, un reliquia que perdurará, mientras sea leída su poesía… cuánta influencia ejercen los poetas, en un mundo que cree rechazar la poesía. Pasa algo parecido con la filosofía… son disciplinas básicas para el desarrollo intelectual y espiritual de la sociedad, sin embargo esta las rechaza. La vida y la sociedad se basan en contradicciones, como también lo hacen las relaciones humanas.
La poesía es la madre de las artes, todo arte que valga tal distinción, ha de poseer poesía en su esencia.
Luisa le enseñó la última obra redactada. Eugenio le pidió una copia, quería estudiar la obra y escribir un ensayo sobre ella.
Sabía que los textos de Luisa necesitaban estudios externos, interpretaciones y respuestas a muchas preguntas que pudieran hacerse los espectadores al verlas representadas.
La obra, según le dijo Luisa, era la descripción de una celebración en una casa particular del equinoccio de primavera. En la fiesta en un principio había como mucho diez papeles, en la práctica fueron menos.
Eugenio, estaba entusiasmado con el proyecto, sabía que era un reto difícil, pero también que él nunca había redactado cosas obvias, tenía un modo de ver el mundo diferente al resto de la gente, y eso lo trasladaba a sus textos.
Quería que fuese un ensayo subjetivo, en el que se percibiesen sus sentimientos hacia Luisa. Lo que debía evitar es que fuese objetivo e intentar que no buscase una verdad última sobre la dramaturgia y la literatura.
Eugenio conocía el mundo del teatro, sabía que su amiga era una de las principales dramaturgas de una ciudad, Londres, que podría considerarse la capital del buen teatro. Luisa, cuando se enteró del proyecto de Eugenio, se puso un poco a la defensiva…
- Me vas a psicoanalizar en tu ensayo, estoy segura, y yo no quiero que se publique mi estado psicológico… no quiero tener un público que se interese más por mis malestares que por mis obras, no quiero un público que al ver una obra mía, diga, esto lo dice por tal cosa o por tal otra, Luisa siente esto… ¡mierda!
Eugenio, que era mucho más ingenuo que Luisa, quizás es la principal diferencia entre los géneros, no veía ningún problema en redactar el ensayo sobre la obra de Luisa. Incluso creía que era una forma de dar más publicidad a Luisa.
- Sí, en prensas del corazón, no literarias, le reclamaba Luisa. Mi obra soy yo, mis experiencias, mis ilusiones, en fin, mis emociones… tú conoces mucho de mí. Y vas a redactar un ensayo subjetivo sobre mi obra, o sea sobre mí… no, gracias…
Eugenio, lo iba a escribir, frente a Luisa o a sus espaldas. Quería redactar la gran obra de su vida. Para ello, se necesita técnica y pasión. Lo tenía todo, para escribir un ensayo sobre un sujeto, plasmado con conclusiones universales, que les sirviese a los lectores de referente vital.
La mañana iba bien, Eugenio sacó la marihuana que tenía escondida, fumaron, se rieron, recordaron épocas pasadas, y después, follaron y volvieron a follar… parecían un par de adolescentes, tenían energía para todo y más. Sus vidas seguían pendiendo de un hilo, ¿en la contemporaneidad que vida no pende de un hilo?, tanto puedes ser una persona exitosa, como días después ser casi un excluido psicótico… las locuras arrancan en los interiores de los individuos sin avisar, se instalan, y expulsarlas del subconsciente, es casi misión imposible.
Cuando aparecen, sin avisar, a los cuarenta años, se intentan sacar fuerzas de flaqueza… en realidad, la vitalidad espiritual ha disminuido, es el motivo por el que muchos que llegan a esta edad, empiezan a reafirmar su yo, a intentar cumplir unas necesidades, que se sacan de la manga, ya que antes, en la mayoría de los casos, no las han tenido.
Luisa, hacía cinco meses que iba cada día a nadar largos a la piscina. Se había puesto fuerte, aguantaba una hora nadando sin descansar… sus momentos de excesos continuaban, pero era más consciente de su vejez inminente.
En cambio, Eugenio, estaba engordándose a ritmo rápido. En cuatro meses había cogido seis kilos, si seguía así, llegaría a la obesidad sin darse cuenta. Pero a él le daba igual, estaba las veinticuatro horas del día, ideando proyectos, pensando futuros textos, y redactando lo que tenía entre manos… se le podía tachar de todo menos de superficial.
A mediodía, desnudos en la cama, empezaron a escribir poemas entre los dos… estaban muy colocados, los versos fluían como el agua del río en su nacimiento… abruptamente y sin descanso, abruptamente y con violencia… tenían mucho que decir… mucho que decirse… y lo estaban haciendo.
Quizás la mejor terapia psíquica que existe sea encerrarse unos días con la o él amante en una habitación y dejarse ir sin tapujos, joder y sacar toda la mala leche en el placer más puro.
Sabían los dos, que toda su vida habían estado entre el hedonismo cirenaico y el hedonismo epicúreo, pero en algunos momentos sus ansias de placer les hacían ser totalmente cirenaicos, por lo tanto autodestructivos. Quizás sea una de las causas de muchas enfermedades mentales, el exceso de placer puede llevar a la locura.
Tanto Luisa como Eugenio lo conocían en carne propia, se habían excedido, habían enloquecido, para luego recuperarse y volver a caer en los excesos. Normalmente es el círculo vicioso de los enfermos mentales, ahora, tanto Luisa como Eugenio, se sentían tan pletóricos, pero como sabemos los contrarios se asemejan, incluso llega un momento en que no sabes dónde acaba la felicidad y el bienestar y dónde empieza la locura.
Los poemas que estaban redactando totalmente fumados, rayaban el surrealismo más radical.
Excremento divino,
las ilusiones sin porvenir,
las ideas inconexas, y
yo apartado de todo ello…
no hay ejemplos,
ni similitudes,
no hay amor ni desamor real…
los sentimientos existen, su realidad
abstracta hay momentos que nos hace dudar
de ellos… y que conste que
los dos hemos redactado, siento
luego existo…
lo que quiere decir que el sentir
hace de mí un ser real y existente…
en cambio yo a veces me siento
totalmente muerto…
Pero no bajo tierra, donde
los minerales alimentan,
y las acciones quedan contraídas
y expulsadas por la más radical contracultura…
Como ejemplo de lo que estaban redactando, denota un estado hiperreal, un estado hiperreal en sus alucinaciones, las historias siempre cíclicas, dejan prever finales felices y finales traumáticos, pero no hace falta vaticinar un final para esta contra historia. La elocuencia divaga por el mar de la promiscuidad psicótica de unos personajes que lo saben todo, saben más de ellos mismos que el propio escritor que los está plasmando… quizás sea verdad la sentencia cartesiana, cogito, ergo sum.
Pasó la mañana, la tarde, la noche, varios días, y no salían de casa. Era como si su realidad los hubiese paralizado en un lugar… la idolatría del uno por el otro iba creciendo. Estaban en un estado surreal, alienados de sí mismos, e inmersos en el sentir del otro… quizás las drogas y el alcohol les había convertido en una unidad… ¿quizás Leibniz se colocó cuando logro pensar tan profundamente en la mónada?, el uno, la individualidad más absoluta.
Estaban escuchando, The Cult cuándo llamaron a la puerta, ¿quién debía ser?, no esperaban a nadie. Luisa abrió la puerta, era Jimmy, el antiguo amigo de los primeros meses de ambos en Londres.
- Luisa, está todo el mundo preocupado, ¿Qué os ha pasado?
- Estamos en momentos precreativos, contestó Eugenio.
- ¿Qué significa eso?, acaso planificáis los momentos creativos, ¿no jodáis?, Luisa, tenías compromisos con gente de la industria teatral, ¿vas a tirar todo por la borda?
- Dime con quién, que ni me acuerdo, la gente no sabe lo que valgo, y si lo sabe, que me busque.
- Estáis totalmente colocados, el que falla se queda fuera, ¿lo sabéis?
- Por supuesto que lo sabemos.
- ¿Estáis más allá del bien y del mal?, ¿os creéis nitzscheanos?
- Somos nitzscheanos, respondió Eugenio.
- Nitzscheanos compulsivos… añadió Luisa.
- Venga, daros una ducha y nos vamos a ver a gente influyente.
La sugerencia de Jimmy, pareció ser una orden. Le obedecieron y salieron a la calle mareados, y como redescubriendo su barrio, Fishbury Park, que se había convertido en una zona renovada para ellos. Se dirigieron, en metro, a Candem Town. En un café se iban a entrevistar con un magnate del cine y el teatro londinense. Jimmy le había proporcionado las cuatro últimas obras de Luisa. Estaba interesado en llevarlas a escena. Todo seguía yendo sobre ruedas, aunque Eugenio, como siempre, andaba un poco más perdido.
Alan, el magnate de la escena, preguntó cuestiones extraprofesionales a Luisa. Daba la sensación de que se sentía atraído por ella. A Eugenio no le gustó nada. Empezó a notar un malestar interno con síntomas de ahogo y angustia. Le estaban carcomiendo los celos.
- Alan, a que ha venido, a comprar el producto de Luisa o a Luisa.
- ¿Qué le ocurre a tu amigo, Luisa?, es el tipo de personas que se han de tener lejos en este negocio. Los iguales se entienden con los iguales, y tú y yo, Luisa, somos iguales.
- No jodas, don Pounds, que te sobran, y seguro, que no haces nada productivo con el dinero.
- ¡Qué no!, mantengo a flote una industria, que sin mí, ya estaría en banca rota.
- Eugenio, no digas ni una frase más, basta ya con tus celos, tendrías que sentirte halagado de que tu gran amiga sea atractiva… aunque echemos polvos de vez en cuando, ¡joder!, ¡qué no soy tuya!
- Está bien, no abriré más la boca en toda la reunión… pero cuidado, Luisa, cuidado.
- Bien, Luisa, me interesan tus dramas, aunque en su interior hay tanta comedia que es difícil catalogarlas.
- ¿Te interesan hasta querer invertir en ellas?
- Tengo tres de los principales directores ingleses interesados en dirigirlos, ten en cuenta que el dramaturgo es un agente activo en la representación, perdón, en la dirección de la obra.
- Me interesa, me interesa mucho.
- Tres de tus obras estarían programadas para dentro de un año… tenéis tiempo de prepararlas.
- Gracias.
- Y si quieres cenar conmigo, a solas, la semana que viene, me llamas… te doy mi tarjeta con mis datos.
- Hasta pronto.
- Chauuu…
Eugenio y Jimmy se despiden silenciosamente. La oportunidad, para Luisa, de seguir en la brecha del teatro londinense era un hecho… el futuro, ¿qué la depararía?
Lo que tenía claro es que a veces Eugenio era un impedimento para llegar a sus aspiraciones… ¿debía rechazar a Eugenio como hizo con José?
A José, creyó amarlo profundamente, pero los sentimientos se transformaron en otra cosa… en cambio a Eugenio, nunca lo había amado de esa manera. Lo quería como el gran amigo que era, y un poco más, quizás, por los polvos que habían echado, pero, ¿por qué le costaba tanto renunciar a él?
La única explicación que se daba, era que veía que Eugenio dependía anímicamente de ella… José, no lo demostró durante la relación y mira como había acabado… si dejaba a Eugenio, su destino podía ser fatal. No sé podía permitir el lujo de que pasasen desastres por su culpa.
Al día siguiente, Eugenio llamó a Luisa…
- Hola colega, ¿nos encerramos más días en tu casa o en la mía?, tengo buena maría.
- No puedo, tengo mucho trabajo.
- Nuestras encerronas provocan estímulos creativos…
- No jodas, que no puedo y no quiero.
- Estás enfadada por como traté a Alan, ¿verdad?
- Porque Alan sabe separar las cosas, pero te pasaste…
- ¿Qué querías que hiciese?, estoy enamorado de ti.
- Calla, no digas tonterías, nos conocemos desde hace más de veinte años… aun pensaré que fue un error toda nuestra vida en común en esta ciudad.
- ¿Crees que ha sido un error?, es la mayor herida que me han hecho en la vida… ¿cómo puedes decirme eso?
- Mira, estamos los dos calientes, ¿por qué no hablamos cuando baje la tensión?
- De acuerdo, espero tu llamada… no me falles…
- Hasta pronto, Eugenio.
Al terminar de hablar con Luisa, Eugenio bajó a la calle, llevaba en el abrigo una note book, y un bolígrafo… entró en un pub… pidió una pinta de cerveza Guiness. Empezó a escribir compulsivamente, nada podía quedar fuera, todos los sentimientos contradictorios debían quedar plasmados en los versos desesperados que estaba redactando.
Pasaron veinte minutos, se pidió la segunda pinta de cerveza oscura, el bolígrafo parecía tener una autonomía real, debido a que las ideas que iban surgiendo en la cabeza de Eugenio, eran totalmente autónomas… no podía controlarlas, hasta que hizo un parón. Me estoy comportando como José, y ahora está en un loquero… control, sobre todo mucho control, ¿voy a pinchar con un cuchillo de cocina a Jimmy?, no, ¡no!, pensaba Eugenio… quizás es real, Luisa es una mujer fatal, todo aquel que se le acerca acaba desquiciado.
En Eugenio, el sentir, el pensar y el redactar, era todo uno, no podían separarse unas acciones de las otras, estaba predestinado a ser escritor de por vida… si le dejaba la locura causada por Luisa, brotarían sus palabras sin compasión.
Eugenio, estaba convencido de que su destino era el del poeta maldito, no podía salir de ello, tampoco quería. De joven había escrito muchos poemas, a veces borracho, otras drogado, otras resacoso, y las menos, sin haber consumido drogas, y sin estar bajo los efectos depresivos post efectos alucinatorios. Se sabía poeta, hasta su prosa, sin quererlo era poesía… él era una persona sensible, demasiado sensible, al que la vida le llevaba hacia la auto destrucción o hacia la metáfora. Era un cualquiera pero con la sensibilidad divina… su ser y estar, si quería que fueran estables, se tenía que dedicar completamente al arte.
En la construcción de su realidad, había influido por igual, tanto el mundo real que le rodeaba como la más pura ficción tanto propia como ajena. Solo le faltaba tener al lado a una Luisa, dubitativa, traicionera…
Pero resulta que no, no pudo abastecerse de lo imprescindible para vivir. Psicológicamente atravesaba en su vida una inestabilidad radical, materialmente no tenía lo necesario para vivir bien, pues carecía de dinero.
En cambio a Luisa todo le iba muy bien, menos el arrepentimiento por haber dejado en la cuneta a su mejor amigo. A pesar de que en muchos momentos se sentía eufórica, el dolor la corroía por dentro. No sabía cómo podía haber sido tan obtusa como para irse con el magnate del espectáculo, y dejar de lado la profundidad de su relación con Eugenio.
Estaba ganando dinero, pero cuando se despertaba a media noche, muchas veces en la cama al lado de Jimmy, tenía unas ganas enormes de llamar a Eugenio, se lo impedía el miedo a perder lo que tenía, pero también el miedo a ser rechazada.
Estaba convencida de que antes o después acabaría cediendo a su voluntad, y llamaría a su amigo, para entablar una conversación como dios manda, con contradicciones, malos entendidos, respuestas a veces agradables otras constructivas… en fin, en lo que se había basado su amistad los últimos dos años.
El éxito, como a casi todas las personas, le había hecho cambiar un poco… llevaba un buen tiempo sintiéndose segura… ahora, respecto a su trabajo, lo estaba más que nunca. Cada día se pasaba por lo menos seis horas redactando y dos leyendo.
Se había propuesto, que la escritura iba a ser un trabajo de verdad, debía estar como mínimo ocho horas diarias trabajando con la literatura. Se iba a convertir en una verdadera profesional… no ejercería nunca más la profesión de camarera.
Dos noche después llamó a Eugenio, le contestó borracho.
- Hola mi amor, ¿quién eres?
- Soy yo, Luisa.
- Tú sí que eres mi amor.
- No digas tonterías, si te he enviado a la mierda ya unas cuantas veces.
- Lo sé, eso solo lo hacen los enamorados, dímelo, no puedes vivir sin mí.
- Correcto, no puedo vivir sin ti… pero no quiero vivir contigo en el estado en que estás.
- Si solo me he tomado un par de copas… espera que me sirvo la última.
- No jodas.
- ¿Sabes qué?, tengo redactadas setenta páginas del ensayo estudio sobre tu obra.
- No escribas estupideces, redacta algo que te pueda aportar beneficios.
- Para escribir lo que se me antoje en cada momento, sin fijarme en el mercado, he conseguido un trabajo de cheff… así puedo trabajar en cosas sin ánimo de lucro.
- ¿Y qué harás con todo ese material?
- Esperaba que lo leyeses tú… con eso ya me vale.
- Prometido, voy a leer tus textos, te lo aseguro.
- Pues déjame trabajar, o… ¿me vas a hacer una visita nocturna?, tanto yo como mi cama tenemos frío.
- Esta noche no, pero mañana paso por tu casa.
- ¿A qué hora?, ¿a las 7 de la tarde?
- Perfecto.
- Besos.
- Ei, como me vuelvas a dejar tirado te arrepentirás.
- No me amenaces.
Al día siguiente, Eugenio, mientras cocinaba en el restaurante no se podía quitar de la mente las palabras y el rostro de Luisa. En muchos momentos, aunque hubiese mucha faena en el servicio del mediodía, se excitaba pensando en cómo acabaría su cita con Luisa. Luisa, sin embargo, aunque estaba muy interesada en volver a tener relación con Eugenio, no pensó en el hasta dos horas antes de la cita, ya que se debía vestir de forma atractiva… a los hombres se les gana por la vista, a las mujeres aunque lo nieguen también.
Toda la mañana, Eugenio, además de trabajar cocinando, estaba sopesando si valía la pena enseñar a Luisa, su ensayo subjetivo sobre su obra de teatro.
No sabía si había cometido tantos errores en sus apreciaciones, que sería contraproducente que lo leyera. Debía decidir pronto, y prepararse para el aluvión de críticas, y en el peor de los casos alguna hostia… había psicoanalizado a Luisa a partir de su obra… y eso, a una mujer le puede afectar bastante, y más si le dices verdades incómodas.
Mientras trabajaba, hubo un momento en que se le empezaron a quemar las salsas y los platos ordenados, el dueño del restaurante se le encaró abiertamente, Eugenio reaccionó mal, y le pegó un derechazo a Smith, el dueño.
El cheff, le dijo al dueño del restaurante que en ese momento no podía echar a Eugenio… si lo hacía el servicio se colapsaría. A partir de entonces, Eugenio se concentró, y los comensales felicitaron cinco platos que había cocinado él.
Smith, olvidó el puñetazo recibido, e hizo un contrato de duración indefinida a Eugenio… mientras decía, en voz alta, que en la hostelería se necesitaban trabajadores con cojones.
Cuando llegó a casa, Eugenio volvió a cocinar, esta vez para Luisa… Preparó beef bourguignon, acompañado de puré de castañas, y salteados de setas… de entrantes preparó pica-pica, calamares en su tinta, ensalada griega y una tabla de quesos.
Luisa iba a sentirse la reina de la noche… el proyecto amoroso de Eugenio se iba a consolidar… o por el contrario, Luisa podía entrar en pánico y huir.
Cuando llegó Luisa, Eugenio se sentía como un adolescente en su primera cita, la situación no era la ideal, tenían que reconciliarse en todos los aspectos. Últimamente, Eugenio, se había vuelto huraño, tenía mal genio, y muchas veces interpretaba las situaciones por el lado negativo, le hacía responder a ellas de una determinada manera. En los últimos meses no se había relacionado con casi nadie y le faltaba práctica social.
- Hola Luisa.
- ¿Así es cómo me recibes?, me esperaba un festejo mayor.
- No hay quien te entienda… hace poco me tiraste la puerta en la cara, y desapareciste… y ahora quieres festejos.
- Veo que estás con el hacha de guerra levantada.
- En absoluto… yo… hacha… ¿y eso qué es?
- Mira, el santo… perdón el santo celoso.
- Ja, ja.. qué bien que podamos bromear de situaciones pasadas.
- Yo no bromeo… cómo te vuelva a dar un ataque de celos conmigo no me vuelves a ver en la vida.
- Sé que tus amenazas siempre las cumples… pero, un poco de celos es normal, ¿no?
- No los soporto, es algo que me supera, estar con alguien celoso… como si yo no tuviese libertad.
- Tú… lo que tienes un libre albedrío muy desarrollado.
- No hay nadie libre, aunque lo crea.
- Eres la que está más cerca de ser libre.
- Hombre, después de lo que pasé con José.
- El homicida…
- El homicida…
- Ya tienes olvidado el ataque.
- Por la noche tengo pesadillas, me incorporo de golpe en posición de ataque… a mí no me hieren más.
- Solo yo y emocionalmente.
- Seguro, tú sí que me puedes herir.
- Intentaré no hacerlo.
- Si la culpa es mía.
- Me parece que lo que tú quieres es un buen polvo.
- Primero comamos… he preparado delicias culinarias.
Eugenio saca el pica-pica junto con una botella de vino blanco del Penedés de una buena añada… Luisa sé queda asombrada:
- Desde cuando tienes tanta clase.
- Siempre la he tenido, ¿no te habías dado cuenta?
- Tranquilo, estaba bromeando, por cierto, todo el piso tiene un olor a guiso… en serio, huele muy bien.
- Siempre he cocinado, era algo que hacía para mí… pero ahora con el empleo en el restaurante, estoy sacando mi mejor lado culinario.
- Me parece muy bien… no es por molestar, pero en el mundo de las letras vas contra corriente, y así es muy difícil sacar algo comercial.
- Lo bueno, es que hago lo que quiero, y no lo que me piden.
- Muchacho, a veces has de jugar en el mercado… ya sé que empezamos siendo puristas pero además de artistas hemos de ser empresarios.
- No soy ni seré empresario, me niego, va contra mi modo de ser y de pensar.
Siguen comiendo, Eugenio pone unas baladas de Chet Baker, dudando de si pueden interpretarse como un momento romántico… si Luisa lo interpretase así podrían pasar dos cosas, que acabaran en la cama amándose, o que se fuese a casa antes de tiempo. Si no interpreta nada, significa que le importa menos de lo que esperaba… denota pocos sentimientos de Luisa hacia él… pasa desapercibido.
A Eugenio, le da miedo hacer la prueba, pero finalmente pone las baladas. Luisa comenta:
- Me encanta Chet Baker, y es muy apropiado para el momento de tranquilidad que tenemos.
Eugenio, todavía está más perdido… ¿tranquilidad?, la pasión no es tranquila, no sabe a qué atenerse, lo mejor es esperar, piensa.
La conversación se va volviendo insegura, dubitativa… hasta que Luisa exclama:
- Pero, ¿qué te pasa?, estás atontado.
- No… solo… estoy muy contento de estar aquí y ahora contigo.
- Veo que tienes clara tu dimensión espacio temporal.
- Idiota.
- Yo también estoy contenta.
- La verdad, estas últimas semanas he fantaseado con este reencuentro… me había planeado el menú…, voy a servir el plato fuerte.
Mientras Eugenio se va a la cocina a emplatar la comida, Luisa, fisgonea en los words que está escribiendo Eugenio en su ordenador.
La obra de Luisa, consta de su yo interior tan intensamente, que su mundo nunca puede ser el mundo del lector… el lector debe hacer un sobre esfuerzo para captarlo… lo que no impide que cuando lo logra, su sensación de bienestar y satisfacción le sumerge por completo…
No quería leer más, al menos de momento, cerró el portátil y bebió de su copa de vino pensando…, qué más da todo, es el único amigo que me queda… ¿le hago mi pareja?
En ese momento Steve Ray Vaughan suena de fondo, su espeluznante fraseo metálico inunda la estancia, Eugenio sirve el beef bourguignon, y enciende en su pila bautismal un kilogramo de la mejor marihuana del momento. Luisa exclama:
- ¡Esto es vida, lo demás sobra!
- Tienes razón, no hay nada mejor que la buena comida, buen vino, buena música, y una amiga a la que poder decirle lo que se te pase por la cabeza en cada momento.
- Y a ti, ¿qué se te está pasando?
- Que te deseo, te deseo más que nunca, eres la mujer más atractiva que ha habido, hay y habrá.
- Me han echado piropos más sutiles, pero este vale su precio en oro.
- ¿Por qué vale su precio en oro? Solo soy un viejo amigo que de vez en cuando te hace perder la cabeza, tanto para bien como para mal.
- No eres un viejo amigo, eres el único amigo que tengo… todo los frikis del teatro son unos embusteros, cuando tienes éxito están contigo, si no lo tienes te pegan una patada en el culo.
- Tienes razón, dónde están las noches de marihuana y frases ingeniosas en vuestra casa de la Eixample.
- Han pasado a la historia, ¿crees que puedo recordar con algo de melancolía mi vida con José?
- A José lo descuadraste y enloqueció, conmigo has hecho algo parecido, pero parece que lo vamos superando.
- Pero tú no has atacado a nadie con un cuchillo.
- No hubiese sido tan raro si lo hubiese hecho… eres capaz de distorsionar la realidad de cualquiera, es un arma de mujer, y las que lo poseen son las mujeres fatales, las mujeres peligrosas, tú eres una de ellas.
- Ja, ja, ¿o sea qué soy una mujer fatal?
- La peor, ya leerás mi ensayo sobre tú obra, o sea sobre ti.
- Será un honor.
- Será el momento de que te descentre yo a ti, de que se te vuelva la mente más abstracta de lo que ya es.
- Una mujer fatal cuando entra en una espiral de violencia puede ser muy peligrosa.
- Asumo los riesgos… por descontado, asumo los riesgos.
- Entrégame una copia.
- Mira, este es el original corregido, seguro que necesita remiendos aquí y allá, ya conoces mi imperfección redactando.
- Pon ya el Kind of Blue de Miles Davis, y vamos a empezar a leer.
Empezó a sonar la música, comieron en veinte minutos, saboreando cada cucharada de comida, abrieron otra botella de vino y cada uno con su texto, se sentó en el sofá… la noche iba a ser larga. Luisa tenía la intención de finalizar la lectura de una sentada.
A las diez de la mañana, Luisa, acabó de leer el ensayo de Eugenio… se había quedado totalmente descentrada… le habían impresionado muchas observaciones de ella que había relacionado con sus obras… Eugenio, al fin y al cabo, era un contemplador, se daba cuenta de muchos aspectos que la otra gente no podía percibir.
Eugenio, dejó de leer su libro, Aullido, de Gingsberg, y le preguntó…
- ¿Qué te ha parecido mi ensayo?
- Eres bueno, pero también eres un cabrón… ¿cómo me desnudas de esta manera?, el público ya no sentirá curiosidad por mis obras.
- Crecerá su curiosidad… por supuesto, todos querrán ser psicólogos con algo de sabiduría, cuando en realidad son unos lerdos.
- Quizás, mirado así… puedes tener razón.
- Nunca te había visto tan dubitativa.
- Me has hecho daño… es una venganza, ¿no?
- Para nada, es la culminación positiva de una relación como la nuestra… ahora ya nada ni nadie nos podrá separar.
- ¿En serio crees eso?
- Por supuesto.
- Eres igual de lúcido que loco.
- ¿Es un piropo?
- Tómatelo como tal.
Eugenio preparó un buen desayuno, puso a Janis Joplin de fondo, Janis siempre le sacaba su lado más canalla… esta mañana tenía ganas de follar con Luisa, y estaba convencido de que lo iba a conseguir.
- Luisa, estás resplandeciente.
- ¿Con el ingenio que tienes para escribir… en cambio para ligar…?
- No necesito ligar contigo, ya te tengo.
- No me tienes, tú mismo me lo has dicho… soy una mujer fatal…
- Sabes, te propongo un ejercicio.
- Adelante, explica.
- Tienes que exponer lo que piensas de mí, lo que más y lo que menos te gusta…
- Tú ya lo has hecho, con el ensayo me ha quedado todo muy claro… pero, lo que menos me gusta es tu sobre obsesión… cuándo empiezas con un trabajo, una relación, un espíritu ante la vida, te obsesionas con ello, y lo expulsas contra el que tienes enfrente de forma violenta.
- Tienes razón, pero creía que era lo que más te gustaba.
- Es tan exagerado que creas que la angustia absoluta es tu acompañante.
- No jodas… creo que esta es mi forma de ser, no la puedo cambiar…
- La que he de cambiar soy yo… relajarme y dejarte a ti con el estrés.
- Sería de una sabiduría absoluta.
Eugenio se acerca a Luisa, y le empieza a acariciar la pierna.
- En cambio de ti me gusta todo, las posibles críticas que he redactado en el ensayo no significa que no me gusten, lo que pasa es que intento comprender tus contradicciones.
- Eso es misión imposible.
- Yo me creo Tom Cruise, o sea que…
Se empiezan a besar, y acaban follando en el sofá… el día es largo, y supongo que ninguno de los dos tiene la intención de dejar de hacer lo que están haciendo… comer, beber, fumar y follar.
Eugenio pone a Elton John de fondo, y empieza a garabatear unas palabras en honor a Luisa, mientras tanto Luisa mareada se está dando una ducha. Eugenio mira los textos de su ensayo, observa que Luisa al leerlo a añadido correcciones, de la mayoría está totalmente de acuerdo… pero no sé lo dirá… él ha parido el texto de este modo y así continuará… Luisa sale de la ducha y le pregunta:
- ¿Por dónde íbamos?
- Veo que quieres que redacte mi ensayo según tu criterio.
- Solo he anotado lo que me parecía que se puede mejorar.
- Muy considerada, pero, es mi visión… y no cabe en el texto ninguna otra…
- El autor ofendido… ha llegado… ¿sabes que yo también escribo?, y cuando me hacen sugerencias sobre mis textos las escucho.
- Joder, siempre el malo acabo siendo yo… bien, me lo miraré, pero me va a costar cambiar una coma.
- Mejor vayamos a la cama, y no discutamos por minucias como son nuestros textos.
Eugenio empieza a chuparle el clítoris a Luisa, que se retuerce… siente el placer más intenso desde su iniciación en el sexo hace algunas décadas…
Luisa, encantada, siente que se está enamorando de Eugenio… en cambio él, que hasta hace unas horas babeaba por Luisa, se siente el dueño de la situación, lo controla todo a su antojo.
Después de ducharse nuevamente, salen los dos a dar un paseo por Hide Park, es interesante en la época del año en la que hace calor pero que aún no es abrasador… Se sientan en un banco enfrente del lago central, y observan como juegan tres niños, el mundo de los niños no es tan diferente al de los adultos, ya que es una preparación para poder subsistir en los avatares futuros cotidianos, del trabajo, las parejas y los amigos.
Después se van a una galería, un amigo común la acaba de inaugurar y cuelgan de sus paredes las obras de un artista novel pero subversivo y genial. Allí el galerista les dice que tiene miedo, no sabe cómo evolucionará su negocio… es el último cartucho, después de haberse quemado escribiendo críticas de arte.
Ya no quiere juzgar el trabajo de otros, tan solo quiere exponerlo.
Los artistas tienen un ego hiperdesarrollado, la función del galerista es alimentárselo… si el artista cree en él mismo, es mucho más fácil que los otros crean en él.
Estuvieron hasta las nueve de la noche en la galería. Como era la inauguración de la exposición había una barra donde podían pedir copas de vino, o algún destilado de mayor graduación… conocieron a la artista, era una mujer fuerte, bonita. Una persona que se notaba que se quería a ella misma, sin denigrar de los demás… Como persona íntegra, su obra rayaba lo social, eran metáforas de los grandes problemas urbanos, tenía tanto pintura como escultura… también había trabajado el graffity en diferentes puntos de Londres.
Cuando salieron de la sala, estaban algo más que contentos, les acompañaban el galerista y la artista… iba a ser una noche interesante y prometedora. La noche londinense siempre es capaz de deparar grandes sorpresas, y también de generar grandes ideas y proyectos, querían pasar una velada cultural, para ello se dirigieron al Soho, donde en algunos pubs recitaban poesía. Era miércoles… buena noche para compartir con los verdaderos noctámbulos urbanos.
La poesía era buena, parecía una réplica de Dylan Thomas. El público era de lo más heterogéneo… todos eran dandis o damas que querían parecer sensibles, comprometidos y cool… pero no sabían que la poesía es incendiaria, crítica y libertaria, si no es así, no tiene razón de ser… ¿no le pasa lo mismo a la filosofía?
Después del recital fueron a un restaurante Griego a comer… tenían ganas de comer cocina mediterránea, pero que fuese un poco más exótica que la española, la francesa o la italiana. El restaurante les gustó, salieron con el estómago lleno y dispuestos a improvisar sus actos, sus pensamientos y sus creencias.
Las discotecas son un buen lugar para hacer un estudio sociológico sobre la alienación en el ser humano. La religión, para Marx, aliena por ser una creencia ciega y dogmas cerrados que te hacen ser de una determinada manera que quizás no eres. Las discotecas causan esa transformación pero sin creencia alguna… la gente, dentro, pasa a ser un objeto, que se mueve, interacciona, ríe, llora, sin sentirse él mismo en ningún momento… es como un mundo aparte dentro de este mundo. Lo dionisíaco estudiado por Nietzsche, llevado al ahora, podrían ser las discotecas.
En la discoteca sonaba música House a todo volumen… pasó un joven ofreciendo pastillas. Eugenio compró ocho… de momento se tomaron una cada uno. La noche, después de otra noche pasada repleta de excesos, auguraba oscuridad, quizás se alienasen de tal modo, que no la captasen, pero el mundo y los efectos de las drogas sintéticas son oscuros. Incluso con mucha mala suerte, puedes no salir nunca más del viaje mental, lo que conlleva a que te conviertes en ese mismo instante en un excluido.
Bailaban entre los cuatro, ahora la artista se arrimaba sexualmente a Luisa, luego a Eugenio para acabar con el galerista. Daba la impresión de que acabarían los cuatro en la cama enlazados de brazos y piernas sintiendo un placer distorsionado por las drogas. Quizás realzado por las drogas, pero al día siguiente seguro que no sabrían si lo sentido fue cierto o no.
Como vaticinaba, acabaron en casa de Luisa follando entre todos. La artista y el galerista durmieron en un sofá cama, Eugenio en un sillón con un libro de poesía de Leopoldo María Panero en las piernas, y Luisa con un antifaz oscuro en su cama, con la puerta cerrada con pestillo… cuando se acostó fantaseaba con dormir un año entero.
Lo que ocurre es que las obligaciones siempre mandan, y al día siguiente debía volver al teatro. No había trabajado en la obra durante unos días, y ya el director la necesitaba cerca.
Eugenio, se quedó por la mañana en casa de Luisa con la artista y el galerista, hablaron de David Hare y su obra dramática, estaban de acuerdo en que era un superdotado, creaba unos personajes únicos, contemporáneos y apasionantes, era el mejor de su época. Sabía en qué consistía tanto el teatro como el cine… era el gran poeta del escenario. También hablaron de la obra de Anish Kapoor… el artista místico de Londres, que trata los temas metafísicos orientales con aspectos occidentales, era un híbrido esencial para el arte europeo de los siglos XX y XXI.
Cuando acabaron de dar sus opiniones sinceras sin llegar a ningún acuerdo, se metieron en la cama de Luisa, y a pesar de su ausencia hicieron un menage a trois.
Luisa mientras tanto discutía con el director de su obra, sobre aspectos que él consideraba esenciales para que la obra cogiese fuerza y coherencia.
Para el director, Luisa debía corregir parte de los diálogos, para que fuesen más contundentes y realistas. Decía que era una obra realista y costumbrista… tanto el decorado, como el texto tenían que estar acordes con el tipo de obra… en algunos momentos los protagonistas parecían filósofos metafísicos en vez de camareros y oficinistas, arquitectos y especuladores bursátiles.
Luisa, lo escuchaba con atención y le dijo:
- Utilizando palabras técnicas y elevadas hace que la obra sea más humorística. Le da un toque gracioso, si no fuese por eso sería un dramón del que todos los espectadores saldrían llorando.
- Puede ser, pero esos términos metafísicos chirrían en el texto… no podrías encontrar otro tipo de concepto para que la obra tenga algo de humor.
Estuvieron siete horas discutiendo sobre la obra… la conclusión a la que llegó Luisa, es que tenía que trabajar bastantes horas en el texto. El director, aunque le había pedido que modificara cosas, se había involucrado en el proyecto, ahora no le podía fallar. Suponía que en unas semanas no podría ver a Eugenio… otra vez estarían separados.
Pero Eugenio se lo estaba pasando muy bien con la artista y la galerista, estaban en una fiesta permanente, los excesos les hacía volverse excéntricos.
La artista pintaba en casa de Eugenio, en casa del galerista y en su casa, siempre llevaba lo necesario, y en los momentos de mayor viaje mental a causa de las drogas trabajaba… quizás su pintura era psicodélica, como el rock de Pink Floyd, y eso hacía de sus obras algo único y especial.
La vida en Londres, continuaba arrancando dichas y desdichas en la gente, la gente seguía naciendo y muriendo, habían atracos, drogadictos, pensadores, técnicos, científicos, es una gran ciudad, pensaban Luisa y Eugenio… otra vez separados física y mentalmente, al menos por parte del dependiente Eugenio, aunque Luisa sabía que él no podía pasar demasiado tiempo sin ella. Era ley de vida, se sentía atraído por ella y siempre sería su referente ideal y espiritual.
Fueron pasando las semanas, y cada vez Eugenio estaba más apagado. En todos los momentos del día estaba con la artista y el galerista, pero él era un hombre que necesitaba muchas horas de recogimiento, contemplación y soledad. Después de cuatro semanas ya no tenía ganas ni de verlos.
Se cambió de domicilio, fue a vivir al este de Londres, a un suburbio interesante… allí se concentró para escribir un texto especulativo sobre el disparo del fotógrafo… la visión que necesitaba y su excelente lectura visual. Estuvo tres semanas escribiendo, cuando le llegó una invitación de Luisa. Se estrenaba su nuevo drama. Estaba invitado al estreno de la obra.
Llegó el gran día. Eugenio se vistió de gala, su silla estaba al lado de la de Luisa. Vieron la obra juntos… se rieron y estaban tan cercanos como siempre… al acabar la obra fueron a cenar y la comentaron… era una obra existencialista, realista y costumbrista, quizás se podía percibir algo de los años de Luisa en Barcelona, cuando estaba con José. El pasado siempre vuelve, y Luisa, aunque creía que lo había dejado atrás, cíclicamente volvía a él en forma de recuerdos traumáticos, ansiedades y angustias.
Como cabía esperar, acabaron en la cama follando… ¿serían los amantes eternos?, o su pasión los haría eternos por sus obras.
Eran dos intelectuales desesperados, al estilo de Linsberg, en el estado en que redactó Aullido.
Ellos dos sabían que la historia es cíclica, la conocían por experiencia propia… siempre volvían a tropezar con la misma piedra, sus lugares de origen eran algo en lo que acababan después de trayectos inesperados e improvisados. La vida consiste en eso, en dar diferentes caras a experiencias iguales… interpretarlas y saberlas interiorizar sin que causen traumas.
Después de pasar la noche en casa de Eugenio, hablaron de la artista y el galerista… Eugenio explicó, que eran dos hedonistas comprometidos, que para ellos su trabajo solo tenía sentido si les causaba placer… si no era así, no trabajaban. Luisa dijo que era el único modo en que la sociedad podría prosperar, que cada individuo de una comunidad trabajase obteniendo placer por el trabajo. Seguro que el mundo sería un lugar mejor en el que vivir.
Barcelona.
Raquel, creía sin convicción. Sabía de sobras la valía de Luisa. Pero no se explicaba cómo podía haber tenido éxito nada más llegar a Londres. Siempre había leído, pero lo de escribir… en cambio ella era editora. Se había pasado la vida con la nariz entre libros… y nunca había podido redactar ningún texto convincente. Y para colmo, Eugenio también se había convertido en escritor. Ella seguía en Barcelona, viviendo de lo que otros creaban… José acababa de salir del sanatorio mental, la primera vez que lo vio, no se podía creer el cambio tan radical, se había convertido en un perdedor… ¿quizás los manicomios para algunos pacientes son desaconsejables?
Quiso organizar un té con los cuatro amigos que quedaban… debían volver a encontrarse después de las tragedias ocurridas en los últimos tiempos. A Ainhoa la veía a menudo, ya casi tenía finalizada la tesis doctoral, ambas coincidían en que Rafael Alberti era el poeta más interesante de la generación del 27.
La próxima vez que se viesen llamarían a José y a Raúl… las migajas que quedaban del grupo de amigos… hablarían de teatro, poesía, pero el tema principal serían Luisa y Eugenio… los grandes triunfadores del grupo de amigos, vivían, mejor o peor, en Londres. Mientras que el resto se había quedado en una ciudad provinciana. Es lo que es Barcelona si la comparamos con Londres.
Raquel, había encontrado a un joven escritor al que había publicado, que era un best seller… si no hubiese tenido esa suerte, su editorial se habría hundido irremediablemente. Las lecturas y ventas de textos on line, o las descargas piratas, le habían hecho muncha daño… como a muchas editoriales les pasaba, tenía dificultades para subsistir.
Pero la vida avanzaba, la vejez ya no quedaba tan lejos, y se sentían como muchos que están cerca de los cincuenta, la vida no había ido como se habían esperado. Las luces se apagaron antes de tiempo, debían volver a encenderlas, e intentar ver con claridad, tanto al mundo como a ellos mismos.
Para soñar con la vida no vivida les quedaban las novelas, las comedias románticas, o el jazz fácil de escuchar de Diana Krall.
Ainhoa, una noche le llamó… estaba desesperada, conoció a un hombre hacía tres meses… fue alargando lo que podía pasar, y cuando culminaron en un excitante encuentro sexual, el cabrón desapareció de su vida… incluso cambio el teléfono de móvil. Ainhoa creía que tenía una familia que no conocía sus aventuras con otras mujeres… Raquel le contestó:
- Es una época de desencuentros y despechos generalizados… ¿quién no acababa naufragando inmersos en sus relaciones sentimentales?, lo mejor y lo único que las podía salvar era su amistad…
- ¿Estás segura?, ¿Luisa era nuestra amiga del alma y se ha ido, nos ha abandonado?, cuestionó Ainhoa.
- Sí, pero ella es la mujer más egocéntrica de todas las que he conocido… es un espécimen extraño del que no te puedes fiar.
- Todas somos especímenes extraños… la que más y la que menos, traicionaríamos a nuestros seres cercanos a la que nos cansásemos de su presencia, o nos interesara más otra cosa.
Estuvieron una hora hablando por teléfono, hasta que Raquel tuvo que irse a trabajar… había planeado verse con Raúl y José en dos semanas… el encuentro se debía caracterizar por la armonía…, eran personas adultas, y una de las características que debían estimular era la de la comprensión. El pasado fue lo que fue, este era un momento de superación, José ya estaba fuera del sanatorio, y aunque tomó diferentes tipos de antidepresivos y estaba aletargado todo el día, siempre había sido un buen amigo, conversador y divertido… ¿lo seguiría siendo?
Raúl ya había visto dos veces a José, después de que saliera del sanatorio mental, sabía que habría siempre un antes y un después de ese ingreso… los sanatorios mentales no dejan de ser cárceles para gente que se sale de la norma, o sea, para gente anormal.
José, estaba inactivo, le faltaban energías, sabía desde hacía unos meses qué había sido de la vida de Luisa en Londres. Eugenio, se encargó de darle todas las noticias desde Londres, en cartas llenas de cinismo y escepticismo… los sarcasmos aparecían continuamente en los textos que le enviaba. A José, todas esas cartas le habían afectado profundamente… sabía que había sido una limitación inquebrantable para Luisa, cuando habían estado juntos… y sabía que tanto Eugenio como Luisa nunca le perdonarían su ataque de locura con navajazo incluido, había estado a punto de asesinar a uno de sus mejores amigos… ni él mismo podría perdonárselo nunca.
Raquel, cuando hablaba con Ainhoa, percibía en ella cierto surrealismo, creía que el detallado estudio sobre la generación del 27 la estaba transformando… quizás ya estaba captando la vida en verso… Raquel pensaba, ¿quizás es la única forma sana de captarla?
La similitud entre un poeta y la vida de un poeta, muchas veces no van acordes, el poeta poetiza, precisamente porque su vida no es poética… suele cantarle a su dolor… en cambio el lector o aficionado a la poesía sí que suele llevar una vida bastante poética… quizás es lo que le estaba ocurriendo a Ainhoa, y también lo que le pasaba a Luisa… eran formas de vivir la poesía contrarias… mientras que Luisa, tenía una vida alocada, inconexa hasta entre sus intereses y sentimientos, Ainhoa había conseguido llevar una vida bastante armónica.
Pero Raquel ya no quería pensar en aspectos incambiables de sus amistades… tampoco darse a la amistad sin tapujos, quería que fuese utilitaria… si le servía anímica o materialmente esa amistad, adelante.
La cita entre los cuatro amigos se acercaba… José, totalmente congestionado por encontrarlos, hacía la cuenta atrás todos los días, sabía que podía no sentarle del todo bien el encuentro… al menos no estarían Luisa y Eugenio.
No quería volver a verles… estaba cansado de que siempre el culpable fuera él… ya basta… el límite impuesto entre él y sus conocidos iba a ser inquebrantable… ya nadie más se iba a reír de él, como lo había hecho Luisa. Le había dado todo, y ella le quita la estabilidad, incluso la casa… se había quedado tirado en la calle con fama de loco. Ahora sus conocidos tendrían miedo de estar junto a él, no iba a ser que sacase el cuchillo de cocina y atacara a cualquiera.
Pero Raúl no tenía prejuicios, sabía que la locura repentina, en la mierda de mundo en el que vivimos, no es algo raro… quién más y quien menos sufre de psicosis y de neurosis, sufrirlo de forma más aguda le puede pasar a cualquiera.
Raúl llamó a José…
- Hola, amigo.
- Ahora somos amigos… cuando me encerraron te olvidaste de mí.
- Estabas totalmente fuera de ti e incontrolable, eras capaz de hacer cualquier barbaridad.
- Igualmente, nadie se merece que le encierren como a mí… ¿sabes con qué tipo de gente me he relacionado todo este tiempo?
- Me lo imagino, pero ya estás fuera.
- Solo tengo que pensar en cómo me voy a mantener. Mi antiguo trabajo está vetado para mí, he de pensar en montar algún negocio.
- ¿Tienes dinero?
- Por supuesto, todos estos años he estado ahorrando.
- Pues piensa bien que negocio quieres para ti, pero sobre todo si puede ser solvente.
- Por supuesto, ya lo tengo.
- Y… ¿cuál es?
- Peluquería de mujeres de alto standing.
- ¿Qué sabes tú de eso?
- Yo no, pero la hermana de uno que estaba encerrado conmigo, es peluquera, ha trabajado con los mejores… lo haremos entre los dos.
- ¿Te la follas?
- Eso no te interesa.
- Qué está muy bien, José… así el pasado se quedará en el pasado, y a vivir la vida.
- El pasado nunca se queda del todo atrás.
- Pero has de intentar que se quede atrás, mientras no lo consigas no estarás bien.
- Se puede vivir bien sabiendo que es lo que no quieres por haberlo vivido, pero sin intención de que vuelva a tu vida.
- Tienes razón, si lo consigues… me sorprenderías.
Se empezaron a ver una vez cada medio mes… tenían dos horas cada dos martes para beber un té y hablar sin tapujos. La vida se les iba, lo notaban, estaban un paso más arriba de la madurez… el tiempo que les quedaba era cada vez menor, y eso lo debían tener en cuenta para intentar vivir como siempre hubiesen soñado.
Raúl, siempre había querido ser literato, pero acabó redactando en un periódico estatal artículos que no leía demasiada gente… últimamente no tenía dinero suficiente para ir al teatro… el teatro era su pasión. Su máximo placer tanto intelectual como sensual, se lo habían proporcionado grandes obras de teatro, quizás de Tenesse Williams o de Tom Stoppard. La cuestión es que todavía sin haber salido de la crisis, cada vez tenía menos trabajo, le habían reducido las horas semanales en el periódico, empezaba a malvivir más que a vivir. Pero no se podía comparar con José… que le podían haber encerrado en la prisión, a no ser que no hubiese conseguido el abogado, y hubiese presentado ante el juez falta de culpabilidad por alienación mental.
Las situaciones son como son, y una vez vividas ya no se puede retroceder para suprimirlas… las situaciones sociales, educan o maleducan, dependiendo del sentido moral que se posea. José, tenía muchas ganas de hablar tanto con Luisa como con Eugenio… el pasado se debía quedar en el pasado, y para su salud mental les debía pedir perdón, todo el mundo tiene el derecho de acabar con una relación, pero lo que no tiene derecho es a atacar a alguien porque lo han dejado. Lo tenía claro, sabía que su locura había sido un hecho, que podía haber matado a Eugenio, en ese caso ahora estaría muy mal, seguramente no le hubiesen dejado salir del psiquiátrico, y el sentido de culpa, si sin matarlo era enorme, no sé podía imaginar cómo sería si le hubiese robado la vida a Eugenio.
Raúl, conocía como estaba emocionalmente José. Por eso quedaba con él, aunque le parecía cruel su ataque a Eugenio… siempre relacionaba su crisis personal y laboral con la disección del grupo de amigos. La noticia del ataque a Eugenio, había salido a la luz, la noticia había circulado entre todos los conocidos del grupo de amigos, las críticas habían sido profundas, algunos decían, en un grupo tan cerrado de amigos, es normal que pase algo raro, se les veía venir, eran más extraños…, o, se lo merecen, a mí nunca me habían gustado… pero las críticas, intentaron eludirlas, sobre todo por la estabilidad individual de cada miembro del grupo.
Raquel, aunque aparentaba una frialdad admirable, renegaba de muchos aspectos moralmente sospechosos de ella misma… nadie sabía que antes del ataque perpetrado por José, ella pensaba negativamente de Luisa y Eugenio… estaba muy molesta por el hecho de que se hubiesen ido a Londres, dejando al resto en el mar de problemas en que se habían convertido sus vidas… unos apoyaban emocionalmente a los otros, pero en realidad ninguno era fuerte, sus espíritus debilitados por la historia de sus familias, de su país, convulso durante todo el siglo XX por la guerra civil y el franquismo, y cuando todo iba a cambiar, poco había cambiado, el espíritu ibérico es uno y único… machista y conservador… muchos quisieron cambiar esa manera de ser, consiguiendo una cultura libertaria admirable… pero la esencia en una sociedad es la que gobierna.
Raquel, aunque no comprendía como expresaba José el haber sido rechazado por Luisa, le apoyaba… sus flaquezas le habían hecho arrastrarse como lo había hecho.
Ainhoa, estaba bastante al margen de todo, su generación del 27, la absorbía más de lo aconsejable… había perdido la perspectiva necesaria del mundo que le rodeaba… primero estaba ella, y después el estudio supremo, la de una generación irrepetible de la lírica española.
José, quería volver a ver a Eugenio y a Luisa, se quería reconciliar con ellos. Sabía que iba a ser difícil, pero era la única manera de acabar de enderezarse completamente. La absolución de cada parte para con la otra, era esencial para su estabilidad emocional. Sabía que el grupo de amigos nunca volvería a ser el mismo, también sabía que nunca volvería a tener ningún modo de amistad profunda con Eugenio y Luisa… pero eso no quitaba que pudiesen quedar para cenar cada cierto tiempo los seis amigos.
Luisa y Eugenio no pensaban volver a vivir Barcelona, Londres había pasado a ser su ciudad, pero podrían volver cada cierto tiempo para cenar con el resto. No es difícil venir a Barcelona, desde Londres, fines de semana sueltos… el viaje es corto, y con un poco de interés puede ser interesante.
José, era una persona reservada… en el pasado siempre se había presentado ante los amigos como el gracioso, el extrovertido… la persona que puede con todo y que además disfruta de la vida, pero que fachada más falsa mostraba ante los demás. Después del ataque y de sus crisis, se había auto reconocido como una persona miedosa, tímida, débil, era el típico personaje del que la gente, cuando se lo cruza por la calle, piensa, pobre hombre lleva el mundo sobre sus hombros… y era verdad.
Su infancia había sido dolorosa, su madre lo abandonó cuando tenía once años porque se enamoró de un tipo que no quería niños a su alrededor. Acabó de educarlo un hombre resentido contra sus hijos, a los que culpaba del fracaso de su matrimonio. José, siempre intentó huir del tipo de relación que había visto en sus padres, extremadamente violenta en el trato hablado… pero superó la relación de sus padres… a Luisa la había ahogado espiritualmente, y él, casi acaba en la cárcel hundido psicológicamente… el menos sus padres, siempre habían salido adelante, con la cabeza erguida.
Después del tiempo pasado desde el ataque a Eugenio, debía replantearse la vida… quería volver a ser un especulador, con los objetos que fueran, ya sea arte, vienes inmueble, simplemente divisas… pero para ello debía conseguir contactos, la liquidez la tenía… en una cuenta tenía bastante dinero por la venta de la torre de su padre, fallecido hacía cuatro años. La peluquería femenina de momento iba a esperar.
Debía ser el momento para levantarse y andar, para dejar el pasado atrás, y volver a vivir y a ser él… aunque el graciosillo del grupo creía que ya no lo volvería a ser.
La vida y sus contextos cambian, pero en tan poco tiempo un cambio tan radical es difícil de digerir. Los haberes y deberes morales, nunca dejan a uno en armonía, menos todavía a José… aunque Luisa y Eugenio, tampoco son ni han sido unos santos… pero no se merecían lo que les hizo pasar José. ¿José se merecía lo que le había hecho pasar Luisa? Cada relación entre dos personas, tiene su idioma particular y su forma de resolver las desavenencias, pero nunca es algo sencillo. Los seres humanos somos los seres más complejos e incomprensibles que hay en este planeta.
José, debía idear una estrategia para hacer venir a Eugenio y Luisa de Londres. Luego, verse no sería difícil… sabía que tanto a Eugenio como a Luisa les gustaban los retos, las situaciones complicadas les atraían… realmente, cuando se viesen, iban a ser momentos tensos y delicados. Seguramente aflorarían sentimientos oscuros y ocultos hasta ese momento. Pero, ¿cómo lo podía conseguir?
Pensó en convocar una reunión de los que frecuentaban al antiguo casal del barrio… todos habían crecido en el casal de Sant Andreu… si ahora tenía éxito Luisa, se lo debía en parte, a los talleres de escritura creativa que cursó en el casal durante la adolescencia… no lo podía olvidar, ni dejar de agradecer.
Exacto, incluso invitaría a Sergi Collblanc, el antiguo profesor de escritura… seguro que asistirían, aunque debía encontrarlo, deseaba que todavía no hubiese fallecido.
Las clases siempre habían sido en lengua castellana… ahora tanto Luisa como Eugenio, redactaban en lengua inglesa. Se habrían convertido, realmente, en cosmopolitas… José, nunca había sospechado que Luisa fuese una mujer cosmopolita. Tampoco se dio cuenta de la capacidad creativa de Luisa… nunca la había llegado a conocer. La reunión de la gente que frecuentaba el casal en aquella época, debía servir para reconocer a Luisa. Eugenio, en cambio, siempre había tenido aires excéntricos… de él siempre se esperaron cualquier cosa. Ahora se había convertido en un miembro de la contracultura londinense, del underground y la experimentación literaria.
Raúl, no tenía muy claro si la táctica para hacerlos venir daría sus frutos. Pensaba, que Eugenio y Luisa nunca aceptarían volver y sentarse a la mesa frente a José. José les dijo, no hace falta que estén en frente, solo quiero observarlos y oír sus conversaciones.
Pero Eugenio y Luisa, el solo hecho de participar en el evento ya lo rechazarían. Seguro que en lo último que pensaban era en tener cualquier tipo de trato con José. José, no podría resarcirse o reconciliarse con las dos personas que le habían jodido la vida.
Los extremos nunca son saludables, y José, en los últimos tiempos había vivido en un extremo realmente maquiavélico, rodeado de psiquiatras, terapeutas y locos… que otra cosa peor podía haber.
Cuándo tienes una experiencia de tal intensidad, nunca sabes en qué estado acabarás. La misma intensidad con que uno vive su encierro, debe ser la falta de intensidad en el ambiente del centro. Es una vida psíquicamente enferma, entre bipolar y psicótica, pero aparte de la mayor o menor locura de los pacientes o presos, lo agrava el ambiente enfermo.
José, cuando salió del encierro, no se sentía ciudadano de su ciudad. En cambio los irresistibles estímulo de dicha ciudad le hacía revivir, pero totalmente alienado por la ciudad y sus convenciones, la ciudad y sus perspectivas futuras. Toda gran ciudad debería ser como la América de las oportunidades, dónde dependiendo de la suerte y del duro trabajo, puedes triunfar. Pero el triunfo no ha de ser obligatoriamente material, también debería poder ser espiritual. Todas las grandes ideas y creaciones urbanas, son un intento de superar la cantidad de estímulos no pedidos que genera la urbe….superarlos para poder intentar encauzar las emociones que desprenden.
A José, los estímulos urbanos le fueron sumergiendo en una burbuja individual, que distaba mucho de ser la visión que tenía el resto de la población sobre el mundo. José, necesitaba tranquilidad, salió del sanatorio mental totalmente excitado, sin comprender todavía porque se había comportado como lo había hecho.
Luisa y Eugenio, también vivían en una burbuja propia, llena de concesiones y lamentos. El círculo intelectual con el que se relacionaban les había hecho abrir los ojos a un nuevo modo de crear. La creación suprema, total, eso querían conseguir. Era el ideal de todo artista universal, los artistas provincianos nunca podrán situarse ante esas metas. Las lícitas e ilícitas ocurrencias plasmadas en el papel o en el lienzo… son o deben ser conclusiones limitadas, ideas conectadas entre sí, pero con un diámetro demasiado pequeño.
La reclusión intelectual dentro del provincianismo es demasiado limitadora… es el motivo por la que muchos artistas vanguardistas, no se conmueven en lo más mínimo ante el arte tradicional. El arte popular e histórico, que ni describe el sentir social contemporáneo, y ni siquiera el del artista que lo produce.
Eugenio, durante toda su vida, había intentado mostrar una imagen entre cool y excéntrica. Era una persona que conocía su valía, pero también notaba que su forma de comportarse y de argumentar ideas era diferente que la de los demás… eso podía producir algo de rechazo. En sus textos más íntimos, el lector podía ver a una persona lejana hasta de ella misma. Se conoce tan bien que puede explicarse desde la lejanía como si explicase a otra persona. Coger distancia de uno mismo no es fácil, pero es importante para saber cómo se es, lo que se necesita y si eso que se necesita es positivo para él o no.
En cambio, muchos textos de Luisa, eran prácticamente monólogos, los actores y las actrices hablan más consigo mismo que con el personaje de enfrente. Luisa mantiene un diálogo con ella misma continuo. Por eso es una mujer tan racional… la fuente de sus impulsos le sirven para contrarrestar su razón. La vida seguía igual en su Londres adoptivo. Lo único que ocurría es que habían recibido una corta carta de Raúl… al final de la redacción les decía, que no era de buenos amigos desaparecer como lo habían hecho. Era un texto gracioso y espontáneo, quizás fuese el motivo de que no rechazasen y quemasen la carta nada más recibirla. Las situaciones varían, como la vida, son cíclicas… después de una situación llevada al límite, nunca puedes asegurar a los que sufren el suceso, qué será la última vez que ocurra. Como han dicho pensadores a lo largo de la historia de la filosofía, el agua nunca es la misma al bañarse en el mismo río… pero el cauce, el camino que hace el agua sí que es el mismo, los momentos de la vida son diferentes pero el camino es el camino… y quizás no es obligatorio que tenga principio y final.
José, no sabía ni cómo iba a reaccionar él, ni cómo iban a reaccionar Luisa y Eugenio al encontrarse después de tanto tiempo… seguirían teniendo odios entre ellos, o el tiempo haría de la visión una perspectiva interesante y fluida. La inclusión de todos los sentimientos fluorescentes en un corto espacio de tiempo puede provocar contusiones y dolores de cabeza. Los límites entre el bien y el mal no están claros… pero todos tenían demasiado que expresar, que aullar, al estilo del poema de Lindberg… con su poema Aullido, recitó muchas veces la desesperanza y disconformidad nihilista de la sociedad americana de su época.
Eugenio, sabía que era capaz de cualquier cosa, ya había vivido bastante como para tener manías y medios. Sus intereses eran propios y personales, no tenía referentes doctrinarios… se fiaba de su instinto a la hora de trabajar. Normalmente, sus días anárquicos daban frutos buenos, quizás le faltaba madurarlos un poco, pero ese era parte de su encanto… las limitaciones, a veces, pueden resultar motores inventivos y creadores excelentes. Eugenio, no poseía una gran técnica, pero eso hacía que el resultado fuese ingenioso y único. Las debilidades, también pueden ser caldos de cultivo, y su resultado esperanzador y constructivo.
Las ideas iban y venían de su cabeza… le parecía que podían poseer un motor propio… eso a veces le preocupaba, ¿estaré cerca de alguna locura no diagnosticada?, en absoluto era un ama libre, una mente libre… si podía ser tachado de loco, era por la falta de educación de la sociedad en la libertad. De la inusitada libertad, vivir aparte de modas y no estar sugestionado por lo social, sería básico para que precisamente lo social evolucionase, el pensamiento y el sentir colectivo, son la base de los grandes genocidios y manipulaciones sociales a lo largo de la historia de la humanidad.
José lo sabía, y también conocía el cambio de Luisa y Eugenio. Sabía que ya no tenían nada que ver con ellos, los dos amigos más pasivos ahora estaban volando ante el ambiente cultural londinense, ni el mejor de los augurios lo hubiese pronosticado.
Ahora, José, se sentía mal, pensaba que era basura, que solo, a lo largo de su vida, había impedido que sus seres queridos volasen hacia el amor, el conocimiento y el modo de vida creativo. Sabía, que siempre había sido un censurador de ideas y planes excéntricos. Pero se había dado cuenta de que esa excentricidad era tal, para él, en ese momento dado. Pero, quizás, ahora ya ni para él eran proyectos excéntricos.
Las ilusiones se pueden matar, sin darse nadie cuenta. No se necesitan atrocidades para que alguien perciba que una relación de pareja o de grupo va mal. José, nunca lo supo, su capacidad de análisis, era contraria a la visión improvisada del mundo que tenía. No captaba el espíritu de los que le rodeaban, ni sus inquietudes e intenciones.
Era una persona que daba a entender, cuando la conocías, que primero pensaba en él, y segundo también. Se miraba tanto en el espejo, que cuando algo en la vida le iba mal, se hundía sin opciones de analizar las cosas un poco subjetivamente. Era el motivo de su profunda crisis cuando Luisa le dejó. Era también el motivo por el que no aguantó las críticas que le hizo Eugenio, acabó apuñalándolo. Es un perfil de personas que pueden ser peligrosas ante las contrariedades. Creen que son el centro de todo lo que les rodea, y cuando se dan cuenta que no lo pueden ser durante más tiempo se desestabilizan. Lo malo, es que se creen el centro, pero todo es una ilusión. Su personalidad de líderes es frágil… son líderes de plastilina, a los que las situaciones sociales los van moldeando según convenga, se creen fuertes, sólidos, inquebrantables… pero ante el menor cambio de posición social, enloquecen radicalmente. No son ellos mismos en ningún momento. Es lo que les hace desestabilizarse, todo lo que creían que eran no lo son, se sienten perdidos y hundidos en el fango.
Pero, José, se estaba reencontrando, no quería liderar ningún proyecto ni a ningún grupo de amistades, sabía que era una persona débil y debía actuar como tal. Ser inestable psíquicamente, le suponía un reto diario… cada jornada diaria le afectaba en situaciones, palabras, malos entendidos, y no sabía cómo podía hacer para no sufrir tanto por todo ello.
Luisa, siempre supo, durante su matrimonio, que en realidad, José era una persona débil, que necesitaba demasiado apoyo del resto de personas conocidas. Aparentaba ser fuerte, pero su esencia era trémula, oscura y floja. No sabía si lo que estaba haciendo en cada momento era realmente lo que quería hacer. Tomaba sus decisiones pensando siempre en los demás. Él mismo era el que menos en cuenta se tenía para hacer o decir cualquier cosa.
Eugenio, siempre le había dicho a Luisa que no era la persona indicada para que estuviera a su lado, que lo único que podía sacar de la relación era miedo y confusión. Luisa no le creyó hasta el final, que le dejó sin contemplaciones.
José, nunca se había sentido tan poca cosa como cuando se separó de Luisa, creía que había perdido seis años de su vida, que ya no podría gustar a ninguna mujer más, tendría marcado en el rostro, perdedor por abandono, las mujeres leerían el mensaje, nadie, nunca más querría estar a su lado y todo era culpa de Luisa, a la que había sacado de la mala vida, y siempre debería haber estado agradecida con él. Pero la realidad no siempre es como tiene que ser, y Luisa le dejó, le humilló, él se había hundido en la ciénaga y había pasado más tiempo de la cuenta encerrado en un psiquiátrico… y ahora estaba preparado para reencontrarse con su pasado… debía hacerlo, la tranquilidad de su alma dependía de ello. Quería comprobar que Luisa y Eugenio, aunque eran independientes, podían mantener algún tipo de relación con él.
Lo que ocurre, es que visiones de las situaciones de la vida, hay tantas, como ojos que miran. Luisa aborrecía a José con solo acordarse de él. Eugenio, sentía entre odio y pena, por una persona tan pobre espiritualmente como José. Era la antítesis de ellos, Luisa y él mismo estaban en la cúspide de la jerarquía social, eran creadores. Para la mayoría de personas la cúspide son los banqueros, empresarios y políticos… pero Eugenio sabía que eso era un error, el gran creador es el que puede cambiar el mundo, es el ideólogo, el artista, es entre un analista y un visionario, ellos eran mucho más válidos que José, un emprendedor venido a menos… un emprendedor, que ni dentro del mundo de la empresa, había logrado salir a flote.
Las ilusiones y desilusiones vienen y van sin permiso alguno, José padecía unos altibajos emocionales, que muchos no habrían podido soportar…
Su tiempo en Barcelona tenía los días contados. José, después de estar encerrado, había perdido credibilidad en su mundo empresarial. Le podían preguntar, ¿qué has estado haciendo últimamente?, y él respondería, he pedido excedencia y he ingresado en un sanatorio mental… es una magnífica experiencia, se la recomiendo.
José, debía ponerse a trabajar en lo suyo rápidamente… para volver activo al mercado laboral, a tratar sobre la economía y sus riesgos, los haberes y deberes, en eso consistía su sabiduría, en saber mantenerlos equilibrados, siempre con mayor cuantía en los haberes… mantener las empresas a flote era su gran especialidad… Luisa había querido ser escritora y artista, él en cambio era más pragmático, tanto que todo lo que esperaba de su vida, era solvencia material, ya que la emocional naufragaba completamente.
Pero el mercado laboral parecía no estar listo para reinsertarlo… ¿se había convertido en una excluido social? Como se le estaban acabando todos los ahorros, pidió dinero a Raúl. Le dijo que era la última vez que le dejaría dinero… que le podía pedir cualquier cosa, pero que era contraproducente dejar dinero, se convierte en un juego de roles que daña todo, la amistad y el respeto por el otro.
José, parecía padecer impulsos compulsivos peligrosos, no estaba estable, era un hombre al que le habían descentrado, había perdido el control de las situaciones en que se encontraba, de una vida triste y perra.
Raúl se quedó parado ante la reacción de José, se asustó, pensaba que quizás le atacaría con un cuchillo de cocina sin miramiento alguno. José, estaba desconocido, todo el que padece una patología psicológica es un extraño, tanto para él mismo como para los demás. José, estaba totalmente desencajado anímicamente por el suceso, era la segunda vez que se ponía violento con una persona cercana y no sabía a qué se debía. Me he convertido en un puto loco, se repetía una y otra vez, no puede ser, no puedo más. Me van a acabar metiendo en la cárcel, si me ha costado estar en el psiquiátrico que será acabar en la prisión.
Raúl no le denunció, pero se separó de José. No quería verle durante bastante tiempo, no sé fiaba de él. Quien quitaba que intentase rajarlo como hizo con Eugenio. Se había convertido en un hombre agresivo y peligroso, pero ¿qué coño le ha pasado para que se produzca el cambio?, pensaba Raúl.
Les contó lo sucedido a Ainhoa y a Raquel. No sé lo podían creer… a ver si vamos a estar todos en peligro, le dijo Raquel a Ainhoa. Tenían que alejarse lo máximo posible de José, al fin y al cabo es lo que habían hecho Eugenio y Luisa, y mira lo bien que les iba.
José, desquiciado e hipersensible, andaba las calles alienado por pensamientos neuróticos y psicóticos, era un alma en pena, vagando, vegetando… realmente, ¿este tipo de personas deben estar sueltos por la calle?, podía tener la obsesión de atacar a una persona en concreto de la calle, e irse hacia él. Su mundo se había reducido a sus obsesiones, era una persona distante y peligrosa.
Había dejado de asistir a sus terapias con la psicóloga. Estaba todo el día absolutamente solo, no tenía dinero operativo, y no buscaba trabajo. La exclusión social, estaba a un paso. Su única salida era recluirse, medicarse, estabilizarse, y tratar de encontrar un trabajo. Si era con buenas condiciones salariales y laborales no importaba. Lo esencial era tener la mayor parte del día la mente ocupada. Obsesionarse con otras cosas que no fuesen, Luisa y sus avatares.
La relación que se creó entre Raúl, Raquel y Ainhoa, se hizo más consistente, su tema de conversación habitual era José. No se lo podían quitar de la cabeza. Quizás la misma patología que había aparecido en José hacia ellos, a ellos se les había producido contra José. Las convulsiones mentales son muy difíciles de controlar, incluso de discernir. La ánima autónoma va haciendo su función, es autosuficiente, solo se la puede vencer dentro de la cordura, los síntomas que tenían los tres amigos, consistían en un pensamiento obsesivo e irreal hacia José. José estaba desquiciado, pero ellos habían cogido el lenguaje psicótico de José, y lo habían hecho suyo. Las consecuencias eran totalmente contraproducentes para ellos tres, mejor dicho, para ellos cinco.
Raúl, Ainhoa y Raquel, veían claro que se tenían que reunir con Luisa y Eugenio. Debían hablar largo y tendido, volver a tener contacto, y cuándo todo hubiese madurado más, haciendo la vida más dulce, quizás, quedar con José.
Luisa, estaba lejos, concentrada en su trabajo. A Eugenio, le habían publicado el estudio de la obra de Luisa. Raúl, compró los textos, después de leerlos, supo que Luisa y Eugenio, les habían dejado atrás. Su trabajo poseía un espíritu tan elevado, que ellos nunca podrían igualarlo. Quizás, habían acertado marchándose a Londres. Habían acertado totalmente.
Se habían convertido en dos personas a las que sus vidas dependían, completamente, del trabajo creativo. Eran cultos, escritores consagrados en una ciudad que no regala nada a nadie.
La última reunión de los seis
Raúl logró convencer a Luisa y a Eugenio que valía la pena que volviesen unos días a Barcelona, y así se podrían ver los seis. Hablar tranquilamente, solucionar problemas pasados.
La forma en que los convenció era extraña, era como un ultimátum, si no venís, la muerte de José caerá sobre vuestra espalda. José estaba mal, demacrado, enfermizo, muy inestable psicológicamente. Transmitía una decadencia radical. Raúl, no sabía si iba a vivir demasiado tiempo más.
Luisa, comprendió que las cargas de conciencia no le convenían, era lo único que le faltaba, no quería volver a Barcelona por su entierro, echándose la culpa de todo lo que había pasado. La vida pertenece a cada individuo y debe hacer con ella lo que crea conveniente, pero los otros pueden ayudar a que se tuerza en el camino. Ahora, el que permite en último término que se tuerza la propia vida es el sujeto en cuestión, si uno quiere y lucha por su voluntad espiritual su vida llevará un camino positivo.
José, pasó de ser un individuo fuerte y seguro de sí mismo a ser una persona débil y que dudaba de todo y de todos.
La reunión iba a ser en dos semanas. La iban a hacer en casa de Raúl. Iban a pedir comida para llevar, a un restaurante que no estaba mal, de la calle Aribau.
Raúl, redactaba, una y otra vez, el guion de cómo iba a transcurrir la cena. Debía controlar en todo momento las actitudes y el bienestar de los asistentes. Para ello la conversación no debía derivar a asuntos inoportunos o poco digeridos por los seis amigos, la primera cena debía ser un poco superficial. Si no sé moría antes José, y la cena iba bien, podrían repetir la actividad.
Raúl quería tratarlos a todos ellos como a niños, controlando sus actitudes, dándole importancia a lo que no pudiese crear conflictivo, lo tenía todo calculado.
Entra Ainhoa, Raquel y Raúl, fueron preparando a José para la ocasión… debía prepararse para estar tranquilo y que sus psicosis y neurosis agudas no le hiciesen pasar por malos momentos. Otra alienación mental a causa de su enfermedad, acabaría con el grupo de amigos, se separarían irremediablemente, cosa que Raúl no quería.
José, estaba nervioso, en algunos momentos su mente viajaba dándole vueltas a lo que podía haber sido y no fue, a lo que no fue y le hubiese gustado vivir… a todos sus errores, que consideraba que eran muchos. También pensaba descontroladamente en toda la gente que le había hecho daño en la vida, planeaba venganzas irrealizables, consideraba que lo último que se ha de perder es el honor, y él lo había perdido.
Cuándo Raúl habló por última vez con José, le vio bien, normal… lo que no sabía es que José, con sus últimos ahorros, se había comprado tres gramos de coca, estaba de subidón. Raúl al no tener experiencia en drogas, no se dio cuenta. Al día siguiente iba a ser la cena. José estaría de bajón.
Ainhoa, fue a recibir a Luisa y a Eugenio al aeropuerto.
- Hola Luisa, Eugenio, saludó dando dos besos a cada uno.
- La ciudad olvidada, contestó Luisa.
- ¿Seguro querida?, añadió Eugenio.
- ¿Cómo os va la vida?, tenemos que hablar mucho… hemos pensado que si queréis, venís a dormir a mi casa en vez de a un hotel, hay espacio suficiente y así no gastáis… coño, habéis venido a Barcelona… tenéis amigos, ¿No?
- A mí me parece muy bien, estoy mal de dinero, dijo Eugenio.
- Pues vamos a dejar las maletas, dijo Luisa.
Cogieron un taxi, y durante todo el trayecto hasta llegar a Passeig de Sant Joan casi no hablaron… Luisa y Eugenio, estaban absortos ante la belleza de Barcelona. Era una ciudad provinciana en comparación con Londres, pero tenía su encanto.
Una vez en el piso, dejaron las maletas, se ducharon y fueron a tomar los tres un café al bar de la esquina… querían oler la ciudad que habían rechazado… cada ciudad tiene su olor característico, ¿dependerá de la forma que tenga de transpirar cada urbe?
Las diferencias que les producía la ciudad eran palpables. Pero no sabían si las producían ellos mismos por haber estado tanto tiempo fuera, o realmente el espíritu de la ciudad había cambiado.
- ¿Cómo está José?, preguntó Luisa.
- Necesita ayuda, está mal… no acaba de recuperarse, contestó Ainhoa.
- ¿Es bueno para él que nos veamos?, preguntó Eugenio.
- Lo está deseando.
- ¿Quizás me quiere rematar?
- Eso no lo digas ni en broma, contestó Luisa. Sabéis, tengo un poco de miedo… no sabemos cómo va a reaccionar… además… si no está demasiado estable.
- Pero es lo único que le puede ayudar, enfrentarse frente a frente con sus oponentes, dijo Luisa.
- O sea, das por hecho que cree que somos sus oponentes…, dijo Eugenio…
- Debe pensar que sois la causa de sus males, ¿no?, dijo Ainhoa.
- Por supuesto, quién si no… su flamante esposa le deja por la escritura y el arte… quién se lo iba a decir, la que sacó de unas chabolas, ahora está en la onda londinense, dijo Eugenio.
- Sí, has tenido suerte… seguro que hay gente tan válida como tú que no lo consigue…, dijo Ainhoa.
- Veis porque me fui… no reconocéis mi valía cuando ya es incuestionable… no jodas Ainhoa.
- Perdón.
A los cafés les siguieron tres Cutty Sark solos… el regreso a Barcelona, parecía que iba a ser parecido a la marcha de la ciudad… etílica… Los tres estaban animados, parecía que no había pasado ni una semana desde la última cena de amigos, pero no era así, se conocían a la perfección, pero los sentimientos eran diferentes. Luisa y Eugenio no sentían nada por sus amigos ni por la ciudad, estaban con la mente en Londres y se preguntaban una y otra vez, cómo habían caído en la trampa y habían vuelto a Barcelona, era una ciudad que les daba recuerdos negativos. Además, distaba de tener el atractivo que tienen otras ciudades europeas o americanas.
El alejamiento era un hecho, no sabían si habían cerrado la puerta de su vida hacia sus amigos y su ciudad, y aunque era pronto para asegurarlo pensaban que verdaderamente se había terminado una época.
La soledad, es uno de los males de nuestra época… pero, es que llegan épocas en la vida que se desea la soledad. Eugenio y Luisa, debido a su trabajo y a lo dependientes de otras personas que habían estado a lo largo de sus vidas, horas y horas de soledad les convertían en personas que debían utilizar la imaginación para no hundirse. Eran como los niños, que cuando llevan un rato aburridos, inventan juegos increíbles para dejar de estar inactivos, meditabundos y cabizbajos.
Para ellos, la escritura era un trabajo pero también un juego. El regreso a Barcelona, les influía mucho en su trabajo, su gente no era la que había inspirado su textos, en Londres habían encontrado el verdadero sentido a sus vidas y además, aquí debían reunirse con el que quería matarlos, José, el loco, el psicótico. Estaba acabado, y si por ellos fuese se podía acabar de hundir en un barrizal sin salida posible.
Pero la cita con los amigos era un hecho, ¿merecía la pena cancelarla?, ¿coger un vuelo barato hacia Londres, y olvidarse de la locura de reunirse con José? No tenían nada contra Raúl, Raquel o Ainhoa, pero tampoco les interesaba tener cualquier tipo de relación con ellos.
Las situaciones se han de buscar, la vida no perdona, y si no aprovechas las oportunidades, estas se van para no volver más. Por eso debían irse de Barcelona, y aprovechar el menor resquicio de aliento y alegría que les podía seguir ofreciendo Londres.
Pero la cuestión, es que ya estaban en Barcelona, y se acercaba la cita con José y sus secuaces. La historia es única, pero se puede contar desde diferentes puntos de vista e interpretación. ¿Qué les contaría José de lo que ocurrió?
Fueron a casa de Ainhoa, siguieron bebiendo Cutty Sark. Ainhoa sabía que nunca volvería a ser lo mismo, pero igualmente proponía mediante su actos la fraternidad y la alegría, por la noche ya se vería como estaba cada uno, iban a cenar juntos después de mucho tiempo. ¿Qué haría el destino con sus vidas?, Luisa sabía que el destino se ha de buscar, ¿sé estaban metiendo en la boca del lobo?
Se arreglaron y salieron. Antes de llegar a casa de Raúl, se pararon en un bar y se bebieron una copa de vino. En el local sonaba el Polaco Goyeneche… era un negocio argentino, vendían empanadas y pizza, el vino era de buena calidad a pesar de ser de la casa.
- ¿Y si nos quedamos a cenar aquí y no vamos a casa de Raúl?, preguntó Luisa.
- ¡No!, ni mucho menos, hemos quedado, esta reunión nos conviene a todos, contestó Ainhoa…
- Un vinito más y subimos a la reunión, propuso Eugenio.
Después de las dos copas de vino, estaban en mejores condiciones de afrontar el futuro.
Cuándo entraron en casa de Raúl, estaban Raquel, José y Raúl, sentados en el sofá, bebiendo vino, de fondo sonaba Alan Parsons, el ambiente no sé podía cortar ni con cuchillo. José se levantó.
- Lo siento Eugenio, en serio.
- Eres un cabrón, José.
- Lo sé.
Luisa en ese momento le pega una patada en los testículos a José, que se cae al suelo retorciéndose.
- Esto por casi matar a Eugenio y por la mierda de vida que me diste.
- Me lo tengo merecido.
Se sentaron los seis con sus copas de vino. Raúl iba a servir la comida, en la mesa había una bandeja de quesos exóticos, y otra de embutidos extremeños.
La conversación era casi nula, no sabían que decirse, hasta que José dijo:
- Bueno, lo pasado, pasado es, vamos a recordar los viejos tiempos.
- Mira, te perdono, pero tendrás que hacer penitencia, dijo Eugenio.
- ¿Qué tipo de penitencia?
- Has de trabajar para nosotros dos, no te pagaremos, solo te daremos techo y manutención. Debes conseguir publicar todos nuestros textos, tanto en castellano como en Inglés. Hasta que no lo consigas no quedarás libre.
- ¿Y si no lo consigo nunca?
- Vivirás con cadenas el resto de tu vida.
José, se quedó pensativo, pasados unos segundos apareció una sonrisa en su rostro.
- Por lo tanto, ¿he de ir a vivir junto a vosotros a Londres?
- No, ni mucho menos, vivirás en Barcelona, y cuando tengas que reunirte con algún gigante de la edición de Londres, viajarás a Londres. Ha de ser todo completamente profesional, contestó Eugenio.
- Tú te das cuenta de lo que haces, no solo le perdonas, sino que nos lo acercas, te ha intentado matar, ¿estás mal de la cabeza?, le dijo Luisa.
- Tranquila, corazón, sé lo que hago.
- Nunca sabes lo que haces, ni las repercusiones que tendrá.
- Muchachos, si queréis estar en la cúspide de las letras, yo os enviaré a ella, soy buen comercial, ¿qué perdéis al intentarlo?
- Es verdad, comentó Eugenio, siempre se le han dado bien las ventas… y un buen vendedor con un buen producto puede hacer maravillas.
- Pues como quieras, Eugenio, pero para nosotros es un peligro.
- Tranquila, ya he aprendido a amansar a las fieras, sobre todo a la que tenemos ante nosotros.
El resto de la noche fue correcto. Ainhoa y Eugenio bebieron más de la cuenta. Raúl, durmió unos minutos en dos momentos de la noche. A José, se le incrementaban los ojos de loco, cuando se pasaba más rato de la cuenta mirando a Luisa, momentos en los que Raúl y Eugenio se miraban y tragaban saliva. Eugenio cuando le veía mirarla así, se preguntaba, ¿me he excedido haciéndolo nuestro representante?
Acabaron jugando a adivinar novelas mediante la mímica. O eran muy malos actores o muy incultos, porque adivinaron pocas novelas. Cuándo se despidieron, Eugenio le dijo a José.
- Ve con cuidado y no me falles, confío en ti.
José apretó los dientes, y con esfuerzo para que sonasen sus palabras contestó:
- Tranquilo, la medicación me seda, no sería capaz ni de matar a una mosca.
Al día siguiente Eugenio y Luisa volvieron a Londres. Ainhoa, les acompañó al aeropuerto:
- Me ha alegrado veros, ¿a ver si a partir de ahora no os tenemos que suplicar tanto para que vengáis a Barcelona?
- Tranquila, cada poco tiempo nos hemos de reunir con nuestro loco representante, unas veces vendrá el a Londres, y otras vendremos nosotros a Barcelona.
Londres les esperaba, con todo lo que tiene para ofrecer. Anduvieron el pasillo que les llevaba a la puerta de embarque sin girarse ni hablar entre ellos. No sabían si actuaban en su beneficio o en su contra, el tiempo lo diría.