Los textos que constituyen este poemario los redacté entre 2005-2006.
Cómo por el curso
del río de las oportunidades
pasea mi espíritu.
¿Por qué nadar
corriente a favor
en un mundo
fingido, donde
la comida
no sólo nutre
sino también clasifica?
Voy a discurrir hasta
la autoayuda de
mi transformación.
Retorno a la esperanza.
Escucho a las conchas
de la libertad.
¡Quiero enormidades!
entre el campo
y el cemento dista
el calor y la frescura,
¿qué he de coger
hasta encontrar
mi asiduidad?
Volando (sin control)
mi pluma no se detiene
ni en el dolor
ni ante el calor.
Pluma que transmites
todo un mundo
genuino y quizás atroz,
y que buscas
la sensualidad
de tu significado.
Si la felicidad durase,
mucha gente estaría
transmitiendo oportunidades
a las que me agarro
como acto.
(En el presente
se sufre, en el futuro
se muere, el pasado
ni mencionarlo)
Como cantando
voy transformando
mi realidad
en tranquilidad.
Curva apetecible,
y con mi café con leche
te observo con ojos
de futuro placentero.
He leído a mis
grandes poetas desgarrados,
porque no comprenden la
norma, y el futuro
les parece demasiado lejano.
Y viví agarrado
a una botella de cerveza,
vivo líricamente en la ficción,
y viviré entre la realidad
y mi imaginación.
La única mujer
me preguntó afirmando
¿Bailas este swing
para escapar de lo
cotidiano y calentarnos
sin promesas ni futuro?
Las calles de las sombras
me espían
en mi intercambio
de desilusión por vida.
Conocí a una chica
de senos duros
y sonrisa interminable.
Quería poseerla hasta
el final de los días.
Ella me miraba con cara
de curiosidad.
Mi semblante desprendía
complicidad.
Tranquilízame, noche
con su música,
viento que despierta
la voluntad
de vivir.
Y como puedo
pensar en mi apetito
físico si el emocional
no está cubierto.
Existencia, esperanza
pellizco en un alma
luchadora, para despertar
la voluntad.
Hace tiempo
que no gimo
acompañado,
y despierto
oliendo humedades
ajenas. ¿me hago falta?
Yo soy sólo eso,
una necesidad animal,
una noche de sexo
e intimidad.
Empieza a calentarse
el optimismo, sin ebullición.
Corriendo por los lugares
en que tus problemas se
asientan, barridos en instantes
donde los suspiros
son reconfortables.
Y la piel se estira
como tomando el sol
de la tranquilidad,
y el yo pasa a ser
personaje principal
de tu novela dramática,
de la historia en parte
inconfesable de los
avatares angustiosos
pero que al fin parecen
cada vez más primaverales.
Oigo el rap de la
gran protesta y la
injusta ciudad.
Y en mi interior
se remueven
las rebeldías pasadas.
Y como un gran
prostituto me compro
la obra completa
del que nada se
y su más escondido
ser sabré.
Y conoceré a alguien
que como yo tenga
intimidades que contar
aunque el mundo
siga podrido
los dos sacaremos la
verdad (o no) en forma
de ilusiones.
Día de sol caluroso
en invierno.
¡Quiero el frío
y el buen abrigo!
Corazón palpitante
ante ti, que alimentas
mi ser como los
rayos del gran astro.
Quiero conocer la
esencia humana para
hacerme íntimo
o alejarme definitivamente.
Como el eterno pastor
descanso pero sin prado.
Mi sombra de roble
son las aceras interminables,
sus transeúntes es el rebaño,
pero que yo no controlo
y los esquivo para hacerme
más individuo.
Y lo único que consigo
es un yo sumergido
en la causalidad, (o será casualidad).
Corrigiendo erratas
de mis emociones,
consigo elaborar
la frase de mis
pasiones, que empieza
por nosotros.
Canto único de unanimidad
cuando sólo hay intenciones
bélicas, y a mi alrededor
suena una canción
en forma de idea:
la dulzura de la gente
ya no existe,
y yo quiero conseguir
tranquilidad.
Mi hembra en flor
existe, la desesperanza
va menguando
y se transforma
en alimento
de ilusiones.
Aniquilar tormentos
debiera ser la
fe de los que
todavía creen.
Campo sembrado
de espinos
se convierte
en realidad.
El otro día
vi que la
desesperanza
se diluía
y marchaba
durante minutos
medio exentos
de realidad.
Incertidumbres vivientes
que os alimento
activamente, pero
con gotas
de irrealidad.
Yo no tengo balcón
dónde ver las
miserias de la
vida real.
Debo bajar
los peldaños
añejos
para observar
las vidas
que vienen y se van,
interesantes, destructivas
o hermosas,
que sin decirme
nada, me dicen:
eres capaz de
sentir nostalgia.
Me pondría un clavel
en la oreja
si la vida no
fuera lo que es:
apariencias y desilusiones.
Y aún así voy a
viajar hasta mis primeros
días en forma de versos,
para esperar que
no me superen las
consecuencias
de este sol que
no para de irradiar;
en conclusión:
cada vez hay menos agua
que de la vida.
Mi bolsa es pesada
por los libros
de la sabiduría
que siempre me
acompañan y a los
que sólo abrirlos
me vienen las sensaciones
de la concreción.
Dos pasos a la
vera del mar
equivale al
vuelo hacia
la libertad.
Cuando visto de negro
aparento el ser oscuro
que soy. Si vistiese
de rojo saltaría a la vista
la pasión que hay en mi.
No quiero conocer
el destierro
de mis sentimientos,
porque la vida
es verde y azul,
y leyes de la naturaleza.
Hago una foto
de la reconstrucción
del tronco de
mi parte
interior de flotación,
destino a la sabiduría.
Ordeñando me paso
el día, y por la
noche una mujer
que no es la de
mis sueños me
toca, para
dejarme por delante
una noche pálida,
hambrienta, donde
los excesos aparecen
para después sumergirme
en espasmódicos sueños.
Hace tiempo que
me propuse tirar
el teléfono, pero
en mi soledad
necesito voces amigas
que me allanen
del arduo camino.
Como un perro
soy, siempre
con apetito,
pero la hembra
en celo queda
lejos de mi realidad
y cerca de mi
imaginación.
El sendero
que llega
a la satisfacción
quiero encontrar.
Cogeré el tren
antes de que parta
(o por qué no),
en su trayecto,
para llegar
al mundo de
las risas sinceras,
donde dan placer
los olores y los
sentimientos
comienzan a florecer.
El humo impregna
mi habitáculo, desordenado
y húmedo. Intento dormir
pero mi cabeza da vueltas
como el buitre ante
el ser inerte.
Decido que no es el
momento de pensar,
y la música tranquilizante
tiene un aire de sensualidad.
No conozco a nadie,
y el rojo proporcionado
por los cachetes en tus
nalgas me traen
recuerdos de indiferencia.
Hoy es el día de
la actividad desenfrenada,
el día de la manifestación
de mis ilusiones (y desilusiones).
Y por no llamar a actores
que interpreten mis textos
me quedo apacible en un bar,
con mi café de la erupción.
Noches despierto,
abierto a experiencias
no encontradas,
días de cansancio
pero con la veracidad
de mi primer optimismo.
Reconociendo mis dubitaciones
deambulo por el espacio
de humo de mi
sangrante ciudad,
con el intento
de auto conocerme
sin necesidad
de espejos.
Experiencias exprimidas
como el fruto
del placer,
entre real
e imaginario,
sin dejar de sentir
el instinto animal
que nos supera.
Entre la vida
y la muerte
tan solo nos queda
la sensualidad.
El tazón de leche
con miel, me lo
preparo antes de
dormir, para soñar
con el calor de
mi interior.
Sexo, solo quiero
sexo bélico
en el mundo imaginario
de la tranquilidad.
Al paseo intransitable
lo atacaban los rayos
de un sol
que hacía transmitir
olores propios y ajenos
mientras caminaba
con pasos de perplejidad.
Mi equipo no ganó,
ya que ellos son
los míseros y extinguidos
del placer de una
vida donde todos
comen sin apetitos
los colores de la naturaleza.
Callejear sin rumbo,
con paradas para
un buen te y unos
versos. Y una
voz se eleva y
llega a mi
con ritmo de swing.
Y sigo callejeando
rumbo inexacto.
Mirando gentes,
mirando pechos
móviles,
De finas mujeres
que alteran mi imaginación.
Hoy llueve o brilla el
sol, es el día de
la contemplación.
Tengo sed,
y no hay nada
mejor que montar
en el tren y dirigirme
a la fuente de
mi imaginación,
entre el rocío
y los pinos,
divinos bosques
vírgenes que estáis
a minutos, a horas
de la ciudad
de la agresividad.
Trazaste líneas y
al final nació
mi retrato de
la expresividad.
Aceras manchadas,
donde un resbalón
es fatal para
el equilibrio
de mi vergüenza.
Coge de mis pitillos
que la vida
es tan solo
generosidad.
Subo los cinco
pisos sin ascensor,
con el corazón
agitado, pues
sé y no sé
lo que se avecinará:
luz entre la
oscuridad de
las vidas,
entre calles
y rascacielos.
Siempre llevo una
libreta junto
a mí, para
explicarme
lo complicado
de mi interior.
Cuenta, cuenta
hasta la hora
de los sueños.
Historias venideras
dadme comprensión
de las horas
de desasosiego.
Entre las ramas,
sobre las verdes
copas de los árboles,
observo la vida pasar,
que de vez en cuando
me da un pellizco
pendenciero en forma
de piel suave.
Leo a los grandes
para que me expliquen
los vericuetos
de esta enferma
sociedad.
Túnel lleno de claridad,
vuelo como una luciérnaga
en la noche
de las vidas surreales.
Y quiero llegar al final,
junto a la pirámide
construida por seres
asesinados por sus gentes.
Arriba la claridad que
a través de mis ojos
se cierne sobre mi.
Ya no hay espiritualidad
entre los vivos de
enormes despertares.
Arrecife curioso
que rompes el mar,
quisiera ser como tú,
fuerte y hermoso,
anciano y enérgico
En ti me acomodo
para descansar
de las horas de espanto.
Sofá táctil y sumiso.
Paseo por los bares
que normalmente
tienen una luz tenue
como si me despertase
en un amanecer
permanente.
La bola del mundo,
a punto de caer
por un gran precipicio
se recoge en la atmósfera
que nos crea ilusiones,
cuando el ir volando
por ella no puede significar
mas que ausentarse
unas horas,
para llegar a conocer.
Sorbo la taza
como muchos
lo han hecho antes
de mi.
Pero con la diferencia
que da
mi tranquilidad.
Bebed, os diré
cuando estéis
a punto de deshidrataros
por las lágrimas,
que la vida es sol
y agua.
Inhalo de mis cigarros,
en la ciudad del humo,
donde como si oliera
a quemado se ven
malas caras, y
mi inconformismo
me lleva siempre
a la misma pregunta,
¿qué sentido tienen
estos monstruos
de cemento?