El escritor

Siempre se sentía presente cuando la tranquilidad inundaba su cuerpo, debido a haber terminado de corregir el texto. Se llenó la copa de vino tinto y dando sorbos, se preguntaba, ¿ahora qué ve a ser de mi vida? No tenía nuevos proyectos, ni ideas sobre lo que quería que fuese su futuro.

Lo que si sabía es que había otras ciudades que le llamaban. Que las correrías y juergas llevadas a cabo hasta este momento no eran nada en comparación con las que vendrían. ¿Acaso sus cincuenta años, con diez novelas publicadas, seis libros de poesía, alcohólico reconocido, y ex mujeres indignadas a diestro y siniestro no era suficiente para poder asentar la cabeza?

Sus familiares y amigos íntimos creían que solo había una cosa que le pudiese hacer tomar la vida con más parsimonia, que su hijo Braulio volviese de Colombia, para estar con él. Hacía ya quince años que no lo veía. El vacío en el corazón, y la amoralidad que reinaba en él, seguramente se debía a la falta de amor de su hijo. Pero su ex mujer, su quinta ex mujer no lo quería ni ver, y no dejaba que el hijo de ambos, Braulio, de veintiocho años se le acercara.

Se supone que las personas mucho antes de los veintiocho años son capaces de controlar sus vidas, pero Braulio o no la controlaba o tampoco estaba interesado en ver a su padre.

Las personas creativas, los artistas, tienen una visión totalmente genuina del mundo y sus sucesos. Ignacio, como escritor, y hombre al que le gustaba y se manejaba bien con pinceles y grabaciones de vídeo, tenía la filosofía, de qué si no te quieren, quiérete tú, y si ni tú mismo te quieres, quema todos los cartuchos en la noche y sus vicios.

Según su radical filosofía, él no se quería. Tampoco quería a los otros. Al único que quería era a su hijo, quizás en forma de amor platónico, ideal, ya que en persona hacía mucho tiempo que no lo tenía. También a sus numerosas amantes, cada vez que se acostaba con una, creía amarla locamente, pero al acabar el acto sexual, su interés por ella se reducía ostensiblemente.

¿Cuándo conoceré a la mujer de mi vida? Pensaba en momentos de ofuscación y locura, debido a las grandes dosis de ron y hachís. Nunca, era la respuesta horas después, cuando la depresión por la resaca llenaba negativamente todos sus sentires.

Pero la vida da muchas vueltas, mientras escribía  versos y  prosa que tan buena aceptación tenía en el mercado.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s