Los relatos solían comenzar con la frase, había una vez, pero este relato no empieza así, si no que comienza con la frase, aquél día como como muchos otros es para olvidar…
Resulta, que aquél día, a Sandra todo le salió mal, hizo el amor con un desconocido, o, como era desconocido podríamos escribir, folló con un desconocido, pero a mitad del acto, excitada, se acordó de que a esa hora había quedado con su novio, era su tercer aniversario, lo había dejado plantado. En el momento en que lo recordó y se le pasó la excitación, el novio entró en su casa y vio a su novia y al desconocido follando. Desencajado e histérico, empezó a golpear al desconocido, entonces Sandra, para que no ocurriera una catástrofe, le atizó un puntapié a su novio en las partes. El desconocido pudo huir, el novio cuando se recuperó cogió a Sandra, y debido a su ira, la violó salvajemente, Sandra llorando dijo, me lo merezco, pero que sepas que no es la primera vez que me acuesto con un desconocido, ha habido muchas otras veces. El novio salió de su casa arrojando las llaves a su dueña, su ex novia.
Cuando Sandra se calmó, intentó explicar su experiencia, su trauma en verso. Todas sus experiencias las poetizaba. Cuando estaba a la mitad de su quinto poema, recibió una llamada, le dijeron que su padre había sufrido un ataque cardíaco. Siempre había tenido una relación distante con su padre, fue al hospital. Los médicos le dijeron que lo habían cogido a tiempo, si hubiese llegado al hospital quince minutos más tarde, habría fallecido. En ese momento llegó su madrastra. Era una mujer cruel. Cuando falleció su madre, Sandra tenía diez años, su padre ya tenía una sustituta, la madrastra, que la había maltratado, o eso pensaba Sandra, por las continuas afirmaciones sobre sus escasas capacidades intelectuales, que le recordó durante su niñez y adolescencia.
La madrastra no saludó a Sandra, que le dijo, tranquila todavía la herencia no es tuya.
Sandra, se fue del hospital sin hablar con su padre, se despidió de sus pocos lazos familiares que tenía, decidió no volver a ver a su padre.
Luego, llamó a su novio o ex novio, le explicó lo ocurrido. Le dijo, ya no tendré más amantes, he matado a mi padre, ya no necesito más padres. Si quieres olvidaré lo de la violación.
El novio por la noche fue a casa de Sandra, bebieron unas cervezas, comieron pizza, y vieron La mujer del Cuadro, de Fritz Lang. Acabaron la noche haciendo el amor, como si fuera la primera vez.