¿Qué sería de nuestra vida sin nuestros contrastes? Para Heráclito la vida y el mundo, eran una lucha de contrarios. ¿Es el contraste también lucha de contrarios?
El contraste se da, porque existen dos cosas diferentes, pero no por ello son contrarias. Lo contrario es lo opuesto. La esencia y la razón de ser del contraste es su modo de hacer resaltar la imagen, la conversación, el acto sexual o el texto literario. Se basa en la sorpresa, en lo inesperado.
Para que la vida tenga alicientes, y no se sea monótona y aburrida, se necesita del contraste. Por otro lado, las partes de lo que contrasta, no obligatoriamente están en guerra peleando.
El contraste puede ser violento pero la mayoría de veces no lo es.
¿Quizás muchas enfermedades mentales provienen de la percepción e interpretación errónea de los contrastes de la vida? ¿Se podrían tratar terapéuticamente esas enfermedades reacomodando y haciendo más objetivos los contrastes?
¿Quizás, cuando las dos partes que contrastan entran en guerra, es cuándo la percepción del individuo, que percibe su sintomatología, quizás violenta esta, padeciendo una patología clínica psiquiátrica de algún tipo en concreto…?
La vida es difícil, pero en ella además de dificultades, hay mucha irrealidad. Casi todo lo que nos rodea no es como lo vemos, o está deformado, o exageradamente ampliado o disminuido.
Entonces, ¿quién dice que los contrastes percibidos sean tal como se nos presentan? Y, las enfermedades detectadas clínicamente, cuyo origen son los contrastes desmesurados, supongamos que en realidad no son tal patología, sino una deformación, ampliación o disminución diferente a la del común de la gente al captar la realidad y sus contrastes.