La interpretación es como una esquizofrenia requerida por el actor.
El actor, se desdobla y se convierte en otra persona. Se ha de obsesionar con esa otra persona en la que se convierte. Y en el momento de interpretarla, ha de sentir que es ella, no se siente a sí mismo. Si no ocurre esto, la interpretación no será de calidad.
En muchos aspectos, en las vidas de las personas acurre algo parecido. ¿Cuántos yos hay dentro de mi mismo? ¿Y cuántos tus hay dentro de ti?
Los individuos son cambiantes. ¿El que ahora está triste, es el mismo que el que después está desesperado? Para empezar, el sentir ha cambiado de un momento al otro. Pero la materia tampoco es la misma. ¿En qué consiste ese yo en el que tanto se ha pensado a lo largo de la historia de la filosofía?
Foucault, mató al yo, influenciado por la muerte de Dios nietzscheana. Ortega dijo que yo soy mis circunstancias. Pero las circunstancias son externas a mi mente y mi cuerpo.
¿Yo soy tan importante que no existo?
Hay muchos textos en los que se piensa el yo, pero realmente ¿el yo es posible ser pensado?¿Es algo lógico y tangente?
Quizás antes de pensar el yo se tendría que pensar el ser. ¿Qué es ser? Aquello desconocido que nos forma y que compartimos todos los seres vivos y no vivos. Además de qué es una incógnita y lo compartimos, en cada individualización el ser se muestra particularmente. ¿Quizás tenía razón Heidegger y se ha de volver a repensar el ser, el objeto de la metafísica, ciencia en crisis y en desuso?