Tus piernas,
te penetro,
me miras,
grito, sonríes,
termino.
Satisfecha me acaricias.
Cuando aprendí a acariciarte,
casi te cansas de mí.
Ahora más irascible,
me posees y no puedes
prescindir de mí placer….
Estaba pasando mis dedos
por los pliegues de tu vulva,
y llegué a la conclusión de que
eres única,
por tu dulce y olorosa
humedad,
por tus gemidos inmisericordes.
Otra vez comprometidos
nos reiniciamos.
La luz, el encanto,
el chillido, el orgasmo.
La división no existe,
y más cuando penetrándote
exclamo y deletreo morbosamente tú
afrodita personal.
La línea se debería basar
en ti: mujer de
néctares exquisitos
y sentimientos transparentes.
Su agujero,
mi cilindro…
Nos apretamos las manos,
pensamos sin darnos
cuenta, hasta que
llega un terremoto que
nos vuelve a poner los pies
en el suelo.
La/tú viscosidad,
mujer ideal,
gimiendo,
recordando,
temblando,
cantándole al placer
con tus mejores
melodías.
Hoy es el sexto día de la semana,
pero ya no importa,
porque copulamos,
sin que cuente el lugar,
la hora o la prohibición.
El placer de lo atemporal
de la sexualidad como
acción…
Veo tus labios vaginales,
te los beso
y la acción se va perpetuando.
Más tarde embestidas,
gemidos, risas y palabras.
La solución está en
nuestros instintos,
que los vamos llevando hacia
atrás y
acaban siendo físicos.
Dictan, obligan,
a abastecernos de placeres,
caricias e incluso espasmos.
Después de unas caricias
tu sexo carnoso,
tus labios chillones, me piden placer,
se inflan para bailar
la danza inconmensurable de
la copulación.
Horas sin descanso,
besos y penetraciones.
Nuestro sentir es una melodía
constructiva y contracultural.
Nuestros orgasmos se multiplican.
Comienza el optimismo.
La otra noche había luz,
la irradiaba tu sexo,
tu sonrisa vertical…
nos alimentamos gozando.
La inquietud reinante
la mitiga el placer,
la voluptuosidad del
gozo…
Los orgasmos por no tener
límites,
y sin pensar en la realidad del sexo,
somos unos guarros
cuando lo practicamos.
Somos placer,
indistinta la
hora y el lugar,
indistinta la alegría o
la tristeza…
Nos tomamos,
nos deletreamos entre
jadeo y jadeo.
Mi lengua, tus labios.
Sonrisa vertical.
Caricia,
y yo erecto.
Peso,
y yo sintiendo.
Sonido,
humedad,
tacto impúdico,
roce lascivo.
La penetración,
la locura por el placer.
Por nuestra comunión.
Te humedeciste
y yo de observador.
Te tocaste, y yo
excitado…
Llegaste al final,
y yo desesperado.
Las conclusiones siempre
son erróneas…
La vida por y para el placer y
si es carnal mejor.
La vida dispone
y tus piernas abiertas
me llaman,
me cautivan,
me succionan.
Las similitudes
transversales…
Las erosiones por el placer,
las caricias para nuestra
mutua satisfacción.
Los conocimientos no
sirven de nada
en el sexo…
Lo instintual reina,
dentro del cosmos del placer.
Las sesiones continuas,
el amor desmesurado,
el grito incansable…
Gritos de júbilo y placer.
Los jadeos no remitían…
nos tocábamos como nunca
lo habíamos hecho…
Nuestros fluidos se hicieron
presentes…
Después, el descanso.
Tus piernas son caminos…
Su final es una fantasía
cumplida… hay de nuestro
subconsciente…
Y nosotros borrachos de
amor y sexo.
La historia de nuestros placeres,
o los placeres que hacen historia,
el orden afecta al significado.
El significado debería ser
una sensación.
Las fantasías irrealizables,
con tus pechos generosos,
hipotéticas caricias,
hasta llegar al placer único.
Al unísono.
La intendencia ha de ser erótica,
las palabras guarras.
Los jadeos descontrolados.
Ya no hay austeridad,
gozamos tocándonos.
La línea divisoria está
entre la corrección y
lo incorrecto…
Al llegar al orgasmo te
diré dónde estamos nosotros.
Noches ansiosas,
pensamientos obsesivos,
tu cuerpo y tus palabras
siempre presentes,
practico un onanismo compartido.
Hay luz, y las palabras son
legibles:
Te hablo, te deseo,
sin esperar, desnúdate,
te iré desmenuzando de placer.
La insuficiencia
no está en mi vocabulario,
mujer que tus curvas son
mi obsesión y la
de los extraños.
La usurpación me da placer,
te robo placer…
Ya no hay piernas ni cabeza,
la materia es solo sensaciones.
Locura sexual,
te tengo,
te tomo,
te poseo y quiero,
aunque lo mío es como una
sensación insatisfecha.
La comisión,
te debo caricias
con intereses.
Te iba a proponer darte cinco
orgasmos,
¿cuándo los quieres?
Suponiendo gimo,
proponiendo copulo…
Todo gritos y jadeos…
Todo venires…
Dándonos…
Dedos trabajando,
instantes quebrados.
Mis pensamientos están
en y para el placer…
Mi sexo cansado todavía
pide.
La improvisación
sin planear,
nos acariciamos,
te penetro,
ya que me das te amo,
te retuerces y gritas…
¡Qué no se acabe
esto nunca,
espíritu del placer!
La trifulca era entre sábanas.
Nadie quedó ganador
ya que llegamos a la meta
en el mismo momento.
No hay memoria,
solo sensaciones que me
ofrece tu sexo,
que me ofrece tu boca.
La continuidad hace
la sabiduría,
no paremos de follar
mi amor.
Las protuberancias,
las ideas concebibles,
los espacios absorbentes,
los gemidos incontrolados.
Extremidades eternas, tacto,
sensaciones renovadas…
En el aquí y el ahora,
en el mundo del placer.
Cuando el cuerpo era el lienzo.
Similitudes eróticas,
pasión introvertida,
conociendo mis límites.
La ilusión de lo sensual.
Común acuerdo,
sentido sexual,
somos seres morbosos,
¿es nuestra esencia?
La liquidez,
caricias cumplidas.
La mirada, orgasmo visual,
la caricia,
jadeo impulsivo.
Ejemplo básico…
Sí al placer.
Piernas, pechos y caricias.
Besos, jadeos y deseo…
¿Falta jadeo?
Las similitudes siempre son
erróneas.
Las situaciones morbosas
irrepetibles y únicas…
¿No vamos todos a parar
al placer carnal?
Entre el placer y el dolor
entre el golpe y la caricia,
entre la cara de placer
y la cara de sufrimiento…
Los opuestos se tocan.
Oyendo palabras,
con miradas lascivas,
correteando una imaginación abstracta,
ante unas piernas concretas.
No hay ingenio,
la creatividad en la cama,
la sensualidad en cualquier lugar…
Somos porque sentimos,
sentimos porque hay vida.
La liturgia no tiene
nada que decir, ante
las humedades apremiantes,
y las penetraciones eternas.
Los puntos latentes,
las insinuaciones primordiales,
somos seres eróticos,
no hay condición que nos
caracterice más.
Ejemplaridades,
en forma de muslos
desnudos y bellos
recortados…
En el aquí y ahora,
pongo y dispongo,
miro y compongo.
La línea imaginaria,
los sistemas enervantes,
los masajes gratos,
las penetraciones terapéuticas,
los gemidos y el elemento…
La totalidad utópica en forma de mujer
satisfecha, húmeda y derrotada.
Piernas sensoriales,
bocas succionadoras, la punta…
El todo, lo místico en el orgasmo
voluntarioso y despejado….
La sencillez en forma
húmeda y gratificante,
¿es una utopía?
¿Es irreal?
Cuando las hormonas desorganizan,
y los gritos ganan la batalla.
La tolerancia genital,
los orgasmos compartidos,
las psicosis ilusorias
en la complementariedad
sexual.
Los intereses garantizados,
los supuestos imperfectos,
los jadeos incontrolados.