“Viendo una película en el cine, quería ser como el protagonista, y que la princesa fuese mi pareja. Acabó los peli, se hizo la luz, y la mujer de mi lado era una princesa…”
Leyó y releyó el principio de la historia que estaba escribiendo. No le gustaba, le parecía cursi. Borró lo escrito, se vistió bien y salió a beber.
Qué vida más perra, pensaba, escribo, no me gusta y bajo a emborracharme. No tengo mujer, y escribo sobre mi mujer pensando que es una princesa.
Con la vida no bastaba para él, con la literatura tampoco, le faltaba un gran amor. Sin él su vida andaba cojo. Había tenido novias, pero siempre le había ido mal con ellas. No se lo podía explicar. Cuando salía a beber, no intentaba ligar, lo daba por perdido.
Pero un día cambio su suerte. Entro en el bar de siempre para beber, y tres mujeres despampanantes se lo quedaron mirando con gran interés, con pasión. O al menos eso es lo que percibió él.
Las tres se conocían y se fueron a beber con él. Estaba en un sueño.
Al acabar la noche dos estaban completamente borrachas. La que se mantenía en pie, fue a su casa, donde nació un romance sin fin, hasta que la muerte los separe, con mucho sexo y mucho alcohol, pero realmente mágico y sincero.
Hasta que un día, la muerte los separó, ella se fue con otro, y él se convirtió en un muerto viviente, sí, como el título de la patética película de terror.
No salía del pozo, creía que nunca volvería a ser feliz, hasta que la suerte le volvió a cambiar. En el bar de siempre, se encontró con las dos mujeres que acompañaban a su ex cuando se conocieron, no habían subido a su casa por estar demasiado borrachas.
Empezaron a beber juntos. Esta vez acabaron los tres en la casa de él haciendo un trío. Para sorpresas del destino empezó a salir con las dos. Tenía dos mujeres. Él estaba feliz, ellas también. Y la vida continuó, curvilíneamente. A veces mejor a veces peor, pero nunca volvió a pensar que las relaciones sinceras, obligatoriamente son hasta que la muerte los separe. Aunque en su caso sí, porque siempre acababa convirtiéndose en un muerto viviente.