Surcando el horizonte en la mar,
en nuestro navío soñado,
dónde se come a deshoras
y se ama al ritmo de la marea.
Y si atracamos en algún puerto,
¿será en la isla
de la dicha permanente?
Cielo limpio donde igual
que las aves, nuestras
imaginaciones vuelan hacia
mil parajes, mil mundos,
mil ilusiones que tan solo pueden
compartir dos amantes como nosotros.
Escuchando las melodías del jilguero
siempre parecidas a tu pacífica
voz, como en un prado
dónde solo se oye el viento,
los grillos y las aves.
Ese es tu canto al firmamento
y a tu amor, yo desnudo
en la intemperie.
Tu cabellera me guía por el camino de tu espalda
hasta tus preciadas nalgas.
¿Qué mas pedir a la exultante naturaleza
que tu divino y desnudo cuerpo de mujer?
Creando círculos en la vida
que dejamos atrás,
ahora llega el del amor
que ha de ser del tamaño
de nuestra existencia,
y nosotros cantando
la trova de la ternura
al mundo extraño pero nuestro.
La puerta se nos ha abierto,
solo hemos de penetrar
al jardín de los crisantemos
y los besos para silbarle
a la mar la melodía
de nuestro amor imperecedero.
Quiero deambular por mi mundo
y por el tuyo, mujer vivida,
de sonrisa transmisora
de su realidad.
De terciopelo, tu mirada
es de terciopelo y tus manos
me inundan como el sol.
Mujer, que tu boca
no solo sirve para besar.
Los dulces mangos
de nuestro futuro jardín
maduraran al ritmo
de nuestra futura alegría,
lentos y sin pausa.
Tus labios carnosos,
también por el calor
me hablan con besos,
como esa leve brisa
que dice y acaricia,
que refresca y despierta
en la marea de los olores
a sexo y a mar.
Los ojos despejados quiero verte,
mujer de sentimientos intactos,
aire interior original
y cuerpo virginal que las dificultades
las trampas y encima tu sonrisa
nunca se cansa.
Luz que me acechas
y quiero verte,
y eres forma de alas de mujer
con la que viajo y viajaré
por mi interior
y tu interior,
con la canoa
tan imperecedera
como nuestro amor.
Lunas presentes, como simples vidas
circundantes a nosotros.
Deberíamos pastar y nutrirnos
con la esencia de la tranquilidad,
en un lecho de amor,
al ritmo de la pasión.
Eres la mujer,
como el roció mañanero
y la plenitud de una
gran luna nocturna.
Mujer de enamoradores pechos
y realistas pensamientos.
Eres la mujer en mayúsculas
cuando el viento te refresca
y el agua te sacia.
La primavera cayó
dando paso al verano
de la esperanza,
contigo, mujer, que al sol
atraes y tu sonrisa
es mi deleite.
Vientos de la mar,
ya no hacen falta
veleros para conocer.
Vientos eróticos, vientos
de amor recorren
planeando nuestros cuerpos,
y con su fuerza nos refrescamos.
Sabiduría individual que nos das conocimiento
en formas de vivencias que han pasado.
¿Qué es lo que hace de ti la única
madre instintiva que amas sin más?
Estirada y desnuda esperas.
Tus curvas en el lecho me hablan,
de amor, de futuro. Y yo como
embalsamado me excito por tu voz
y tus labios ya degustados.
Como dos vírgenes amantes vivimos
nuestra historia ya eterna.
Y tú eres la mujer, no puede ni podrá
haber otra. Eres mi sueño convertido en mujer.
Eres el dulce más interesante que
me ha regalado la vida. Las sábanas
junto a ti se vuelven poesía y
tu aliento me hace viajar a los mundos
de la frescura, de la hierbabuena que me incita
a besarte.
Entre las palmeras de las américas descansaremos,
amándonos en la hamaca azul, roja y amarilla,
esperando que los vientos tropicales nos muestren
nuestro siguiente destino soñado, el lugar del amor
permanente.
Vista por detrás me vuelves desenfrenado,
por delante tu mirada me secuestra y
me lleva al país de la claridad.
¡oh, mujer con tus dos ciudades y un
cielo siempre limpio!
Luz divisoria entre el cielo y el mar,
entre nuestro amor y la noche,
en que los lloros del desespero y tu
insomnio, van casi unidos. Roguémosle
a nuestra madre la luna por el descanso
perpetuo y sin fronteras.
Mi mujer,
la que siempre he soñado,
que apareciste en el momento indicado,
eres tanto mi miel como mi abeja,
construyendo ambos
un panal imperecedero.
Eres como una estrella
que ilumina mi camino,
la guía, cómo luciérnaga sensual
y transparente…
y que así sea siempre.
Entre el mar y tu sonrisa navego,
y como si fueses las velas
nos hablas del camino.
Oh mujer de labios solos
que pronuncian y besan
sin pedir permiso a nadie.
Mi luz, único líquido
que calma mi sed,
mujer húmeda
con vida interior,
mujer íntegra como luna
siempre creciente,
cómo me iluminas.
Mi sueño arrastrado
por la corriente de la mar
eres tú.
Mi mujer caoba de tez,
amplia mente y
sano corazón,
mi mujer.
Sangre responsable
y amorosa, fluye
por nuestros arroyos emotivos,
madre sensual
que tu corazón me erotiza.
El camino y tu persona,
que como a estrella fugaz
te sigo,
cuando ya me lo has dado todo,
dado todo.
Olas de sentimientos
navegan en mi cuerpo
por ti,
mujer de aseado corazón
y brazos que me saben dar calor.
Y sigues volando
con tus alas
llenas de sabiduría,
que nos quieren llevar
a la selva de la felicidad.
De perfumes tus instintos,
de perfumes rojos calientes
que me atrapan
y tu corazón….mío,
solo mío.
Que mente más reflexiva,
y con labios cautivantes,
cómo me enamoras.
Creativa en verano,
gran pensante en invierno,
pero siempre con curvas
que me incitan.
Dama estéril,
que tus dolores
y mis pesares
acaban en alegrías,
que tus amaneceres
y mis despertares
son siempre luminosos.
Mi dama.
Mi querida margarita
blanca por tu paz,
por nuestra paz,
que deshojaré,
cuando ya nadie más
pueda hacerlo.
mi amada margarita.
Mi mujer,
erótica por donde la vea,
mi mujer,
sensibilidad es su retrato.
Mi mujer,
con los brazos extendidos,
como paloma blanca de paz,
así te veo yo,
extensa pero cercana,,
y siempre con ese lado
de rebeldía ante la injusticias.
Entre poemas y prosas
te amo cada día más.
Tus alas me hacen volar,
mi Dulcinea boreal privada,
aroma oriental,
sangre latina.
Alas imperecederas,
que vuelan y me hacen volar,
como mariposas doradas
siempre por el camino de la paz
y de nuestro amor,
y en familia, perpetuamente
en familia.
Rayos de claridad
entre inseguridades,
tu camino
con aroma de mujer
que mi corazón y el tuyo
se unifican
para calmar mi sed.
Ojos con claridad
Por su sabiduría,
que entre tiempo
y encuentro
siempre eres tú misma.
Animal bello y oloroso,
cuánto te amo…
Tu mirada me reclama
y me provoca pensamientos
de amor,
y te gritaré como los prados
a la lluvia,
¡te amo!
¿Y en cuántas lagunas
haremos inmersión
sin ahogarnos?,
tú siempre pintada
de azul de la inmensidad
del mar y del cielo,
y yo, debido a que
los rayos solares
me persiguen,
vuelvo ya casi
a ser fuego para ti.