Este poemario lo redacté entre el 2006-07. Consiste en una redacción en verso, de los hechos cotidianos que fui haciendo durante un día libre. Cada hecho fue seleccionado y le regalé su poema… los hechos transcurren cronológicamente, desde que me fui despertando por la mañana, hasta que concilié el sueño por la noche.
Abro los ojos,
no veo, la penumbra
invita a la relajación
y al sueño.
Por mi mente viaja un
único esfuerzo,
echar pie a tierra
y que de entre
el silencio suene
el piano de Debussy,
para reconciliar
el sueño deleitándome
una vez más con
mi más fiel compañera,
la música.
Quiero dormir, pero
en mi alma crecen
los sentimientos
y estremecimientos.
La almohada parece
húmeda. ¡No he llorado!
Quizás la única solución
pase por un templado
café con leche,
y la lucha minuto tras minuto
sin contemplar una salida
del sol de lo más magnífica y
cotidiana, entre frases impronunciables
y la voluntad de dar
los buenos días,
(aunque todavía estemos en penumbras)
a mis vecinos y desconocidos
adversarios de la exclusividad
del ya corriente sufrimiento.
Van sonando melodías
de tranquilidad,
mientras algunas ancestrales
necesidades irrumpen.
No quiero pensar
en el quehacer
de las horas venideras.
Por eso mi misión
momentánea será
contemplar movimientos
excéntricos y estresados
en la plaza de
los trapicheos.
Tengo mal sabor de boca,
y el olor de la noche,
del sudor y el orgasmo
me penetra.
Baño de agua, rasurar
pelos innecesarios,
y refrescar la boca
como si fuera a besar,
aunque los besos
están lejos de esta
habitación apartamento.
Son las horas de la improvisación.
Encerrarme o tomar
el aire, meditar
o contemplar o
simplemente vivir
como midiendo
la luz de cara
para obtener la mejor visión
de un mundo que
no necesita a nadie.
Noto una llamada
en forma de necesidad,
Pero me cuesta abrir los ojos.
Está viajando mi cabeza
sobre la almohada y
noto dolores de plenitud
en la vejiga.
Me pregunto:
¿aguantaré diez minutos
más?
En poco tiempo
como reventando voy
a la zona
donde se expulsa
lo que sobra.
Y un gran río dorado
en forma de catarata
que me da placer va
sonando al mezclarse los fluidos
que se van desalojando de
mi y de mi casa.
Después de este acto
necesario y ritual
es cuando yo considero
que empieza un nuevo día.
No me dice nada nuevo,
es mi cotidianeidad,
café con leche en el
bar de la bella, y diario
que quizá sea mejor no leer.
Mi mente viaja por los muertos
de las guerras mientras
paseo para ir a ningún sitio
y para hacer cosa alguna.
Veo gente.
Veo a extraños que discurren
entre el fuerte viento
que van alejando las nubes
de la lluvia.
Ya lloverá otro día,
¡qué llueva por favor!
en la ciudad de la sequía,
en la que hasta el asfalto tiene sed,
está sin agua y sin lágrimas.
Y después del gran paseo
quiero renacer, mi mente
nublada necesita sumergirse
en agua y nadar,
extirpar toda la pesadez
que hay en mí
y como si saliese del líquido
materno, como si volviese ha
sumergirme en mí, con
media hora de jadeos continuos
que además de expulsar dolores
me hacen más vivo.
Veo a una mujer
que estando sentada no tiene
prejuicios en que yo sepa
de su ropa interior.
Y entre calada y calada
me seco de la humedad reinante,
Y junto a mi versos de Alberti que
me recuerdan la cercanía del mar
y que las horas del día
que queden puedan ser
más que una vida,
en esta mañana soleada, entre cafés con mujeres
y sus colores, sus braguitas
y mi gran vida (o no)
traspasada por mil alientos.
Hablo con una
amiga que está y no está,
que se esconde días soleados
y días de lluvia en la
realidad de cada vida.
Y le doy las gracias por
contarle intimidades
que son historia
y presente.
Mujeres de cara
inteligente.
Mujer que en país ajeno
vas dejando tu vida.
Mujer que eres sinónimo
de amiga.
Subo y bajo las escaleras
buscando el mundo
de la auto aceptación.
Arriba bebo un té,
abajo me abofetean
las mil realidades de
este año.
Busco la complejidad
del encuadre en
las palabras que un día
dirán: te necesito mi
mujer exótica.
Vuelvo a subir,
y riego unas plantas
ajenas pero próximas
escucho poemas melódicos
mientras cierro los ojos
para transportarme
al mundo de los sinceros.
Como mi arte
de escribir versos
es simplemente
espontaneidad,
cojo el bolígrafo
y como lo
mejor que puedo
hacer es crear,
escupo unos melodramáticos
versos al amor
convertido en
desamor.
A los prados
que pronto serán
rocosos,
y yo lloraré,
por la falta de humedades
en los campos
( y por qué no)
también en mi cama.
Suena una música
que me sugiere
aporrear el djembé.
Voy siguiendo ritmos
y como si de una mujer
se tratara
lo toco suave,
escuchando los jadeos
de la melodía.
Más líneas,
y mis ojos no
se cansan.
Podría estar
leyendo hasta
el infinito
con la relajación/excitación
de la buena poesía
y algo de cannabis.
Con las ideas
que me entran
para yo descubrirlas
y ordenarlas, y
después seguir viviendo,
viviendo.
Es pronto
y como una culebra
mi estómago se queja.
Hoy quiero hacer
de mi vida
una complacencia.
Voy a pensarme un
menú improvisado,
y con la casi irreal
relajación
del cocinero,
encenderé algún fogón
y cogeré el
cebollero, para nutrirme
de mi arte
sin olvidar la
cantidad de almas
que suplicarían
por nuestras migas,
las de los seres
privilegiados y nunca
con sanos remordimientos,
cuando sirven para actuar,
de mi a vosotros y espero
que de vosotros a mí.
La cuchara parece
ser hecha de peces cocinados.
Un caliente sabor a mar
me sumerge en la deleitación,
y mi sed la sacia
Un zumo de mango,
soñando que estoy
en un trópico azul celeste,
junto a tamboliradas
y caderas suscitando…
Pero la sopa se acabó,
como en momentos mi vida
después de cada copiosa
Comida. Y ya llegan las horas
se la música armoniosa,
los sueños (que siempre
pediría a mi no Diós)
que fuesen entre
ninfas bajadas a la
tierra, desde los paraísos
creo que falsos, creados
por los seres, me parece que
pensantes.
Y pensar, pienso
en que mi T.V.
No me sirve,
si no tuviese
D.V.D., y
películas para ver
ese instrumento de difusión
para un pueblo
engañado,
volaría por mi ventana
planeando como gaviotas,
que son mi despertar
mañanero. (Total que
cuando miro la T.V.,
siempre apagada,
me acuerdo del piar
de las gaviotas
asesinas de una Barcelona
repleta de ondas que son
información manipulada,
deleite de los poderosos.)
Mi mente viaja,
yo excitado
en mi cama,
con pura pornografía
entre yo y ella.
Imaginarse lo que
podría pasar
y que quizá no pase.
Y le dejo la camiseta larga
de rigor, y le da por cambiar
de música agachando
el torso, a mi vista
aparecen sus nalgas
separadas por la diminuta
tanga.
Y como mi imaginación
es la que me excita más,
empiezo a tocarme
a la vez que la imagen
de mi jugando con su
clítoris y su ano me hace
gemir de pasión,
y el enlazado de nuestras
lenguas hace sólo que
ella sea más mía
que si realmente estuviese entre
mis sábanas.
Y viéndole la vagina
en posición canina
o desde el suelo
(ella de pie)
me lleva hasta
el éxtasis en mi
y su imposibilidad.
Ritmos,
música frenética,
ante mis gritos
solitarios.
(Cuánto me gustaría oírte
gritar.)
Pero la masturbación
es cosa individual.
Ritmos, ritmos
de mi mano sin
contar,
sin minutos ni
horas, sin llenarte
(mejor que no, gracias).
Yo puedo ser individual
en la acción,
pero como siempre
todos los orgasmos se
deberían compartir.
Aroma profundo
que me llena
en la soledad
de mi apetito.
Lubina libre,
que te asesino
a pesar de mis
carencias
y sabiendo
que la sangre
no es lo mío.
Colores y sabores,
plato profundo
que te encuentro
desgarrador.
La sinfonía
suena, y me
mantiene despierto
en la hora del cansancio.
Y creo que llegaré
a soñar en
esta hora pedida
y recuperable.
Y que sea relajante
(este sueño) armónico
o simplemente sensual,
cómo tus pechos
(casi en lo cierto)
sabrosos. Aunque no los he probado.
Mirar,
componer,
encuadrar,
medir y
disparar.
El arte tan
sólo son
sensaciones.
Veo lo que
siempre encuentro
oculto, máquina también
registradora.
Blanco y negro,
vida y sueño,
nunca se puede
renunciar
a la esencia de
los gustos.
Quiero repetir en la
esencia de los sentidos,
entre auditivo y
gustativo,
por eso mi dulce
café con leche
mientras mi Chavela
desgarrada le canta
a mi profundo corazón.
Recibo una llamada,
la mujer de mis fantasías
llama y su dulce voz
me excita, no quiero
colgar nunca, y mis sueños
se realizarán
mientras mi yin y mi yan
sean armónicos.
Y veo el árido llano
en la tele, y me acuerdo
de la inexpresión
de mi antaña soledad.
Y no quiero colgar, a los
segundos notaré una
ausencia de mí mismo en tú
ausencia.
Ficción, ensayo
de realidad,
lo natural, y la
psicología plasmada
en imágenes,
Y las historias mil
veces contadas
y siempre diferentes
discurren ante mis
ojos, y como
la vida no es
eterna tampoco o siempre
durará esta actuación,
La de una Rita siempre
mala y cautivadora.
He quedado en una tarde
en flor en la caótica
ciudad, con la mujer de mi vida,
que no es y no sé si será.
Su escote miro, y nuestros tés
nos calientan del alejado
templado invierno, y voy a esperar
a mi hermana la luna
para darle un beso y
cantarle no sé qué de su Colombia
y mi excitación.
Estoy en el paseo de
la locura, donde
miles de personas
corren en vez de vivir.
Deseo meditar y conocerme,
¿lo conseguiré?
Soy un traidor de mis
instintos.
La medicina de la
realidad me hace
estragos
en mis noches
de insomnio.
Tan sólo quiero invitarme
unos minutos en el
día libre de la
sentimentalidad.
Mi droga nombrada
por los expertos
cafeína. A veces la necesito
para mis nervios
letárgicos.
En una hora cualquiera
como esta
del café con leche
tardano, con cigarrillos
y melodías
en la casa, la de pocas
veces sexuales
(aunque aparezca a veces individualmente)
La de las lágrimas.
Tengo los sentimientos
brotando por cada poro
de mi piel
Hacia el espacio desconocido.
¿Qué puedo hacer con ellos?,
¡Comérmelos o llorarlos!
Lo mejor es darlos a conocer
a los enemigos del corazón
y los filmes clásicos,
A los antipoetas
y porreros suburbanos que
ya se han olvidado de querer.
No es hora de nada,
de esperar,
quizá de escribir un Haiku,
sentimental, romántico,
quizá de relajarse
y esperar a que
una voz querida
me descubra
de esta burbuja
en la que estoy
indispuesto.
Quizá esperar.
Quizá seguir esperando.
Ya me has llamado.
Sólo quiero decirte,
¿qué tal amor?
Mi vida son las letras
Y lo eres tú.
Por eso después de oírte,
lo único que me apetece
es seguir leyendo,
cosas útiles
y diáfanas
para las vidas
que se olvidan
del arte.
Para mi son
pasión.
El amigo se interesa,
“huevón ¿cómo lo llevas?”
En ese momento
la factura de teléfono no importa.
Yo la amo
(le digo)
yo quiero y no puedo
(me dice)
Para eso sólo hay una
Solución:
Invitación a lasaña
de verduras,
(en tu casa o en la mía)
con posterior película de Godard.
y a disfrutar
yo amando a mí amada,
el analizando.
No sé si será la hora,
el tiempo de abstinencia,
pero mi cuerpo y mi mente
necesita introducciones sabrosas.
Hace calor, quiero agua
azucarada con sabor a
piña o papaya,
a melón o mango.
Ha llegado la noche
y la fruta (según mis costumbres
debe preceder a la inconsciencia)
¡Démosle vitaminas al cuerpo!
Hoy cosa impredecible,
supongamos que no duermo con mi
novia,
pero mi mente viaja
por su boca, su ano,
y su sexo.
Yo empiezo a tocarme
y a pesar de su ausencia
la gozo, y como loco
por mis paranoias
sanas sobre ella,
mancho mis inmaculadas
sábanas. Y brindo con un té
por estar juntos.
Qué peligrosas son las ilusiones.
Mi mente viaja
entre mis sábanas,
ideas inconexas
del día y de otras vidas
quizás no vividas por mi.
Y el cielo se va apagando,
la luna deja de brillar
a la vez que mis pesadas
pupilas no aguantan más.
Y yo sin saberlo
sé que va a ser como
el no vivir
durante un instante
que durará
siete o nueve horas,
cuando a falta de gallo
la distorsión horaria del
vecino me despierte.