Terceto: Inquietudes y pasiones

1

Pedro estaba en su apartamento, desde donde tenía vistas al mar del Puerto Olímpico de Barcelona, concentrado en conocer críticamente las composiciones de piano de John Cage, cuando recibió una llamada.

  • Buenos días, ¿quién es?
  • Pedro, soy yo, Raquel, te he llamado al móvil y no lo cogiste, ven corriendo al tanatorio, a Ismael lo han encontrado muerto en su casa.
  • ¡Joder!

Pedro se vistió y sin apagar la música fue rápidamente al metro, camino del tanatorio.

Ismael era un amigo del colegio de Pedro y Raquel. Era la única persona judía que habían conocido. Una vez en el tanatorio, vio a Raquel, que estaba hablando con la esposa y los hijos de Ismael. Era el único del trío que había formado una familia.

Les dio el pésame y preguntó qué había sucedido, cuál era la causa de la muerte de Ismael. La esposa, Julia, le contestó que se había suicidado. Pedro, se puso pálido. Julia y sus hijos, lloraban sin parar.

Ismael estaba deprimido desde hacía dos años. Acudía a un psiquiatra y tomaba medicación intermitentemente y mal racionada. Julia les explicó que Ismael estaba enamorado, como siempre, de otras personas y que al ser rechazado, eso hizo empeorar su estado emocional.

El resto del velatorio fue triste y sombrío. Raquel y Pedro recordaron sus vidas junto a Ismael.

Luego, cada uno, se fue a su casa. Pedro, se desvió de la ruta y entró en el Macba. Estar ante obras de arte contemporáneas le relajaba y le ayudaba a pensar. Acabó concluyendo que la vida es tan efímera y contingente, que más vale aprovecharla al máximo cuando estás en ella.

Entró en un restaurante hindú y pidió el plato más picante que tenían. Mientras se lo comía, se bebió siete cervezas, siempre pensando y dedicándoselas a Ismael.

2

Veinte años antes:

Los vecinos oían los jadeos cuando hacían el amor, Raquel era una mujer ruidosa y disfrutaba del placer carnal. Pedro, a ritmo acompasado la penetraba lentamente sobre la cama, mientras, en el sillón de la misma habitación, Ismael tocándose estaba a la expectativa.

Después le tocó el turno a Ismael, que se la folló salvajemente. Al acabar con varios orgasmos, Raquel, con la cara desencajada, dijo:

  • Ya podemos ir a la universidad.

En el metro hablaban sobre Foucault, y discutían si realmente es el poder lo que mueve a la humanidad. La conclusión afirmativa no les dejaba satisfechos.

A los veinte años, pocas cosas dejan satisfecho. En el vagón del metro, a pocos metros de ellos, había una mamá con un carrito en el que iba un niño de unos dos años. En medio de una pataleta, la mamá le dio un bofetón.

Ismael comentó:

  • El poder nos gobierna.
  • Y el amor, contestó Raquel, viendo a una pareja abrazada de unos setenta años…

A la izquierda de la pareja de ancianos estaba un punki escuchando música con audífonos, las palabras de la letra de la canción, las podía distinguir cualquier persona que estuviera a siete metros a la redonda.

Llegaron a Plaza Universidad. En vez de dirigirse a la U.B., en un bar bebieron dos Gin-tonics cada uno, y fumando un porro se colocaron. La clase de Filosofía contemporánea sería más interesante así.

Asistieron a todas las clases de la tarde, para acabar por la noche en la cama de los padres de Ismael, abrazados los tres. Sus padres siempre estaban de viaje. Vivían en una casa modernista en Sarriá. Decorada con muy buen gusto, y repleta de obras de arte. La madre era coleccionista. El padre banquero. Ismael, para ellos, un alma perdida.

Pasaron pocas horas de la noche durmiendo, hasta que Ismael tuvo una pesadilla. Raquel y Pedro le oyeron gritar:

  • No, por favor, a mis padres ni tocarlos, el culpable soy yo…

En ese instante, despertaron a Ismael, que les contó lo que había soñado:

Estaba solo ante el estrado para juzgar a mis padres, a ver si podían entrar en el paraíso o no. Dios y los arcángeles decían: ‘sí, tus papás han sido buenos, pero sobre todo con ellos mismos, en ti no han creído, no te han abrazado nunca, piensan que no eres digno de ser su único descendiente, son egoístas, e incluso ladrones…’

Entonces, yo le replicaba al Jurado Divino: ‘La culpa es mía, soy mediocre, no me merezco su cariño, y encima, a veces los odio’.

El Jurado Divino entonces sentenciaba: ‘Los tres iréis al infierno, eso es lo que merecéis…y ahí me desperté’.

Mientras Ismael les contaba la pesadilla, Raquel se estaba liando un porro. Le dijo: ‘No te das cuenta del daño que te han hecho y te hacen tus padres… yo si fuese tú, me iría de su casa. Una vez acabes la carrera de Filosofía, con un trabajo de profe, seguiría escribiendo los poemas maravillosos que escribes, y a vivir la vida, pero eso sí, siempre los tres juntos…’ Y le dio un beso introduciéndole la lengua mientras le acariciaba la nuca.

Abrieron un Don Perignon, y mezclándolo con porros, se colocaron los tres, olvidándose de la pesadilla de Ismael, que tenía un subconsciente que le iba a jugar malas pasadas toda la vida.

Al día siguiente, fueron a tomar café con a unos croissants a la panadería de la esquina. Era fin de semana, querían ver una exposición de Tàpies. Se leyeron el periódico, en el bar, a conciencia y luego comentaron sus noticias. Cuando había una del conflicto palestino-israelí, Pedro y Raquel criticaban abiertamente a Israel. En cambio Ismael, intentaba justificar su política aludiendo a la historia del pueblo judío.

  • Siempre hemos sido perseguidos y echados de casi todos los sitios, envidiados y odiados, y eso sin contar con el genocidio nazi. Somos gente sin patria, desarraigados, y cuando hemos querido volver a nuestro lugar de origen… mira cómo estamos…
  • Pero por encima de la gente que lleva siglos en esas tierras, asesinando e intentando desplazar a la población. Están haciendo lo que os han hecho a vosotros… ¿Lo ves lógico o correcto? – Contestó Pedro.

Nunca llegaban a un acuerdo sobre los temas de actualidad… Eran tres individuos, que aunque muy unidos, mantenían su subjetividad y ninguna personalidad de uno de ellos aplastaba a la del otro.

Fueron caminando desde Ronda Sant Antoni, junto a la calle Floridablanca, hasta Plaza de España. Durante el trayecto, mirando el mundo, se llenaban de unas impresiones penetrables a cualquier persona con un poco de sensibilidad. Las que deja una ciudad en boga, ya que después de los Juegos Olímpicos de hacía dos años, estaba de moda.

Los intelectuales, emprendedores, y empresarios venían a Barcelona, o por ferias o a trabajar. El movimiento estudiantil se solidarizaba con las guerrillas latinoamericanas y los países en crisis.

Al llegar a la galería y entrar a la exposición, la energía de la totalidad con sus contrarios impregnaba la sala. ¡Qué filosófico era Tàpies! Ismael, que conocía sus ensayos en profundidad, sabía el carácter simbólico de las cruces y la materia en el artista.

Entraron a la exposición con una guía, los tres discutían con la bella guía sobre la obra que iban viendo.

Raquel, al salir de allí, estaba rara. Pedro e Ismael, eufóricos, apenas percibían el estado de su amante. Ya sentados para comer el menú en un bar cercano, Raquel comentó:

  • Cómo os fijabais en la guía ¿no?, sabe tanto y yo soy tan obtusa, seguro que si pudieseis os la follabais.

Pedro, sorprendido,contestó:

  • ¿No hemos proclamado el amor libre?, ahora estamos los tres juntos, yo te prefiero a ti, pero en cuanto nos aburramos esto se acaba.
  • ¿Sí?, y…,cómo la mirabas? Se te salían los ojos de las órbitas.

Ismael permanecía callado pero con una sonrisa en la cara.

Raquel pidió para comer alcachofas a la brasa y trucha a la molinera. De postre helado. Pedro, fideuá y una ensalada verde. Ismael crema de zanahoria y costillas de cordero con guarnición. Mientras lo servían, salieron del restaurante y se fumaron un porro. Al entrar ya estaba la botella de vino y la gaseosa en la mesa. Se sirvieron vino con gaseosa y brindaron.

Ismael habló:

  • Por la amistad, porque en nuestra sociedad no cabe el amor, ¿verdad Raquel?
  • Perdón por el ataque de celos, no lo he podido evitar, es que a veces me siento tan poca cosa, otras en cambio me veo como una diosa.
  • ¿Cuándo te follamos?, pregunta Pedro.
  • Cabrón.

Traen los primeros platos y empiezan a comer acordándose de la escultura del pie de Tàpies.

Ismael comiendo es muy formal, va despacio, con buenas maneras, parece un miembro de la alta sociedad que se ha equivocado de restaurante. Pedro, es más ordinario. Habla con comida en la boca, come a gran velocidad, se nota que su procedencia y educación es diferente a la de Ismael. Raquel intenta parecerse en este aspecto a Ismael. Pero no lo logra del todo. Sus críticas a Pedro, por la forma de comportarse, son continuas.

Salen de la comida un poco ofendidos unos con otros. Para arreglarlo, antes de ir cada uno a su casa para pensar, o eso es lo que se debería hacer cuando estudias una carrera como la de filosofía, se dan un beso conjunto, tres lenguas entrelazas provocadoramente, hasta el punto de que los transeúnte que pasean por la calle les miran mal, indignados.

3.

Veinte años más tarde:

Gracias a su trayectoria, Pedro podía pasarse unos días pensando sin tener que trabajar, era su propio jefe. Como novelista tenía éxito, pero su vida privada era un asco. Después del suicidio de su mejor amigo, se había quedado cojo, así se lo había expresado a Raquel, que por su parte, le contestó, que ella se sentía manca. Raquel le dijo, que así como aún a veces se acostaba con él, también lo hacía de vez en cuando con Ismael, las fantasías son inabarcables y a veces inmorales. Sabía lo básicos que eran ellos dos para su estabilidad, aunque Ismael hubiese muerto continuaría gozando por él.

Pedro no pensaba escribir una palabra durante un tiempo. Quería leer, sobre todo diez libretas Moleskine, que le había entregado la mujer de Ismael. Constituía la obra poética escrita por su amigo fallecido. Él nunca se la había enseñado a nadie, ni siquiera a su esposa. Pedro estaba sorprendido ante tal hallazgo.

Pedro llamó a Raquel, para pedirle que se pasase por su casa cuando le fuera bien, ella le contestó que en cuanto acabase de trabajar y comprar algo de ropa, que sería sobre las siete que pasaría por su casa. Raquel se dedicaba a la publicidad, la habían contratado hacía ya tres años como filósofa, para pensar publicidad que se pudiese incrustar perfectamente en el subconsciente del espectador u oyente.

Pedro tenía preparadas unas olivas, jamón de bellota y una tabla de quesos franceses. Todo ello, con un buen pan comprado en la panadería Mistral.

Llegó Raquel y mientras bebían y comían, Pedro le enseñó las libretas con los poemas. Ella se sorprendió, no sabía que decir, no sabía que existían.

Pedro abrió la primera, estaba la fecha, databa de 1994, hacía veinte años. Se dieron cuenta de que podía ser un repaso poético de sus vidas.

El primer poema decía:

Mañana insalubre,

por el cauce

de la abstención.

No opino aunque

mi pensamiento

sea crítico.

He pecado por mi amor de tres,

me siento

dentro de mi amiga

como en lugar inexpugnable,

mas lo comparto.

Abstención de pareceres…

Yo y solo yo…

y mis amistades de a tres.

Y mi ombligo como centro.

Se quedaron perplejos con el poema. Les gustó. Pedro se sintió un poco rechazado por los sentimientos de su amigo. Exactamente… no sabía por qué.

  • Estúdiatelos y me dejas las libretas.
  • Dependiendo de la calidad los intentaré publicar, y el dinero, si se saca algo, que vaya a la familia de Ismael, comentó Pedro.
  • Pero quizás los poemas sean solo sobre nosotros, entonces las ganancias deberían ser nuestras.
  • No sé, lo hablamos después, ¿vale?
  • ¿Qué cambiarías, Pedro, de nuestras vidas, si estuviese en tus manos?
  • Hemos pasado una infancia más o menos feliz, el único que no lo fue es Ismael, lo que le ha influenciado hasta que decidió suicidarse. Su adolescencia y juventud también fueron traumáticas.
  • Tenía los padres que tuvo, judíos ortodoxos, pero preocupados solo por las apariencias y por sus negocios.

Raquel, que tenía calor, se quitó el jersey, de tal modo que subiéndosele la camiseta, quedó uno de sus pechos colgando, como de costumbre no llevaba sostenes. Pedro mirando el pecho, sonrió:

  • Me quieres dar de beber, ¿o qué?
  • No seas cerdo, estos pechos han sido tuyos mucho tiempo y pueden seguir siéndolo si los conquistas, dijo llevándose una copa de vino a la boca.

Pedro sonrió, pero esa triste tarde no estaba para excitaciones, así que tranquilo se levantó y se preparó un coñac mientras comía una loncha de jamón. Se le saltaron las lágrimas.

  • ¿Sabes qué, Raquel?, Ismael y yo, estábamos muy unidos, no sé qué voy a hacer sin él. Él tenía a su familia, que por lo visto no le acababa de llenar. Pero, yo solo he tenido en la vida amistades. Tú y él. Siento que si uno de los tres no está, todo puede cambiar. Los lados del triángulo se deterioran. Hay un cambio en el papel de nuestras vidas…
  • Pues hemos de intentar que nuestro nuevo rol nos sea placentero, hemos de luchar por recordar todo lo que nos dio Ismael, y ser felices.

Raquel se quedó a dormir en casa de Pedro. En la cama, abrazados, llegaron a la inconsciencia del sueño, dónde las pesadillas tienen vía libre, y el calor del otro cuerpo reconforta del frío de la vida. Existencia inútil y existencia cambiante.

Por la mañana, Raquel, llevada por el instinto, empezó a acariciar a Pedro, este excitado correspondió. Después de una hora de juegos amorosos, fueron a la sala y brindaron, con el vino sobrante de la noche anterior, por el tercer amante, ausente ya para siempre. Ismael, de nombre bíblico, si es por su sufrimiento en la vida podría haber sido un personaje de las escrituras, eso sí, de una modernidad indiscutible. Fue educado como judío, ya desde adolescente intentaba comprender su actualidad. Su pensamiento y sus lecturas, desde Foucault hasta Zizek, le sumergían en un pensamiento crítico. Pero si miraba el mundo cuestionándolo, era de forma consecuente incluso hacia sí mismo. La relación que mantuvieron los tres amigos en vida, rebasaba lo establecido, era una relación sexual de tres, dos hombres y una mujer. Ellos no se sentían homosexuales, pero tenían tal complicidad, que en momentos de sexo de los dos con Raquel, acababan ellos también en el juego.

Raquel y Pedro se emborracharon por la mañana e hicieron el amor repetidas veces. Pedro no pudo avanzar en su texto, una novela, que como todas las que escribía era bastante autobiográfica, suele suceder. Estaba tan a gusto con Raquel, que se relajó y disfruto de las horas de placer que se les avecinaban. Pedro sacó marihuana, y quemo parte en una pila, e hizo porros con el resto. Iban los dos a dar una despedida como se merecía a su amigo fallecido. Además, lograron tener algo realmente valioso entre sus manos. Los poemas de toda una vida, lo más escondido y personal de Ismael. Él había sido arquitecto. Ejerció su profesión durante veinte años, construyendo tanto en España, como por Europa y América, tanto del norte como del sur. Era un técnico contrastado. Lo suyo en arquitectura era hacer casas y edificios atractivos pero sobre todo funcionales. La obra llevaba su sello personal. En el mundillo había tenido reputación. La arquitectura también estaba de luto. La infancia pasa factura y el desconsuelo por la falta de afecto y la soledad durante la niñez, habían hecho de Ismael un suicida.

Pedro y Raquel volvieron a colocarse con marihuana y vino.

Raquel era la única de los tres que ejercía como filósofa. Después de licenciarse en la facultad de filosofía de la U.B., Pedro hizo cursos de escritura en el Ateneo de Barcelona. Ismael se licenció años después como arquitecto, que sería su profesión y Raquel se sacó dos masters y un doctorado en filosofía. El doctorado versaba sobre la filosofía de George Simmel, filósofo heterodoxo que habló de la moda y pensó una filosofía sociológica original y única. El profundizar en este pensador, le sirvió para meterse en el mundo de la publicidad. Raquel, le había dado una mano al sistema, mientras que Pedro era un novelista crítico hasta con él mismo. Ismael fue el que más se enriqueció por su oficio como arquitecto, pero también era el más infeliz. En realidad, supongo, que a los tres les vino muy bien la filosofía para ser más competentes y fundamentarse en su oficio.

Pedro, cogió la primera libreta de poemas de Ismael, y leyó otra poesía al azar.

Santísima trinidad,

pecado concebido.

Como la vida,

como el placer.

Mientras estudio, me excito,

mientras me excito, estudio.

¿Cómo no pensar en

el mismo chocho de cada día,

en la misma polla de cada día?

Si serán mías para siempre.

Relámpagos y asimetría de tres,

nadie es igual al otro,

ni sus sentimientos son capaces de comunicar,

ya que son intransferibles, porque aunque

digas te quiero. ¿Cómo

va a saber el otro

en que consiste ese te quiero?

Pedro y Raquel, estaban llorando al escuchar el poema. ¿Ismael había estado enamorado de los dos? A Raquel la quiso, pero, ¿y a Pedro? Ya no se lo podrían preguntar.

De lo que sí estaban seguros, es que tuviese los sentimientos que fuera, al casarse y enamorarse de su mujer y tener los hijos, los sentimientos hacia ellos no habían variado.

Raquel al marcharse del piso de Pedro le dijo:

  • Ya solo estamos dos, ¿cómo nos las arreglaremos?
  • Como hasta ahora, siendo cada uno él mismo. De Ismael nos queda el recuerdo y su testamento en forma de versos, ¿te parece poco?

Pedro puso un C.D. de John Coltrane, quería auto reconocerse. ¿Cómo podía vivir con la pérdida del amor? Cogió un libro de filosofía del cine de Deleuze, “Imagen Movimiento”, ante la brillantez de este pensador mejor sería callarse.

No se concentraba. A continuación fue al ordenador y escribió la carta de despedida a su amigo:

“Ismael, nombre bíblico. Qué heroico que eras. Nos conocemos desde el principio de la historia. ¿De nuestra historia o de la historia de la humanidad? Qué más da, lo que importa es el ahora y tú no estás. Probablemente mi cabeza irá perdiendo tu imagen. Se irá poniendo borrosa, hasta que no me acuerde de cómo eres, o eras, pero no me gusta hablar en pasado. Éramos el trío por antonomasia, la santísima trinidad. Tú eras el padre, yo el hijo y Raquel el espíritu santo. Cuánto gozábamos. Lo que estoy redactando viene a ser una despedida y como tal te diré que pocas personas tan brillantes como tú han habitado este mundo inhóspito. Se lo tenías que demostrar a tus padres. Pero, ¿no sabías que tus padres lo saben? Quizás tengan tanto miedo de reconocerlo, que ellos mismos se ven superados y enterrados intelectualmente por su descendencia. Tú familia éramos nosotros y has decidido dejarnos. Tanto Raquel como yo lo aceptamos, aunque nos quedamos huérfanos de padre. Sí, era lo que querías, no existir más, te apoyamos como siempre te hemos apoyado en todo, desde que estábamos aprendiendo a sumar y restar, luego analizando a los grandes filósofos, hasta que decidiste que el arte del diseño, los interiores y la arquitectura eran lo tuyo. La profundidad en tus acciones te identificaba. Hasta tu final es profundo. Siempre estaremos juntos, aunque sea emocionalmente, te queremos y deseamos no olvidarte nunca.

Raquel y Pedro.”

Pedro, envió el breve texto a la revista de arquitectura en la que Ismael publicaba sus artículos. Le contestaron media hora después, iba a salir en el próximo número de la revista, con un estudio de la trayectoria de Ismael como arquitecto.

Pedro, no sabía si a Raquel le iba a gustar que su nombre saliese en el artículo. Todas las decisiones tenían que pasar por ella, cuando estaba directamente implicada.

La llamó y se lo explicó.

  • Buena decisión, no sé cómo no se me había ocurrido.
  • Como se cambia con los años, comentó Pedro.

Los tiempos que transcurrían como un vómito para muchos ciudadanos, Pedro los consideraba de transición. La crisis y las nuevas tecnologías le habían afectado mucho económicamente.

La gente compraba menos libros, y él cómo modesto escritor, además de escribir sus novelas, para subsistir, debía redactar artículos en revistas y periódicos. Incluso algún ejecutivo agresivo y con fatal prosa, le había encargado escribir textos en su blog o en webs de empresa o para otras empresas.

El mundo de la literatura apenas le daba para vivir, él quería vivir bien, con comodidad y hacerse regalitos de vez en cuando. Así, que su investigación para poder escribir sobre una variada temática, le absorbía más tiempo que redactar sus artículos y sus novelas. Soñaba con best sellers, estar en el top de las ventas literarias. Pero así como sus artículos eran fríos y sin personalidad, sus novelas eran elaboradas y ricas en imágenes e ideas, pero poco comerciales.

Incluso, estaba evaluando cambiar de domicilio, irse a un barrio más económico y alquilar un piso más pequeño.

Escuchando Adan Berg y bebiéndose una copa de Vodka, pensaba sobre lo ocurrido en las últimas horas y en el largo transcurso de los años, desde su niñez hasta una madurez que prometía bastante soledad e introspección. Siempre tendría a Raquel en los momentos de mayor angustia, y los poemas póstumos de Ismael. Quería repasar también sus artículos sobre arquitectura y hacer un recorrido para observar las construcciones realizadas por su amigo. Alabadas, seguramente ya llenaban páginas de los libros de arquitectura contemporáneos. Se lo debía, así como le debía el recuerdo y su propia lucha por hacer en cada momento lo que considerase, como siempre hizo su amigo suicida.

Las notas del violín solista en la pieza de Berg, le enriquecían. Quizás era una de las tres piezas que más escuchaba, con esa atonalidad tan característica del compositor, solamente apta para mentes abiertas y en las que la sorpresa no asuste.

Se lió un porro de marihuana, quería volar, relajarse, sentirse como en casa en su domicilio. Sentimiento que en las últimas horas le había faltado. El tiempo pasaría despacio, su voluntad era leer poemas de Ismael, hasta acabar noqueado por el vodka y la maría.

4.

Veinte años antes.

Ismael tenía sesiones periódicas con el psicólogo. Sus padres no lo sabían. No tenían el suficiente interés por los altibajos de su hijo. Pedro y Raquel, sí que estaban enterados, y su apoyo era incondicional.

Pero lo que necesita una persona en su niñez y adolescencia, es el interés de sus padres por él. Ismael les tenía entre un odio y un amor muy dañino.

En las terapias con la psicóloga, Ismael, le explicaba sus intimidades, la terapeuta conocía a Ismael perfectamente, y pensaba y le decía todas las aptitudes positivas que tenía, pero Ismael no las interiorizaba. Una vez, la psicóloga invitó a sus padres a través de él, pero Ismael dijo que no, que si tenía que asistir algún ser querido debían ser Pedro y Raquel.

Faltaban dos cursos para licenciarse, para ser filósofos en acto, al menos por el título, papelito que realmente no hace a una persona más filósofo que antes de haberlo recibido.

Les atraía toda la filosofía, pero donde más a gusto se encontraban los tres era estudiando a Nietzsche, también a los post estructuralistas y post modernos, en auge en aquella época.

También vivían muy influidos, o eso intentaban, por las vanguardias artísticas. Como todo se puede llevar a la poesía, o ser poesía… todo puede ser filosofía, o se puede filosofar en todo momento, argumentaba Ismael.

Ismael, era el que escribía los textos filosóficos más brillantes, siempre estaba con un libro entre manos. Mientras que Pedro y Raquel, aunque muy aplicados, también intentaban vivir la vida conforme a su edad. Al arrastrar a Ismael a fiestas universitarias, su mundo social era más amplio. A menudo tenían los tres sus momentos de placer, con alcohol, hachís o marihuana y mucho sexo. Pero entre orgasmo y orgasmo, Ismael siempre se acordaba de lo expresado por algún autor.

La vida por aquellos años no era fácil. Tenían una democracia en estado de lactancia. La cuidaban y le dieron de mamar para que fuese creciendo y consolidándose, cosa que algunos no toleraban.

La aspiración de los tres, era obtener una libertad personal absoluta… qué lejos está esa utopía del mundo adulto.

La juventud es una etapa de experimentación, en esa época uno se ha de fijar en todo y en todos. Veían lo que les apasionaba, agarrándolo con fuerza hasta sacarle la última gota de su jugo.

Fueron descubriendo músicos de Jazz, Billie Holliday y Miles Davies les gustaban a los tres, John Coltrane a Pedro, Bill Evans a Ismael y Chet Baker a Raquel. Sesiones maratonianas nocturnas escuchando a estos músicos, acababan en sexo desenfrenado, alienados por el alcohol y las drogas.

Ismael, que era una persona opaca ante el resto de la gente, con ellos mostraba sus sentimientos, si tenía que llorar, lloraba, si estaba contento y expansivo, dejándolo ver, hacía reír a los otros dos. Pero en su personalidad, la desilusión y el sufrimiento ante la vida, eran latentes. Su psicóloga lo veía como un joven adulto prodigio, al que lo han cuidado poco y que él mismo no sabe hacerlo.

Vivía con sus padres, sin tener diálogo alguno con ellos, aun así, era totalmente responsable de sus obligaciones, pero, de instinto por la vida o lucha por la vida, que es la característica principal del animal, carecía por completo. Le podían agredir, no respondía al ataque. Le molestaba algo y se lo tragaba, con el peligro de que se le gangrenase por dentro. Raquel, siempre lo estimulaba para responder y marcar límites ante los demás.

Un día en clase, Ismael comentó que el ascetismo en la vida renunciando a placeres, conclusión a la que había llegado Schopenhauer, era lo más idóneo para pasarla de la forma más estable posible. Pero que los instintos no nos permiten vivirla así. O se lo permiten a muy pocos.

El catedrático, contestó tajante:

  • ¿Ascetismo…? si tú vida es lo que está más lejos del ascetismo, ¿no te veo por los alrededores fumando y besándote con tus amigos? Se ha de ser coherente.

Ismael se quedó callado. No es normal que un profesor universitario se meta en la vida privada de un alumno. El catedrático tenía un mal día y lo pagó Ismael. Según sus amigos y su psicóloga, debía haber parado los pies al catedrático. Pero Ismael, no por respeto al conocimiento, sino por lo poco que se quería, dejaba que lo maltratase cualquiera, tanto en público como individualmente. Con la autoestima muy baja, los esfuerzos por salir a flote y ser feliz quedaban muy lejos. Por muy brillante que fuera profesionalmente, no implicaba estar a gusto consigo mismo.

La mañana del domingo era soleada y de temperatura agradable, en una primavera que se estaba portando bien. Invitaba a salir, a exteriorizar todos los sentimientos, guardados durante el invierno. Así que cogieron el coche de los padres de Ismael y se fueron a pasar el día a la Escala. No llevaban nada más que un libro de Adorno y otro de Ángel González, unas toallas, por si alguno se animaba a bañarse y la tarjeta visa que Ismael robó a sus padres hacía seis meses, y que ellos con su ajetreada vida diaria ni se habían dado cuenta.

En la Escala, alquilaron la habitación de una pensión durante el día, por si les apetecía descansar. O por sí las cervezas heladas y un poco de hachís que llevaban, les excitaba.

En el pueblo, se encontraron a un joven profesor de la universidad. Un catedrático que se caracterizaba en las clases por ser crítico con todo. Habían tenido con él una asignatura optativa sobre los situacionistas, con Antonin Artaud a la cabeza. Estaba acompañado de un amigo.

  • ¿Habéis venido a ligar?, preguntó Raquel.
  • No, que va, a descansar del tráfico y el ruido de la ciudad. Además, ¿para qué ligar, si nos tenemos el uno al otro?

El profesor les había confesado que era gay, que por aquella época, podía ser mal visto socialmente. Pero el profesor era tan contestatario, que parecía darle igual lo que pensase nadie. Fueron a comer juntos a una marisquería en el paseo marítimo. Estuvieron hablando de Derrida y el desconstructivismo. El novio del profesor era arquitecto. Entabló con Ismael una conversación interesante sobre los arquitectos escandinavos. Le recomendó el libro de Robert Venturi, Complejidad y contradicción en la arquitectura. Quizás fue este el inicio del gran interés de Ismael por la especialidad y profesión. Pasaron un mediodía muy agradable, hasta que se despidieron, flotando los cinco por el vino y el hachís. Los tres amigos fueron a la pensión y se pasaron toda la tarde leyendo a Ángel Gonzalez, y Teoría Estética de Adorno. Fumando porros, bebiendo ginebra y follando, hasta que cansados y con ganas de ciudad se despidieron de la Escala para regresar a Barcelona. Durante el trayecto Charlie Parker les deleitaba con su saxo. Ismael, concentrado, conducía con miedo. El mareo que le inundaba el cuerpo entero, no le parecía lo más idóneo para conducir.

5.

Veinte años más tarde.

Pedro llevaba dos meses con un trabajo asfixiante. Entre textos encargados, su novela, y con los poemas de Ismael. Quería conocer las intimidades de su amigo desde el lado más profundo, el arte proveniente de sus temores y angustias.

El último poema que había leído era el siguiente:

Moral,

para los otros.

Hay mucha gente

que pretende ser buena y…

amor de a tres, ¿es inmoral?

Creación desde la pasión

censurable, ¡y qué más!

Voy y vengo por la vida

arrastrándome, con mi yugo,

con mi corona de espinos,

como Caín por lo pecador,

como David por la valentía,

¿Qué más me da vivir o morir?

Si no fuese por mis amigos/amantes,

quizás yo ya no sería.

Pedro después de leer el poema escribió un texto.

No era un proyecto, pero de los poemas que iba a leer de su amigo quería hacer una biografía interior. Quizás esa serie de escritos solo serían interesantes para Raquel.

El texto era el siguiente:

Este es el poema más autobiográfico de Ismael que he leído. Habla de la moral, supongo que recibida en su educación religioso-judía. Menciona a Jesucristo, con la corona de espinos, dos personajes del antiguo estamento, como son Caín y David. Pero también dice que hay mucha gente de la que no te puedes fiar. Es algo extraño que la gente de la que no te puedes fiar es la que tiene doble moral. Muy religiosos en sus palabras pero nada en sus acciones, aun así a los personajes de la biblia los respeta y los nombra tal como fueron según las escrituras. Es un respeto intelectual. Parece, que para él, lo más transgresor es la creación artística y las relaciones sexuales, nombra las dos como censurables, por no decir pecados. El sexo al que hace referencia, como no, es el que hemos mantenido nosotros tres. Respecto a la forma y sensibilidad del poema, me da la sensación de que es innovador, transgresor e ingenioso, como todo lo que salía de Ismael, con solo abrir la boca ya rompía moldes, su angustia permanente le hacía ser tal cual era, aunque reflexivo también era impulsivo. Aunque racional, sus brotes irracionales le aparecían a menudo. Cuanta falta nos haces Ismael, pero te tenemos aquí en tus poemas…

Era un trabajo duro. Además de entrar en la psique de su amigo, ellos mismos salían impregnados por las sensaciones que tuvo Ismael de su relación tripartita y de la vida.

Pedro tenía una cita para ir al cine con Raquel, también asistirían a la función un amigo de Pedro y una amiga de Raquel. Sería posible que formalizasen una relación, a parte de la que tenían ellos dos. Por ese motivo habían invitado a los amigos. La película era costumbrista, francesa, post Nouvelle Vague. Les gustaba ese tipo de filmes. Después de ver la película, sentados en un restaurante, habían pedido un surtido de empanadas argentinas, se dieron cuenta de que probablemente nadie les excitaría tanto como les había excitado el menage a trois, tantas veces llevado a cabo con el amigo muerto y ellos dos. Pero el amigo ya no estaba y el trío como tal no se podía llevar a la práctica. Pedro y Raquel, sabían, que faltaba poco tiempo, para que ellos se dejasen de ver como amantes. Ismael, en sus últimos años, había formado una familia y nunca los había dejado. El fallecimiento de uno de los tres era diferente. Cada vez que se viesen los que seguían con vida, pensarían en Ismael. Además, en todos estos años de relación, no habían podido hacer nada por su amigo.

Las empanadas del Laurel, de la calle Floridablanca, estaban buenas, como siempre. Corrían las botellas de vino tinto entre ellos. Iban hablando de su vida privada. El amigo de Pedro se llamaba Enrique, era diseñador, había trabajado en diferentes tipos de diseño. Ahora estaba en una empresa de zapatos masculinos. Hacía deporte y era un gran espectador de cine, tanto del comercial como del de autor. Acababa de dejar una relación que había durado ocho años. Intentaba estar entero, si no sucumbía al lloro, era por poco. La amiga de Raquel se llamaba Luna, se definía como sexualmente abierta a todo tipo de experiencias. Su mayor hobby era el sexo. También le gustaba el teatro y la civilización egipcia. Leía todo lo que encontraba sobre el antiguo Egipto. Libros de historia, textos traducidos escritos por la antigua civilización, como El Libro de los muertos, y novelas sobre ellos.

Fueron hablando, y no mencionaron a Ismael aunque lo tenían en mente. Pedro llevaba una libreta de poemas de su amigo en el bolsillo. Hubiese preferido estar en casa para leer sus poemas, que le interesaban más que una posible ninfómana con aires de grandeza.

A pesar de todo, los cuatro acabaron estando a gusto, cómodos. Quizás las botellas de vino tenían algo que ver en ello.

Acabaron de comer y se fueron de copas. Luna, cada vez estaba más cariñosa con Pedro. A él le estaba excitando tanto la noche y sus copas, como Luna.

Enrique, en cambio, no sabía qué hacer para aproximarse a Raquel. Era torpe e inseguro. La cercana ruptura con su mujer, podía tener algo que ver en su actitud. A pesar de todo, pasaron una velada distendida. Raquel y Pedro, pensaban mucho en su amigo muerto. Si no hubiese pasado el desastre del suicidio, no estarían en la mesa, junto a ellos, que en realidad no les importaban.

Pedro y Luna, congeniaron y fueron emborrachándose. Al salir del Laurel, camino de Casa Almirall, se fumaron dos porros. Al llegar estaban mareados, alegres y a gusto. Se empezaron a besar las dos parejas, cuándo Enrique tuvo un orgasmo. Le explicó a Raquel que no solo se acababa de separar, sino que sus dos últimos años de matrimonio habían sido un infierno. Peleas constantes y nada de sexo. No estaba seguro de recuperarse. Raquel, lo invitó a dormir en su casa esa noche. Le daba pena aquel hombre y pensó: ya se podía haber suicidado Enrique en vez de Ismael.

Luna acompañó a Pedro a su casa. Tuvieron una intensa noche de sexo, alcohol y marihuana. Por la mañana, cuando Pedro estaba preparando el desayuno, Luna se despertó y vistiéndose en la cocina, le dio un beso a Pedro y le dijo:

  • Nunca repito con un hombre, ¿a ver si tú vas a ser la excepción?
  • Estaría bien, pero siempre sin ningún compromiso, ¿vale?

Pedro, cogió una libreta de Ismael y le leyó un poema, mientras escuchaban la ópera Carmina Burana de Carl Orff.

Religión prescindible.

Soy lo que sois.

Sois lo que soy.

Escepticismo.

Puro cirenaico, pero

además con sufrimiento.

Dame un apretón de manos,

mientras te penetro

en el alma.

Regalándome figuras geométricas

mentales, como fotografías,

de una vida, de toda nuestra vida

en un instante.

Luna preguntó:

  • ¿Quién ha escrito esta maravilla? Entre maravilla y cosa rara, para ser exactos.
  • Un amigo que tuve y que se suicidó… y… un gran compañero.
  • No te quiero preguntar más por él. Mejor recordarlo como lo que fue. ¿No crees?

A Pedro, se le soltaron unas lágrimas, mientras hablaban de Ismael. Todo era tan reciente. Había tanto dolor…

Luna se fue, y Pedro leyó de nuevo el poema de Ismael y escribiendo sobre él sentía una fuerza absoluta.

Religión prescindible. Tantos años de educación dogmática, para sentir que la religión no es importante. Ismael, en el poema iguala a los otros con él. No sé si nos iguala a los tres amigos o a la humanidad en general. La verdad, es que las personas, son todas iguales. Se diferencian muy poco unas de otras. Se deja sentir la importancia del sexo en sus vidas, aunque no les haga feliz. Tenía razón Adorno, al explicarnos que un deseo después ser satisfecho, vuelve con más ansias y el sujeto cae en la insatisfacción de volver a desear y más. Los deseos se pueden intentar calmar pero no se les mata… y qué así sea. Después, hablas de la geometría en fotografías, que son retazos de nuestra vida. ¿Nuestra vida en fotografías sobre figuras geométricas? En la época en que escribió el poema, no sabía lo decisiva que iba a ser la arquitectura para su vida. Ni lo importante que son la geometría y las matemáticas para la arquitectura… quizás esto sea un presentimiento.

En cuanto al estilo, es libre, atrevido, innovador, arriesgado, como todo lo que hacía Ismael. ¿Cuánto te echamos de menos Raquel y yo? Estoy escribiendo un libro sobre nosotros contigo y nosotros sin ti. Es este que tengo entre manos. Cuando lo acabe se lo dejaré leer a Raquel, y si los dos estamos de acuerdo, lo intentaré publicar. Creo que a ti te hubiese gustado la idea.

Acabando de escribir el análisis del poema y unas páginas de la novela, Pedro, se puso a redactar un artículo que le habían encargado, cuyo título era: “La trascendencia de la mecánica cuántica en nuestra vida cotidiana.” Iba a ser un texto divulgativo.

Llamó Raquel:

  • ¿Qué haces, pequeño?, ¿quieres qué nos veamos?
  • En un ratito. ¿Quedamos para merendar?
  • Merendar unos porros con vino tinto, ¿no?
  • Pensaba hacer chocolate desecho con churros…
  • Puedes hacerlo pero además, ¿tendrás marihuana? Yo traigo las botellas de vino.
  • Vale, me has de contar cómo te fue con Enrique.
  • Decepcionante. No te digo nada más.
  • Te espero en casa dentro de un rato, ¿vale?
  • Un besito
  • Chao.

Al llegar Raquel, comentando la noche que habían pasado con sus respectivos amantes, dijo Pedro:

  • Lo nuestro se ha de acabar, ya no podemos tener más sexo, falta Ismael, lo hemos de hacer por él.
  • Quizás, lo que hemos de hacer por él, es seguir como si nada hubiera pasado. Creo que hubiese querido, que tras su muerte, le recordásemos tanto con nuestra alma cómo con nuestro cuerpo…
  • El destino, ¿tú crees en el destino? Pasa lo que ha de pasar. Si tenemos que vernos sin sexo… ya volverá. Dejémonos llevar y la vida nos dirá. ¿Tú crees que Ismael suicidándose rompió con su destino? ¿O quizás su destino era suicidarse?
  • No sé. Las que sí están claras son nuestras circunstancias. Éramos un trío, y ahora somos un dueto, de… por ejemplo violonchelo y piano. Tú eres grave como el violonchelo y tus notas me han de penetrar para yo hacer una melodía en tonos femeninos de placer.
  • Pues vamos a ello.
  • ¿No has tenido suficiente con Luna?
  • Nunca tengo suficiente, además el placer que me das tú, por lo que me conoces, no me lo puede dar ninguna otra mujer.

Pasaron dos horas follando en la cama, y de repente, dijo Raquel. ¿Vamos al Caixaforum para estudiar la exposición de Le Corbursier? Se fumaron, antes de salir, dos canutos. En veinte minutos, estuvieron observando detenidamente los planos, maquetas y pinturas del genio suizo.

  • ¡Cómo le hubiese gustado esta exposición a Ismael!, dijo Pedro.
  • Sí, lástima no haber venido hace un mes, cuando vivía.

Al acabar de ver la exposición, en el bar del mismo museo, se tomaron dos Chibas Regal cada uno, y se fumaron en el lavabo otro canuto. Luego, volvieron a ver la obra de Le Corbusier expuesta.

A Pedro, lo que más le gustó fueron sus pinturas. A Raquel, los planos y dibujos arquitectónicos.

Se despidieron, para seguir haciendo cada uno lo que debía. Uno era avanzar con sus novelas y escritos, aunque estaba bastante estancado. La creatividad literaria, ¿se había ido como Ismael? Raquel, debía pensar el método con el que la imagen podía penetrar en el subconsciente del espectador de la televisión, el producto era crema para sanear la piel. El aumento de ventas del producto, era el reflejo del trabajo bien hecho de una profesional del pensamiento publicitario. Eso era Raquel una profesional. Su filósofo preferido era el citado Georg Simmel.

Raquel, era un clásica en el modo de ver la publicidad. Pero su profundidad de conocimientos tanto en filosofía y psicología, como en arte contemporáneo, hacía que cada trabajo realizado, fuese una innovación en el ámbito de la publicidad.

Los contrastes en los colores, la música elegida y las frases pegadizas hacían que ese setenta por ciento de población a la que iba dirigida la publicidad, realmente comprase el producto.

Pedro, con la mente en blanco, pensó, ¿cómo voy a crear ahora? Fue a su casa y cogió la última libretita de Ismael. Quería leer los últimos poemas. Pero no se encontró un poema, sino un texto en prosa que decía:

Raquel, todo está saliendo mal, el desfalco a las cuentas de mis padres, que, por cierto, no me quieren dar ni un euro más, no surtirá efecto. Ya maté a mi padre porque mi madre no controla las cuentas, y así tú y yo podríamos irnos a alguna ciudad latinoamericana de las que tanto nos atraen. Dirás, ¿pero si tienes el dinero suficiente para irnos? Te contestaré, no, porque no quiero trabajar más. Lo único que me inculcaron mis padres fue trabajo, trabajo y trabajo, y ha sido contraproducentemente, odio el trabajo. Igual podría haber dejado atrás a la familia que tengo ahora, que ni me llena ni lo ha hecho nunca. El problema, es que han venido unos inspectores a preguntarme por supuestos enemigos de mi padre, se están oliendo que no fue un suicidio. Pedro que no se entere nunca de esto, ni de que íbamos a escapar los dos juntos quizás al país del jazz latino, o al del tango. Si veo que me van a implicar en el asesinato de mi padre, el que se va a suicidar voy a ser yo. Antes, quemaré esta libreta para que nunca sepan porque me he suicidado, sin mí no sabrán quien es el asesino. Apasionado de ti. Sabes que te amo. Un día creí amar también a Pedro, pero él es demasiado contradictorio, entre narcisista y moralista. Dos palabras que podríamos llamar contradictorias…

Te amo, Raquel.

Ismael.

Pedro, se quedó impresionado con el texto, ¿tanto daño le habían hecho sus padres cómo para asesinar a su padre y querer arruinar a su madre? ¿Traicionándole a él y tanto Raquel como Ismael, dejarle de lado en su aventura latinoamericana?

Estaba destrozado, se bebió una botella de JB y se fumó cuatro porros. A continuación llamó a Raquel, cuando ella contestó, él se quedó mudo suspirando.

Durmió hasta el mediodía siguiente, tenía una resaca terrible. En el ordenador, tecleando lo que sería un artículo sobre la cobardía, dolido e indefenso, se echó a llorar.

Qué hace que unas personas sean valientes, afrontando la realidad a la cara, y otras cobardes, escondiéndose y mintiendo. Quizás sea la educación. Las experiencias en la vida. También, podría ser que la genética aportase algo a la conducta hacia un estado u otro. Creo, que la valentía tiene mucho que ver con la seguridad, la seguridad con la autoestima. Una persona que realmente se quiere, es segura. La autoestima está relacionada con la relación que se ha tenido con los padres durante la infancia.

Pongamos el caso siguiente, tus dos mejores amigos de la juventud, de toda tu vida, te engañan y te van a dejar solo en la etapa en que la soledad da pavor, que es la madurez. ¿Qué puedes llegar a comprender u opinar de ellos? Primero, que realmente no eran tus amigos. Segundo, que a partir de cierto momento se ha ido dañando la relación. Tercero, que los dos amigos se han unido emocionalmente y tú te has quedado al margen. Cuarto, que en un momento dado, has cambiado tu forma de ser, y es culpa tuya que la relación se haya dañado.

La cuestión, es que puede hacer daño. Lo mismo puede acontecer, con padres, hermanos o parejas. Cuando uno se mira el ombligo, los otros dejan de mirarle. Es esa la circunstancia a la que me refiero, si se mira hacia fuera, a los otros, y se tienen en cuenta, realmente, a los demás, es más improbable que la cobardía de tus seres queridos haga que te mientan.

Para ser sincero y valiente, se han de afrontar las situaciones y los cambios abiertamente, y sobre todo, no tenerles miedo.

Pedro, después de escribir el artículo, se quedó pensando profundamente con un canuto en la mano. ¿Debía denunciar la muerte de Ismael y la posible implicación de Raquel? ¿Cómo era posible la sangre fría de Raquel? Estaba actuando con él de forma más cercana que nunca. ¿Quizás necesitaba apoyo? ¿O es que no le interesaba tanto Ismael? ¿También, habría intentado marcharse con él, traicionando a Ismael? ¿Estaba cansada del trío y quería formalizar una relación? ¿Por qué con Ismael si tenía familia?

Estaba desencajado. Pedro, sentía dolor.

De momento decidió dejar pasar la vida. A ver cómo evolucionaba su relación con Raquel. ¿Seguirían cómo amantes? ¿Sería capaz de volver a follársela?

La vida da muchas vueltas, quién sabe si no poseería, finalmente Pedro, el dinero del desfalco, y acabaría junto a Raquel en Río de la Plata.

6.

Veinte años antes.

Para ellos, el mundo existía como algo alejado. Importante pero del que no se preocupaban demasiado. La gente que se preocupa por el mundo, es, solo, pura fachada. Para que dijesen los demás, mira que ideales, cómo lucha por sus creencias. Pero la existencia, pensaban, es lo suficientemente complicada, como para complicársela uno más.

Fueron a ver la nueva exposición de Saura, que organizaban en una sala. El esteta. El hombre y la brocha gorda. Al verla, Raquel, excitada, dijo a sus dos acompañantes, Ismael y Pedro, si cambiase de amantes sería, solo y únicamente por Saura. Este artista me atrapa, su irreverencia me revela. Me siento muy cercana a él en el modo de ver el mundo y el arte.

Ismael, que ya tenía en mente empezar la carrera de arquitectura, dijo:

  • Te imaginas un gran mural con el retrato, o mejor, el autorretrato de Saura en un gran edificio construido por mí. Sí, voy a compaginar el final de la carrera de filosofía con la carrera de arquitectura. No sé cómo me las voy a arreglar, pero el arte del diseño de casas o edificios me atrae, me atrapa, ¿qué pensáis?
  • Tú puedes hacer lo que te propongas, ya sabes, eres una mente privilegiada… ¿no opinas lo mismo, Pedro?
  • Nosotros te apoyamos, tus padres te dan la pasta, y tú, ejecutas con tu gusto personal.
  • Si tuviera unos padres que se fijaran un poco en lo que hago. Me han tenido al margen toda la vida. Solo me han dado cosas materiales. Estoy hasta los mismísimos…

No acabó la frase, cuando, saliendo de la galería, vieron que había empezado a llover. En el bar de la esquina, pidieron unos bocadillos y unas cervezas. Como siempre, pagaban los padres de Ismael, con la tarjeta que les hurtó su hijo, siempre tenía dinero. Parecía mentira que sus padres ni se hubiesen dado cuenta. O quizás, se hacían los que no sabían, para contrarrestar la falta de afecto por su único hijo.

Se bebieron cuatro cervezas cada uno y en el baño, primero Pedro y después Ismael, se follaron a Raquel. Y dijeron: en casa vemos que pasa entre nosotros dos.

No se consideraban bisexuales, pero el juego sexual los había atrapado. Se conocían tanto los tres, que ya sabían que le gustaba a cada uno. La práctica sexual entre ellos, siempre era imaginativa y satisfactoria… incluso en los momentos en que iban tan pasados de vueltas, que no comprendían como se les podía levantar.

Durante los encuentros sexuales, siempre bebían vino, fumaban marihuana y leían poesía. Leyeron, entre los tres, las antologías de todos los principales poetas españoles del siglo XX. La generación del cincuenta les entusiasmaba. A Ismael le gustaba Carlos Barral, a Raquel Ángel González y a Pedro Jaime Gil de Biedma.

Para la carrera de filosofía, Ismael, estaba pensando escribir un ensayo relacionando la poesía con la filosofía. Bastantes filósofos ilustres, habían tratado el tema de la poesía. Pero lo que quería demostrar Ismael, es que la poesía es pensamiento, y que a todo pensamiento se le puede llamar filosofía, si realmente el filósofo es aquél que busca la sabiduría. ¿Qué hace el poeta, más que sentir sabiamente la realidad? Es el que conoce y puede mostrar lógicamente sus sentimientos. Por lo tanto se acerca a la sabiduría. Recordemos de nuevo, filósofo, es el que busca la sabiduría. Si fuese sophos (sabio), sería la divinidad.

Todo el texto, era un ensayo ambicioso que quería pensar con detenimiento y mostrar algo de lo que poder enorgullecerse. Entre los tres, llevaban semanas discutiendo el contenido del ensayo, pero la idea final y lo que se dijese en él, estaba a cargo de Ismael.

Como adolescente prodigio, porque así lo consideraban en la facultad y en todos los círculos en que se movía, a excepción del de sus padres, quería demostrar siempre todo de lo que era capaz. Él, por su cuenta, estaba estudiando arquitectura, haciendo maquetas, antes de comenzar la carrera universitaria. Se había leído, ya, un buen número de libros de teoría arquitectónica, escritos por los arquitectos más renombrados de la vanguardia.

Todos esos intereses y aptitudes, parecían estar reñidos con el poco amor propio y la gran angustia que padecía. Pedro y Raquel, siempre intentaban alentarlo. Lo cuidaban, lo mimaban, era el amigo que podían perder en cualquier momento. Era débil. Sufrían por verle sufrir. Y se ponían en su propia piel, un chico que materialmente lo ha tenido todo pero emocionalmente absolutamente nada. ¿Qué se puede esperar de un desarrollo personal en semejantes condiciones? Por ello, no tenían el más mínimo reparo, para, incluso, robar a los padres de Ismael. Se aprovechaban al máximo de la condición monetaria de sus padres y del poco control que ejercían sobre ella.

Ismael, era una contradicción por su forma de ser. Con sus amigos, al ser tierno y comprensivo, se hacía desear. Ante sus padres, era un déspota, respondiendo al abandono emocional sufrido durante toda su vida. Tenía mal genio, no controlaba sus impulsos, aunque cuando algo le daba miedo se quedaba paralizado. Siendo niño, se inventó un cuento. Lo redactó cuatro años después de haberlo creado, a los doce años de edad.

Esta es una familia humilde, felices todos ellos menos uno. El amargado era diferente. Tenía la cara y el cuerpo llenos de pecas. Además, mientras que los otros miembros eran guapos y listos, él era feo y poco espabilado. Siempre se comparaba con sus hermanos y padres. Un día como otro cualquiera, para sobresalir se le ocurrió una idea: estuvo haciendo un cercado en una parte del bosque, al lado de su casa, en la que había pocos árboles. Durante mes y medio, fue recogiendo a todos los perros abandonados que encontraba y los metía dentro. Les daba su propia comida, y algo que cocinaba cuando estaba solo en la casa. Además, dibujó, uno por uno, a todos los perros que iba encontrando. El dibujo, era más para el recuerdo y estudio, que artístico. Llegó un momento en que no daba al abasto. Empezaron a publicar anuncios en la prensa sobre la perdida de mascotas, en este caso canes. El niño pecoso, que se llamaba Ismael, los leyó, pero no se dio por aludido. Finalmente, la policía encontró el cercado con todos los perros dentro. Pusieron una denuncia a Ismael y su familia. La multa era de cinco mil euros. Cantidad que su familia no poseía. Así que Ismael el intrépido, fue a parar a un orfanato. Se dio cuenta: siempre destacaría negativamente en su familia.

Cuando les enseño el cuento a sus amigos, y al explicarles que lo había creado a los ocho años, se quedaron impresionados. Primero por lo metafórico, y segundo, por lo traumático de la situación.

Le dijeron, ¿por qué no lo intentas publicar? Ismael respondió, no quiero airear mis trapos sucios. Son para mí, y en todo caso, para vosotros dos. Mientras hablaban, cada vez tenían la cabeza más espesa y encalambrada por la cantidad de canutos que llevaban fumados.

Fueron a casa de Raquel, sus padres se habían ido cinco días a Lisboa de vacaciones. Allí abrieron una botella de ginebra, que se bebieron con hielo y rodajas de limón. La marihuana se les había acabado, pero Ismael llevaba medio gramo de cocaína. Entre trago y raya, Raquel les hizo un striptease. Acabaron penetrándose entre todos hasta acabar exhaustos. Después de media hora de descanso, escuchando Vinicious de Moraes, Pedro les leyó un poema de Alejandra Pizarnik:

El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.

El verso, miedo de ser dos lo cambió por el de, miedo de ser tres. Rieron sintiendo los versos, cómo solo son capaces de sentir tres jóvenes apasionados por la vida y por el futuro. Aunque uno de ellos, Ismael, estaba menos apasionado… llevando una vida auténtica, aunque previsible, para sus amigos y amantes.

Durmieron hasta tarde. Raquel se levantó dos horas antes que Ismael y Pedro. Bañándose con sales, escuchando Vivaldi, y a continuación El última de la fila, horneó un bizcocho de chocolate. Hizo huevos duros. Y preparó una bandeja de frutas y otra de embutidos y quesos. Cuando se despertaron sus amigos, encontraron todo un banquete. Como sorpresa, y para pasar la resaca, Raquel sacó un Ponche que había preparado, café y licores.

Pasaron los cuatro días que faltaban para que llegasen los padres de Raquel, comiendo, bebiendo, drogándose y sobre todo follando. El último día recogieron la casa y salieron los tres de ella, andando con las piernas más abiertas de lo habitual.

La resaca les duró una semana, en la que no pasaron por la facultad y hablaron lo mínimo entre ellos. Cada uno, pasaba una especie de depresión resacosa con su propio ritmo de recuperación. Para acabar como siempre acababan… en la misma tónica con la que se despidieron la última vez que se habían visto… con desmesura y una filosofía práctica completamente cirenaica.

Se juntaron en una clase que trataba de la inversión de los trascendentales de Nietzsche. Ismael, estaba motivadísimo y no paraba de intervenir. El profesor, se sentía incómodo, ya que algunas de las preguntas superaban su conocimiento sobre la materia asignada.

La educación española, siempre ha dejado mucho que desear. Hay profesores muy cualificados, pero otros que no tienen facilidad de discurso, por lo tanto de análisis y respuestas tampoco, al menos les cuesta expresarlas.

Dios ha muerto, propugnó el gran filósofo. Cada uno lo puede entender como quiera, pero creo que estaba explicando su tiempo, argumentaba Ismael para sus amigos. Si Copérnico puso al sol en el centro del universo, la tierra y los hombres ya no lo estaban, y según las escrituras interpretadas por el cristianismo, siempre decadente, el hombre estaba hecho a semejanza de Dios padre, y ya no era el centro. Además Darwin dijo que las especies, también el hombre, evolucionan al azar en su lucha por la existencia. La mano de Dios entonces no tiene repercusión. Eso va contra la religión. Nietzsche tenía razón, ya era el momento de matar a Dios y su moral decadente, hecha para débiles.

Pedro, ante las argumentaciones de Ismael se quedaba pensativo. Cómo puede ser, que una persona que sufre tanto diga que el arrepentimiento, la compasión por uno mismo y por el otro, son conceptos morales erróneos, para débiles, que lo que se ha de intentar es ser un superhombre, creativo, y valiente ante la vida.

Ismael, que en algún momento les había dicho, que a los cuarenta y dos años ya tenía haber hecho todo en la vida, y que se la quitaría sin mirar atrás ni adelante, no comprendían que esa era su forma de ser un superhombre. Romper las leyes de la naturaleza, y cuando empezase a notar la decaída física y psicológica, acabar con su vida.

Raquel, le decía, que eso se lo había oído decir a otros, pero que después siempre alargaban ese final prometido.

  •  La convicción y las creencias pueden evolucionar incluso cambiar, pero yo dudo que en mí se transformen, no quiero verme con decadencia física y espiritual, decía Ismael.

Raquel, incluso se ponía a llorar, al escucharle sabía que su amigo y amante era capaz de todo.

Un día, le dijo que tenía planeado matar a su padre en un futuro. Pedro y Raquel, aún no se daban cuenta de las grandes posibilidades, tanto de hacer el bien como el mal, de venganza y de perdón, de orgullo y amabilidad, que poseía su amigo. Era todo contradicciones en estado puro.

Las realidades, en ciertas edades, adquieren mayor intensidad. La vida, no es para verla pasar, somos la espacie creativa, simbólica, científica, artística, pues que se note en el trato de unos con los otros, decía Ismael, que no todo sea rutina y aburrimiento, que la chispa salte ante un buen verso o un buen vino.

Raquel lo escuchaba, estando de acuerdo no dejaba de pensar: a Ismael su individualidad le va a matar, ¿ciertamente se suicidará a los cuarenta y dos años?

A veces iban al cine, por aquella época no se cansaban de ver las películas de Claude Chabrol y de John Cassavettes. Leían poesía y tratados de arte. Iban a todas las exposiciones que podían. Bebían, tomaban drogas, pero lo que más les gustaba, era follar.

Ellos se reían de las noticias, el mundo no les incumbía, si no es que les afectase directamente. La madre de Raquel no lo entendía, ella era del PSUC, y su hija tenía un interés social nulo. La vida, por lo que dicen, da muchas vueltas, su esperanza era posible, pensando en un cambio absoluto de su hija.

Pedro, que se pasaba todas las horas que podía leyendo, les introducía en los libros que le interesaban, para, a continuación, debatirlos. Ismael, con sus argumentos era el que veía el lado negativo de las situaciones, Raquel el lado romántico y Pedro era el más pragmático.

Pedro, escribía, sin enseñar el resultado a nadie. Notaba que sus horas de soledad, ante la página en blanco, eran de una dicha total. No tardaría en anunciar a sus amigos que quería ser novelista… lo más seguro es que le dijesen lo difícil que es ganarse la vida así. O quizás el romanticismo de Raquel lo empujase hacia su objetivo, sin caer en los obstáculos que pudiesen ir apareciendo.

7.

Veinte años más tarde.

Pedro, depresivo, llamó a Raquel. Cuando descolgó, interrumpiendo la llamada, se puso a llorar. Tenía dos opciones, o echarle todo en cara a Raquel, diciéndole lo traidores que habían sido, o dejarlo pasar, ya que Ismael estaba muerto, por lo tanto solo quedaba él.

Para desahogarse, escribió una carta a mano, sobre lo que les quería decir a sus amigos.

La traición es el acto más doloroso espiritualmente que le pueden hacer a una persona. Sí, me siento traicionado y con ganas de llorar. Queríais dejarme aquí tirado habiendo cometido un crimen y desfalcado a tu familia. Por lo que leí en la carta, todo lo había elaborado Ismael, que en el infierno descanse. A ver qué averigua la policía. Ojalá salgas bien librada, Raquel, y podamos compartir muchos orgasmos más.

Las lágrimas caen y caen, yo que creía que éramos la santísima trinidad. En cambio acabasteis aburriéndoos de mí. Voy a seguir contigo Raquel, pero además voy a intentar conocer gente, mucha gente. Con la muerte de Ismael, tú muerte, si me estás escuchando en algún lado, tiene un efecto importante para nuestras vidas. ¿O no Raquel? Te has quedado sin Brasil, o Argentina, o Cuba. Te has quedado sin el ser más retorcido que existía. Por culpa de sus padres, puede ser, pero cada uno maneja su vida como quiere. No eras tan amigo del superhombre nietzscheano, Ismael. Acabando en el suicidio, ¿que se es? ¿Valiente o cobarde? Superhombre o simplemente un débil, de los que tanto renegaba el filósofo alemán.

Para acabar, os diré, que me costará superar lo sucedido. Pero cuando lo supere, iré catapultado hacia el infinito. Mi moral intachable, saldrá adelante ante la caída de la vuestra.

Quizás, Ismael, nos veamos en el infierno. A ti, Raquel, como he dicho, intentaré follarte unas cuantas veces más.

Hasta luego, un abrazo y una patada en los huevos.

Pedro.

A continuación escribió un poema, para sanarse un poco más:

Delirio,

entre piernas y brazos tan solo

recordados.

Grandeza, arrastrada por el suelo, por el fango,

por mi vida, olvidable y olvidada.

Crujiente crepitar de la sienes. ¿Y mi cerebro

imperfecto? ¿Y mi vida indeseable?

Voy, sin luz, por lo tanto

sin poder ver un paisaje

indeseable.

Una rutina truncada,

al ritmo de la esencia plena

de inquietudes,

cuando es sinónimo de intranquilidades.

A continuación abrió una botella de Jack Daniels. Se lio cuatro porros y se propuso olvidar. Aunque como todos sabemos, quizás esta no sea la mejor forma de hacerlo.

¿Cómo es posible que los sentimientos hacia las personas sean tan variables? No solo ellos habían cambiado sus sentimientos hacia él. Por lo sucedido, Pedro también sentía un odio y desengaño absoluto. Si somos capaces de esto con las personas queridas, ¿cómo podemos ser ante las personas lejanas emocionalmente? ¿Quizás lo que nos haga ser crueles, sea la cercanía emocional? En algunos casos, por supuesto. Pero el suyo no era uno de esos casos. ¿Cómo lo superaría? ¿Cuántos textos tendría que escribir para sanarse? ¿Cuántos porros y licores consumir?

Decidió llamar otra vez a Raquel, a ver si notaba algo especial en su voz, que le diese una explicación…

  • Hola Raquel, ¿qué tal? ¿Trabajando?
  • Esto de la publicidad es una puta mierda. Sabes, no me puedo quitar de la cabeza lo del suicidio de Ismael.
  • Yo tampoco, con lo que le queríamos. Pero ya no está. Solo quedamos nosotros dos.
  • Sí, tienes razón. Hemos sufrido mucho por el estado anímico de Ismael. Ahora nos toca cuidarnos. Disfrutar del dúo que queda. Además, ya estaba un poco cansada de la compañía de Ismael. Era tan depresivo y negativo…

Pedro se quedó callado unos segundos.

  • Pedro, ¿pasa algo?
  • No, nada, pensando en lo que me acabas de decir. Sabes, igual mejor que haya sido así. Ni él ni nadie que le quería volverá a sufrir.
  • Si dicen que la vida es sabia, imagínate la muerte. Hay muchas vidas imperfectas, pero todas las muertes son perfectas, son lo que son…
  • Bueno, ¿a qué hora acabas el trabajo?
  • Si quieres, a las siete me paso por tu casa.
  • Vale, un beso.
  • Un beso.

Pedro, pensativo, no daba crédito a lo escuchado. Raquel, le decía que estaba cansada de Ismael, y casi se fuga con él dejándolo solo en Barcelona.

¡Qué falsedad! Pensó que seguiría la evolución de los hechos sin mostrar ningún sentimiento que le perjudicase.

Con Raquel en casa, escuchando unas misas de Bach, comiendo pimientos del piquillo, olivas maceradas por él mismo, jamón de bellota, y alcachofas laminadas y fritas, hablaron largo y tendido sobre sus vidas y proyectos. Raquel, le explicó que deseaba salir del país, estaba cansada de la península ibérica, su gente y costumbres.

  • ¿Dónde piensas ir?, le preguntó Pedro.
  • No sé. Brasil me apetece. Es gente alegre, en la que los instintos se ven a la primera. Pero también podría ser Colombia, Argentina, México. Y tengo en cuenta Londres, New York y Berlín.
  • Pero, los primeros países que has nombrado son tan diferentes de las tres segundas ciudades.
  • Es que no quiero decidir sola, ¿quieres venir conmigo?

Pedro estaba perplejo. Le contestó que no era el momento de realizar un cambio tan drástico en su vida. Debía cerrar algunas circunferencias abiertas y acabar la novela que estaba escribiendo. Luego podría decidir.

Además, estaba muy reciente la muerte de Ismael. Debían hacer luto durante una temporada.

Pedro, sacó una botella de Cabernet Sauvignon que era de una añada interesante. Se lio un canuto. Abriendo la primera de las libretas de poemas de Ismael, leyó el que había disfrutado la última vez.

Reminiscencia.

Quizás sea un ser,

y haya sido antes otros seres:

pero, seguro, que siempre igual de jodidos.

Mientras enfoco para ver mi vida

completa. Sustraigo lo innecesario

para estudiarlo y ver

si realmente es innecesario.

No llego a conclusión alguna,

como siempre.

Aunque ese concepto debería

suprimirse del vocabulario.

Entonces, diré a menudo.

Al acabar de leer y levantar la cabeza de la libreta, Pedro se dio cuenta que a Raquel le bajaban lágrimas por las mejillas.

  • ¿Qué te pasa, Raquel?
  • Es muy reciente lo de Ismael. ¿Te das cuenta de lo que sufrió toda su vida? Tienes razón, todavía no ha llegado el momento de marcharnos.
  • Raquel, ¿me ocultas algo? Somos amigos íntimos, si hay algo que deba saber, me lo puedes contar.
  • ¡Cómo te voy a esconder algo, corazón! Anda, sigamos bebiendo y fumando. Que luego echaremos el polvo del siglo.

Se acercó a Pedro y le dio un profundo beso en la boca.

  • ¿Te has dado cuenta de lo perdido que estaba Ismael cuando escribió el poema?, preguntó Pedro.
  • Intentaba comprender su triste existencia, pero cómo para todo el mundo, es algo incognoscible… era inteligente y especial, pero aun así no pudo con el peso de su nula educación y con la falta de cariño.
  • Dijo que los conceptos, siempre y nunca, se han de suprimir. Tiene toda la razón, no hay ni un siempre ni un nunca. El estudio exhaustivo de uno mismo solo puede traer complicaciones. Todos somos tan contradictorios, que nos puede llevar a la fatalidad, como en su caso.
  • Ismael es, perdón… era, la persona más compleja que he conocido, por eso irradiaba esa fuerza inmersa en su calma… pero era calma exterior, internamente era un huracán.
  • Le echaremos de menos, ahora lo que hemos de hacer es recordarlo y sacar algo claro del porqué de este final.
  • A los muertos se los ha de dejar tranquilos. Yo no indagaría mucho.

Pedro pensó, claro ¿cómo va a querer que indaguemos, si se puede destapar todo? ¿Lo del asesinato y el proyecto de abandonar y arruinar a su familia?

Mientras escuchaban a Erik Satie, Raquel se empezó a desnudar al ritmo de la música, mientras daba caladas al canuto que tenía entre las manos. Para acabar masturbándose sobre la alfombra para excitar a pedro. Cuando aún no había llegado al orgasmo, Pedro le dio la vuelta y la culeó acariciándole el clítoris, hasta que los dos se vinieron y ante unos minutos de recuperación por el esfuerzo realizado, brindaron con ginebra por Ismael. En realidad, ninguno sabía en quien pensaba el otro mientras follaban. Ni se lo contarían, ya habría tiempo de recomponer la situación y ver hacia donde evolucionaba su relación.

Raquel se marchó a trabajar, debía idear una publicidad sobre una marca de ropa femenina. Las modelos debían tener personalidad, aparte de ser bellas. La música de fondo romántica, y los colores de las prendas vivos, alegres, con vida. Era ropa dirigida a mujeres entre los veinte y los cuarenta años, que fuesen cosmopolitas, estando metidas de lleno en su tiempo, que creyesen que la moda les pertenece, sin darse cuenta de que las modas van cambiando el gusto de la gente.

Tenía claro cómo debía ser el spot publicitario, pero no se concentraba, Ismael estaba en su cabeza. Hacía un momento se la había follado Pedro y fantaseaba que había sido Ismael. Tenía remordimientos, pero iba a seguir con la farsa. Si no tenía a Ismael se iba a conformar con el premio de consolación, Pedro.

¿Qué crueles y falsas pueden llegar a ser las personas?, pensaba Pedro. Raquel, dice que nos vayamos a Brasil o New York, y con quien se quería ir es con Ismael. Seguro que cuando me la he follado, ella pensaba en mi amigo.

Pasaron varias semanas, Pedro y Raquel se veían a menudo, también veían a otras personas, pero por separado. Intentaban llenar un vacío parcial. Quizás, lo que querían era volver a su juventud de superfluidad. De adultos, la vida les pesaba demasiado. Cuando quedaban, follaban, leían poesía, y en el peor de los casos, se aburrían de la cara del otro, haciendo el esfuerzo por estar bien y disfrutar.

Un día fueron a la filmoteca, pasaban Shadows de John Cassavetes, una película de vanguardia compuesta mediante la improvisación, ambientada en el submundo del jazz y la clase intelectual, influida por el existencialismo sartriano.

La película es magistral. Les gustó. Ambos la habían visto ya varias veces. Después de disfrutarla, cada uno cogió el breve texto de la conferencia dada por Sartre, El existencialismo es un humanismo, donde explica claramente en que consiste su idea de existencialismo.

La vida es un camino hacia la muerte. ¿Qué hay después de la muerte? Pero no nos hemos de poner como Woody Allen, cuando interpreta el papel del que quiere creer en Dios, y busca una religión cualquiera solo por el miedo a convencerse aún más que después de la muerte no hay nada. Fue otra película que vieron juntos, y salieron de la sala con la sensación de estar más vacíos de lo que realmente estaban. Y eso, que el largometraje causa, lo que podríamos llamar, cierto bienestar. Acaba bien, todos contentos y acompañados de la pareja que aman.

El amor a la cultura no es algo que aparezca de la nada. Lo primero, se ha de poseer una cierta sensibilidad. Después la educación, tanto de la familia, como de los estudios y amistades, influye directamente. Sí, los amigos educan. Si tu círculo es agresivo, y está acostumbrado a meterse en conflictos, tú acabarás igual. Sin embargo, si le gusta la poesía y la fotografía, el sujeto en cuestión tendrá muchos números para ser una persona sensible y educada. Si el círculo es sexualmente abierto, individualmente, no tendrás nada que ver, con una persona formada por una religión cerrada y censuradora.

Raquel y Pedro, eran personas culturalmente sensibles, es más, sus oficios eran creativos y culturales. Pero, moralmente, parece que no les había ido tan bien.

¿Qué puede pasar en una vida para que haya tanta contradicción? ¿Cómo puede ser que unos filósofos sean tan inmorales?, y no en cuanto a las prácticas sexuales se refiere, cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera. Pero Ismael, Raquel y Pedro no se ocupaban para nada de los asuntos de los demás, a no ser laboralmente. Vivían en una burbuja que la componían ellos tres, que al final se corrompió.

Pedro estaba sin fuerzas, solo las sacaba cuando se juntaba con Raquel. La novela que estaba escribiendo no le dejaba tranquilo. Siempre había disfrutado escribiendo, ahora era una tortura. No le salía, ¿se habría secado su creatividad? Los artículos, cuando los releía le parecían sin fundamento. Empezó a contactar con mujeres por internet. Quedó con tres, pero nunca llegó a nada, le causaban repulsión. Solo deseaba a Raquel y le había traicionado. Ismael, sin estar vivo, se encontraba más presente en su vida que nunca, en sus libretas de poemas que Pedro leía y releía como si de un libro de Nietzsche se tratase.

Quizás esa era la solución. Leer de nuevo el Así habló Zaratustra. Debía convertirse en un superhombre. En alguien dispuesto a todo, creativo, con una gran autoestima. Pero qué lejos estaba de ese momento.

Abrió una libreta de Ismael:

Creación al cuadrado,

la sequía

es igual

a la mediocridad creativa.

Vamos por ese camino

si los tres no nos damos

un espacio para pensar.

Follar más intensamente

menor número de veces.

Y parlamentar sobre

nuestros proyectos.

Ese ha de ser el ideal de cualquier

trinidad.

Santísima trinidad.

Como todos los poemas de Ismael, este le causaba sentimientos contradictorios, aunque es normal que todas las relaciones pasen momentos de alejamiento y otros momentos de más cercanía. Entonces, ¿por qué le provocaba ese revoltijo visceral? La relación de los tres había sido tan intensa, y los últimos acontecimientos tan radicales, que quizás ya nunca más podría dormir con tranquilidad.

8.

Veinte años antes.

Nunca habían tenido una discusión como aquella.

  • Es que nos diriges, decía Pedro. Raquel, somos un trío pero ante todo somos individuos.
  • Sí, ya lo sé. Pero, ¿cuál es la condición femenina? Sin parecerlo, ser el centro de interés de los hombres, tomar las decisiones y hacerlos corresponder siempre a sus antojos. Siempre con mucha sensibilidad, sin que se note. Yo estoy tan alagada de teneros a vosotros dos… en fin ¿verdad que me entendéis?
  • Pero es que no puedo más, yo soy el único director de mi vida. No quiero veros durante una temporada, dijo Pedro.

Raquel e Ismael lloraban, Pedro siempre tenía que acabar explotando emocionalmente. ¿Cómo podía ser tan visceral? Golpeó la puerta al cerrarla y se marchó. Ismael comentó:

  • Al final, me cansaré de Pedro y seremos un dúo de lo más normal y ortodoxo.
  • La verdad no entiendo cómo puede tener ese carácter, yo también estoy muy cansada… no sé cómo vamos a acabar.
  • Yo, muerto a los cuarenta y dos.

Se despidieron y Raquel se fue a su casa. Debía acabar un texto para la universidad sobre la relación entre arte y filosofía. ¿El arte puede ser filosofía? Tiene tal complejidad conceptual, que da que pensar. En la filosofía ortodoxa, la pregunta es lo que lleva a pensar. En el arte lo que hace pensar es la obra.

Ha habido muchos artistas, que han pensado sobre arte. Un artista de calidad posee tal fuerza y profundidad en su sensibilidad, que se convierte automáticamente en un filósofo además de en un creador.

Ismael se fumó un porro, y leyendo Historia de la sexualidad de Foucault, intentaba descubrir las claves de su sexualidad.

Se sentía una particularidad entre una inmensidad de particularidades sin sentido. ¿La existencia tiene razón de ser? Si la tenía, ¿qué debía hacer para hacer de la suya algo interesante que pudiera pervivir a su muerte?

Se lo planteaba constantemente. Lo atormentado que se sentía, lo plasmaba en su obra para darlo a conocer al mundo. La arquitectura, sabía, que podía ser el medio. Debía estudiar. Pasarse horas en ello. Así que después de leer a Foucault cogió Mensajes a los estudiantes de arquitectura de Le Corbusiere. Las lecturas eran su delirio, y en ellas se metía sabiendo que era su camino en la vida. Información, vida y creación. Era lo único que le importaba.

Pedro, al dejarles, se metió en el primer bar que encontró, bebiendo brandi dialogaba con toda la gente que estaba en la barra:

  • ¿Sabéis cuál es la clave para que una relación funcione? No darle importancia a las manías ni particularidades del otro o de los otros.
  • ¿Cómo que de los otros?, le preguntó un hombre.
  • Las relaciones pueden ser de dos o más personas, explicó Pedro.
  • ¡Y tú qué sabes mocoso!, exclamó un borracho de unos cincuenta años.
  • Aunque no pase apenas de la veintena, tengo tanta experiencia y más cojones que vosotros.

Mientras se iba caldeando el ambiente, la chica que ponía las copas intentaba quitar peso al asunto.

  • Seguro que todos tenéis mucha experiencia y un par de grandes cojones.
  • Ven al lavabo que te los enseño, le propuso Pedro.
  • Ni loca, que me puedo encaprichar…

Siguieron tomando copas, Pedro acabó borracho, y Mar, la barwoman acompañándolo a su casa. Estaba tan consciente de las necesidades de su cliente, que acabó en su cama, y fumaron follando y follaron fumando marihuana.

Durante la semana siguiente, Pedro solo quería beber coca cola helada. Con una resaca intensa, se despidió de Mar, prometiéndole que volvería a pasar por el bar.

Se fue a la piscina e hizo cincuenta piscinas, a duras penas lo consiguió y salió del agua casi recuperado. Lo que le faltaba, para sentirse en plena forma, era un brandi. Llamó a Ismael y a Raquel, se juntaron los tres en casa de Ismael, donde les pidió disculpas dando sorbos a las copas y escuchando Ornette Coleman.

Pedro, con sus neurosis, no se daba cuenta del dolor que causaba a sus seres más queridos. Era un tipo decidido, pero con baja autoestima. Tan líder como auto destructivo. ¿Cómo podía ser posible, una paradoja de semejante envergadura en la vida de una persona? Convivía mal consigo mismo. Aunque parecía que estaba contento interiormente, vivía como una goma elástica que se estira y se encoge al azar.

Su tipo de vida la tienen muchas personas en las sociedades actuales. La goma, es el cambio de posición, en los estados anímicos de las personas. Está claro, que Pedro no podía hacer nada para cambiarlo, al menos sin ayuda. Y en estos momentos de su juventud, quería aparentar ser tan fuerte, que no la iba a buscar. Todos deberíamos hacer terapias. La vida es tan compleja, que vale la pena tener a alguien que te escuche objetivamente y te de su valiosa opinión como profesional.

Raquel, en cambio, era una joven que se dejaba llevar, pero como se dice popularmente, tenías que tener cuidado, ya que por debajo te podía clavar una puñalada. Para ella, el trío de amantes era un alago, y le subía la pasión por la vida. Le gustaba tanto follar con los dos, como ver como sus dos amantes follaban mientras se masturbaba.

La vida da muchas vueltas, y los tres pensaban, hemos de aprovecharla al máximo. En cualquier momento podemos tener un accidente o una enfermedad que acabe con nosotros.

Escuchando Joe Henderson cogieron un libro de T. S. Eliot y leyeron el siguiente poema:

Título:

EL “Boston Evening Transcript”:

Los lectores del Boston Evening Transcript

se mecen al viento como un campo de maíz maduro.

Cuando el atardecer se aviva débilmente en la calle,

despertando los apetitos de vida en algunos

y trayendo a otros el Boston Evening Transcript,

subo los peldaños y toco el timbre, volviéndome

fatigadamente, como quien se volviera a despedir con una

                        cabeza a la Rochefoucauld,

a la calle fuera el tiempo y é estuviera al extremo de la calle,

y digo: “ Prima Harriet, aquí está el Boston Evening Transcript”.

 T. S. Eliot, era un poeta que les gustaba. Es más, a Ismael le ponía en un estado de embriaguez natural, las endorfinas se le estimulaban. Eso decía él. Mientras que Raquel le contestaba, todo arte puede provocar el éxtasis absoluto, pero de ello a que te estimule las endorfinas… No sabes ni lo que son, así que no vaciles.

Está bien, me provoca un orgasmo sensorial. ¿Te parecen mejor estas palabras?

Su época, de grandes mejoras en la ciudad, era también de enormes injusticias. Habían limpiado la ciudad de indeseables. Mejor dicho, los enviaban al extrarradio para que las zonas turísticas no se vieran tan afectadas de robos y tráfico de drogas.

Los extranjeros, ahora sí, podían pasear por una Barcelona segura. Pero a ellos, estas cuestiones no les interesaban. Leían los periódicos, pero en lo que más se detenían era en la parte de cultura. También conseguían revistas de filosofía, literatura, arte y arquitectura. Estaban sentando las bases para un futuro erudito y lleno de emociones, si se puede definir así el saber especulativo. Sin darse cuenta y por puro placer, su educación era exquisita, siempre combinada con sexo, alcohol y drogas.

Raquel, acabó el texto de filosofía comparativo entre arte y filosofía. Para escribirlo, se había leído libros de Benjamin, Adorno, Kandinsky e incluso ensayos de Tàpies. La conclusión a la que llegó, es que la tradicional filosofía, en forma de ensayo o tratado, se debía ampliar a los formatos artísticos. ¡Cuánta filosofía, preguntas y respuestas, puede haber en una fotografía!

El arte viene acompañándonos desde el principio de los tiempos. La filosofía también. En muchas épocas han estado reñidos. La poesía y la filosofía tienen una ardua lucha desde La Republica de Platón. Pero se ha de acabar ya. No tiene sentido en un mundo que se ha de captar y analizar. Cualquier medio, puede ser bueno para crear.

Después de entregar el texto, Raquel, se fue sola a beber un JB con coca cola al bar más cercano de la facultad. Mientras bebía y leía algunos poemas de Dylan Thomas se le acercó un muchacho.

  • Hola, ¿te conozco? Tu cara me suena.
  • Pues yo ni idea, contestó Raquel, ¿te quieres sentar? A eso has venido ¿no?
  • Encantado, soy Javier, ¿qué estás leyendo?
  • Al poeta que revolucionó la poesía en Londres la primera mitad de este siglo.
  • Dylan Thomas, poesías completas, leyó Javier, ¿qué interesante? ¿y… cómo te llamas?
  • Raquel, para servir.
  • Qué mal suena eso, ¿a quién vas a servir, a mí? ¿Pensarás que me he sentado aquí para ligar? Pues nada más lejos, soy gay, y quiero conocer a un muchacho que siempre está con vosotros, con el trío. Es alto, guapo y distinguido. Creo que se llama Ismael.
  • Es de nuestra propiedad. No puede perder el tiempo en otras cosas, es demasiado valioso.
  • Bueno, ¿podríamos encontrarnos aquí mañana a esta hora? Vosotros tres y yo, ¿vale?
  • Lo consultaré con mis amantes. Dame tu teléfono y te digo algo.
  • Muy bien, por cierto, verdad que ellos también tienen sexo entre sí.
  • Si nos vemos mañana se lo preguntas directamente.
  • Sigue con la poesía princesa y hasta mañana si el destino nos respeta.
  • Hasta mañana Javier.

9.

Veinte años más tarde.

Pedro, bajó su intensidad vital. Después de una frustración exageradamente realista, decidió, que lo mejor que podía hacer es dejar pasar el tiempo. Lo que me molesta o lo afronto o hago oídos sordos, tal como llega lo dejo ir, pensaba.

Pero su historia, con lo radical que era respecto al amor y la vida en sí mismas, más unas explosiones temperamentales que solo le habían traído problemas, era propia y única. Era real la vida que había llevado hasta el momento. ¿O su realidad, como toda realidad, radicaba solo en él, de forma radicalmente subjetiva?

Estaba en casa viendo Perversidad de Lang. Película que había disfrutado unas cuantas veces, trata sobre el engaño a un artista. Sobre el engaño en la vida, que es algo real, ¿también subjetivo?

Él se sentía engañado, pero pensaba, dejar pasar, dejar pasar… ¿lo conseguía?

La marihuana puede ayudar o ir en tú contra. En su caso, le relajaba y veía la vida distendidamente. Su temperamento, que le hacía hervir la sangre, se apaciguaba. La perspectiva de las cosas se agrandaba y alejaba a la vez.

Sin creer en nada, ni en el amor, ni en la amistad, ni en la familia. Sin sentirse enraizado a un lugar. Ver y no ver. Ser y estar, pero sin mantener un lugar fijo. Como diría Henri Bergson: Mas las causas verdaderas y profundas de la evolución eran las que la vida llevaban consigo. Pues la vida es tendencia y la esencia de una tendencia es desarrollarse en forma de haz, creando, por el solo hecho de su crecimiento, direcciones divergentes entre las cuales se repartirá su impulso.

¡Qué frase! ¡Qué sentencia! Exclamaba Pedro cada vez que la leía. Solo lo hacía cuándo se sentía desfallecer y sus fuerzas necesitaban una inyección de vitalidad. Para ello servía Bergson, o Nietzsche, o Delleuze.

Ya iba por el tercer canuto y el cuarto Whisky. No veía la vida distendida, sino esperpéntica. Era una broma de mal gusto en cualquiera de sus interpretaciones, y nada era descifrable.

Se había pasado, estaba demasiado colocado. Solo le faltaba un agujero donde meterla, sin nombre, sin sexo. Solamente un agujero.

Miró su listín telefónico. Sabía, pero no la encontraba, que la persona en cuestión figuraba en ese listín. Acabó llamando a Raquel, pero ella ya no era solo un agujero, o mejor dicho tres agujeros. Era la más deseada, pero no sabía cómo decirle después de años y años como amantes, joder ¡te necesito! ¡Me siento solo y necesito carne, materia!, y un alma que me acompañe.

Raquel, apareció por su casa después de una hora. Despertó a Pedro, que estaba durmiendo por los excesos. Le abrió, la besó, la desnudó y la penetró hasta la extenuación. Los tres agujeros de Raquel adoloridos e irritados hicieron su función. Ahora le tocaba al alma hacer su trabajo. Pero, ¿Raquel tenía alma?

Estuvieron pensando sobre la vida, cada vez iba más deprisa. Sobre lo que les hubiese gustado que fuera, pero que nunca se actualizó. De ilusiones que se convierten en desilusiones al no poder realizarlas.

De esta vida, en la que ya no eran la santísima trinidad. ¿En qué había fallado la trinidad? Para Pedro, con la traición, el fallo era claro aunque no lo omitió. Para Raquel, probablemente con falsedad, decía que los fallos habían sido mínimos. Que eran el trío perfecto. En cuanto lo dijo, a Pedro le empezaron a resbalar lágrimas por las mejillas.

  • ¿Desde cuándo eres tan sensible? Me estás sorprendiendo.
  • Los últimos acontecimientos me han tocado la fibra. ¿Cómo puede ser que Ismael se suicidara? ¿Tú hablaste algo con él? De verdad, me lo puedes explicar.
  • No, Pedro, para mí fue una sorpresa tan radical como para ti. Bebamos para olvidar. Es lo único que se puede hacer en estos casos. Beber, fumar y leer poesía. Te voy a recitar uno de los poemas de las libretas que has encontrado de Ismael.

Amanecer oscuro,

mi cabeza dando vueltas se asemeja

a un tiovivo que gira sin parar.

Vuelvo a tener pesadillas, mi

psicosis se acerca. ¡Oh, el gran secreto!

Santísima trinidad hay un loco

entre vosotros, ¿cómo lo asimiláis?

Pienso que me ven, que me escuchan, que me

quieren joder del modo que me repele,

hiriente, nauseabundo.

Y yo mato, a diestro y siniestro,

con mis palabras que son como espadas,

con mis sentimientos que son balas

que una vez que penetran en la

carne explotan, el daño ya hecho

es irreparable…

Inquisitorial… quizás por mi super yo.

Al acabar de leer, se miraron, ¡joder, Ismael era psicótico! ¡No me lo puedo creer! Nos ha tenido engañados todos estos años.

Raquel, llorando, decía que los proyectos de Ismael eran mentira. Pedro, le contestó que no, que las paranoias de un psicótico son más reales que las de las personas presumiblemente normales. ¿No te acuerdas de lo que decía Deleuze?

  • Siempre nos escudamos en la filosofía, y es la ciencia especulativa, argumentaba Raquel.
  • Por eso nos apasionaba, le contestó Pedro.

Pedro abrazó a Raquel. Sentía entre amor y odio. La quería pero estaba tan dolido…

Así que la terminó de vestir y le dijo:

  • Nos vamos al Jamboree. Hoy actúa un cuarteto, batería, contrabajo, piano, y saxo. Nos vendrá bien escucharlo. Después te puedes quedar a dormir conmigo, claro, siempre que quieras…
  • Buen plan. Me he de animar.

Bajaron las escaleras con un canuto encendido. Qué les importaba lo que pensasen los vecinos.

En la calle, fueron jugando como dos adolescentes, empujándose y haciéndose cosquillas el uno al otro. Llegaron al coche, pusieron a Anthony Braxton y ya metidos en el ambiente y llegando a un parking cercano a la Plaza Real, Pedro sacó la petaca de ron Havana Club. En el concierto, a partir de las sensaciones que les producía la música, lloraron, se ilusionaron, a veces estaban entristecidos por las notas menores, otras, casi saltando. Su inestabilidad rayaba la hecatombe. Cuando acabó, se fueron al lavabo de mujeres. Raquel había conseguido coca. Se metieron dos rayas cada uno y echaron un polvo. Al salir esperaban mujeres indignadas. Pedro les tocó el culo a tres, que enfadadísimas le insultaron. De allí se metieron en el Bagdag para acabar follando delante de un público excitado y borracho.

Continuaron la juerga en afters del centro. Metiéndose más cocaína de la recomendable. Por la mañana en casa de Pedro follaron colocados.

Hacía muchos años que no se iban de juerga de esa manera. No pudieron dormir hasta el mediodía del día siguiente, los dos faltaron a sus obligaciones laborales… la vida en cualquier momento se puede acabar… así que se ha de aprovechar…

Raquel dos días después habló con Pedro.

  • Me siento fatal con lo que hicimos la otra noche. Ya no somos jóvenes, menudo espectáculo, ¿no?
  • Sí, pero por un día no pasa nada.
  • Hemos de asentar la cabeza, lo de Ismael nos ha afectado demasiado.
  • Los sentimientos no se pueden controlar, solo faltaría.
  • Vale, vale, pero no lo repitamos.
  • Lo intentaremos, que pases un buen día.
  • Un beso Pedro.
  • Otro para ti.

Pedro, estaba tan bajo de moral, que pensó que le podría escribir una carta a Raquel. Quería redactarla con bolígrafo y papel y no en un email.

La primera que escribió era la siguiente:

A veces creo comprender a Ismael. Realmente, ¿vale la pena vivir la vida?, ¿en qué consiste la mentira que es el existir? Ando cansado, cada vez tengo los hombros más caídos. ¿Qué debo hacer? Ni la escritura cobra sentido en mi vida. Me da miedo reconocer la postura de Heidegger: ¡somos seres para la muerte! Para que otra cosa si no. Hemos nacido, y a partir de ese momento, cada vez estamos más cerca de la oscuridad total. Antes os tenía a vosotros dos. Ismael ha muerto, tú estás tan lejana que ni te reconozco.

Quizás debería releerme a Nietzsche una y otra vez. Algo de lo que debe ser un superhombre se me podría contagiar. O a Rilke en su Cartas a un joven poeta. El poeta es aquel que no puede dejar de escribir poesía. Los poemas pueden ser una oda a la vida o a la muerte. A mi modo de ver no pueden transmitir otra cosa.

Quizás, como Ismael, he de comenzar a redactar mis poemarios secretos. Así me sentiré anímicamente muerto. Solo me faltaría acabar con todo.

Leí ayer unos versos de nuestro amigo suicida que decían:

Vida, no me des más.

Podredumbre sentimental… nada más…

Recogiendo sensaciones como un cubo

aspirador habitable…

Como la vida en su torbellino mareador…

cómo el ser sin ser,

que no es otra COSA que YO.

Y subrayo lo de COSA.

Seguro que me lo dedicó, después de leerlo me pregunto si puedo escribir algún poema, después de las sensaciones que me ha causado este de mi amigo, o ex amigo. Sí, me siento engañado, maltratado, por una humanidad, para ser más específicos por los amigos, ya que ya no me podéis reconfortar como me reconfortabais.

Siempre tuyo.

Pedro.

Pero no le envió la carta a Raquel, no estaba convencido de que lo que le quería transmitir eran esas ideas y sentimientos. Quizás, tan solo le debía escribir un poema. Más concentrado, más cargado de verdad sentimental, y porque no, de ironía.

Luego escribió un breve poema desde su propia interpretación vital:

Versos, estética,

entre el hoy y el ayer…

siempre nauseabundo,

siempre confortable

por miserias no específicas.

Mientras sudo y amo,

denigro y peco,

entre religiones y psicologías

adversas.

Es el fin,

de la era feliz de una vida

siniestra como la nuestra,

mejor no utilizar el plural,

como la mía.

Suave poema, intenta explicar mi sentir, como lo hace toda poesía. Abstracción, sí, eso es, le falta abstracción, si tiene que tener relación con una vida tan abstracta como la mía. Por ti, por vosotros, por mí. Estoy en la mierda, y el mundo no se ha querido enterar. Pero en el fondo ¿qué me importa el mundo, el cosmos? Nada más lejos de su significado. En griego antiguo cosmos significa armonía. Yo no poseo lo armónico, que tanto me gusta de los cuartetos de Bach, o Beethoben, o Ravel… Pero quiero hacerte llegar mis sentimientos para que tu actuación sea a pesar de todo, tuya… de nadie más, y yo sin pedirte nada, como ves, cada vez rechazo más la vida. Quizás sea una espiral que nos va alcanzando. Primero a Ismael, luego a mí, y para finalizar a ti.

Te quiero.

Pedro.

Tampoco le satisfizo. Decidiendo ir a comer al bar de debajo de casa, para airearse y que se le refrescasen las ideas, se bebió un Rioja reserva de buena añada que tenía en la bodega, cogió un cuaderno de poemas de Ismael, y en el restaurante se pidió una ensalada tibia con hongos y un ossobuco en salsa de vino tinto. Necesitaba energía para el día a día. Para la discapacitada vida que llevaba.

Mientras comía, meditó sobre la importancia de los silencios. Los silencios son trascendentales hasta para la música. Si no que se lo pregunten a John Cage. Sus piezas están cargadas de silencios. Incluso llegó al punto de componer una que solo se componía de un silencio prolongado. ¿Es buena melodía el silencio? Incluso para estar con uno mismo. Es lo que todo ser humano precisa, y a lo que algunos no están acostumbrados. El silencio puede ser primordial, para pensar en los seres queridos, en los problemas laborales, o en el asunto metafísico por excelencia, el porqué de la existencia.

¿Yo tengo razón de ser? ¿Quién no ha pensado alguna vez que lo mejor sería no ser ni estar? Pero el asunto es que el silencio ayuda a la relajación. Una buena melodía de Satie también puede ayudar a estar tranquilo. Pero ¡oh, hagamos una oda al silencio!:

Momentos reposados entre

la oscuridad y la luz.

Dónde los tonos no tienen

sentido.

No, el ser es uno mismo

sin ayuda de la nada.

¿Qué, sentir?, más que

tú pensamiento.

¡No más impresiones!

Ni tan siquiera sonoras.

Que interesante ser sordo

durante un día.

Si quieres te ayudas con un Vodka

o sino que el propio pensamiento

viaje por el país del no ruido.

Como la famosa y controvertida pieza de Cage.

Como una obra maestra del cine mudo.

Pedro se acabó el ossobuco. Pidió un tiramisú junto con un orujo, y pensó, no voy a pensar más. Lo que tenga que ser será. El silencio será en mi pensar y en mi sentir.

Fue a casa, y mientras escuchaba unas arias de Schumann, preparando un bizcocho, pensaba en hacer una reunión con colegas escritores. Claro, Raquel también iba a estar…

Se fumó un canuto de maría y se puso delante de la pantalla del ordenador. Su mente dispersa, se iba a los acontecimientos de los últimos días.

Pensó, ¿y si le propongo a Raquel marcharnos a Brasil?, ¿hago realidad su sueño, pero conmigo en vez de con Ismael?

Ahora estoy fumado y borracho, colocado no puedo tener las ideas claras. Se concentró para ver si podía avanzar en su texto, una novela que trataba sobre relaciones de dependencia en la pareja, era una novela psicológica, donde se observaba como un hombre dependiente emocionalmente de su mujer sufría demasiado, hasta la desesperación, por los maltratos psicológicos de ella, que no lo valoraba, ni lo tenía en cuenta sexualmente. Tenían sexo, pero en momentos en que su mujer no tenía otras opciones para saciar su inextinguible apetito sexual.

El hombre esperaba retenerla con él, dado su desarrollado intelecto, lo que no sabía es que hay mujeres que el intelecto en el hombre no es lo que más valoran. Él, que se llamaba Pedro, como su creador, no conocía bien a su mujer, no quería darse cuenta que lo que le atraía era el sexo, el tamaño del pene de su amante y lo que gozase con él. Pedro no tenía un pene demasiado grande, y su mujer se había cansado ya de ese miembro que no la hacía gozar como necesitaba.

La caída en el abismo, la depresión y el alcoholismo de Pedro, era un eje central de la novela. Había cambiado los museos y los cines, por los bares de mala muerte, llenos de prostitutas, que no hacían que se pudiese olvidar de su mujer, que lo esperaba en casa saciada por otro hombre.

No avanzó ni una línea en la historia, y fumado pensó, pero como me puedo meter en la vida de un perdedor y mal amante si yo soy todo lo contrario… pero con la traición de Raquel e Ismael, aparecía su escepticismo en cuanto a lo de hombre triunfador, incluso en cuanto a lo de buen amante…

Se tumbó en la cama con el portátil, y miró los emails, para ver si tenía algún encargo de algún artículo urgente. Cada día con menos trabajo, empezaba a impacientarse y a temer por su solvencia económica y su modo de vida, incluido el amplio piso en el que vivía. La crisis afecta a todos los sectores. A mí que nunca me han importado las luchas sociales, quizás voy a tener que empezar a protestar, pensaba de vez en cuando.

Raquel, mujer pragmática, deseaba la acción, pero siempre desde la tranquilidad interior. Filósofa, publicista, admiraba a Hannah Arendt, aunque no tuviese nada que ver con la publicidad. Sus análisis políticos, e incluso antropológicos, le interesaban. Sus tesis elaboradas en La condición humana, sobre los tres aspectos que constituían a la persona. La labor, que es lo que se hace obligatoriamente para sobrevivir. El trabajo, que es la producción de algo, también industrial. Y la acción que es el discurso. Le hacían observar en su trabajo, hacia qué tipo de gente iba dirigida la publicidad y como eran.

Sus análisis eran claros. Todas las personas empleamos las tres condiciones humanas, pero cada persona utiliza más una que otra. Dependiendo de cuál abunde en la persona, se podría decir que psicología tiene. O al menos parcialmente.

Otra cosa que tenía en cuenta, es que después de un discurso, el mensaje libre del orador, marcha sin control, y sus consecuencias son indefinibles, incontrolables.

Sabía la responsabilidad que tenía al trabajar con publicidad. Pero a ella le pagaban por una buena publicidad y la subida de ventas del producto. Siempre había sido amoral, pero desde que se especializó en su ramo, lo amoral a veces rayaba la inmoralidad.

Ismael, ¿había dejado de vivir?, pero la impronta que causó en sus seres queridos, hacía que viviese aun después de muerto. Como puede fallecer una persona y dejar tanta obra, tanto acabada como inacabada. Tantos sentimientos sin un receptor, libres y sufrientes.

Pedro pensaba, hemos de acabar de matar a Ismael, si no, él acabará con nosotros. Con nuestra estabilidad. Con nuestra cordura…

La mujer de Ismael, huérfana, con hijos pequeños, no se podía creer lo que estaba viviendo. Sabía, que Raquel y Pedro eran los amantes de su marido. Incluso que emocionalmente habían estado más cercanos de él que ella. Y a la inversa, claro. Sabía que Ismael vivía para sus creaciones. En arquitectura había sido un referente internacional. Y se había encontrado las libretas con sus poemas. Siempre catastróficos, siempre deprimentes. ¿Cómo podía vivir una persona en esas condiciones emocionales? No podía vivir, ¿sino por qué suicidarse…? Para ella, no dejaba de ser una incógnita irresoluble. En poco tiempo había caído el padre de Ismael, en una muerte bajo circunstancias extrañas, y después su querido marido, que le dio materialmente todo. Emocionalmente no se podría decir lo mismo.

10.

Veinte años antes.

La vida durante la juventud, sin haber salido del todo de la adolescencia, es difícil. Se quiere experimentar con el cuerpo y con la mente. Se puede llegar a casos límite en los que el joven llegue a la muerte.

Ismael, Pedro y Raquel experimentaban con todo tipo de sustancias. Con el cuerpo también estaban abiertos a todo.

Javier, entró en sus vidas y se fue de ellas a gran velocidad. Lo único que quería era ver si podía arrastrar a Ismael y Pedro a su territorio, que no era otro que el del sadomasoquismo.

Ismael, un día se fue a tomar unas copas con Javier… acabaron borrachos en el piso de él, dándose con una vara en la espalda mientras se sodomizaban. Javier, excitadísimo iba exclamando, ¡más, más! Ismael, confundido y borracho, seguía en su quehacer sin saber muy bien cómo hacerlo. Al acabar de follar, Javier tenía algo de heroína, los dos se la pincharon. La reacción de Ismael fue pésima, se encontró fatal con escalofríos, temblores y todos sus miedos se habían desbordado.

Cuando fue pasando el efecto, le dijo a Javier que no lo quería volver a ver. Pero no estaba convencido. La vida a veces te lleva por parajes indescifrables. Ismael, siempre había probado cosas nuevas y le habían gustado. Lo tenía claro, no se volvería a inyectar heroína.

Al volver a su casa, cogió la libreta y escribió un poema y se arrepintió de no haberla tenido durante el viaje mental causado por el caballo…

Escalofríos,

no más.

Mi vida sin mí.

Yo ya no soy yo.

Ni me reconozco.

Creando estrofas

con notas inventadas.

Creándome miedos a la

luz del infierno,

parece paradójico.

La paradoja soy yo y mi ser.

Yo y mis miedos.

Yo y a veces mi sentir.

Se tomó un whisky doble con hielo, se lio un canuto y llamó a Raquel y Pedro. Les quería contar lo que había experimentado. Tenía miedo de sí mismo y también de los demás. De sus padres, lo que tenía, era entre pavor y rabia. ¿Cómo podría volver a vivir sin el sufrimiento de la heroína?

Cuando les explicó, Raquel y Pedro se molestaron. En un principio, porque hubiera follado con otro que no era del trío. Después de haberse explicado, le dijeron que tuviese cuidado con la heroína. Es una droga que era mejor no probarla. Habían demasiados riesgos por no poder prescindir de ella.

Les contó detalladamente las horas de sexo con Javier… había sido de lo más extravagante. Les decía, que su máxima aspiración en la vida iba a ser el poetizar. Sí, todo lo quería llevar al ámbito de la poesía. Su vida, el sexo, la filosofía, la arquitectura. Incluso había probado de escribir en verso. Nada serio, dijo que no se le daba bien.

Pedro, al escuchar su historia, sintió algo de envidia. Él, que siempre había sido el más valiente y el más radical de su promoción…

Una persona como Ismael, sumida siempre en depresiones, que experimentase más que él… la vida a veces no es como uno quisiera, incluso no se elige a la gente con la que estás. En todo caso, se elige el círculo en el que te ha tocado moverte…

Eso del feeling entre las personas… eso de las grandes amistades… o había pasión en las amistades y se dejaba uno la piel por ellas, o eran simplemente conocidos. Cuánta gente cree tener amigos y lo que tiene son simples conocidos… a los que si les molestas en su bienestar vital, por tener que ayudarte, no te ayudan y se quedan tan panchos. Se debería distinguir perfectamente entre desconocidos, conocidos, amistades, que hay muy pocas a lo largo de la vida, parejas o amantes, que pueden ser o no ser amigos, y demás familiares, a los que no eliges, y los tienes para toda la vida… estos últimos son quizas la causa de los mayores problemas emocionales de las personas.

Pedro, también quería experimentar con el cuerpo, con los sentidos y con la mente… debía dar un salto al vacío sin estar atado a cuerda alguna. Creía que era la única manera de sentirse realmente vivo. Una parte era la filosofía y la escritura, la otra la experimentación subjetiva. Sin esas dos partes diferenciadas, su vida carecería por completo de sentido.

Se tomaron unos días de recapacitación. Solo se veían en las clases. Aprovechaban al máximo sus horas lectivas, su estudio y trabajo personal. Claro, todo acompañado de sus canutos de marihuana, sus copas, y sus idas al cine o al teatro. O simplemente a ver la nueva obra arquitectónica de Bohígas o Bofill. También, Ismael, quería hacer un recorrido por la obra diseñada por Josep Lluís Sert, aunque tuviera que trasladarse a otras ciudades, incluso países.

La vida de la cultura universal es inalcanzable. Demasiadas culturas, demasiadas inquietudes, demasiadas existencias, para abarcar intelectual y emocionalmente una humanidad autodestructiva.

Después de tres semanas sin verse, Raquel no pudo más y los llamó. No están mis padres, os espero con la puerta abierta y espatarrada en su cama de matrimonio.

Cuando llegaron, al mismo tiempo, Raquel se estaba acariciando el clítoris. Pedro se puso debajo, Raquel lo montó, e Ismael por encima la enculó. Hicieron el amor repetidas veces, hasta que ellos ya no podían más. No podían tener más erecciones. Raquel hubiese seguido jodiendo horas y horas.

Al acabar sacaron la botella de Jack Daniels y se la bebieron, mientras veían una película de Ingmar Bergman, De la vida de las marionetas. Los tres estaban entusiasmados con el director Sueco. Desde que lo descubrieron, veían todo lo que conseguían del director.

Les volvió a excitar la imagen de la puta moviéndose desnuda y abierta ante el cliente. Volvieron a follar… esta vez, Pedro lamía la vulva a Raquel mientras era penetrado por Ismael. Lo probaban todo. Estaban en la edad en que los límites no están claros. Todo es riesgo, incluso un poema puede producir peligro.

Se despidieron, Raquel estaba totalmente escocida. Había quedado con una conocida para ir a la sauna, sentía algo de pudor por si la veía en ese estado. Al menos era un sentir subjetivo, que seguramente carecía de realidad.

La vida pasa veloz, por ello se ha de vivir con lo que produce placer. El placer según Epicuro, el hedonista, es la ausencia de dolor, pero ellos eran cirenaicos, un hedonismo excesivo, en el que los sentidos son llevados al límite, ante unas personas que viven en los tapujos y vergüenzas sociales, pero que a ellos todo les daba lo mismo. ¿Qué sabrán? ¿Qué dirán? ¿Qué nos importa si somos libres, actuamos como personas libres, y las consecuencias son las de haber obrado en total libertad? Lo que debían saber por los estudios filosóficos y no se daban cuenta, es que libertad hay muy poca, si es que las personas la poseen. En todo caso la sociedad y la genética determinan a los individuos, y tras esa determinación, el margen de elección siempre será sobre lo determinado.

El campo de las artes y las ciencias, incluyendo a la filosofía, lo abarca todo en el conocimiento humano. Me podría arriesgar a decir, que existe el conocimiento objetivo y el conocimiento de las emociones, por lo tanto el subjetivo, aunque ha habido, o intenta haber, ciencia subjetiva y arte objetivo. Pero bajo mi punto de vista se confunden en el método y las intenciones. Hay mucho por debatir, opiniones de las más diversas y como decían los sofistas, hay tantas verdades como opiniones.

La vida de estos tres jóvenes, en el fondo, se había vuelto rutinaria. ¿Cómo se podría conseguir vivir de forma creativa y sin un mínimo de rutina? Creo que hay gente que cree que vive así. Otra, es a lo que aspira. Pero es difícil conseguirlo.

La primera condición para conseguirlo, es tener solvencia económica, o un trabajo en el que tu amplitud de labores y el poder de decisión sean inabarcables.

La segunda condición es que si compartes la vida con alguien, la pareja lleve el mismo estilo de vida que tú.

Para acabar, has de creer en la utopía, ya que por mi experiencia todo se convierte en rutinario.

Pero verdaderamente, la única solución, es sentir sinceramente que no hay rutina en tu vida. Entonces, aunque los otros la vean como rutinaria, tú sabrás que ese sentimiento no te ha llegado. Sí, porque lo más importante y dañino de la rutina, es el sentimiento de rutina. Si no lo sientes desaparece.

Pedro, Ismael y Raquel, ¿sentían la rutina? Eran tan radicales en su hedonismo, que al primer sentimiento de rutina, habrían cambiado sus vidas. O sea, que se debían sentir libres y con capacidad de elección, para hacer y cambiar lo que se les antojase en sus vidas. Si hay alguna edad para sentirse así, esa es la juventud.

No me gusta el dicho de juventud divino tesoro. En los años de juventud, todo se siente más. Tanto el amor como el desamor, la alegría como la tristeza, la euforia como la desesperación. Para lo bueno y para lo malo. De ahí, el alto índice de suicidios en esta época vital, en contra de lo que cabría esperar. Y más llevando una vida autodestructiva, como la de nuestros protagonistas.

Ismael, leyendo Eupalinos o el arquitecto de Paul Valéry, se dio cuenta de que llevaba demasiados días encerrado. Así que salió a dar un paseo con su libro y una bolsita de marihuana. No tenía ganas de llamar a sus amigos, solo quería caminar y leer un libro tan interesante como el que tenía entre manos, mientras se colocaba con maría.

Fue caminando, leyendo y fumando por la rambla del Born, luego por la Barceloneta. Para acabar, al final, en el Parque de la Ciudadela, admirando las esculturas, el agua del estanque y tumbado en la hierba, junto a una pareja que se magreaba. Sin tener envidia alguna, siguió leyendo:

Sóc.- Así que hay dos artes que contienen al hombre en el hombre; o mejor dicho al ser en su obra y al alma en sus actos, como nuestro cuerpo de antaño quedaba contenido por las creaciones de sus ojos, y rodeado de visiones. Con dos artes distintas se envuelve así de dos modos diferentes, de leyes o de íntimas voluntades, figuradas en una materia u otra, en piedra o en aire.

Fed.- Veo claro que Música y Arquitectura guardan ese hondo parentesco con nosotros.

Los diálogos de Valéry con Sócrates de protagonista, como en los de Platón, son muy interesantes. El pensar metafísico sobre la arquitectura que realizaba Valéry, llenaba el espíritu de Ismael de intenciones y grandes proyectos y metas.

Ismael, no sabía con quién disfrutaba más follando, o con una mujer completa y sumisa como Raquel, o con un varón en todo el sentido de la palabra y activo como Pedro. Lo ideal era estar los tres juntos, e ir pasando de uno a otro, para que al final las drogas, el alcohol y el arte, les produjera el éxtasis completo. Su desinterés por su familia hacía que sus amigos fueran su familia. Pero solo dos amigos, los mismos a los que les podía contar sus sentimientos más oscuros, y sus acciones más paranoicas.

Los tres estaban algo locos, Ismael rayaba la psicosis, Raquel tenía una neurosis aguda, y Pedro se acercaba mucho a una bipolaridad problemática. Cualquier padre con un poco de sentido común, le habría dicho a su hijo, no te acerques a ellos que lo malo se contagia.

Pero ellos se transmitían la estabilidad necesaria para seguir adelante con sus vidas, incluso para ser unos estudiantes prometedores, a los que los profesores les auguraban un excelente futuro.

Salud, amor y pelas, era a lo que aspiraban, pero sobre todo a gozar de su estética. Querían tener los sentidos siempre abiertos para poder juzgar, siempre estéticamente no moralmente, la vida que les pasaba ante sus narices…

Subjetivamente, cada uno se odiaba tanto como se aceptaba. Ismael con su baja autoestima, sentimiento paradójico respecto a su brillantez, siempre intentaba estar por encima del bien y del mal. El libro, de Nietzsche, Más allá del bien y del mal, le entusiasmaba, así como su moral rompedora, más estética que dogmática, estudiando las paradojas entre dogma y religión. Todo dogma, acaba en la creencia ciega sin cuestionamientos. ¿Qué es la religión más que eso?

Pasaron unos meses de intenso estudio y lecturas influyentes para estos tres futuros, y también presentes, ¿por qué no?, pensadores. A los que lo que menos pereza les daba era follar y pensar… lo primero define al animal y lo segundo al hombre, sin entrar en géneros, como se ha hablado y escrito en la tradición del pensamiento.

Siempre que hablaban de seres humanos, utilizaban la palabra hombres… incluso Raquel la utilizaba, consciente del mal uso del lenguaje, pero al fin y al cabo es de la manera en que se usa.

Con poco tiempo para el reposo, las misas de Bach era un momento de introspección compartida por los tres, y el jazz desenfrenado de Art Blakey un momento de locura, extroversión y sexo entre ellos… les llenaban ambos espacios. Las personas están formadas de momentos contradictorios, necesitan tanto unos como otros para que surja algo de equilibrio psíquico. Cuando gobierna un aspecto, el equilibrio se acaba. Ya lo decía Aristóteles en su ética, el hombre virtuoso es el que llega al equilibrio…

Pero ellos de equilibrados, si nos fijamos en sus hábitos, no tenían nada. Raquel ante la popularidad de mujer fácil, o guarra, que tenía en la universidad, iba espantando moscardones día sí y el otro también. Se rumoreaba mucho en los círculos que frecuentaban, sobre la lascivia de ellos. Para el resto de jóvenes, muchos de ellos necesitados de amor y sexo, el desconocimiento de la vida que llevaban, les hacía emitir juicios inapropiados, conservadores y cargados de envidia…

Llegó la época de los exámenes. Ismael tenía la costumbre de aparte de hacer el examen, entregar al profesor un pequeño ensayo de unas veinte páginas sobre algún tema filosófico. Que no obligatoriamente estaba relacionado con la materia del curso. Sabía, que para algunos profesores era un incordio o simplemente pasaban del texto. En cambio, otros se lo leían atentamente y lo discutían pasados unos días en el despacho de él.

En las épocas en que debían estudiar más, se juntaban los tres y lo hacían, con pausas para descansar escuchando música, quizás Ravel o Stravinsky, y tomarse una copa para relajar el intelecto e interiorizar conceptos tan abstractos como los que solían leer.

Los profesores, sabían de la capacidad intelectual de los tres, por eso muchas veces les hacían preguntas, y les dejaban improvisar un discurso más o menos criticado luego por los otros alumnos. El profesor solía emitir su juicio luego, después de que la discusión se hubiese encallado, o hubiese evolucionado hacia un callejón sin salida.

Ismael, incluso en épocas de exámenes, leía varios libros no relacionados con las materias a evaluar. La lectura, para ellos, era tan habitual que no podían prescindir de ella. ¿Cómo se puede vivir sin libros que leer? No se puede estar ni unas horas sin tener un libro entre las manos. Actuaban en consecuencia con sus ideas.

11.

Veinte años después.

Ismael, estaba todavía vivo por sus trabajos. ¿Qué mejor manera de dejar vivo el recuerdo más que con la obra creativa? Pedro pensaba, yo quiero ser como Ismael, con un gran éxito durante la vida, y decidiendo cuándo prescindir de ella.

He de dejar pasar, me querían abandonar, les ha salido cara la jugada. Ahora, me da la sensación, de que Raquel está muy cercana de mí emocionalmente. Podría buscar problemas, e intentar hacerle la vida imposible, pero los problemas serían como un boomerang, volverían a mí.

Con estos pensamientos y muchos más, que le venían continuamente a la cabeza sin poder escapar de ellos, vivía o malvivía Pedro.

Abrió una libreta de poemas de Ismael, la que seguía por orden cronológico:

Creando restos

de ansiedad.

Voy y vengo como

un títere sin cabeza.

La palabra, el verbo,

me han de pertenecer.

Y sin creerme un Dios naufrago

por los vericuetos de mis creaciones.

¿Autodestructivas?

Al fin y al cabo, no es que viva de ellas,

es que soy ellas… y sin transexualismos

por favor.

Que la perpetuidad abandone

los sentimientos vacíos.

¿De qué vale un sentimiento si no llega a la profundidad de la muerte?

Como cada poema de Ismael que había leído Pedro, le había dejado descolocado, por la miseria que encerraba, el sufrimiento, la caída sin paracaídas a la que estaba abocada su vida. ¿Dónde podía acabar, más que en la muerte auto provocada?

Pedro se puso a leer partes de una de las novelas que estaba escribiendo, a ver si podía recoger el hilo de la narración y luego pasarse unas semanas concentrado escribiendo.

Sergio, era un tipo saludable. A todo a lo que aspiraba era a no caer en la rutina. Intentaba que cada día fuese como el último día. Que fuese excepcional su existencia, aunque por lo que le transmitía el concepto, suponía, que toda existencia es igual a otra existencia cualquiera. Todos existimos. Existir es moverse, respirar, comer, descansar, follar y reproducirse. Que diferenciaba una vida de otra. Quizás pequeñeces como los gustos, las creencias, las inquietudes, pero todo ello no tenía nada que ver con la existencia. Por eso mismo, Sergio, quería salirse de esa comunión entre los existentes y esas circunstancias que rodean a la existencia, hacerlas tan importantes o más que el hecho de existir. Era el único modo de seguir con vida…

Al releer el párrafo, Pedro se dio cuenta de que tenía mucho que ver con Ismael, aunque quizás también con él mismo. Debía hacerse un análisis exhaustivo y hacerlo de las personas que más cerca habían estado en su vida. De ese modo sabría con certeza, que le atrae o que rechaza de la condición humana. Condición mísera, superficial, que necesitaría ciertas dosis de estética nietzscheana.

Raquel, con su aspecto frívolo, cuando iba a la peluquería, leía revistas del corazón, y hablaba con las clientas y peluqueras de los famosos. Cuando después se juntaba con sus amigos y amantes, les explicaba todo lo sucedido en la peluquería. Incluso, hacía monólogos imitando las conversaciones. Pedro e Ismael siempre se habían reído desmesuradamente. Ismael, ya no estaba, y a Pedro ya no le interesaban las tonterías que hiciese Raquel en su vida, si quería leer revistas del corazón en la peluquería podía hacer lo que le diese la gana.

La pregunta que se hacía Pedro era, ¿tiene futuro nuestra relación o ahora que no está Ismael se romperá? No tenía respuestas, pero el placer y la rebeldía que sentía junto a su amiga, eran irrepetibles. Siempre se renovaba, ningún momento era igual al anterior. Ni en el sentir ni en el hacer…

12.

Veinte años antes.

En un día algo especial, ya que hacía cinco años que se habían conocido, montaron una fiesta entre los tres. Habían comprado un buen champany francés, mucha marihuana y tenían todo los discos preparados con el equipo musical a punto. Deseaban que la noche no se acabase nunca. Entre polvos iban bebiendo y fumando… leyendo algún poema de Dylan Thomas, y escuchando a los músicos que más les gustaban de la historia del jazz y de la música contemporánea.

Stravinsky, Berg, Bartok y Cage no paraban de sonar, mientras reían y todos los excesos permitidos por sus cuerpos, los realizaban… realmente se comportaban y eran unos estetas.

Cuando no podían más de lo colocados y muertos de cansancio que estaban, escuchando a Satie, se fueron durmiendo, y la gran celebración de los cinco años llegó a su fin.

Por la mañana, resacosos, Pedro preparó una buena cafetera, sacó Amaretto y Ron Torres 10 años, hizo unos huevos revueltos, zumo de naranja natural, pan tostado con mantequilla y puso en la mesa una tabla de quesos italianos. El banquete fue delicioso, e Ismael dijo, pero si ya hemos celebrado nuestro quinto aniversario… aun queréis continuar con la fiesta.

Pero no, después del desayuno, cada uno se puso con sus libros y apuntes a estudiar. El único que no leía la materia obligada por la universidad era Ismael, que como siempre, estaba enfrascado en sus libros de arquitectura y estética.

Qué gratificante es la cultura, pero eso no significa que pueda hacerte feliz. Llena la vida, y la complementa de valores y de determinadas maneras de ver el mundo. Tiene sus momentos de placer absoluto. Pero una persona que tenga baja autoestima, aunque este inmerso en el mundo cultural y artístico, nunca logrará ser feliz. Puede ser más feliz un aficionado al futbol o a la Play Station, si se quiere a sí mismo y está conforme a sus metas y fines.

Normalmente, el artista o aficionado al arte, vive en una profundidad que le impide sentir tranquilidad en la vida. Su sensibilidad, le lleva a observar el lado oscuro del ser humano, en su más agria realidad. Mientras que otro tipo de gente no lo percibiría, y si lo observase, lo pasaría por alto.

La cuestión del puterío del arte, es otro tema candente dentro de la infelicidad del artista. ¿Dónde está la libertad de acción en el creador? En toda la historia del arte no ha existido tal libertad. ¿En la contemporaneidad se da?

Es complejo, las vanguardias del siglo XX también eran muy dogmáticas. Parece que haya artistas que hacen lo que se les antoja a la hora de crear… pero ¿es real esa libertad de decisión en el propio trabajo? O… ¿cuando eres completamente libre no puedes llegar al gran público?

La cultura, sorpresiva e injusta. Ahora estás y después no. Ismael luchaba y trabajaba para en un futuro estar en la cresta cultural. Pedro y Raquel, sin ser tan conscientes, quizás por inercia, también estaban fundamentando unas bases sólidas para estar en un futuro en el mundo del arte y la cultura.

Quizás quien lo logre es un privilegiado, quizás ha hipotecado su vida para siempre, al público y al mercado.

Como dijo Benjamin, el arte a partir del nacimiento de la fotografía, había perdido el aura que tenía antaño. ¿Qué era el aura al que se refería Benjamín más que al misticismo generado entre el acto creador y la impresión producida en el espectador de la obra?

Hay una novela que trata sobre el arte, sobre la pintura para ser más precisos, que su título es Un pintor de hoy, del escritor y teórico del arte, John Berger, en ella se ven como un artista, queriendo ser independiente de las modas y de los pedidos comerciales, vive con necesidades. También, se analiza cómo es el momento de la creación de una obra de arte. Aunque en realidad hay muchos modos de crear obras de arte…

El artista que no se vende a la demanda del mercado, o tiene mucha suerte o nunca llegará al éxito y reconocimiento exterior…

Ismael lo sabía, e intentaba estar al día de todas las novedades arquitectónicas, así podía asimilar lo que se diseñaba en cada momento, e integrarlo a otras percepciones de su subconsciente. En un futuro, seguro que le sería muy útil.

Renzo Piano, Alvar Aalto y el japonés Tadao Ando, eran arquitectos que le interesaban, cada uno inmerso en su época y con su estilo.

La vida, se compone de pequeños momentos que van quedando en ese cajón de atrás, que se puede trabajar psicológicamente, que es el subconsciente. Ismael, el cajón, lo tenía repleto de odios y disgustos. Todo lo intentaba exteriorizar con la filosofía y el arte. A veces, escribía poemas, aunque no se los enseñaba a nadie. La psicóloga a la que acudía semanalmente, era un calco de su madre, estaba decepcionado de ella. ¿Cómo, una profesional, podía tomar tan superficialmente problemas tan reales como los que a él le perseguían?

Las terapias, grandes sorpresas, grandes desesperanzas, últimos suspiros, como cuando quieres enviar todo a la mierda pero una gran fuerza interior te lo impide. El secreto de una vida armoniosa, eso es lo que debe intentar un psicoterapeuta para su paciente. Y es lo que rara vez logra…

Raquel, sentada en Els tres tombs, bebía tranquilamente un Martini mientras leía apasionadamente un texto de Foucault. Cuándo más concentrada estaba, llegó Pedro, se habían encontrado al azar.

  • ¿Qué haces aquí? Preguntó Pedro.
  • Estoy leyendo y esperando a Ismael.
  • No sabía que habíamos quedado.
  • Es que tenemos que hablar de un asunto. Me lo ha pedido él, yo ni sé sobre qué es.
  • Bueno, si quieres me siento un rato, cuando llegue Ismael me voy.

Pasados cinco minutos, llegó Ismael con la cara desencajada.

  • Me voy, dijo Pedro.
  • No, por favor, quédate, le contestó Ismael.
  • Sabéis, desde hace tres días duermo fatal. Sabía que mi vida es una mierda, pero…, mira la carta que he encontrado de mi madre.

Mi amor, cómo te quiero. Ya sabes que mi marido me importa muy poco, mi hijo menos. Si me lo pudiese permitir, me iría contigo donde fuese. Tiempo al tiempo, pronto desfalcaré a mi marido, que no es mi amante, y nos iremos siendo ricos donde tú elijas, Hawaii, los Mares del Sur, Japón, México, N.Y., Londres, Berlín. ¿Dónde preferirías acabar tus días? ¿O donde preferirías hacer más veces el amor conmigo? Lo tenemos todo, solo nos hace falta esperar, todo está en camino.

Te amo con locura, te tengo que dejar porque ha llegado mi marido, hoy mismo te llegará la carta, así sabrás de mí antes de que nos encontremos mañana en tú casa.

Un gran beso.

Isabel.

Raquel y Pedro no se lo podían creer, ¿cómo era posible que existiese una madre así?

La carta que encontró Ismael, le generó unas semanas de desenfreno. Salía mucho, bebía y abusó de la marihuana y la cocaína, tuvo encuentros sexuales con bastantes personas diferentes. Nada de ello lo hizo con Raquel y Pedro. Estaba en un momento en el que no creía en la familia ni en lazos emocionales fuertes.

Pedro y Raquel, se encontraban tan cerca de él que no le querían ver sufrir más, a causa del poco amor de su madre. Ismael, incluso, un día, empezó a jugársela a su madre. Le quitó las tarjetas de crédito del bolso, como sabía los números secretos, extrajo todo el dinero que pudo, con él comió en los mejores restaurantes de la ciudad, se fue de putas de lujo y compró cantidad y calidad en drogas. También le robó el coche a su madre, lo estampó contra un muro dejándolo abandonado.

Poco a poco, Ismael fue estabilizándose. Hasta que un día accedió a ir a ver con Raquel y Pedro, Paris, Texas de Win Wenders a la filmoteca. Después de ver la película, ya en un restaurante, ante una tabla de quesos y un solomillo con salsa bearnesa, le dijeron a Ismael:

  • ¿Cuántas vidas has quemado estas semanas? Podríamos haber hecho alguna fechoría contigo, ¿no?
  • No podía, he tenido las sensaciones más intensas y negativas de la vida. Para mí, mi madre ya no existe.
  • Pero nosotros no somos tu madre.
  • Pero a veces os comportáis como tal, ¿no creéis?
  •  Bien, ¿cómo te sientes ahora?
  • ¿Crees que podemos retomar nuestros encuentros?

Ismael, como siempre, ofreció su casa para ir a tomar unas copas. Sus padres nunca estaban, no iba a ser hoy una excepción.

Había faltado a clase durante estas semanas de desenfreno. Cuando las retomó, fue con tal ímpetu y dedicación, que en pocos días se puso a mejor nivel que los demás. Empezó a leer de nuevo Teoría Estética de Adorno. Una excelencia de libro, tanto en su forma como en su contenido. Estaba enfrascado en su lectura cuando le llegó a sus manos la triple autobiografía de Carlos Barral. Con esos libros tenía para un tiempo de lectura. Pero no creo que pudiese sanar las neuronas dañadas durante las últimas semanas. Lo dañado a causa del alcohol o las drogas no se regenera.

13.

Veinte años después.

Raquel, pese a su traición, trataba a Pedro como si nada hubiese pasado. Pedro, conocedor de toda la situación, no podía creer que todo fuese tan bien. Las situaciones acontecían dentro de la normalidad, no sabía si se vengaría o no.

Un día, iban los dos paseando por el Parque de la Ciudadela, cuando se cruzaron con la mujer de Ismael y sus hijos. Ella no solo los reconoció, si no que escupió al suelo y a continuación les dijo, ¡vosotros me lo habéis matado, sinvergüenzas!

Pedro, preguntó, ¿nosotros?, y Raquel exclamó, ¡estás tarada!, él nunca te amó, me quería a mí. ¿Cómo que a ti? Cuestionó Pedro.

Siguieron caminando, mientras Pedro pensaba que ahora podía ser el momento de presionar a Raquel para que le confesase algún secreto, pero no tuvo fuerzas para enfrentarse a la situación. ¿Dónde estaba ese Pedro impulsivo y valiente de la juventud? Dicen que en la vejez puede cambiar el modo de ser, que la panorámica vital aumenta y se llega a ser más objetivo. ¿Pero Pedro con cuarenta y tantos…?

Salieron del parque y sentándose en una terraza y pidiendo una ginebra cada uno, sin hablar ni mirarse, Pedro comentó:

  • Parecemos dos extraños, llevamos media vida juntos y ni nos conocemos.
  • Yo sí te conozco, eres Pedro, el tirado para adelante, el valiente, al que su potencia sexual lo hace irresistible.
  • Más potente era Ismael…
  • Ni lo creas, pero eso sí, era más tierno.
  • Bueno, cambiemos de tema.

Se bebieron la ginebra y pidieron otra. Pedro sacó una libreta de poemas de Ismael.

Es la vida.

Inexistencia diferente…

¿Cómo somos capaces de seguir

comiendo pasando

apetito emocional?

Rojo de sangre. Me encanta el color

rojo, me encanta la sangre…

Hay mujeres, hay mujeres, ¿qué más

da seas quien seas?

Revoltillo de impresiones,

el mejor antídoto contra la depresión

es el follar. Aunque a mí

no me la ha quitado.

Al acabar de leer la poesía, se miraron. Raquel, suspirando, no se lo podía creer, Ismael era un ser tan atormentado que su existencia se convertía en una cruz.

Antirreligioso, bisexual, drogadicto y alcohólico, intelectual y artista, hombre de pocas palabras pero con una sensibilidad fuera de la norma, así podríamos describir a Ismael.

Pedro, estaba totalmente indeciso, no sabía si Raquel era cómplice del asesinato del padre de Ismael. ¿Debía hablar abiertamente con ella? ¿Era algo que debía pasar por alto? Siempre se había considerado amoral, pero esto rayaba la inmoralidad. Una cosa es no saber nada de la moral, que no te interese, y otra cosa es hacer el mal deliberadamente.

¿A qué podría llegar una persona como Raquel? ¿Tenían límites su voluntad y sus acciones?

Raquel, había sido toda la vida una niña mimada, quizás por eso congeniaban tan bien Ismael y ella, los polos se atraen y se complementan. Ismael, al que sus padres habían dejado abandonado emocionalmente, y Raquel una mujer preciosa y consentida durante toda su niñez, incluso no es aventurado afirmar durante toda su vida, acabaron dependiendo el uno del otro.

Pedro, ¿dónde quedaba Pedro en toda esta historia? ¿Se habían olvidado de él o simplemente lo habían ignorado? Nada hace más daño que sentirse ignorado, sino que se lo pregunten a Ismael, por algo mató a su padre y luego se suicidó…

Pedro, había ido a nadar unos largos a la piscina del barrio, luego se metió en la sauna, donde estaba una chica que creía conocer. Los dos, sudando a mares, se miraron, apartaron sus miradas y volvieron a buscarse.

  • Hola, ¿te conozco?, preguntó Pedro.
  • Sí, creo que iba a tu facultad, pero nunca te fijaste en mí, he cambiado mucho, pero yo sí que me fijaba en ti.
  • Vienes a cuidarte un poco, ¿no?
  • Tanto estrés no es bueno, unas piscinas, un rato en el jacuzzi y otro de sauna me dejan nueva.
  • Por cierto, ¿estudiaste filosofía? ¿A qué te dedicas?
  • Soy profesora de bachillerato de filosofía. Tú ya sé qué haces, he leído alguna novela tuya, la verdad es que me ha gustado. ¿Y tus amigos? Porque eráis un trío inseparable…
  • Ismael murió hace unas semanas. A Raquel la sigo viendo.
  • ¿Quieres que al salir del complejo vayamos a comer algo?
  • Vale, vamos ya, que tengo algo de prisa.

Se fueron a duchar, y al salir, entraron en un restaurante japonés cercano. La comida fue amena, hablaron de sus vidas, de sus proyectos, de la universidad. Finalmente, Pedro se acordó de quién era esa mujer. Había adelgazado, y parecía mucho más presumida ahora que antes.

Al despedirse, se anotaron el teléfono del otro y se dieron un beso en la boca.

Pedro pensó mucho durante la semana en Samantha. Había conversado entretenidamente y era una mujer más que bonita. Incluso ideó un plan para seducirla, así dejaría a un lado a Raquel, que lo había traicionado, y entraría en su vida sabia fresca. Una mujer sin la carga histórica de Raquel. Nueva y experimentada, decidida y recatada al mismo tiempo. Quizás ese era su juego, y la que lo estaba seduciendo era ella a él.

Una noche llamó a Samantha:

  • Hola, ¡te vienes a cenar a casa! He preparado carpaccio de buey y mil hojas de verduras y salmón con salsa holandesa.

En media hora estaban cenando y bebiendo un Albariño interesante.

  • Sabes, me lo pasé muy bien el otro día contigo. A veces, el azar nos regala buenos momentos, dijo Pedro.
  • Sí, yo también he pensado mucho en ti, si a eso te refieres. He de decirte que salgo de un matrimonio infernal. Tengo miedo, mucho miedo.
  • No tenemos que ser ni hacer nada si no queremos. Démonos tiempo y disfrutemos.
  • Vale, eso quería oír.
  • ¿Cómo filósofa que es lo que más te interesa?
  • Estoy preparando un análisis sobre la relación entre Sloterdijk y Zizek. Dos personajes tan diferentes, pero que han compartido debates y son amigos.
  • No los conozco mucho, yo me quedé en los posestructuralistas, que vimos en la carrera.
  • Han pasado muchas cosas desde entonces. La vida no es la misma. Cada momento ha de tener a sus pensadores. Zizek, es post marxista y post lacaniano. Como tal, es un crítico acérrimo de nuestra sociedad. Mientras que Sloterdijk, es esteta y místico. Ahora, tiene una vertiente libertaria muy interesante. Es cínico y describe muy bien la actualidad.
  • Cada uno a lo suyo, como las personas, como la vida misma.
  • A lo suyo, pero la realidad y el entorno nos junta. Cada uno puede tener sus ideas propias, pero todos comemos el mismo pan, o con variantes mínimas en la masa.
  • Sí, tienes razón, déjame algún libro de ellos.
  • Muy bien, te dejaré Crítica de la Razón Cínica, de Sloterdijk.

Acabaron la comida y se habían bebido tres botellas de Albariño. Pasaron al cava que acompañaba a los profiteroles, y luego bebieron unos digestivos. Fueron a casa de Pedro. Borrachos como estaban y escuchando a Tete Montoliu se empezaron a besar. Cuando ya iban solo vestidos con la ropa interior, Samantha se apartó.

  • No puedo. Me da miedo. He de coger más confianza. Debo esperar más.
  • Como quieras, acurrúcate en mis brazos y escuchemos a Tete.

Así lo hicieron, quedándose dormidos uno en brazos del otro.

Cuando se despertaron, debido al mal aliento por las copas de la víspera, se lavaron los dientes. Samantha siempre llevaba un cepillo y pasta dentífrica. Ella bajó a la calle, tenían hambre, y le había prometido a Pedro que le iba a cocinar unas creppes. Debía comprar los ingredientes necesarios. La reputación que tenía en su círculo era la de ser una magnífica cocinera.

Mientras Samantha compraba, Pedro le escribió un email a Raquel:

Querida. Querida antaño y querida actualmente. ¿Qué nos está pasando? Eres tú misma, ¡como siempre! En cambio, yo estoy en un proceso evolutivo imparable. Deseo. Deseo más que nunca. Deseo amistades. Deseo amor verdadero. También trabajar mucho y bien. A qué me refiero con bien. A estar satisfecho con mis resultados. La escritura es un arte, aunque también una artesanía. Si no que se lo pregunten a los grandes. Cortázar, Pavese, Don Delillo, Vázquez Montalbán, Ian McEwann, etc, etc…

Somos muchos, y para salir a flote has de ser muy bueno. Más todavía en la presunta literatura de autor, literatura de calidad.

Amistades, Ismael nos ha dejado, y a ti te veo cada vez más distante. Quizás deberíamos replantearnos nuestra relación. Nos conocemos demasiado, aunque siempre puedes ser una caja de sorpresas…

No sé si me sé explicar, lo intento, y a pesar de ser escritor, dudo que comprendas mi sentir. Me he sentido abandonado por vosotros, ¿me puedes decir si es cierto o no?

Dada mi poca fortaleza emocional, he conocido a otra mujer, está comprando algo para cocinar. Aprovecho la espera para hablarte. Como casi todo lo que he hecho en la vida, esta carta es un poco precipitada. Espero no arrepentirme.

Un beso enorme.

Pedro.

Cuando acabó de teclear la pestañita de envío, entró Samantha por la puerta y fue a cocinar. Pedro, pletórico, observaba su ir y venir rítmico de pechos y nalgas, ya que Samantha se había desnudado y estaba cocinando con tan solo un delantalito, como prenda, para no quemarse.

La aventura, se convirtió en un idilio preocupantemente duradero. Todas las relaciones cuando duran mucho se transforman, algunos le llaman estropearse.

Pedro, era consciente, de que para que su romance con Samantha tuviese una buena evolución, debía dejar atrás muchos viejos sentimientos. Incluso, buenos recuerdos. Raquel estaba encargándose de que fuese difícil.

Samantha como filósofa era brillante. Le gustaba tanto el arte como la ciencia. Era una lectora voraz. Intelectualmente, no tenía nada que envidiar a Raquel o Ismael. Aunque, quizás, en el ámbito laboral había brillado menos.

La tarde siguiente fueron a la filmoteca. Interesante sede trasladada al Raval hacía poco. Ubicada junto a la Rambla del Raval, el barrio cada vez más cultural y bohemio iba transformando su personalidad, desde la época de las olimpiadas. Momentos en que entre otros, el urbanista Oriol Bohígas, hizo un trabajo interesante.

En la Filmoteca, vieron tres películas seguidas de Robert Bresson. A Pedro, el director le interesaba, en cambio no era de los preferidos de Samantha. Pasaron un rato de gran intensidad con la película El Dinero, que fue la que mejor impresión les causó. En cambio El proceso de Juana de Arco se les hizo más pesada. Película muy interesante, filosófica, pero muy poco comercial, no está adaptada a las costumbres y gustos actuales.

Al salir, vieron en la programación que iban a proyectar el mes siguiente un ciclo de Fassbinder. No se lo iban a perder. Director genuino, interesante, y quizás para algunos bastante inmoral…

Cenaron, en Casa Leopoldo, dos lubinas exquisitas, acompañadas de patatas, y bebieron un vino del Penedés.

El paseo, después de la cena, no tenía fin. Miraban, incluso se podría decir que estudiaban una ciudad diferente, extraña, aunque fuese la de toda la vida. Según quien te acompañe, puedes llegar a sentirte diferente ante las mismas calles, los mismos edificios, las mismas esculturas, incluso el mismo tipo de gente y cultura. Aunque no lo queramos, todos provenimos de una cultura, de una ciudad que ha formado parte de nuestra personalidad, dependiendo del tipo de vida y de las relaciones que hayamos tenido en ella.

Pedro se sentía liviano. Intentando dejar atrás la carga emocional que tenía con Raquel, ella le acosaba, notaba su separación y era lo último que quería. Ya había perdido a Ismael, ahora, solo faltaba, también, perder a Pedro.

Raquel, ansiosa y exaltada, no sabía que responder al email de Pedro. Dejó pasar unos días, en los que bebió demasiado. Cada noche, cuando se acostaba, iba tambaleándose hacia la cama. Ya estirada, cogía algún libro de Carlos Edmundo de Ory o de Gonzalo Arango y leía un buen rato. El problema, es que al día siguiente no se acordaba de lo que había leído. Eso sí, en el momento de la lectura, sus sentimientos ante poemas tan bonitos y profundos, afloraban. Lloraba, reía, daba puñetazos a la almohada, cogía el teléfono para llamar a Pedro y que supiese por lo que estaba pasando. Pero no se atrevía. Quizás, fuese peor llamar que dejarlo tranquilo con su vida, hasta que se diese cuenta de quién era realmente su gente. ¿O quizás se había dado cuenta de que Ismael y ella se iban a ir a Brasil sin avisarle, además de las grandes críticas que le habían dedicado? Suponía que no, pero todo podía ser.

Un día, borracha, en un bar, conoció a Jessica, una negra estadounidense muy bonita. Era una mujer experimentada. Raquel, suponía, que debía haber pasado de todo en su NY natal. En Barcelona, estaba acompañando a un colega que iba a presentar sus montajes audiovisuales en el CCCB. Ella como escultora, trabajaba la madera y el granito, se ganaba la vida, aunque había meses que no le llegaba el dinero a fin de mes. Se emborracharon en el bar, hablaron de John Updike y de Saul Bellow. Se contaron su vida sexual, y de un momento a otro, se empezaron a besar y acariciar. Acabaron en la casa de Raquel, follando todo lo que quedaba de noche y parte del día siguiente. Bebiendo, esnifando cocaína y escuchando a Charlie Parker y a Cassandra Wilson. Al despedirse, Jessica le dio la dirección del hotel donde se hospedaba. Tenía ganas de volver a verla, le gustaba la conversación de Raquel y también su forma de acariciarla y hacerla llegar al orgasmo.

Cuando se siente un vacío existencial se está jodido. Raquel lo sentía. Era huérfana, sus padres habían muerto, hacía dos años la madre y cinco el padre. Se aferraba a su trabajo, y hasta ahora, a su relación con sus amantes. Algunas noches, estando sola sentía una opresión en el pecho, combinado con una terrible angustia. ¿Quién me ha preguntado si quería estar en este mundo? Se cuestionaba. La verdad es que a uno no le preguntan, ni siquiera el hipotético Dios, si existe, evalúa si cualquier individuo tiene la capacidad de vivir bien durante su existencia terrenal.

¡Qué gane la materia!, se decía Pedro mientras eyaculaba dentro de Samantha. La materia, el cuerpo, tus curvas, tu agujero negro que me promete cada día que me va a tragar y acaba sin hacerlo. Todo y más es lo que le pedía a Samantha. Ella, un poco acobardada por tanta responsabilidad, le iba dando amor a pequeñas dosis. Ahora, un poco de estos sentimientos, después, otro poco de este corazón etc, etc…

Fueron a la Fundació Tàpies. Querían observar materia trabajada, que es lo que mejor hacía Tàpies. Antes, Pedro le dijo a Samantha, que leyese un texto escrito por el artista: Comunicación sobre el muro.

Y un día traté de llegar directamente al silencio con más resignación, rindiéndome a la fatalidad que gobierna toda lucha profunda. Los millones de furiosos zarpazos se convirtieron en millones de granos de polvo, de arena… Ante mí se abrió de repente un nuevo paisaje, igual que en la historia del que atraviesa el espejo, como para comunicarme la interioridad más secreta de las cosas.

Este trozo del texto les entusiasmó. ¿Tàpies acaso era un místico? Veía en las cosas, algo que solo él era capaz de darse cuenta. La divinidad en la materia. El espíritu material de todo.

En la Fundació Tàpies, sucumbieron ante las impresiones que les dejaba una obra muchas veces vista, pero que siempre producía nuevos sentimientos.

A Pedro, el que más le impresionó, fue Gran marró sobre fusta foradada. Y a Samantha Tríptic blau. Una obra inabarcable, que les hacía reavivar su creatividad. El arte es contagioso, así que después de ver la obra de Tàpies, fue cada uno a su casa, a tratar de crear algo medianamente interesante, claro, si no lo comparas con la obra de Tàpies.

14.

Veinte años antes.

Ismael era una persona en todo el sentido de la palabra. Personal e inimitable. Personal proviene de la raíz persona. Lo personal, es la parte individual pero que está dentro de las características de esa gran familia que es el mundo de las personas. Abarca menos que animal. Puede haber conductas que sean animales, si las realiza una persona, también son personales, pero si las realiza un animal, y se cree que están fuera del alcance de una persona, ya no serán personales sino animales. Ismael, era persona pero también muy animal. Sus impulsos eran brutales. Le encantaba follar y su rebeldía silenciosa era radical. Solo la exteriorizaba verbalmente, delante de sus amigos.

La cuestión que se hacía, que más que pregunta era una afirmación era, ¿no me sirve para nada mi familia? Mi gente realmente cercana y en la que me apoyo en los momentos de mayor angustia son Pedro y Raquel. Pero ¿tendría hijos con Raquel? No, nunca me arriesgaré a que cambie nuestra relación, la pasión que sentimos los tres no se puede romper. Con hijos, mudaría o se acabaría. Yo quiero tener hijos, pues he de buscar a la madre de mis hijos, que haya pasión pero, que no me importe que varíe con el nacimiento de mis hijos.

¿Es ser injusto? ¿Es simplemente que Pedro y Raquel hacen el papel de apoyo de los padres, y el de eternos amantes? Son dos cosas diferentes pero así las quiero.

La vida, la vida, caras nos enseña, pero no sabemos de sus almas, si son limpias, sanas, bondadosas.

Pero a Ismael no le interesaban ni la bondad, ni el perdón, ni el arrepentimiento. Esos sustantivos morales, a los que él les quitaba interiormente todo su peso. A él le habían educado en el judaísmo, tanto en la teoría como en la práctica, pero se sentía un salvaje moral.

Se recreaba con sus libros, aprendía de ellos más que de la vida. La vida, le hacía desaprender. Las ideas, los conceptos, la sabiduría de otros, plasmadas en las hojas, evitando su defunción, le daban energía vital. Las ideas nunca mueren si se anotan. Las historias tampoco, y menos los sentimientos. Rilke, que gran poeta, T. S. Eliot, Foucault, Ernesto Sábato, ¿quién mejor?, ¿cuál más moral? Son preguntas que no le interesaban. La cuestión es, ¿cómo habían podido vivir en un mundo como este teniendo la sensibilidad que tenían? Eso es lo que debía aprender de ellos, eso.

La manera de relacionarse con el entorno, es importante para tener una buena calidad de vida. A Ismael el entorno le daba igual. Lo único que le importaba eran sus proyectos y sus amantes. En la carrera de filosofía, no hablaba prácticamente con los compañeros. Entre clase y clase, siempre estaba ausente y en sus cosas. O hablando con algún profesor, al que le ponía en aprietos filosóficos por las preguntas y afirmaciones que daba sobre algunos filósofos, o por las relaciones de varios conceptos.

Raquel era una joven liviana. No tenía esa carga o cruz que llevaba a cuestas Ismael. Podría parecer que estaba con Pedro e Ismael, como podría haber estado con otras personas, pero los quería. No sabía si estaba enamorada, su discurso es que no entendía del amor. Para ella amor y pasión eran distintos. Ella sentía pasión sexual por sus dos amigos, ¿pero amor?…

A quien amaba era a sus padres, o a su sobrino de cuatro años. Niño despierto y perspicaz. Raquel, como amante, a veces prefería a Pedro y otras veces a Ismael. Y verlos follar la excitaba y se masturbaba disfrutando más que cuando la penetraban. Quizás la tristeza y el desamparo de Ismael, le atraían más que la prepotencia y el genio explosivo de Pedro. Pero para ella eran el trío perfecto. Se complementaban a la perfección.

Un día de primavera, paseando por el Parque de la Ciudadela, Pedro observaba jugar a una madre con su hijo. La madre debía tener veinticuatro años y el niño dos. Parecían tan tranquilos y felices que se le contagiaba su estado anímico. Se acercó a ellos. Conversando con la madre, le dijo que hacía dos años se había emborrachado acabando en la cama con un tipo que al día siguiente se iba a su ciudad, Sidney, y de ese idilio había nacido Isidro, su hijo. Trabajaba y estudiaba. Era dependienta en una tienda de moda. Y cuando se dormía su hijo, por la noche, en la UOC, estudiaba, estaba cursando unos estudios superiores de diseño. El niño empezó a llorar, y la mama, Isabella, se sacó el pecho y le dio su ración de leche. Pedro, mirando el pecho a Isabella se quedó impresionado. ¡Qué bonito era! Conscientemente, nunca había visto un pecho cargado de leche, le sedujo. Tanto lo miraba, que Isabella le dijo:

  •  ¡Qué!, tú también quieres mamar. Pedro, sonrojado, negó con la cabeza y le pidió el teléfono a Isabella. Le había gustado. ¡Qué valiente! ¡Qué fuerza! Cualquier otra muchacha, en sus circunstancias, se habría hundido o al menos no estaría con la vitalidad y el optimismo de Isabella. Se despidieron, Pedro le dijo que la llamaría sin falta. Isabella contestó con una sonrisa cautivadora.

¿El trío ya no sería una hermética santísima trinidad de excesos? Quizás sí, en las relaciones de tres, a veces, hay momentos de dudas, de sentirse infravalorado, y se busca en otra persona esas carencias. A Pedro le había gustado Isabella, pensaba, yo por ella me meto en una relación estable y de pareja, algo que nunca he tenido, pero la voy a seducir. No sabía, que casi iba a ser imposible dejar atrás al trío. Al menos sentimentalmente.

Llegó a casa, cogió un libro de lecturas de Faulkner, El ruido y la furia, y se sumergió en su fascinante lectura. Pasaron dos horas y preparándose un bocadillo de un ajoarriero que le había sobrado de la comida en el parque, y descorchando un Rioja del 97 de sus padres, comió oyendo canciones de Britten. Mientras le daba vueltas a la cabeza, ¿estaba seguro de que quería mantener una relación con Isabella? Eso implicaba tener un hijo. Decidió llamarla. Estaba en casa.

  • Hola Pedro, si no hace ni cuatro horas que nos hemos despedido…
  • Ya, es que quería oír tu voz.
  • Me alegra, yo también he estado pensando en ti. ¿Qué haces?
  • Nada, escuchando música y bebiendo vino.
  • Cómo viven algunos…
  • Tengo marihuana de la buena, no sé si fumas pero si quieres voy a tu casa y hablamos fumando.
  • Vale ven, ¿calle del Carmen 22. Entresuelo? Llega dentro de una hora, ha de venir mi madre a recoger el niño.
  • Vale, hasta ahora.
  • Chao.

Pedro salió a la calle, paseando, en tres cuartos de hora estuvo en el Raval. Allí se bebió un Jack Daniels. Llevaba una antología poética de Sylvia Plath, le quería enseñar un poema a Isabella, era un trabajo sobre la mujer y la maternidad realizada al final de su vida:

La veo en sueños, mi niña roja y terrible.

Llora a través del cristal que nos separa.

Llora, está furiosa.

Sus gritos son ganchos que hieren como gatos,

Captando mi atención.

Llora a la oscuridad, o a las estrellas

Que brillan y giran lejos de nosotras.

Su cabecita parece tallada en madera,

En una madera dura y roja, ojos cerrados y boca abiertísima.

Y de la boca salen gritos cortantes

Que arañan mi sueño como flechas,

Que arañan mi sueño, penetrando mi costado.

Mi hija no tiene dientes. Su boca es grande.

Emite sonidos tan siniestros que no pueden ser buenos.

En casa de Isabella, con una botella de ginebra, fumando canutos, Pedro le leyó el poema.

  • ¿Tan bajos sentimientos puede producir la maternidad? Plath, es de las poetas más sensibles que han existido, y mira que dice de su condición de madre y sobre su hija.
  • La maternidad te produce lo mejor y lo peor de una misma. Además de amar con locura al hijo, te saca de tus casillas. Eres en muchos momentos un alma bipolar. Les pasa a las madres más serenas. Pero he de reconocer que el poema es muy fuerte.
  • Sylvia Plath fue un alma atormentada, acabó suicidándose. Se puede observar ese desequilibrio en su obra.
  • Esta maría está buenísima, estoy volando.

Se empezaron a besar, acabando en la cama follando salvajemente. Parecía mentira que una muchachita tan dulce como Isabella, se reconvirtiese con el sexo como lo hacía.

Pedro, salió a las seis de la mañana de su casa totalmente enamorado. Creía haber un antes y un después de esa noche.

En casa, se sirvió una ginebra y viendo la película, Los amantes, de Louis Malle, se quedó dormido.

Al despertar estaba aterrorizado, recordaba toda la pesadilla que había tenido:

Él tenía cuatro años menos, estaba en la pubertad, conoció a un hombre por la calle que le dijo. Tú, creo, que eres un buen muchacho, ¿te invito a una coca cola? En el bar, el hombre le dijo que tenía planes, pero que para realizarlos debía contar con diez niños como él. Y en que consiste el plan, le contestó. ¿Tú has visto alguna vez una película porno? Claro, contestó Pedro. Pues la hemos de ver juntos y al masturbarnos tenemos que competir a ver a quién le llega el semen más lejos. Quién gane recibirá una motocicleta. Y si te apetece, además, te doy tres entradas para el cine. Fueron los diez a su casa, y cuando estaban todos con los pantalones bajados tocándose llegaron cuatro hombres más y los ataron. Fueron cortándole el pene a cada muchacho. Cuando le tocaba el turno a Pedro se despertó aterrorizado. Eran coleccionistas de penes adolescentes.

Pedro escribió el sueño. Quería mostrárselo a su psicoanalista. La interpretación del sueño la tenía que hacer él. Estaba perdido, no sabía ni por dónde empezar. El engaño estaba claro. Los abusos también. Pero no había recibido ni engaños ni abusos en toda su vida.

Se preparó otra ginebra, ya que sus padres estaban de viaje, y cogiendo Breve historia de la fotografía, el texto de Walter Benjamín, se puso a leer apasionadamente.

Benjamín, fue un filósofo interesante y algo visionario. Puedes estar más o menos de acuerdo con él, pero no te deja indiferente.

Durante la lectura, volvió a quedarse dormido, estaba mareado, y vomitó despertándose y manchando el sofá. Revolcándose en sus propios vómitos siguió durmiendo. A la mañana siguiente, la repugnancia que sintió le produjo arcadas. Se pasó tres horas limpiando. Pensó, me ve Isabella en este estado y se acaba todo. Es un momento que será olvidado por la humanidad. Como la humanidad en este caso se limita a mí, limpio bien y lo olvido. Aunque, no lo podré olvidar hasta que se me pase la resaca, y bebió un trago de coca cola helada. Nada va mejor para los momentos de resaca alcohólica.

Raquel e Ismael, ante la pasividad de Pedro se fueron a pasar dos noches a un hotel de la Escala. Allí tuvieron momentos diversos, de pasión, de enfado, de confesión… Raquel quedó horrorizada cuando Ismael le dijo:

  • Llevo tiempo pensando en asesinar a mi padre.
  • ¿Qué dices? ¿Te has vuelto loco? Te pillarán e irás a la cárcel.
  • Estoy hilvanando el plan perfecto, con sumo cuidado y sangre fría.
  • Pero tú que te crees. Si lo haces, te arrepentirás toda la vida. Uno no puede matar a su padre y quedarse tan tranquilo.
  • Para mí, mis padres han muerto hace años. Solo lo llevaré a cabo físicamente.
  • A ver, ¿cuál es el plan?
  • No lo tengo concretado. Pero lo que sí que sé, es que a continuación me marcharía de España definitivamente. ¿Tú vendrías conmigo?
  • Me metes en el asunto de lleno. Explícame el plan y luego te contestaré.

15.

Sí, la muerte del padre la iban planeando desde los veinticuatro años. Se acabó de culminar el plan a los cuarenta y dos. Pero salió mal, Ismael ante la angustia de haberlo llevado a cabo, y el peligro de ser descubierto, se suicidó en vez de escaparse a Brasil con Raquel.

Fue por el síndrome de Edipo, teoría freudiana inspirada en la tragedia de Sófloques, Edipo Rey. Pero la diferencia, es que Ismael no quería quedarse como amante de la madre, sino deshacerse de los padres, que lo ataban a sus miserias psíquicas, y huir con Raquel, que era como la verdadera madre para él. Con el billete comprado y unas libretas de poemas, donde, en la última, confesaba los hechos y el plan de huida, que acabaron en las manos de un Pedro inocente (contra pronóstico) y deshecho, acabó con su vida.

Raquel, intentando enderezar su existencia, ya no tenía a Ismael, solo le quedaba un Pedro cada vez más distante, al que intentaba agarrarse para no sucumbir en el infierno de la nostalgia y la depresión.

La historia continúa. La cuestión, ahora, es saber quién es capaz de levantar cabeza y quién no. En definitiva, y para nombrarlo técnicamente, quién es resiliente.

16.

Los tres a los cuarenta años.

Justo dos años antes de los hechos, que cambiaron la vida de un buen número de individuos. Porque, no se ha de olvidar, que aunque se esté muy cercano a una persona o a un grupo de gente, siempre se es una unidad, un individuo formado por miembros y vísceras.

Hablando de vísceras, en la vida se ha de ser algo visceral. Pero que ello no sea la causa de las acciones que en ella se generen. Al menos no de todas.

Estaban en un restaurante japonés en pleno Born, recordando la vida pasada e intentando inyectar más vitalidad a la presente.

Raquel, reía desproporcionadamente los chistes de Ismael. Pedro, por las noches, estaba pausado, cerebral, raro consigo mismo. Bebían Sake. Parecía que no quisiesen dejar ni una botella entera en el restaurante.

Las noches de los martes, para ellos siempre habían sido como un viernes o un sábado. Tenían la costumbre de salir y emborracharse. La mujer de Ismael ya estaba acostumbrada, aunque no conocía la historia y el presente sexual del trío. Pedro, parecía como si estuviese pensando en la novela en la que estaba trabajando en ese momento. Ausente, Raquel le preguntó:

  • ¿Te está sentando mal el Sake?
  • No, que va. No sé qué me ocurre hoy. Estoy un poco asocial. Perdonad, de verdad.
  • No pasa nada, todos tenemos momentos de circunspección, añadió Ismael.
  • Todos menos tú, contestó Raquel riendo.

La complicidad que había entre Raquel e Ismael, no era la misma que la de cualquiera de los dos con Pedro.

Salieron del restaurante, y Raquel e Ismael querían seguir la juerga. Pedro prefería ir a casa de Ismael, a acabar de pasar la noche. Se liaron un canuto. Camino del Harlem se lo fumaron. Al entrar al local, donde había un concierto de música latina, notaron lo colocados que iban.

Bailaron, siguieron bebiendo, hasta que Pedro, borracho, vomitó en el baño del bar. Se fueron los tres a casa de Ismael. Raquel e Ismael acabaron follando repetidas veces, mientras Pedro dormía la borrachera.

Durmieron hasta tarde, ya que ninguno de los tres tenía compromisos por la mañana. Al despertar, Pedro fue a ver a sus amigos a la cama que Ismael tenía en la sala. Empezó a acariciar a Raquel, esta, excitada, le hizo una felación a Pedro. Ismael seguía durmiendo. Pedro la montó por detrás. Ismael despertó y se sumó a la fiesta sodomizando a Pedro. Al acabar, se liaron un canuto de maría y se lo fumaron junto a unos carajillos de J.B., escuchando al pianista Oscar Peterson. Hacía sonar su instrumento como si fuese un ángel. Luego pusieron Thelonius Monk. Otra concepción de pianista. Creativo. El compositor por excelencia de la historia del jazz.

Pedro se marchó a su casa. Estaba trabajando en varios textos al mismo tiempo. Una autobiografía, una novela de ficción y un ensayo, que trataba sobre el tema universal y tantas veces tratado de la violencia. Para concretar, lo que hay de violento en el acto sexual. Somos individualidades, tratando de extraer de la pareja algo que te da y que es efímero, y sintiendo individualmente, para uno mismo y sin censuras.

El sexo no tenía secretos para Pedro. La novela autobiográfica, se centraba en la niñez y juventud. Analizando sentimientos y posturas intelectuales. Era más un libro para llegar al autoconocimiento que una obra comercial.

La novela de ficción, trataba sobre un joven de un pueblo perdido, que como a tantos les ha pasado, se dirige a la gran ciudad. Es un adicto a la pintura, y llega a Barcelona en busca de otros artistas para comunicarse e intercambiar trabajos. En Barcelona se sumerge en el mundo de las galerías y el arte. Tiene éxito, es trabajador y tiene dedicación. Pero también se vuelve un bohemio, prueba todas las drogas que puede conseguir, participa en orgías… hasta que se queda enganchado a la heroína. A partir de entonces, su carrera de artista es inestable. Consigue una amante de la aristocracia barcelonesa, que le provee de drogas con la condición de que trabaje mínimo seis horas diarias.

Le van a visitar sus padres y ven la vida que lleva, no la pueden cambiar, se entristecen, se van prometiéndole amor, cosa que nunca le han dado del todo. El protagonista y artista, presenta una exposición de arte abstracto, tiene mucho éxito. Le auguran una carrera como la de Tàpies, pero cada vez está peor por las drogas. Su novia lo deja, no aguanta la inestabilidad emocional de su amante, y él se hunde sin salida posible.

 Ni Pedro sabe cómo continuará, y menos como acabará. Para él, el acto creativo es totalmente irracional. Jamás piensa algo del argumento o la manera de expresarlo, hasta que está tecleando en su ordenador. Le encanta trabajar, saca más demonios de su interior por su escritura que visitando a la psicoanalista, si sigue con ella es porque le da morbo. Es una psicóloga preciosa y coqueta. ¿Quién no querría seguir en las terapias?

Una vez en casa, antes de ponerse a trabajar, se preparó una ensalada con ceps y frutos secos y abrió una botella de vino. A la vez que escuchaba unas arias de Schubert, comió. Y sin más preámbulo se puso a teclear. Quería estar tres horas trabajando antes de salir a correr por la Barceloneta.

En la Barceloneta y el puerto olímpico, mientras hacía ejercicio, se fijaba en la cantidad de turistas y gentes residentes en la ciudad procedentes de otros continentes. Se preguntó, ¿realmente Barcelona es la ciudad cosmopolita que tanto ansiaba ser? Se podría escribir mucho sobre el paso de ser una ciudad provinciana a una ciudad cosmopolita. ¿Qué causas y qué efectos se han de dar para que suceda? ¿Es la población la que vuelve a la ciudad cosmopolita? ¿O son las políticas y la gente de afuera, que llega, lo que hace a una ciudad cosmopolita? Hacía poco se había leído un libro La identidad cosmopolita, de Norbert Bilbeny, catedrático de la U.B. en filosofía.

Con las claves que se dan en el ensayo del filósofo, se podría sacar una muy buena historia ficticia con apuntes sociológicos y filosóficos. Quizás era un nuevo proyecto que debía emprender en cuanto llegase a casa. Lo que está claro es que desde los años noventa cuando Pedro estudió filosofía, la ciudad había dado un cambio importante.

Siguió corriendo y observando a una madre perder la paciencia con su marido y su hijo, se paró. Era el momento de una cerveza. Debía pensar en el eterno trío. ¿Realmente iba a ser eterno? ¿Quizás él se estaba distanciando? ¿Le quería poner remedio? ¿O ya le iba bien así?

Un trío se puede volver dúo. Ha pasado y pasará en cualquier momento. Lo sabía y le daba miedo. Qué solo se encontraría. Pedro que no tenía hermanos, como Raquel. Ismael al menos estaba casado y tenía hijos. Pero Raquel y él, se debían apoyar mutuamente. Y Raquel se acercaba peligrosamente a Ismael. No podía traer nada bueno.

Se acabó cinco cervezas. Se dispuso a leer algo del teatro mundial en La Vanguardia. Se topó con una foto de un colega. Allí figuraba Vila Matas, que es de los escritores de Barcelona más leídos. Si alguno de sus libros fuese tan vendido como los de Vila Matas, no notaría tanto la crisis. Ismael no la notaba, por el éxito de su arquitectura. Raquel, en el mundo de la publicidad no pasaba penas. Pero él, autónomo, siempre solo ante la hoja en blanco. Qué difícil era ganarse la vida. Antes de la crisis le publicaban y vendía. Pero, ¿ahora…?

¡Qué vida de mierda! Se dijo después de pasar de las cinco cervezas a los tres rones. Estaba borracho. Después de pagar, trató de ir a casa como había llegado hasta allí, corriendo. Al quilómetro y medio paró a un taxi, que lo llevaría a casa, donde dormiría la borrachera al menos tres horas.

Ismael, se había sumergido en las nuevas tecnologías. Todos sus diseños los hacían virtualmente los trabajadores de su estudio. Queda poco de artesanía en el trabajo de los arquitectos. Sus diseños eran atrevidos, habían pasado a ser más estéticos que funcionales, cuando siempre había defendido la funcionalidad en la arquitectura. Exteriormente, algo futuristas, e interiormente, de una delicadeza y gusto exquisitos, buena luz pero con muchos fallos a la hora de ser utilizados. Es el tipo de arquitectura que vale mucho dinero y que no se amortiza. Muy criticada, debido a que podría ser uno de los motivos de la crisis. Despilfarro seguro, motivo incierto, efectos contraproducentes. Aun así, la valoración que se tenía de Ismael en el mundillo de la arquitectura era sobresaliente. Como innovador, es de esos autores que hacen evolucionar su disciplina.

Raquel, trabajaba para quien más le pagara. Su lema, era, yo saco el mayor dinero de los que me contraten, con el objetivo de que sus beneficios aumenten proporcionalmente a mi sueldo. Sus conocimientos de filosofía, hacían que ideara una publicidad perfecta. Siempre, después de un tiempo de vida comercial, la publicidad hacía aumentar sus ventas. No dejaba ni un cabo suelto cuando creaba un anuncio, pero sobre todo por el mensaje subliminal, el que va al subconsciente directamente. Se fijaba en el color, la música, los modelos, el texto o guión, las metáforas, la fotografía tenía que estar muy cuidada y que todo cuadrara.

La publicidad nos controla y decide por nosotros sin que nos demos cuenta.

Pedro despertó de la borrachera con dolor de cabeza. Se bebió un vino a ver si se le quitaba. Sentándose delante de la pantalla del ordenador, pensó, no elabores ninguna historia, tú irracional dirá lo que ha de suceder, cogió la carpeta del texto autobiográfico y escribiendo se le fue el tiempo:

Qué dura y apasionante es la soledad. ¿Qué haría yo, estando siempre acompañado? Mis mejores compañías, quizás se llamen Britten o Ravel. Siento, y como siento sufro, una cosa no puede ir separada de la otra. O al menos yo no la conozco separada. Cómo me gustaría ser poeta, pero nunca me ha ido bien con el verso.

Desligarse de las apariencias.

Soy lo que veo que soy.

Creando ambigüedades.

¿Hay algo más atractivo?

Y sin dejar de conocer me limito

a estudiar la nada.

Nada por aquí, nada por allá.

¿Quizás sea un no ser?

El espectro de mí.

La inquietud por el deber.

No debo. A la mierda el deber.

Ni me arrepiento ni tengo compasión.

¿Acaso tengo algo de Nietzsche?

He vuelto a escribir un poema. Siento que lo he de tirar a la papelera. Me transformo, escribiendo versos, en un ser agresivo para mí mismo. Autodestructivo. Pero después de destruirme un poco, quizás salga más fuerte de la lucha. La vida, mientras dura, es una pelea. El error es no querer descansar. Sueño eterno. O de vuelta a la nada. La nada debe ser el descanso absoluto.

No estaba contento con su trabajo. Le parecía flojo, sin sentido, como su vida. Todo lo que había luchado por ser escritor y ahora dudaba de su trabajo. Si no escribía, no podría hacer nada más. Era en lo único que se había educado a lo largo de su vida. En escribir y en amar. ¿Y ahora dudaba? Que inconsciencia.

Las coincidencias aleatorias, el azar y la irracionalidad, tienen importancia en nuestras vidas. Pedro las utilizaba diariamente en su trabajo. ¿Qué gracia y sorpresa tendría la vida si todo se rigiese por la consciencia y la lógica?

El amor es irracional. Algunos creen que solo puede haber un gran amor en la vida. En la vida de Pedro existían dos grandes amores, y al mismo tiempo, Raquel e Ismael. ¿Ese amor era totalmente correspondido? Lo dudaba. La cercanía emocional, hacía que no estuviese seguro de nada. Aunque la seguridad en la vida es efímera. Estate muy seguro de algo, que cuando ese algo sea negado, tu estabilidad intelectual decaerá. ¿Cómo se puede estar totalmente seguro en las relaciones, en el trabajo, en tu recta moral, en lo que es el hombre, y en la muerte? La vida es inseguridad, así nos crearon, o evolucionamos. No hay verdades absolutas, o sea, creed lo que queráis que será vuestra verdad, pero como he dicho nunca absoluta.

Pedro, tecleando y descansando durante toda la mañana, se sirvió un vodka con hielo, y llamó a Ismael. Pensaba… cómo puedo proponerle un asunto.

  • Hola Pedro, ¿qué tal estás?
  • Bien, ¿y tú?
  • Te llamo por asuntos laborales.
  • Sí, dime.
  • ¿Podrías darme cuatro apuntes sobre nociones de urbanismo, para poder escribir en una novela sobre el tema?
  • De acuerdo, ven a casa esta tarde y hablamos, ahora te aconsejo que te compres, Cómo concebir el urbanismo, de Le Corbusier. O el libro divulgativo de Jordi Querol, Bienvenidos al Urbanismo.
  • Gracias, los conseguiré.
  • Igualmente, ven esta tarde noche sobre las siete, hablaremos, y trae una botella de vino.
  • Vale, hasta luego.
  • Hasta luego.

Pedro fue a la librería Laie, donde consiguió los libros recomendados, y se puso a leer el de Querol, en un párrafo decía:

En general, entendemos barrios aquellas zonas de la ciudad en las cuales impera un carácter común, es decir, que cualquier espectador que transite por ellas puede detectar la existencia de cierta unidad.

Ideas como esta le servían para su texto. Escribir, además de creación y arte, es conocimiento. En la medida que vas escribiendo, vas leyendo, y lo que se expulsa con la escritura, es la elaboración de conocimientos sacados de las lecturas y de la experiencia vital. También de otras disciplinas artísticas.

Eso se puede generalizar para todas las artes. La expresión viene del subconsciente, que está alimentado por las experiencias en la vida, por las impresiones intelectuales y prácticas que vas teniendo.

El intelecto, el gran desconocido. Hasta para la ciencia es un misterio. ¿Es lo que algunos llaman espíritu? ¿Son equivalentes el intelecto y el espíritu? No soy quién para ofrecer tal respuesta, pero creo que cada persona cree en algo, pero muchas veces ese algo tiene diferentes formas de llamarse. Por ello, muchas veces se lucha y se mata, por diferentes nombres de un mismo ente.

Pedro era una persona poco práctica, como a la mayoría de escritores y artistas el día a día, la cotidianidad le sofocaba, no encontraba momentos para dedicarse a aquello que es tan insignificante como la limpieza de la casa, o el aseo personal. Tenía una muchacha ecuatoriana, que iba un día por semana a limpiar la casa. Más de una vez, teniendo fantasías eróticas con ella, se había masturbado. Era una muchacha de unos treintaicinco años, morena, con unas facciones indígenas bonitas y un cuerpo voluptuoso, donde todo era mucho y nada inservible.

Después de darle muchas vueltas a la cabeza, y tener que ir a casa de Ismael, salió, compró la botella de vino, y dándose un paseo generoso, llegó a su casa. Cuál fue su sorpresa al ver que estaba Raquel, a la que dio un beso. Abrieron la botella de vino. Ismael le dijo.

  • Solo te voy a dar un apunte sobre urbanismo, el resto lo has de investigar tú de la bibliografía que te facilité. Mira, en urbanismo se ha de jugar entre funcionalidad y belleza. Las dos son sumamente importantes. Una ciudad no funcional, dificulta mucho la vida a sus ciudadanos, y si se diseña y construye de cualquier manera, también se les amarga su existencia. Todo ello está supeditado a las leyes de los terrenos, a las leyes de construcción de cada zona de la ciudad. Sobre estos puntos se ha de trabajar, para hacer evolucionar positivamente el urbanismo de una ciudad.
  • Gracias, siempre es bueno tener presente lo que es básico y teóricamente sabido. Pero funcionalidad y belleza no siempre se consiguen. Hay ciudades muy incómodas para vivir, o muy feas estéticamente.
  • Tienes razón. Ese es el gran trabajo que están intentando realizar los urbanistas en sus ciudades. Funcionalidad y belleza, es igual a salud para el ciudadano.
  • Claro, estoy de acuerdo.

Ismael, abrió una bolsita donde tenía marihuana, y una cajita donde había tres gramos de coca. Sacó ron, Ginebra y Vodka. Y les dijo:

  •  Serviros a vuestro gusto.

Rieron y fueron tomando mientras escuchaban Haydn. Querían tranquilidad, y este compositor se la podría dar.

Fueron animándose, empezaron con la cocaína, escuchando el jazz de Keith Jarret y poniéndose a tono, se besaron, para acabar los tres en la cama follando ahora uno con otro, ahora con la otra, después todos con todos.

Como siempre había pasado, aunque pareciese que la vida no había cambiado, no era del todo cierto.

Pedro, no se había quedado satisfecho, se sintió algo excluido. Su labor en el sexo de tres, había sido dar y no recibir. Sintió muy poco placer, cuando en realidad, antes, siempre era él el que innovaba y proponía juegos nuevos.

Se despidió pronto de la compañía de sus dos amantes. Empezando a caminar sin dirección alguna, sentía como su tristeza le daba dolor de huesos. Paró en un bar a descansar, tenía ganas de beber coñac. Luego camino del Macba pensó, el arte me relaja, hace conmigo lo que me puede producir correr una hora. Me sentará bien. Allí quedó impresionado con los Tàpies, Saura, Barceló, Miralles, etc, etc. Los más representativos del arte contemporáneo español. ¿Si tuviese el lienzo de Barceló en la pared de mi casa…?

La vida puede ser blanca o negra, ¿dónde está el término medio? Como estudiaron en la facultad, en la ética aristotélica, el hombre virtuoso es el que encuentra el término medio en su vida. Pedro, no lo lograba por más que lo buscase. Up and down, aparte de ser una discoteca de Barcelona, era la mejor descripción del estado de ánimo de Pedro durante toda su vida.

Llegó a su casa y se puso a teclear, quería escribir un artículo para intentar vender sobre lo visto en el museo.

Hoy he estado en el Macba, obra del arquitecto Richard Meier. La construcción, es una obra de arte, las piezas artísticas de su interior me cautivan. Viendo los cuadros de los mejores artistas vanguardistas españoles, me he preguntado, ¿todo este arte es simbólico?, o por el contrario, tan solo muestra unas percepciones subjetivas del autor y las plasma en la tela. Tàpies, o mejor dicho, las obras de Tàpies, tienen una simbología muy elaborada. Son obras que tratan sobre temas universales. La cruz, el cruce de caminos, el yin y el yan, la feminidad y la masculinidad, siempre conceptos que se cruzan. Está muy influenciado por la espiritualidad oriental. Por todo ello, las obras de Tàpies son subjetivas y ambiciosas. Saura en cambio, me da la impresión, valga la reiteración, que sus obras son impresiones que le llegan, y el las transmite como dicta su subconsciente. No quiere meterse en simbologías, lo suyo es la fuerza de la imagen por la imagen misma.

Sin olvidarnos del resto, estos dos son los artistas que más me han impresionado. Cada uno con su estilo. Con una fuerza evocadora de sentires indescriptible.

He salido del museo, mirando la blanca fachada, tranquilo. Entrar en el Macba, es como correr una maratón, por las sensaciones y los sentimientos. Por lo tanto, sales y la relajación te cautiva. Te llena de energía para continuar un día más. Quizás el arte terapia no solo consiste en crear, también el espectador de las obras de arte sufre algún tipo de arte terapia.

No estaba nada contento con el artículo, así que apretó la tecla del ordenador guardar, y fue a prepararse un coñac.

Ismael, tenía una pasión secreta, la poesía. Le gustaba Verlaine y Celaya. Escribía sus propios poemas, que iba guardando en libretitas ordenadas por fechas. No sabía si algún día se las enseñaría a alguien, o las intentaría publicar, o simplemente, se quedarían como su tesoro personal e intransferible.

Viajaba mucho por cuestiones laborales, siempre en primera clase y hospedándose en hoteles cinco estrellas, en esos momentos su imaginación volaba, sus sentimientos plasmados en el papel, oscuros, a veces alegres y otras tristes, se objetivaban.

Le gustaba la juerga, ya que nunca había tenido la oportunidad de divertirse de niño. De joven y en la edad adulta, se estaba resarciendo de la niñez triste y solitaria.

Aun así, sus locuras nocturnas siempre eran con Pedro y Raquel. Con su mujer e hijos era el más aburrido padre de familia que te puedas encontrar. Su doble personalidad se hacía patente, padecía esquizofrenia aunque no la trataba psiquiátricamente.

Había estado ingresado varias veces en su adolescencia, y medicándose durante años, consiguió, conociéndose, controlar los brotes sin necesidad de químicos.

Su psiquiatra de toda la vida, no sabía que no se medicaba, ni la vida de excesos que llevaba. Alguna vez que había tenido una pequeña crisis, Pedro y Raquel, lo habían acompañado y cuidado. De esta forma, había pasado el trance en pocos días.

Su mente creativa, iba ligada a su enfermedad y a sus años de descuido amoroso, sus padres nunca le quisieron. Las obras arquitectónicas que diseñaba, siempre estaban enfocadas al auto recogimiento y la circunspección. Eran obras intimistas, con un sello original, de firma Ismael. Sus poesías también eran muy originales. Leía poesía asiduamente, pero la suya no se parecía a ninguna de las que conocía. Intelectualmente era un elitista. No quería a su lado gente pobre mentalmente. Le gustaba la gente leída, y que supiese utilizar tanto la parte consciente como el irracional de su mente.

Raquel y Pedro, eran los mejores dialogantes que había tenido nunca. Influenciados en parte por sus estudios, licenciados en filosofía. Amantes del arte, de la cultura, con trabajos creativos y atractivos, cada uno había buscado su camino, y por él transitaban por separado hasta que se juntaban y contrastaban experiencias y opiniones.

El compositor preferido de Ismael era Berg, el de Pedro Ravel, y el de Raquel Stravinsky, aunque a veces cambiaban sus preferencias. Sobre ellos, comparándolos, habían hablado horas y horas, sin llegar a acuerdo alguno sobre las virtudes de uno y de los otros.

La interpretación que hacían de ellos, variaba dependiendo de su estado de ánimo y de la pieza que escuchaban. Siempre, las emociones se sienten por primera vez. Cada una es nueva e irrepetible. Aunque parezca que siempre odio igual o amo del mismo modo, no es cierto.

¿Qué sentían entre ellos realmente? Un sentimiento cambiante. Sensaciones siempre frescas y pasionales. Sin aburrimientos.

Pedro sentía como se le iba la vida. Él, el fuerte, cada vez se sentía más débil. ¿Cómo podía ser que el paso de los años limase tanto el carácter? Sucede, es real, los años te hace ver la vida más objetivamente. Si no que se lo pregunten a un anciano, cómo ve toda esa vida que ha llevado, desde la inexperiencia, hasta darse cuenta de que no hay verdades absolutas, al menos en lo que se refiere al trato entre personas.

Hace falta más censura, pensaba Raquel. La tecnología hace que los adolescentes no puedan descubrir nada que no hayan visto antes en internet. ¿Dónde queda luego la pasión? Estamos en la era del desapasionamiento. La era del Vacío, como explicó Lipovetsky, es un hecho, pero desde que el razonó sus ideas, hasta ahora, han pasado unos años. Ya no es exactamente igual, ahora podríamos decir que estamos en la era de la falta de pasiones. Todo está mascado. ¿Dónde queda el esfuerzo y la satisfacción por alcanzar tus metas? Además, ya no hay metas y menos originales.

Pero Pedro tenía una gran meta que era acabar siendo un escritor influyente internacionalmente. En cambio el objetivo de Ismael… (no sé si era su objetivo), pero no se le iba de la cabeza, era la idea de matar a su padre… le habían hecho daño durante su vida… la herencia iba a ser descomunal. El padre, industrial de éxito, tenía propiedades y unas cuentas corrientes impresionantes. La madre y el padre, hacía mucho tiempo que no se querían, tampoco quisieron al hijo en ningún momento. De una familia desestructurada, sale un hijo con problemas psicológicos. La locura rondaba, y se acercaba cada cambio de estación a la cabeza de Ismael.

Raquel, que parecía la más estable de los tres, era una mujer a la que le iba bien económica y afectivamente. Aunque se dejaba llevar por la vida y sobre todo por sus hombre más queridos, Ismael y Pedro. Los amaba día sí y día también, pero era un amor que no la hacía sufrir, era efímero, leve, sin peso metafísico ni universal. No era un amor platónico ni terrenal, tantas veces descritos en películas y novelas. Era su amor, y sabía que en cualquier momento se podía acabar. A la que más se amaba era a sí misma.

Los grandes temas tratados por Pedro en sus textos, eran sobre la individualidad y la subjetividad. Conceptos que le obsesionaban. Eran la causa de que la sociedad no funcionase, de que se oxidase sin remedio. La sociedad, para él, también era individual, sus individuos debían ser objetivos delante de otros individuos de su especie.

Era algo que no podía hablar abiertamente con Ismael. A él no le interesaba el mundo. Ismael era individuo y subjetivo. Pedro, no soportaba a los individuos subjetivos. No se daba cuenta, de que por el mero hecho de ser individual y único, la percepción del mundo es la que tiene únicamente el propio sujeto. Por lo tanto, por muy objetiva que quiera ser, siempre será subjetiva.

Se juntaron los tres en un buen restaurante, iban a celebrar los veintidós años juntos cómo trío. Como pasa el tiempo. Para comer pidieron una mariscada para tres, con un buen albariño. La disfrutaban e iban hablando de su pasado lejano, de sus vidas, que parecían estar en su mitad temporal, llegaban a la madurez. Pero no se sentían maduros. Comentaban las últimas inquietudes laborales. Hablaban de nuevos conocidos que no les dejaban indiferentes, como lo hacía casi todo el mundo. Besándose entre ellos, escandalizaban a la clientela. Se encontraban en el estado de embriaguez óptimo para hacer locuras. Así que Raquel cogió a Ismael se metieron dos rayas cada uno en el baño para acabar follando. Luego fueron Pedro e Ismael que se metieron dos más, y Pedro lo sodomizó. Siguieron con los destilados, Ginebra y Vodka, con la coca, y más sexo, hasta que el dueño del local les pidió que se fueran. Pagaron y se fueron a casa de Ismael a seguir la juerga.

A la mañana siguiente, desayunaron con huevos, queso, café y zumo de naranja natural con whisky, riéndose de la velada cada uno se dirigió a sus obligaciones laborales. Debía salir un spot publicitario en una semana, así que Raquel, manos a la obra, en el metro, se puso a retocar la grabación final. Para ser ideóloga publicista, hacía falta ser filósofo y a veces video artista y esteta.

A Raquel, su trabajo le entusiasmaba. La forma que tenía, mediante la publicidad, de manipular a la gente le gustaba. Se sentía fuerte, excesivamente superior, cuando sabía que no lo era. Su personalidad de mujer dubitativa y recatada, contrastaba con la de trabajadora incansable y brutal, y de amante liberal y que toma decisiones.

Las personas, están formadas por contradicciones eternas y universales. Las mismas contradicciones que tenemos ahora, las tenían los antiguos griegos, o los individuos de la cultura egipcia.

Ismael, a parte de sus grandes obras arquitectónicas, estaba escribiendo en su libreta. Se concentraba un buen rato cada día, para dejar plasmados en el papel unos versos que para él siempre eran inconclusos.

El último que escribió fue un poema libre y largo:

¿Cómo, Adán?

No, yo soy yo.

¿Con alguien más?

Mis circunstancias son mis

putadas. Acaso

no me atrevo a sentirme,

sin notar nada de

lo que me rodea.

Creaciones son igual a creencias,

creencias son igual a conservadurismo.

¿Creaciones son igual a conservadurismo?

Hay algo que falla,

es paradójico.

La cuestión está en no creer en nada.

Todo es o puede ser anulado.

Hasta la vida.

Hasta la vida después de la vida.

Hasta Dios padre nuestro señor.

Él más que nadie.

¿O yo más que nadie?

¡Qué me importa!

Acaso soy útil a alguien.

Acaso yo y mis circunstancias

son algo trascendente.

¿Trascendente a qué?

A la pecaminosidad, ¿será?

No sé nada.

Y no me creo Sócrates.

Ingenuo pero sabio.

Con esas convicciones se pasa a la historia,

Y se cambia tu realidad.

Pero, ¿para bien o para mal?

¡Qué viva la individualidad!

Esos versos habían provocado lágrimas en Ismael. Incluso, a veces, se daba cuenta de que su amoralidad se volvía en determinados momentos en inmoralidad.

Quería vivir así, pero lo pagarían su mujer y sus hijos. Igual que él había pagado la dejadez de sus padres. Sabía que no le habían querido. ¿Él quería a sus hijos? Si los quería, era de una forma tan peculiar que no se podían dar ni cuenta.

Ese es el peor mal que se le puede hacer a un niño. Lo sabía por experiencia. Lo malo, es que las conductas de los seres más queridos se repiten. ¿Quizás la estirpe de la familia de Ismael había sido y será de niños no queridos?

Para eso estaban sus amigos, para darle el afecto que nunca había recibido de nadie.

Como ya sabemos, la psique de Ismael enfermaba de vez en cuando. Sus psicosis leves no le impedían trabajar, y cuando estaba estable era una persona normal. Sus psicosis persecutorias, estaban auto controladas, a veces entraba en pánico, hasta el punto de que se podía volver peligroso para el otro y para él mismo. Se convertía en un animal enjaulado, y el que le intentase dar comida podía recibir un zarpazo o un mordisco.

En sus antiguas crisis, pensaba que todo el mundo lo quería abandonar de malas maneras, humillando y pegándole hasta que él reconocía que era malo, y que no merecía el cariño de nadie. Todo el mundo leía su mente y le querían hacer ver que era mala persona. A veces imaginaba que era el demonio mismo.

Pero, Ismael, hacía años que no caía en una crisis psicótica. Su estado, día a día, era estable, para ello le ayudaba su relación con Raquel y Pedro. Lo conocían, y dependiendo de la actitud, incluso del rostro, le aconsejaban encerrarse a trabajar y relajarse. Siempre accedía, y su estado no caía nunca al estado de los primeros años, cuando se manifestó la enfermedad.

La era de los superhombres no había existido nunca, aunque Nietzsche los llamase y los cantase sobre todo en Así habló Zaratustra. Libro que habían debatido repetidas veces los tres. Ellos, sobre todo Ismael, intentaban ser superhombres, invirtiendo la moral, y deseando pasar repetidamente por la misma vida. ¿Cómo es posible que Ismael quisiera pasar repetidas veces, si fuera posible, por la misma vida que había tenido? Sencillo, para él, su obra era fruto de su vida, sus amigos también, incluso el desapego por su mujer e hijos era fruto de su historia. Y muchas circunstancias suyas, no las cambiaría por nada del mundo. Solo le faltaba el punto final, llevarse todo el dinero de su padre. Solo era accesible matándolo. Llevaba tiempo diseñando el plan perfecto. ¿Existe plan perfecto para perpetuar un crimen? O el examen de conciencia, el súper yo, la moral que llevamos dentro por la educación, nos jugaría tan mala pasada, que lo pagaríamos el resto de nuestros días.

Pero Ismael no había sido educado con moral alguna, quizás eso le evitaría que el súper yo se lo comiese por dentro, dejándolo vacío de sensaciones y sentimientos.

Ni siquiera se preguntaba estas cuestiones. Para él era tan sencillo, como llevar a cabo un plan, cobrar la herencia, e irse a Brasil, con o sin Raquel. El país de la música y el baile. Uno de los países más liberados sexualmente. Aun así, con una férrea moral religiosa, que no impedía la fácil práctica sexual.

El existencialismo, que era la condición de ser de los tres amantes, cada uno lo manifestaba de maneras diferentes. Hasta para preparar el café de la mañana, Pedro era existencialista. Recordemos, que para Sartre, el existencialismo se basa en que la existencia precede a la esencia. Qué importa la esencia si no hay existencia. Pedro sé notaba durante las veinticuatro horas del día. Incluso por la noche, cuando dormía, notaba el cuerpo y la mente. Tenía sueños, y los recordaba absolutamente todos. Ismael en vez de sueños tenía pesadillas. El abandono emocional en la niñez… vaya putada.

Era diecinueve de marzo, el día del padre, ninguno de los tres lo quería celebrar con sus respectivos padres, e Ismael tampoco con sus hijos. Fueron a la playa de la Barceloneta, habiendo comprado unos treinta puntos de libro, a todo padre, que estaba con su hijo en la playa, le regalaban un punto de libro. Ismael les decía, para que seas mejor padre de lo que fue el mío. Los hombres se quedaban algunas veces sorprendidos, otras, mostraban una sonrisa que hacía entrever su gozo de ser padre. A Ismael, su mujer e hijos, le habían regalado un libro de poesía de E. E. Cummings Llevaba el libro encima y les leyó un poema:

llevo tú corazón en mí (lo llevo

en el mío) no lo dejo (dondequiera

que voy tú vas, querida; y lo que hago

lo haces tú, queridísima)

                        no temo

al hado (dulce hado mío) no

quiero el mundo (tú lo eres, fiel belleza)

tú eres lo que una luna siempre ha sido

y lo que un sol entonará por siempre

e aquí el mayor secreto e ignorado

(aquí raíz de raíz brote del brote

Sombra del árbol que se llama vida;

(más alto que esperanza y pensamiento)

Y tal prodigio rige las estrellas

Tú corazón en mí (va con el mío)

El poema, una maravilla de la sensibilidad y del oficio de ser poeta. Además es innovador y con sello propio. E. E. Cummings, que gran poeta, descubierto por Ismael creo que en la película de Woody Allen Hannah y sus hermanas, o en otra del mismo autor. El poeta era un portento de la lírica, y un constate jugador de las palabras.

Los días especiales existen para celebrarlos, por lo tanto para gastar, ya sea en regalos, o en comida y copas.

El mundo en el que vivían, estaba en una profunda crisis, de la que ellos se abstenían de opinar, sabiendo que lo más seguro es que economistas, banqueros y medios de comunicación, eran los mayores culpables de dicha crisis, económica y social. Los publicistas y las modas, también eran causa de la herida social, no tanto económica como existencial.

Crear ilusiones imposibles, esa es la tarea de la publicidad. Así la población, nunca satisfecha, seguiría buscando ese ideal impuesto e inalcanzable. Ahora bien, que se comprase sin miedo, era lo mejor que le podía pasar a la economía. Que el dinero se mueve, pasa de mano en mano, es la mejor manera de generar ganancias, y de que la economía se revitalice. O sea, que una persona como Raquel, podría hacer levantar, dentro de sus posibilidades, la economía, pero sumergía a la población en una crisis existencial de envergadura insostenible. O no, sostenible, ya que con los años que llevamos de publicidad, todavía existe la raza humana, aunque vive con una falta de personalidad incomprensible. Ya lo dijo Ortega y Gasset, la población es una masa, débil y moldeable.

Eso éramos, en eso nos habíamos convertido. Pero Ismael se reía de todas esas teorías, él estaba por encima del bien y del mal, como Nietzsche. Sabía de los males de la población, pero no se implicaba, se veía como un ente superior al que no podían molestar ni dañar en su vida, que sin embargo no era ni armónica ni saludable.

Pedro, en cambio, sí sufría la crisis, cada vez publicaba menos, vendía menos e iba más justo económicamente.

Hacía demasiado tiempo que no publicaba nada. Joder, pensaba, a este paso tendré que buscar cualquier trabajo, si encuentro de celador lo cojo, para pasarme el día contemplando la realidad, la vida, la puta vida que nos ha tocado vivir, sin pedirnos nadie permiso.

Él estaba en plena crisis existencial, y eso lo plasmaba en sus textos, que por otro lado eran a ratos profundos, otros frívolos, muy autobiográficos, y podríamos describirlos como la prosa de un poeta. Daban ese aspecto, aunque Pedro no había escrito poesía nunca, era un poeta en potencia, cuando lo fuese en acto, quizás acabaría su mala racha, toda la angustia existencial que aguantaba su alma, se calmaría al objetivarla mediante los versos. Para transmitírsela a cualquier desafortunado lector que diese con los poemas, los leyese y se los tomase lo suficientemente en serio como para naufragar con ellos. Sería mejor si naufragase con una sonata para viola de Berg, o Stravinsky.

17.

Sobre cuestiones que remueven el espíritu. A los cuarenta años

  • ¿Qué si yo tengo espíritu? Menuda cuestión. Es irresoluble. No sé. ¿Y tú?, Preguntó Pedro.
  • Yo sí, te lo puedo asegurar, razonaba Ismael, sino como quieres que sea como soy, y mi puta resiliencia.

El termino resiliencia, siempre le había gustado a Ismael. Ese aspecto innato, en algunas personas, que hace superar un trauma y ser capaz de llevar una vida feliz. Quizás es lo que intentaba, pero sin lograrlo.

Pedro pensativo le dijo:

  • Se lo deberías preguntar a Raquel. No os lleváis tan bien últimamente, le dices, ¿te gusto porque percibes mi espíritu?, ¿sino por qué va a ser?
  • Mira querido amigo, no te burles de mí. Tengamos la fiesta en paz.
  • Ten una calada, que es una hierba muy buena.

Ismael fumó hasta que se acabó el canuto, para a continuación tirarse a los brazos de Pedro para acabar los dos follando entre copas y porros.

Cuando acabaron, cansados, con el prepucio hipersensibilizado y los anos escocidos fueron a dar un paseo. Los dos coincidieron, que preferían follar con Raquel que entre ellos. Pedro le preguntó:

  • Y con tú mujer, ¿cómo es?
  • Rutinario. No nos atraemos, cuándo nos casamos creíamos que nos queríamos, pero nunca hubo la suficiente atracción. Ahora nos soportamos. Suerte que os tengo a vosotros dos para desahogarme, si no ya me habría vuelto loco.
  • ¿Más de lo que estás?, imposible.

Durante el paseo iban mirando a mujeres y hombres que se cruzaban con ellos, comparándolos se reían y decían, aunque nosotros follemos, no somos gais, nos atraen más las mujeres. Pero cuando tienes un amante desde la adolescencia, no se abandona, y llega un momento que trasciende a las tendencias sexuales. La verdad, no nos volveríamos a enrollar con ningún otro hombre. Con mujeres sí. Por lo tanto, nuestra dudosa bisexualidad cae por su propio peso. Reían y se daban un beso delante de unas mujeres de unos sesentaicinco años, que escandalizadas, enrojecían y miraban hacia otro lugar.

Pedro, desde hacía muchos años que era el amante tanto de Ismael como de Raquel, pero desde hacía un tiempo se sentía un poco desplazado emocionalmente. ¿Quizás eran las dificultades laborales? Cada vez tenía más complicaciones para publicar sus textos. La crisis había perjudicado a todos los sectores, pero si sumamos a la crisis la era digital, entonces publicar libros era una misión titánica.

Podía ser, que sus amigos le midiesen por sus éxitos. No, no podía ser. Se conocían desde hacía veinte años más o menos. Cada uno sabía de las capacidades, ambiciones y voluntades del otro.

Quizás el desapego que sentía de sus amigos, era tan solo una cuestión cíclica. Necesitaban, por una vez, un café con leche, y una conversación sin límite temporal.

Al menos, Pedro lo requería, como uno ansía el alimento, después de un día sin probar bocado. Los llamó. Primero a Raquel:

  • Hola, Raquel, ¿qué tal estás?
  • Hola Pedro, yo bien, ¿y tú?
  • Mira llamaba porque quiero que nos juntemos los tres, tenemos que hablar. Quiero que sea en un bar sin drogas ni alcohol. Ante un café y mucha comprensión.
  • Vale, cuándo quieras.
  • ¿El martes a las seis te va bien?
  • Sí.
  • Vale, llamaré a Ismael, a ver si puede.
  • Muy bien, un beso.
  • Un beso.

Esperó diez minutos para llamar a Ismael, mientras tanto, se bebió una copa de vino blanco helado…

  • Hola, Ismael, ¿cómo estás?
  • Bien, ¿y tú?
  • Bien, mira, quiero quedar con los dos, para hablar mientras nos tomamos un café. No quiero los efectos de las drogas en esta conversación.
  • Joder, que tostón.
  • He quedado con Raquel el martes a las seis. ¿Te va bien?
  • Sí, ¿dónde?
  • En el Café de les Delícies de la Rambla del Raval.
  • Vale, hasta el martes.
  • Yo aviso a Raquel, no sabe el lugar.
  • Vale, un beso Ismael.
  • Otro para ti.

De cara al martes, Pedro se anotó los puntos que quería discutir.

Primero. Amor vs Pasión.

Segundó. La transformación de los sentimientos con el paso del tiempo.

Tercero. El cansancio.

Cuarto. El aburrimiento-la rutina.

Quinto. La mentira.

Sexto. ¿Hay solución?

Quería que fuese un debate abierto, libre, donde no cupiesen los miedos, ¿qué dirán?, ¿cómo reaccionarán?

Aunque estaba un poco nervioso, intentó reflexionar sobre lo que diría. Siempre siendo lo más objetivo posible. Las subjetividades radicales, les podían hacer mucho daño.

Mis amigos, mis amantes. Hasta ahora nuestra relación se ha basado en la pasión. Pero ¿había algo de amor en ella? La pasión con los años se extingue, el amor puede continuar. Esta reflexión es clave, para saber dónde se encuentra nuestra relación, la de la tríada. Debemos dar la respuesta entre los tres. También el tiempo puede hacer aparecer un poco de cansancio, que puede llevar a intentar tener nuevas experiencias. Ya que el cansancio nos regala la rutina y el aburrimiento. Cuando te aburres de jugar a algo buscas otro juego ¿no es así? Pero hay métodos para luchar contra eso. Nosotros, hemos mantenido una relación sana, donde la mentira siempre ha estado alejada. Ahora noto una intensa complicidad entre vosotros, de la que me siento excluido. ¿Acaso me escondéis algo? La cuestión, es encontrar soluciones a todo. Eso sí, si los tres queremos. Podemos buscar ayuda en un psicólogo de pareja, trasladado a nuestra tríada. ¿Qué os parece?

Escrito este boceto de lo que quería decirles, no sabía si lo leería directamente o lo expondría. Pedro se tomó una copa de cava, puso la botella al lado del sofá, introducida en una cubitera llena de hielos, estaba deleitándose con John Coltrane, se relajó y su mente empezó a divagar con la continuación de la novela que estaba escribiendo.

El futuro no se puede predecir, pero dependiendo de cuál sea tu actitud, y de cómo actúes en la vida, el mañana tendrá una tendencia mayor de ir hacia algo que quizás conscientemente no busques.

¿Quizás Pedro estaba determinando su futuro? Estaba buscando un cambio en una vida que consideraba aburrida. ¿Qué subjetivo es el aburrimiento? Depende de cómo te tomes las cosas. Un niño, en un momento de poca actividad, puede decir que se aburre, o simplemente estar descansando relajado. Eso dependerá de cómo esté el estado de ánimo. El espíritu o el alma intervienen.

Raquel e Ismael hablaron después de la llamada de Pedro.

  • ¿Qué querrá Pedro? Siempre es tan complicado.
  • Es literato, ¿cómo quieres que sea? Replicó Raquel.
  • Me cansa, a veces siento como que estoy cansado del trío. Si mantener una pareja es complicado imagínate un trío.
  • No te quejes, que lo llevamos muy bien.
  • Somos los únicos, los de la sensibilidad a flor de piel.
  • Qué creído. Tú te ves único, y eres algo insignificante, como cada uno del resto de nosotros.
  • Gracias, eso es levantar la moral. Es lo que me han hecho sentir mis padres toda la vida y contra lo que lucho.
  • ¿Qué le piensas decir a Pedro?
  • Él nos ha citado y sabrá de qué quiere hablar. Sin alcohol ni drogas no puede salir nada bueno.
  • Calma. Él es un creador…
  • Como tú y como yo. Ni más ni menos.
  • Vale, somos creadores, contestó Raquel desesperada. Qué difícil es a veces hablar contigo.
  • Bueno, esperemos a la gran fecha. De momento te invito a unas copas en el hotel de siempre. Con cama incluida.
  • Vale, ¿a qué hora?
  • Dentro de media hora.
  • Un beso.
  • Chao.

Mientras Pedro intentaba escribir unas líneas más de su novela, Ismael y Raquel se lo pasaban en grande follando, bebiendo y fumando, alienados del mundo, y sin punto de conexión con el exterior, llámese familia, trabajo o mundo.

La novela que escribía Pedro, era una parodia de las relaciones humanas tanto de amistad como amorosas, entiéndase padre hijos, o de pareja. Consistía, en la descripción de un par de familias de la clase media alta barcelonesa y sus situaciones laborales, de ocio, amorosas, explicadas con humor.

El principio de la novela, del que Pedro no estaba nada contento era el siguiente:

La familia Recasens tenía tres hijos, para ser exactos dos hijas, una de veintiuno y la otra de diecinueve años, y una hijo de diecisiete. El hijo amanerado, era la burla de todo el barrio. Situación, que a sus hermanas les molestaba, y tiempo atrás, incluso, se habían peleado a puñetazos con otros chicos del barrio por ello. En Gracia, su barrio, los padres de la familia Recasens eran muy amigos de la familia García. Los hijos de las dos parejas se habían hecho íntimos. La familia García tenía un hijo de veintitrés y otra de dieciocho. El de veintitrés era el segundo amanerado del barrio. Entre ellos existía un alto grado de complicidad. Sus padres, durante toda su infancia se burlaron de ellos, y fue el motivo por el que se habían hecho fuertes. La pregunta que se hacían cada día era, ¿por quién me siento más atraído por los hombres o por las mujeres? No obtenían una clara respuesta a su pregunta.

Las hermanas de las dos familias, tenían la fama de ser las jóvenes más atractivas del barrio, les gustaba el teatro, e iban las tres juntas a diferentes funciones. También eran aficionadas a nadar, e iban a la piscina municipal cada día a hacer sus largos. La hija de la familia García que se llamaba Susana, escribía versos, que les enseñaba a las hermanas Recasens, y a su propio hermano, que los ensalzaba de forma desmesurada, tal como era él…

El comienzo de la novela que a Pedro, como hemos dicho, no le gustaba, en la medida en que iba avanzando se hacía más interesante.

Pedro, no le había enseñado las ciento veinte páginas que llevaba escritas a nadie. Normalmente, el primer lector era siempre Ismael, pero esta vez se sentía tan inseguro con el trabajo realizado, que no había querido mostrárselo.

¿Cómo se había tomado la llamada para la cita Ismael? Estaba bastante separado emocionalmente de Pedro. Pensaba que no le había mostrado el texto por ese mismo motivo, por su separación emotiva, pero no era así.

Llegó el día de la gran charla sin alcohol ni drogas. Pedro, nervioso, no podía escribir ni una página. Se pasaba las horas paseando, intentando leer. Ismael, estaba en su despecho concentrado en su trabajo, un diseño de un nuevo hotel en Stuttgart. Encargo del ministerio de cultura alemán. Ni siquiera se le pasaba por la cabeza, que esa tarde iban a hablar los tres amigos. Raquel también trabajando, se preguntaba, de vez en cuando, ¿qué mosca le habrá picado a Pedro? ¿Qué significado tiene quedar de forma seria para hablar, sin ayuda de ningún estupefaciente?

Llegó la hora. Pedro y Raquel se encontraron a la hora establecida. Ismael no llegaba. Estuvieron hablando del trabajo ante dos cafés con leche. Pedro, de pronto, exclamó, ¡joder con Ismael! Anda llámalo.

En aquel momento apareció por la puerta.

  • ¿Si es verdad lo de los cafés? Bien, de qué querías que hablásemos.
  • Me había hecho un esquema sobre los puntos a tratar, pero no lo voy a seguir. ¿Creéis que ha cambiado nuestra relación? ¿Se ha transformado? ¿Ha evolucionado?
  • Raquel asintió diciendo. Todas las relaciones cambian, pero si hay una estática, esa es la nuestra. Se basa en el placer, al estilo cirenaico y no epicúreo.
  • Ismael interrumpió. ¿Ves cambios? Yo no quiero que cambie. Ya me basta con sentirme cada vez más viejo. Quizás es cierto lo que pensaba a los veinte. Si llego a los cuarenta me suicido, pero no he tenido cojones.
  • Bueno muchachos, lo que yo he notado es que vosotros estáis formando una pareja de la que yo me ha quedado excluido. No sé si es cierta mi percepción. Ya me diréis.
  • La verdad, es que ahora mismo, yo me siento más atraído por Raquel. Quizás mi parte hetero está imponiéndose.
  • Yo también estoy quizás más cerca de Ismael. El joven tímido y herido, se ha convertido con los años, en un impresentable muy atractivo. Y tú, Pedro, con todo lo irascible y rebelde que eras, estás en una fase de víctima que ha hecho que me separe de ti un poco. Yo no sé si es por la crisis, que laboralmente te ha afectado tanto, o… no sé.
  • Está bien… y creéis que se ha de romper esta relación de tres.
  • Nosotros te queremos mucho, dijo Ismael, dejemos pasar el tiempo y veamos cómo evoluciona. No nos precipitemos. ¿Estáis de acuerdo?
  • Sí, dijo Raquel. Yo todavía quiero que me folles muchas veces más, y le guiñó un ojo a Pedro.
  • Bueno, pues sigamos, pero os pido que me tengáis más en cuenta.
  • Tres rones con hielo camarero, gritó Ismael.

Esa tarde se emborracharon. Y yendo al piso de Pedro acabaron leyendo sus textos cortos y follando hasta acabar rendidos dormidos.

La mañana fue incómoda, se habían dicho muchas verdades en la conversación. Y finalizaron la noche como si no hubiesen hablado.

La vida pasa, y si no haces algo para controlarla, se te puede ir de las manos. El café con leche mañanero, a cualquiera le sienta bien. Puedes preparártelo cargado de azúcar, o sin nada de dulce. Es más saludable sin nada de azúcar. Hay también quien prefiere té, o simplemente un ColaCao. Como sabemos todos los que no nos contenemos a la hora de hacer juicios estéticos, la verdad no existe. Hay tantas verdades como pensares o gustos, al menos en lo que se refiere a la calidad del arte. En cambio, la solidez en la pasión, es otro tema, se ha de tener confianza para empezar. Pedro, había puesto sus sentimientos sobre la mesa. Raquel e Ismael, ¿también?

La vida, ¡qué putada!, dicen algunos ¡Qué placer!, dicen otros. Pero todos la hemos de vivir. Y sin la pretensión de moralizar, (no hay nada que me tense más que el intentar moralizar), se ha de vivir del mejor modo posible. Los que creen sinceramente en Dios, tienen más fácil la tranquilidad del alma. Los que no, y ven la oscuridad después de la muerte, pueden llegar a tener un alto grado de angustia. Pedro, Ismael y Raquel en un principio no creían en Dios, pero ante las últimas contrariedades en la vida, Pedro estaba leyendo textos sagrados de las distintas religiones. Sin llegar a conclusión alguna le atraía el tema. Se tranquilizaba ante la idea de que él, en algún momento, también pudiese creer.

Después del café con leche, pasaron al Martini, y ya borrachos de nuevo, Ismael dijo:

  • Hablemos ahora el tema serio que discutimos ayer.
  • Pedro se negó a hablar del tema en esas condiciones etílicas. E Ismael follándose de nuevo a Raquel dijo:
  • A mí, si no me importa como acabaré yo, que me va a importar como acaba está relación de los tres.
  • Sí, cabrón, pero bien que gozas penetrándome como lo haces, contestó Raquel.
  • Si no hubieseis sido vosotros, habrían sido otras personas.
  • ¡Qué te calles y se salvaje conmigo! Me excita tanto lo que dices…

Llegaron al orgasmo los dos al tiempo. A Pedro se le regaban lágrimas desde los ojos. Estaba sintiendo que su fase existencial era distinta que las de sus amigos y amantes. ¿Quién debía cambiar? ¿Alguien lo haría? ¿O su distanciamiento sería tan profundo que el reencuentro sería imposible?

Decidió descansar. Tomarse unas vacaciones emocionales. Para ello tenía un libro en casa idóneo. Esferas de Sloterdijk. Más que un libro es una densificación de ideas y pareceres sobre la sociedad profundas y difíciles de comprender. Quería analizar el texto, quizás le ayudaría a aclarar por donde debía ir su camino.

Llegó a casa escuchando un cuarteto de Shostakovich, se preparó una tortilla de ajo y perejil y una ensalada griega, acompañado de un delicioso Burdeos. Meditando sobre sus últimas experiencias con sus amigos, decidió que debía respirar, conocer a otra gente. Quizás, su sequía creativa se debiese, a que desde hacía años que no experimenta nada nuevo. La literatura se basa en vivencias del autor, o para ser más exactos, las impresiones que dejan esas vivencias.

Escuchando el cuarteto, recordó a un viejo compañero de la universidad que le había regalado un libro de poesía de Bertolt Brecht, abrió una página al azar y leyendo, sintió más de lo que había sentido en los cuatro últimos años.

Mi ciudad natal, ¿cómo la encontré?

Siguiendo los enjambres de bombarderos

he vuelto a casa.

¿Y dónde está mi casa? Allí donde se ven

las enormes montañas de humo.

Aquella que está ardiendo,

aquella es.

Mi ciudad natal, ¿cómo me recibió?

Van ante mí los bombarderos. Mortales enjambres

os anuncian mi regreso. Al hijo

le preceden incendios.

Quizás, el regreso a casa siempre es el regreso al incendio, a la amalgama de recuerdos, de experiencias, al dolor de cabeza, por recordar lo que solo está en el subconsciente. Quizás al llegar a nuestra casa (que mejor casa que el volver a uno mismo), los sentimientos que recuerdas, que tuviste y desaparecieron, te hacen arder de pena y rabia. La saudade, como dicen los brasileños, la añoranza por lo que se fue y no volverá. Ese es el tema que emocionó a Pedro del poema de Brecht, su interpretación lo alteró. Ya sabemos, que en arte hay tantas interpretaciones como espectadores.

Por las noches se iba de bares él solo. Tomaba varias copas e intentaba mantener algún diálogo con alguna mujer más o menos atractiva. Quería experimentar. Su sexualidad, hasta el momento, casi se había limitado a Raquel e Ismael. En la variedad está el gusto. Si no funciona algo, se ha de buscar otra cosa. Eran frases, que se las pensaba tomar al pie de la letra. Él no censuraba nada de una vida pasada con más acción que la que podría llevar en adelante. Que aunque para muchos hubiese sido, loca y disparatada, para Pedro se había convertido en mera rutina.

Pasaba los días escribiendo, la prosa corría armónicamente por la pantalla. Parece mentira, lo que le había perjudicado la incertidumbre en el proceso creativo. Ahora que estaba decidido a coger un determinado camino, volvía a ser él, con todas esas historias que contar al mundo, con todas esas ideas fértiles que quizás tenían que acabar de elaborar los propios lectores. Volvió a sonreír. Las mujeres notaban la seguridad que transmitía. En dos semanas ya había tenido a tres mujeres y un hombre en su casa. No había perdido la práctica del todo, si es que alguna vez le había hecho falta utilizarla.

A Ismael y Raquel no los vio hasta un mes más tarde. Pasaron una tarde bebiendo en un bar céntrico. Parecía como si no hubiese ocurrido nada, ningún cambio en sus vidas.

Después de beber, Ismael los invitó a su casa, no estaban ni su mujer ni sus hijos. Pedro se negó a ir, aduciendo a que tenía mucho trabajo para el día siguiente. Quedaron la semana siguiente para ir a cenar a casa de Raquel. Cada uno debía llevar una sorpresa.

La creación de obras artísticas es uno de los trabajos más agotadores que hay. Haces funcionar tú inconsciente, el consciente, y en muchos casos, como en la escultura el cuerpo. Después de unas horas de concentración absoluta, en las que lo único que notas de ti es tú ser. El gran ser que, según Heidegger, la filosofía occidental había olvidado en su pensamiento. El ser abarca todas las cosas. Todo participa del ser universal. Y según mi opinión mediante la creación artística, se produce una conexión directa entre el autor y su ser. Además de que sacas a relucir de lo oculto, otro ser que es la obra de arte. Una vez elaborada, se objetiva y separa del artista. Y anda sola por el mundo, ante la mirada de los que la quieran mirar, o escuchar, o sentir.

Pedro conectaba con su ser de forma intensa. Cuando escribía, no notaba su cuerpo, solo se sentía espiritualmente, eso que le distinguía de los demás, le hacía único, individuo, el buscado ser.

Si los individuos son contradictorios, imaginémonos cuando existe una fusión emocional con otra persona. La personalidad del individuo naufraga. Se pierde, ya no se es más uno, íntegro y genuino.

Ismael cada vez más esquizoide, planeaba asesinatos, tropelías, acciones deshonestas. Un día mataba a Pedro, al siguiente a su padre. Todos sus delirios se los contaba a Raquel. Asustadísima no sabía cómo comportarse ante tanta insensatez.

Pero el plan de matar a su padre lo tenía claro. No sabía cómo hacerlo, el caso era perpetuarlo, cobrar las herencias, e irse con Raquel a Río de Janeiro. Pero que no le pillasen era complicado. Debía estudiar la acción con detenimiento y sangre fría. Que su mente esquizoide no influyera demasiado.

Pedro, no sabía nada del tema. Cada vez más alejado, se veía con una mujer cinco años mayor que él. Era una fotógrafa de arquitectura. En una presentación de una obra de Ismael los presentaron. Su encuentro fortuito cuatro meses más tarde, les llevó a beber unas copas, y a acabar acostándose. Follaron esa tarde unas cuantas veces más y empezaron a verse dos veces por semana.

La fotógrafa, Anna, se ganaba la vida como fotógrafa de arquitectura y de interiores, pero también componía fotos de retratos de gente por la calle. De los cuales, había expuesto unas cuantas veces en salas prestigiosas de la ciudad.

Su técnica era depurada. Dominaba tanto la fotografía analógica como la digital.

Pedro entusiasmado con las fotos que le mostró, quería comprar dos para colgar en las monótonas paredes de su casa.

Por su parte, Anna, leyó varios textos de Pedro y le dijo:

  • Te pareces un poco al Ernesto Sábato de Sobre héroes y tumbas.
  • Es un gran cumplido. Me encanta Sábato. Creo que es de los escritores en lengua castellana más interesantes de la contemporaneidad.
  • Me tendrías que dejar la novela que estás acabando de escribir. La que tanto te ha costado, y que le has encontrado el punto de inflexión. Si como dices, notas tu prosa fresca, y corren las líneas solas, debe ser una obra interesante. ¿Y casi no has de repasar?, seguro que estéticamente y de contenido es formidable.
  • Ya te la dejaré, primero la he de terminar…

Se habían encontrado el uno al otro en un momento crítico emocionalmente para los dos. Pedro, como ya sabemos, tenía problemas con Ismael y Raquel. Y Anna se acababa de separar del padre de sus dos hijos, ya emancipados y viviendo, uno en Berlín y la otra en N.Y.

Pedro ilusionado y sin proponérselo, había rejuvenecido diez años. Su nueva relación y el apartar, aunque fuera momentáneamente, su idilio de toda la vida, le había hecho renacer. Ilusionarse por el amor y el sexo, él, que parecía saberlo todo.

Ismael y Raquel, continuaron con su vida normal. Se extrañaron porque Pedro se hubiese alejado tanto. Pero ellos dos seguían viéndose. Raquel sumisa, e Ismael imperativo, iban teniendo sus tardes y noches de locura y desenfreno. Ismael, seguía trazando y diseñando su plan asesino. Raquel, como siempre, no sabía a donde iban a llegar, todo era a un desastre absoluto.

La creación de seres, la deciden los padres, los bebes, que luego pasan a ser niños, más tarde adultos, para acabar envejeciendo y muriendo, nunca han elegido existir. Por ese motivo, Ismael, veía más indignante la actitud que sus padres habían tenido siempre hacia él. Es más, era una actitud que aún tenían. La venganza iba a ser radical. Le habían convertido en un nihilista sarcástico, y como tal se iba a comportar.

La mujer y los hijos de Ismael, estaban apartados de su realidad y sus sentimientos. No sabían a qué clase de persona querían, que clase de padre les había tocado tener, ni lo que hacía fuera de casa. Quizás, como a menudo pasa, el patrón se repetía. Quizás, el hijo de Ismael, en un futuro, elaborase un plan para matar a su padre.

Ismael, no se daba cuenta de la gravedad del asunto, no quería a sus hijos, no los cuidaba ni les daba cariño. Lo que tanto daño le había hecho, y tanta repulsión le causó, ahora lo hacía él. Paradojas de la vida. ¿Qué es la vida más que contradicciones? Ya lo dijo Heráclito, la vida es una guerra entre contrarios. El cuerpo y alma de Ismael, estaban encarnizadamente luchando. Y él tan solo sufría y maldecía ante tanta turbulencia interna.

Raquel, que notaba la lucha interna de Ismael, le intentaba apaciguar. Le recriminaba que se olvidase tanto de su familia. Lo mimaba y le hacía el amor, con toda la ternura de la que era capaz. Un día le dijo:

  • A ti te ha hecho daño el alejamiento de Pedro.
  • ¿Y a ti no? Éramos el trío perfecto. ¿Qué le ha pasado a ese cabrón?
  • Todo el mundo tiene la opción de elegir en la vida.
  • ¿Y nosotros ya no somos lo suficientemente buenos?
  • No quiero decir eso. ¿Quizás el que estaba estancado era él? Necesitaba respirar para no ahogarse.
  • La verdad, es que miras todo por el lado bonito. ¡Es un cabrón!
  • Tú, en cambio, eres tan negativo… a ver si te vas a quedar solo.
  • Eso, vete con Pedro.
  • Yo a ti te quiero. No te cambiaría por nada.
  • Pues en unos días te voy a contar mi plan.
  • ¡Cuéntamelo ya!
  • Todo a su debido tiempo, no tengas prisa… es un plan para los dos. Si sale bien, seremos libres para el resto de nuestros días. No nos faltará nada ni nadie. Ni siquiera Pedro.
  • Estoy ansiosa por saberlo…
  • Tranquila, ya llegará el momento.

Ismael cogió la cara de Raquel con las dos manos y le dio un beso introduciéndole la lengua. Era un beso salvaje, carnal, pornográfico. Esa era su intención.

Ismael, estaba diseñando un edificio de oficinas y un hotel en Barcelona. Había ganado ambos concursos para poder ser el arquitecto de dichas obras. Los diseños que estaba acabando, eran estéticamente sugerentes, con algo de futurismo. Pero, de nuevo, le estaba dando mucha importancia a su funcionalidad y sostenibilidad. Dos aspectos que a muchos arquitectos famosos se les escapaban. Las formas de las obras de Ismael eran aerodinámicas y con ángulos y curvas intercalados. El hotel, en la parte alta, tenía una cúpula de vidrio aguantada por una telaraña de acero. Quería ubicar allí la piscina climatizada, zonas de masajes, solariums y saunas y una barra para preparar cócteles.

Inmerso en su trabajo, le daba tiempo también para el ocio. Debido a su gran capacidad intelectual y creativa, seguía escribiendo poemas, sobre todo en momentos que había abusado del alcohol. Leía como en sus mejores tiempos. Había vuelto a releer obras de teatro, Ibsen, Pinter, Sanchís Sinisterra… y un largo etcétera, que incluía a los dramaturgos Beckett y Brecht.

Pedro también estaba leyendo a dramaturgos anglosajones. Son coincidencias, que pueden ser más o menos trascendentales. Ya veremos cómo se desarrolla la historia.

Raquel, en cambio, seguía obsesionada con Hannah Arendt. La pensadora política. La condición humana era su libro de cabecera. También le interesaban los actuales novelistas estadounidenses, Philip Roth y Don DeLillo.

Cada uno, por sus inquietudes del momento, no dejaba de transformar y quizás hacer crecer su alma o espíritu. La vida sin alimento espiritual queda completamente coja. Ninguno de los tres se imaginaba sin libros, sin lecturas para pensarlas y sentirlas, dónde su análisis estético no tuviese palabras suficientes, y su sentir fuese más lejos cada vez.

Anna, entró en la vida de Pedro como una bala, sin marcha atrás. Le había influido decisoriamente en su estado anímico. Su creatividad, cada día más fresca, fluía sin parar. Raquel e Ismael todavía no la conocían, ni siquiera sabían que existía. Pedro, quizás en un futuro, se lo comunicase.

18.

Sobre la nueva relación entre Pedro y Anna.

Durante los últimos meses de la vida de Ismael, Pedro forjó una relación interrumpida temporalmente con una mujer… durante mucho tiempo la relación con Anna fue secreta.

Se conocieron en un día o en una noche nublada. Pronosticaba el parte meteorológico tormentas. Habían salido sin paraguas. A Pedro le encantaba mojarse cuando llovía. Anna se lo había olvidado, como tantas otras cosas que olvidaba durante el día.

Pedro, en realidad, hacía días que buscaba intimidad con una mujer interesante. Aunque no descartaba que fuese un hombre el futuro enlace sentimental.

Aun así miró a Anna, la reconoció. Ella se sintió observada. Haciendo como que no se daba cuenta de que Pedro la miraba, iba poniendo poses provocativas. Finalmente, Pedro se le acercó.

  • Hola, me llamo Pedro. ¿Qué tal estás?, nos conocimos en la inauguración del balneario.
  • Qué entrada más formal para haber estado devorándome con la mirada durante media hora.
  • Soy formal, eso no impide que pueda excitarme.
  • Así que te has excitado mirándome.
  • Sí, algo que objetar.
  • Nada, nada. Anda invítame a una copa.
  • Le pidió un J.B. con hielo, era la copa que estaba tomando y acabando, se pidió otra para él.

Estuvieron hablando de la vida, de la noche, de sus trabajos, y de repente, Pedro le dijo:

  • Pero, ¿tú estás libre?
  • Soy libre, ¿por qué?
  • Me refiero… a que no tienes pareja.
  • Estable no. ¿Por qué? ¿Es lo que quieres ser para mí?

Pedro enmudeció. Le dijo que solo quería conocerla. Que estaba olvidándose de una antigua relación. Ella le había gustado. Fueron a un restaurante, cenaron marisco. Luego, continuaron charlando en una coctelería, y llegó el tema de la política.

  • Todos son unos cerdos. Persona que llegue al poder, se convierte en un cerdo. Que conste que eso no lo enseñan en la carrera de filosofía. Pero se ve día tras día.
  • Ah, has estudiado filosofía. Que interesante. Me gusta leer ensayos filosóficos. Quizás tienes razón, la corrupción es algo innato en el hombre.
  • Solo hace falta leer todos los libros de historia. Analizar la actualidad política internacional. Hacer un trabajo de introspección y nos daremos cuenta de que a la que tenemos un poco de poder, siempre nos miramos el ombligo. Según Foucault, la sociedad con sus individuos se basa en relaciones de poder.
  • Tienes razón, pero el que sufre el poder del otro en una relación, también se mira el ombligo.
  • Pero ese egoísmo no puede trascender a la relación.

Estuvieron hablando horas, y cada vez estaban más a gusto el uno con el otro. Como no, acabaron follando una y otra vez, no importa en casa de quien. Lo que importa es el hecho en sí.

Pedro se desfogó, y ahora sí pensaba que podía ir dejando atrás su relación con Ismael y Raquel.

Anna, además de la fotografía de arquitectura, tenía otra pasión. El teatro, en mayor medida, y el cine, más asiduamente, le entusiasmaban. La interpretación le seducía de tal manera que se llevó a Pedro a ver unas obras de teatro de Harold Pinter a Londres. Pinter era el dramaturgo contemporáneo que más le entusiasmaba. En Londres, donde estuvieron una semana, las noches que iban al teatro, a continuación sé quedaban en el Soho tomando algunas copas. También recorrieron la Tate Gallery repetidas veces.

Fue como una luna de miel, pero claro sin estar casados. La estancia en la capital británica influyó mucho en Pedro. Leyó y releyó a los novelistas británicos Ian McEwan, David Lodge y Hanif Kureishi, pensando en la diferencia abismal entre los artistas de Londres comparados con los de España, o si queremos hacer bien la similitud, con los de Barcelona o Madrid.

La vida, volviéndose interesante, valía la pena vivirla con gran intensidad. ¿Cómo se había podido meter en una relación de a tres, claustrofóbica y autodestructiva durante tanto tiempo? Ahora había salido de ella, volvía a respirar aire fresco. Como si de una gran metrópolis huyeses y te internases en un frondoso bosque y respirases aire puro con olor a humedad vegetal.

Después de la estancia en Londres, Pedro estuvo ensayando, y se obligó a escribir una obra de teatro. Quizás ese era su camino a seguir. Conocía algo de teatro, pero nunca había sido un gran aficionado. Pero por la frescura, por la poca influencia de obras externas, sumado a la gran experiencia como escritor, pensaba que podía dar como resultado algo agradable, profundo y algo comercial. Divertido y trascendental al mismo tiempo. Estaba decidido. Debía pensar bien el argumento y las pautas a seguir y sumergirse en la obra. Quería que fuese un diálogo entre dos actores. Un hombre y una mujer que rondasen la cuarentena. Su misma edad. Con problemas por sus recientes separaciones, con algún hijo cada uno y a pesar de que se conocían desde hacía años, y de que habían flirteado, aunque nunca había pasado nada entre ellos, discutían sobre cómo podían comenzar una relación entre ambos, que fuese fresca y fructífera.

Como obra contemporánea, podía haber sido un texto de Pinter, pero le quería poner sello propio.

Iba a transcribir diálogos completos que mantenía con Anna para la obra. Temas sobre las relaciones de pareja, las amistades, las ambiciones, el arte, todo podía quedar incluido en ella.

Muchas conversaciones las grababa en una grabadora digital. Esta fue una conversación que le entusiasmó y que pensaba que podía ser el eje central de la obra.

  • Anna, estoy tan a gusto contigo, tanto en la cama como fuera de ella.
  • Podías decirme que estabas a gusto conmigo pero obviar lo de la cama.
  • Acaso el sexo no es importante para ti. Porque cuando estamos en ello, parece que te fuese la vida en ello.
  • Es importante, pero no es esencial para mi bienestar.
  • ¿Y qué es lo esencial para tu bienestar?
  • Una buena conversación contigo. Ver juntos una película. O escuchar los dos una sonata en el auditorio. O la novena de Mahler. Para después comentar juntos la peli o la sinfonía. Compartir una buena comida. Que tanto tu trabajo como escritor, como el mío de fotógrafa, vayan evolucionando y salgan adelante. El arte en sí es más importante para mí que el sexo.
  • Somos almas gemelas. Aunque yo al sexo le doy la importancia que se merece.
  • Esa es la diferencia esencial entre los hombres y las mujeres. Por algo las relaciones lésbicas suelen ser tan reconfortantes.
  • ¿Has tenido alguna relación lésbica?
  • Hace bastante tiempo tuve una amante. La relación duró más de medio año. Yo era muy feliz. Realmente, sabía complacerme mejor de lo que ningún hombre ha podido hacerlo. ¿A ver si la superas?, ¿sería todo un reto para ti?

Pedro, no habló de su relación homosexual con Ismael. No quería mencionar el tema. Prefería tocarlo en otro momento. Realmente, no echaba de menos su relación con Raquel e Ismael. Pero los recordaba como algo que había sido su columna vertebral durante muchos años, aunque un poco torcida.

La vida, cuando se tienen proyectos que ilusionan, se vuelve más interesante. ¿Qué sería de la existencia de un niño sin motivación? ¿Sin ganas de mostrar los logros acaecidos? ¿Y la de un adulto?

Todo en el mundo del arte consiste en mostrarse, enseñar la mejor cara. O la peor. Dar a conocer aquella parte interior del autor, los artistas solo pueden mostrarla con sus obras. Sin remilgos, el artista enseña lo que quiere de él.

Pedro, se estaba desnudando ante el mundo con sus escritos. Escribía con lágrimas y fuego. Si había alguna explicación sobre su estilo literario era, Pedro escribe con lágrimas y fuego. La radicalidad que le había caracterizado de joven, y que más tarde se volvió en apatía y miedo por vivir, estaba resurgiendo a raíz de su relación con Anna. Se notaba en su escritura. También en su forma de afrontar la vida. De levantarse por la mañana. Diríamos que si antes se levantaba con el pie izquierdo ahora lo hacía con el derecho.

Las creencias son algo irracional e individual. Aunque influye también el entorno en ellas. Anna era religiosa. Intentaba acudir al menos dos domingos al mes a misa. Pedro la acompañaba. No creía y no sabía si creería en algún momento. Pero la paz que transmitían las iglesias, la voz del Padre recitando el sermón, o las notas del órgano y el coro de creyentes cantando al unísono, le conmocionaban. ¿Hace falta creer para acudir a las iglesias? Con sus frescos, vidrieras, rosetones, arcos, figuras religiosas, que no son más que esculturas.

El catolicismo, había sido esencial en la evolución del arte, si no que se lo pregunten a Giotto, o a Dante, que en paz descansen. Y en la evolución del pensamiento, de San Agustín a Kant, el pensamiento católico es esencial, aunque con grandes diferencias entre unos y otros.

 Pedro aun sin sentirse creyente, notaba una gran espiritualidad en su interior. Para él, el momento de la creación artística es simplemente espiritualidad. Cuando acudía a misa, lo que intentaba era encontrarse con él mismo, y que su espiritualidad fluyera, para que al encontrarse ante la hoja en blanco todo fuese mucho más fácil. Necesitaba paz interior para crea. En los últimos años la había perdido. Con Anna la recuperación había sido posible.

En casa escuchando Stan Getz, y con un Martini, estaba analizando y tomando notas sobre la personalidad de los dos personajes de su futura obra de teatro. Anotando ideas del diálogo, y unos apuntes de cómo quería que se desarrollase. Con un lenguaje claro, concreto, moderno, con abundantes repeticiones y comparaciones. Existiendo la metáfora en las frases. El argumento debía ser lineal, fácil de comprender, aunque culto. Se imaginaba un escenario que fuese el salón de la casa de una pareja acomodada. Con un gran sofá, y sobre el sofá un Rothko original. Que en momentos concretos sonasen cuartetos de cuerda de Britten, o baladas de Miles Davies.

Se hacía ilusiones, esperaba una primera puesta en escena multitudinaria, en la que los actores, con una sobre actuación no muy intensa, transmitiesen inquietudes y sentimientos conocidos por el público. Casi todas las personas han tenido relaciones con momentos difíciles y otras exultantes de felicidad y pasión. La irascibilidad y concupiscencia debía ser la base del alma de la obra. ¡Qué platónico se estaba poniendo!, al fin y al cabo era filósofo, y ¿qué filósofo no es una nota a pie de página del pensamiento de Platón?

La vida le veía renacer, mientras que unos se quedan en el camino, Pedro se propuso que sus ambiciones se cumpliesen. Quería metas concretas y triunfos seguros. Se sentía fuerte, incluso aguantaba más tiempo corriendo. Salía a hacer deporte a menudo. Había bajado las dosis alcohólicas. Y fumaba poca marihuana. Incluso fumaba más Anna que él.

No creía en el destino, pero sí en que cada uno se podía componer su propio destino. Como el creador de una ópera, como un poeta que escribe el verso en mayúsculas, que con el paso del tiempo será recitado y pensado y sentido generación tras generación.

Estaba en casa con un Martini en la mano y pensó en la obra, en la que solo actuaría una pareja de actores. Ella se llamará Socorro y él Jesús. Quizás Jesús va a pedir socorro a una mujer que le hace florecer, tener ganas de llevar a cabo los más sucios pensamientos, siendo él santo e inmaculado, el hijo de Dios. Puede ser un Jesús en la modernidad, con todas las tentaciones de la era de la imagen en la que estamos inmersos. Un Jesús carnal, en comparación del Jesús que era alma y cuerpo pero acabó siendo solo alma y sentado a la derecha del Padre.

La sucesión de días en una armonía desconocida, hacían que la actitud de Pedro delante del mundo se hubiese transformado. Ya no odiaba al mundo, sin sentarse de espaldas a él, lo observaba como un científico examina los cambios en sus probetas. Quería convertirse en el novelista ideal, y que sentarse toda la noche a crear y repasar textos, bebiéndose varias cafeteras, fuese su mayor placer. Y lo estaba consiguiendo, cuando no veía a Anna, sus noches eran productivas. Buscaba que las frases fuesen perfectas. Que no rechinasen al ser pronunciadas.

Seguía redactando la novela y la composición de la obra de teatro. La dramaturgia era para él territorio virgen, en el que podía explorar. En definitiva, se sentía consistentemente feliz. A veces, creía que caminaba por las calles con cara de idiota, por la tranquilidad y firmeza de sus pasos. Su cara relajada, sin ninguna expresión de esfuerzo ni de tristeza, constaba de la brillantez de la juventud sin ser joven. Qué bien llevados estos cuarenta y pico, debían pensar las muchachas de veinte o treinta años. Orgulloso y satisfecho de sí mismo, a veces sentía que el miedo acechaba, pero rechazándolo pensaba: nada tiene por qué cambiar, estoy bien con Anna, tranquilo y confiado en mí trabajo, disfruto de la vida. ¿Qué más se puede pedir?

Un día nublado, aunque los días nublados ya no afectaban su estado de ánimo, llegó Anna a su casa llorando.

  • ¿Qué te ha pasado?
  • Me he encontrado con Ismael y Raquel. Creo que me estaban esperando. Que se han encontrado conmigo a propósito. Ismael me ha amenazado diciéndome que te devuelva a ellos. Que yo no tengo derechos sobre ti. Que les perteneces.
  • ¡Me parece… cabrones, se van a enterar! Ahora los llamo.
  • Tranquilo, Ismael parecía ido. Estaba como loco. Raquel solo la acompañaba para que no hiciese ninguna locura.
  • Ismael tiene brotes psicóticos. Se debe imaginar que le quieres joder llevándome de su lado. Está como una cabra. Si tengo que intervenir intervengo. No se saldrán con la suya. Estate tranquila que conmigo puedes estar completamente segura.

Pedro sintió que realmente no se había alejado emocionalmente de Ismael y Raquel… ¿nunca los podría dejar atrás?

Anna siguió llorando un rato en el regazo de Pedro, acabaron besándose y follando apasionadamente, como si les fuera la vida en ello, apasionados el uno con el otro, pero manteniendo su individualidad. Dándole mucho al otro, pero guardándose para sí mismos, la parte de placer que hace que una relación sexual sea sana. Eran como sabios del placer, así podríamos definirlos.

Al día siguiente, Pedro llamó a Raquel para pedir explicaciones. Ella se disculpó:

  • Lo siento, Pedro. No sé cómo contener a Ismael.
  • Pero, si no se contiene debería ir a un psiquiátrico.
  •  Está ido, su cabeza no funciona bien. Ya sé que te quieres alejar. Pero podrías hacernos el favor de hablar con él.
  • ¿Qué gano yo con eso? Después de lo que le hizo a Anna, ¿crees que tengo ganas?
  • En el fondo nos quieres. Debes hacer algo. Eres el único que puede cambiarlo. Venga, por los viejos tiempo.
  • Claro que os quiero. Déjame pensar la estrategia. Lo hemos de hacer los dos: sino no funcionará.
  • Pero date la mayor prisa posible, por favor. Puede hacer cualquier locura.
  • Vale, vale. Tú contrólalo y que no se acerque a Anna.
  • Venga, hasta luego, un beso.
  • Adiós, un beso.

No se lo podía creer, Raquel e Ismael volvían a entrar en su vida. Aunque de diferente manera que antes de separarse.

No sabía si se habían conocido, Anna con Raquel e Ismael, sin que él lo supiera… pero eso parecía por la manera de comportarse que tenían.

Iba a comentar a Anna que quedaría con Ismael y Raquel. No le gustaba tener secretos, pero no quería que se angustiara. La cuestión era actuar rápido, conciso, y duramente. ¿Cuál iba a ser la reacción de Ismael? No lo sabía. Conocía sus maneras. No era una persona en la que poder confiar.

Estuvo las dos noches anteriores de encontrarse con Ismael trazando un plan. ¿Ponerse cariñoso y recordarle todo la valioso que era su amigo? ¿O ponerse amenazante? ¿Recordarle que podía ingresar en un psiquiátrico? ¿Recordarle la responsabilidad que era tener dos hijos?

No sabía bien cómo afrontar el tema. Dejaría un margen a la improvisación dependiendo de cómo respondiese su amigo.

Se lo comentó a Anna. Ella, muy preocupada, le contestó que fuera con cuidado. Consideraba a Ismael peligroso, de poco fiar y vengativo. ¿No sé cómo pudiste estar tantos años con ellos? La pregunta se la hacía a menudo Pedro. El parón en su fértil trabajo, fue un gran hándicap para Pedro. Pero no se podía concentrar igual.

Pensó: cuando acabe todo esto me encierro diez horas diarias.

Llegó el día. Se cruzó con Ismael, aparentemente por azar, cerca del restaurante donde iba a comer los jueves.

  • Ismael, que sorpresa, ¿cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
  • Estaba, pero el encontrarme contigo se me sube la sangre a la cabeza. ¿No ves que me convierto en un monstruo?
  • Relájate, eres y serás siempre mi mejor amigo. Yo te quiero. Que haya encontrado a otra persona no elimina mis sentimientos hacia ti.
  • Ya, ya… ¿Quieres comer conmigo? No te pondré veneno en la sopa.

Pedro aceptó. Durante la comida hablaron de todo un poco. Cuando llegó el tema de Anna dijo:

  • Me muero de celos. Estoy como loco. Ahora estoy un poco más tranquilo, estas últimas semanas la psicosis me ha perseguido. ¿Qué puedo hacer? Es una angustia constante. No sé cómo llevar el tema. Ha sido y es más aguda que nunca. Putas crisis. Y tú desapareces. Tengo ganas de matar a los que me joden, así de sencillo.
  • No lo veo nada sencillo. ¿No crees que sería bueno ingresar un tiempo en un hospital?
  • ¡Qué fino que hablas! ¡A eso se le llama casa de locos! ¡Tú me ves en medio de todos esos tarados! ¡Yo, Ismael Batlló!
  • Como tu decidas, pero ten en cuenta que le estás poniendo la vida muy difícil a mucha gente. Empezando por tu mujer e hijos. Y acabando por Raquel.
  • Tú ya sales del pack de gente cercana a mí. ¿No?
  • No salgo de ningún pack. Siempre estaremos unidos, dijo Pedro dándole un beso en la boca.

Ismael parecía relajado cuando se despidieron. El rato de conversación había ido bien. Pedro, seguidamente, se dirigió a casa de Anna. Cogió la línea amarilla hasta la Barceloneta. Allí tenía Anna su apartamento, estudio y nido de amor. Al entrar. Pedro le dijo:

  • Creo que he solucionado el asunto. He visto a Ismael peor otras veces.
  • A ver si es verdad. Porque yo estoy muy asustada.
  • Tranquila, creo que Ismael está moldeable. Se le han de hacer las esquinas moldeables y parabólicas.
  • No me vengas con metáforas que no entiendo nada.
  • Claro, las esquinas si están en ángulo recto pinchan, en cambio, si se las lima hasta conseguir un semicírculo, ya no hacen daño. Eso es lo que he de hacer con Ismael.
  • Pues nada, a trabajarlo como si fuese madera. Que ese hombre me da una mala espina. No te imaginas lo que sentí cuando me vino a amenazar.
  • Tranquila, eso ya ha pasado. Concentrémonos en nosotros.
  • Vemos una película. Tengo El mismo amor, la misma lluvia. Es una peli argentina de Campanella.
  • Me gusta el director. Veámosla.

 A Pedro le gustó mucho. El protagonista era un escritor sin gran éxito, pura irascibilidad y concupiscencia.

Comentaron la película: como vuelven las oportunidades en el momento que menos te lo esperas. El destino, no está predeterminado, pero se ha de buscar. Cada uno construye y anda por un camino. Lo que te encuentres o a quien te encuentras por él es mero azar. Aunque será de unas determinadas características dependiendo de ese camino escogido.

¿Se ha de volver a lo de siempre? El hombre, el ser que tropieza siempre en la misma piedra. ¡Qué compleja que es la vida!

La vida plena, en el sentido existencial del término, adquiría cierta incertidumbre. ¿Realmente, el beso que le dio en la boca Pedro a Ismael, era motivado por el cariño que le tenía? ¿O era simplemente un beso utilitario?

Pedro, no lo pensaba conscientemente, pero empezó a sentir de nuevo cierta angustia en su interior. Anna, que era muy sensible, notó cierto cambio en Pedro. Interesándose por lo que le sucedía, Pedro solo le daba negativas, hasta que una tarde, sentó a Pedro en el sofá de su casa ante un carajillo de ron, y escuchando música barroca variada le dijo:

  • Así no funcionan las relaciones, Pedro. ¿Qué me escondes? ¿Qué te escondes a ti mismo?
  • ¿De qué me hablas?
  • Venga cariño. Estás como triste. Sin la vitalidad de antes. La relación nuestra ya no fluye como antes. En tu trabajo te empiezas a estancar.
  • Nos tenemos que ir de la ciudad. No puedo estar al lado de Ismael y Raquel. Tenemos demasiadas vivencias pasadas juntos. Demasiadas emociones no solucionadas, o clausuradas. No me convienen. Me atraen, pero nuestra relación es autodestructiva. ¿Qué hago, Anna? Yo te quiero y el encuentro con Ismael me ha pasado factura.
  • Pues nos vamos a la montaña un mes. Yo me cojo vacaciones. Unos tíos míos tienen una casa en la Cerdanya. ¿Te animas a venir? Puedes trabajar allí. Te llevas todo lo que necesites. Damos largos paseos por los bosques y montañas. Nos bañamos en la piscina que tienen en la casa. Comemos bien. Yo cocino. ¿De acuerdo?
  • Sí, vámonos. Y si Ismael se vuelve loco del todo ya se apañará. Nosotros a lo nuestro. A ser felices juntos.

En dos días tenían todo preparado. Fueron a la casa de la Cerdanya en el coche de Anna, estaba un poco alejada de Puigcerdà.

El relax iba a ser terapéutico. Los dos se llevaron trabajo a sus vacaciones y mes idílico. No iban a necesitar a nadie más, reencontrarse mutuamente, estar consigo mismo y cuidarse. Sin dejar de lado un poco de diversión, en forma de alguna copa por la noche y mucha pasión.

El primer día en la montaña, dieron un paseo bordeando un riachuelo. Llevaban unos bocadillos, una botella de vino y dos vasos. Se sentaron en un descampado y ya relajados, pensando en la naturaleza, comentó Pedro:

  • ¡Qué alejados estamos del mundo natural! Somos la especie de la técnica. Para poder sobrevivir, hemos tenido que transformar la naturaleza a nuestro antojo.
  • Sí, la cuestión es que esa transformación de la naturaleza ha sido contraproducente. La hemos jodido. Incluso la gente que dice amar a la naturaleza y que pasa horas practicando deportes en ella, está muy alejada.
  • ¿Cuál es la manera de conectarse con el medio?
  • Sentirla, volverse uno más de cuanto te rodea. No sentirte diferente. Y comprenderla más de lo que la comprendemos, de igual a igual.

Acabaron con la botella de vino. Acostados empezaron a besarse para a los pocos minutos hacer el amor. Después siguieron andando la senda del río. Al volver a casa, prepararon entre los dos cordero al chilindrón, y comieron abundantemente con un buen pan del pueblo y bastantes botellas de vino, que no se iban a acabar en toda la estancia en la Cerdanya.

Pedro, ya algo bebido, cogió un libro de poemas de Carlos Edmundo de Ory y le recitó unas cuantas poesías a Anna:

        Dos versiones

Arranco de la noche y de los hijos de Eva

Mi palabra ha caído en el baúl del mundo

No desprecies la miel que mi ojo negro lleva

Y como con cuchara mi alimento profundo

Arranco de la noche y de los hijos de Eva

Mis palabras han caído en el centro del sol

No desprecies la miel que en mis dos ojos lleva

Derramando hace siglos la lava en si bemol

Después del largo y tranquilo recital Anna escogió el poema Dos Versiones para comentar:

  • Creo que el poeta se nos presenta, por ello el comentario de ser descendiente de Eva. También muestra sus pretensiones, lo que quiere dar a la persona a la que va dirigida la poesía, y que puede obtener de él.
  • Me gusta, escribe en el mismo poema dos versiones de sus inquietudes a compartir. La primera persona es interesante. Tiene una estética escultórica, hace un autorretrato escultórico muy interesante. El apunte musical de la segunda versión la hace más armónica, aunque también es un autorretrato.

Durmieron toda la noche sin despertarse. Descansados, al día siguiente, cada uno se puso a trabajar un rato. Anna, tenía que contactar con dos estudios de arquitectura y una editorial. Tenía el proyecto de hacer trabajos fotográficos sobre la obra de esos arquitectos. La editorial, quería publicar varios libros de historia moderna de la arquitectura y necesitaban fotógrafos. Después de escribir varios emails se puso a trabajar con una carpeta llena fotografías.

Pedro decidió que era buen momento para empezar a escribir la obra de teatro. Durante una hora trabajó en este texto:

Protagonistas: Luís, Sofía y Manuel.

Sala de la casa de Luís y Sofía:

Están sentados sobre un sofá de cuero negro, en la pared sobre ellos hay una litografía de Rothko. En una mesilla, frente a ellos, tienen una cubitera con una botella de cava y dos copas a medio llenar:

Sofía- Luís, estoy tan cansada…

Luís- Cada noche te ocurre lo mismo. Yo, que estoy todo el día en casa espero a que vuelvas del estudio, y total, para nada.

Sofía- No sabes lo estresantes que son mis días. Tener que aguantar a mis compañeros del estudio. Todos experimentado con un material diferente, ninguno profesional.

Luís- Hoy te he llamado a las cuatro y no estabas, ¿dónde habías ido?

Sofía- ¡Qué! ¡Me controlas!

Sofía coge su copa y sale de la sala enfadada, se queda Luís pensando y pone música en el aparato que hay a la izquierda del sofá. Vuelve Sofía.

Sofía- Lo siento, pero siempre estás controlándome, no me dejas respirar. Ya te digo que en el estudio es imposible estar muchas horas seguidas, entonces, cuando no puedo más, me voy a pasear. Igualmente… estoy cansada de mi rutina, creo que deberíamos pasar un tiempo sin vernos. Estar separados. Cada vez me pones de más mal genio. No puedo más. No puedo con todo.

Luís- Vale, pues búscate tú una nueva vivienda. Yo me quedo, que soy el que tiene más cosas en esta casa. Voy a salir con Manuel. Me quedaré a dormir en su casa, cuándo venga mañana no estés.

Luís sale de la sala, después de cinco minutos en los que Sofía se ha acabado la botella de cava, entra Luís cambiado de ropa, le da un beso a Sofía en la boca y le dice:

Luís- Piénsate bien si te quieres ir. Si lo haces no habrá marcha atrás.

Luis sale de la sala. Sofía se queda dormida en el sofá.

Estaba contento con el trabajo realizado. El arte de la dramaturgia le entusiasmaba. ¿Cómo era posible llevar tantos años de escritor y nunca haber intentado redactar una obra de teatro?

Se pasó toda la noche sin dormir, primero trabajando en la obra, escribiéndola, y luego en la cama dándole vueltas a sus detalles. Hasta la mañana solo había dormido dos horas. Anna, muy activa después de despertarse, no entendía que le pasaba a Pedro:

  •  ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
  • No, no he descansado bien. Empecé anoche con una nueva obra, me está obsesionando.
  • Anda, vamos al riachuelo a tomar el sol. Nos llevamos una nevera con hielos, una botella de ginebra, y tónica, además de quesos y jamón.
  • En marcha, que aunque no haya dormido tengo cuerda para rato.

Dirigiéndose hasta una explanada que está junto al río, jugaban como dos niños a perseguirse, se tocaban, ahora Pedro la cogía y la forzaba a darle besos, ella se resistía, para acabar agarrándole el sexo amenazadoramente, como si se lo fuese a arrancar.

Cuando llegaron, estaban tan excitados, que hicieron el amor sobre la hierba dos veces. Para acabar cada uno leyendo un libro y degustando su Gin-tonic.

La mañana fue apacible. Se prometieron no hablar de Ismael, pero sí lo hicieron sobre la importancia de Brassai para la fotografía contemporánea. Sobre el arte de Eugene Atget, buscando los rincones nunca antes fotografiados de su realidad de París. Pedro, le explicó sobre las teorías de Benjamín en el texto La obra de arte en la época de su reproducción técnica. Sus ideas sobre la fotografía y el cine. La gran importancia que tenían por el cambio que había producido en la sociedad. La era de la imagen no habría podido ser sin la invención de la fotografía. Y si hay una definición para la actualidad, esa es qué estamos en la época de la imagen.

También comentaron como era de importante la fotografía para artistas de primer orden del siglo veinte, como Francis Bacon. La riqueza que se puede encontrar en las entrevistas hechas a Francis Bacon por David Sylvester, traducidas y publicadas en castellano, son admirables.

Tenían mucho en común. Congeniaban tanto dentro como fuera de la cama. ¿Estarían hechos el uno para el otro? Lo que ocurre es que casi todas las parejas en sus comienzos, pasan por un idilio dulce y sensual.

De vuelta a Barcelona daban largos paseos por el puerto. Comían en los mejores restaurantes italianos. Asistían a todas las funciones de cine y teatro que les interesaban. Se compraron un bono anual, donde podían elegir diez funciones, para ir a conciertos de música clásica en el auditorio. Ahora se acercaban a la vida ideal que siempre creyeron que no existía.

19.

Desenlace.

Pedro de camino al tanatorio pensó, siempre me han de joder la vida, ahora que estoy tan exitoso en todo, Ismael se suicida. La esposa e hijos de Ismael lloraban sin parar. Pedro, que había ido con Raquel se miraba todo como si fuese una tragedia de Esquilo o de Sófocles. Se le saltaron las lágrimas. ¿Quizás aún quería a Ismael? Se le estaban revolviendo las entrañas. Raquel le veía angustiado.

  • Tranquilo Pedro, que no es culpa tuya.
  • Pero todo ha sucedido por mi alejamiento.
  • No, no es eso. Algún día te enterarás de lo que ha ocurrido. Ya saldrá a la luz, tú tranquilo. Pero que sepas que no eres el culpable.
  • Entonces, dime de una vez que ha pasado.
  • No puedo.

La mujer de Ismael, le dio a Pedro unos cuadernillos escritos por su marido. Eran poemas inéditos. Nadie los había leído. ¡Qué sorpresa! O sea, que Ismael además de ser filósofo y arquitecto era poeta.

Del círculo íntimo nadie los podía valorar mejor que Pedro. Escritor leído por un círculo de gente, que estética e intelectualmente estaba por encima de la media de la población.

¡Qué desgracia pensaba Pedro! Después de estar unas horas viendo, junto a Raquel, la obra que exponían en el Macba.

A continuación fueron a un restaurante, y en casa se emborrachó pensando en su amigo o ex amigo, porque ya no existía.

Llamó a Raquel aunque hacía un rato que se habían despedido:

  • Estoy destrozado, Ismael se ha suicidado, ¡explícamelo!
  • ¿Por qué? ¿Qué motivos podía tener?
  • Siempre estuvo en crisis. No será por nosotros, ¿verdad?
  • Si es por nosotros, no nos convierte en culpables, tenlo claro.

Pedro acabó borracho llorando a su amigo. Raquel fue a su casa:

  • ¿Cómo te encuentras? Yo estoy fatal. Veía la situación y no fui capaz de hacer nada. Me voy a quedar sola. Sin Ismael y sin ti.
  • A mí siempre me tendrás.

Raquel empezó a besar a Pedro. Él al principio se resistía pero luego cedió y se la folló salvajemente. Raquel aullaba, Pedro aun sintiéndose mal, tenía ganas de ser salvaje, de desahogarse. Y así lo hizo. En ningún momento pensó en Anna.

Luego, Pedro, borracho, sacó un gazpacho casero, olivas, y embutidos, acompañados de buen pan y varias botellas de Rioja. La escena les llevaba a tiempos pasados, muchas veces siendo el trío, otras estando ellos dos solos.

Despertaron con una monumental resaca por el sonido del teléfono.

  • Hola Pedro ¿cómo estás?
  • Hola, ¿quién eres?, estaba durmiendo.
  • Soy la mujer de Ismael, bueno, la exmujer.
  • ¿Cómo estás?, ¿y tus hijos…?.
  • Llorando a Ismael.
  • Yo también.
  • Nos queda su recuerdo. También su obra.
  • Voy a publicar las libretas que me has dado de Ismael.
  • Disfrútalas. Él no quería publicarlas.
  • Un beso y ánimos.
  • Otro para ti.

Pedro fue a su habitación y le dijo a Raquel que se vistiera y se marchase. Que no iba a volver a suceder aquello. Raquel llorando le hizo caso.

Qué sola se debía encontrar Raquel, desde los veinte años acompañada por Pedro e Ismael, con abundante cariño y sexo, y de repente indefensa ante el mundo. Debía hacer el esfuerzo por conocer gente nueva, sustituir a sus amigos por alguna otra persona, pero eso lleva su tiempo, no se puede forzar.

Cuando Pedro se quedó solo en su casa, se puso a escribir. Continuaba con la obra de teatro que estaba acabando. Estuvo tres horas concentrado, su creatividad lejos de estancarse fluía. Quizás los trastornos emocionales de las últimas horas le habían hecho hervir la sangre. Tenía tanto por expresar. Él creía que sus textos eran sobre todo expresionistas. Lejos de imitar lo que veía, de lo que se encargaba era de retratar las expresiones emocionales y los impulsos de sus personajes. Alejado de la armonía y calma en su vida, quería retratar tanto el grito de horror como el de júbilo. Era una tarea complicada, artistas como Munch o Bacon habían tratado de captar en sus pinturas el grito, conseguido de mejor o peor manera, las obras habían pasado a la gloria. Pedro eso es lo que quería, pero por medio de las palabras y los conceptos, sin decir literalmente que era un grito, lo que quería es dejar claro que la vida es un grito de angustia. Pedir socorro, es lo elemental para poder vivir en una mínima armonía, muchas veces inalcanzable.

Después de las tres horas de trabajo llamó a Raquel:

  • Raquel, perdón por haberte echado.
  • Vale, me siento sola, ¿puedo volver a tú casa? Quiero preparar una ensalada y pescado con salsa de limón.
  • Comamos aquí, voy a dejar que me cocines.
  • Te espero con un buen jerez y escuchando a Miles Davis.
  • Un besito, corazón.
  • Un beso.

Pedro hizo lo que le había dicho. Se sirvió un jerez y puso en el aparato unas baladas de Miles Davis. Se quedó dormido.

Le despertó el pitido del interfono. Al entrar Raquel, empezando a hacerle un striptease, acabaron revolcándose sobre la alfombra. Qué bueno era el sexo que tenían:

  • Con nadie había gozado como contigo.
  • Lo mismo digo, contestó Pedro, pero con Ismael sí que gozaste igual.
  • Hemos de variar, qué la monotonía nunca nos posea.
  • Nuestro sexo está muy lejos de ser monótono.
  • Y que dure como hasta ahora.
  • ¿Lo dudas?
  • Ni mucho menos.

Brindaron con dos copas de jerez. Raquel, fue a la cocina, a preparar unas tostadas con salmón, y sacó el vino blanco.

Comiendo y pensando cuál podía ser el motivo real del suicidio de Ismael, Pedro comentó:

  • No entiendo nada. ¿Cómo puede una persona con niños a su cargo quitarse la vida?
  • Las angustias individuales, solo las sabe uno mismo.
  • De todas formas, no sé…

La vida para Pedro tenía valor. No había nada más preciado que ella. ¿Por qué una persona podía romper el instinto animal más potente? La lucha por la vida.

Quizás, cuando vives sin tener que luchar por la vida, es una de las ocasiones en que es menos difícil acabar con todo. Por ello, en los países más desarrollados existe el índice de suicidios más elevado.

Con las cosas bellas que nos aporta el existir. La naturaleza, el arte, las relaciones, el amor, la amistad, los vínculos emocionales, los vínculos materiales, la espiritualidad, todo podía ser un buen motivo para seguir existiendo. Entonces, ¿qué debía pasar por la cabeza de Ismael antes del acto fatal? Tan solo porque su amante lo hubiese dejado por una desconocida. ¿Los problemas del triángulo mágico le afectaban tanto como para quitarse la vida?

Pedro, realmente no conocía a sus amigos como para estar toda una vida emocionalmente dependiente de dos personas con los que había poco amor. La obsesión y la atracción siempre habían existido entre ellos, pero, ¿se podía llamar amor?

Quizás hay niveles de amor en las relaciones. Creo que sí, hay personas que aman más que otras, o mejor… que aman de diferente manera. Menos obsesivamente, menos dependientes, menos posesivamente.

Pedro que era o se estaba convirtiendo en una persona equilibrada, consideraba que las etapas en las relaciones, tienen las partes que tienen los relatos, inicio, nudo y desenlace, por eso son historias, historias de amor les llaman.

Su historia de amor con Raquel e Ismael había concluido definitivamente… ¡Ismael se había suicidado!

De una vez por todas se sentía libre, como la mayoría de las personas, se sentía individuo. Antes era una parte de un grupo, de una tríada. Todos participaban de la misma esencia. Todos para uno y uno para todos… no fueron capaces de seguir, ya que ante todo eran individuos.

Se quedó solo en casa y abrió una de las libretas de poesía de Ismael:

Concreción,

odio la atención,

vivir siempre en el más allá.

Poco dolor de cabeza, sin pensar

me alimento de vidas extrañas.

El pensar para los hobbies.

Yo nunca lo haré sobre mí.

Odio a Aristóteles con su motor inmóvil.

¿Hemos de parecernos a él y

ser pensamiento de pensamiento?

Pensamiento de uno mismo.

Una mierda, si pienso en mí, muero.

Si pienso en mí, me autodestruyo.

Al acabar de leer el poema, Pedro se quedó pensativo. ¿Cómo era posible tanta tortura interior?

Había tenido un amigo amante al que ni conocía. Era raro, que él no hubiese acabado tan mal cómo su amigo. Los desastres se transmiten entre sí.

¿Cómo era posible que una persona como Ismael, un puro narciso, no quisiese pensar en sí mismo? Era narciso en lo referente a la estética de su vida. Pero en su moral, forma de ser y comportarse no lo podía ser. Era la persona más inmoral que había conocido, y a él mismo se le había transmitido el estado de su amigo. Porque sí, la forma de ser de Ismael era un estado de su persona. En cualquier momento podría haber cambiado. Si se hubiese desmoronado o si hubiese enloquecido más todavía, su forma de ser más íntima, esa que en las personas no cambia, en él se hubiese transformado. No sabemos si hacia la monstruosidad o hacia la mayor normalidad y a la vez mediocridad.

Pedro, después de leer el poema escribió unas notas, en forma de monólogo, en su diario personal.

¿Me conozco?, o para ser sincero conozco solo lo que veo de mí, las personas que han sido cercanas en mi vida, se han mostrado ante mí tal como son, lo dudo, todo es pura fachada, somos los seres políticos pero no sabemos relacionarnos entre nosotros, o sea que a partir de ahora nos podemos definir como los seres no políticos, cómo en un estado de ansiedad permanente, vivo, e intento auto conocerme, para ser más cabrón, o mejor persona, dependiendo de quién nos mire, ya que estamos en le era de la imagen, como hubo la edad de piedra o la edad de hierro, hoy, la edad de la imagen y de la putadas, porque quién no se comporta como un puto, vendiendo su sabiduría, su cuerpo, o su estupidez, porque hay para todos los gustos, y yo un pseudointelectual, pseudoartista, intento salir a flote, hay personas que me ayudan, otras que me lo impiden, ahora, lo que más quiero saber, es ¿por qué?, ¿por qué se suicidó?, cabrón, el peso de mi conciencia me sobrecarga los pasos que he de andar, la vida que ni muchos menos finaliza para mí, concreción de intereses, ni que fuese economista, ni que fuese un compra sentimientos, eso es lo que debe ser el diablo, un compra sentimientos, para poseerlos todos y enviar a la gente, vacía, al infierno, como lo ha hecho con Ismael, como lo hará con la humanidad, visto el camino por donde va, y yo mientras tanto sigo con mi logos, discurso caduco, o sea que me toca ir renovando el discurso, difícil tarea, peligrosa tarea, íntima tarea.

Después de anotar estos sentimientos, se sirvió una copa de vino tinto helado, puso Billie Holiday en el aparato musical, y esperó a que la relajación fuese total para marcar el número de teléfono de Raquel. Hacía solo unas horas que se habían despedido por última vez:

  • Hola, Raquel.
  • Hola, ¿cuánto tiempo…? Ja, ja, ja
  • ¿Cómo estás?
  • Bien, ¿y tú?
  • Te gustaría que nos viésemos. Deberíamos hablar sobre nosotros, ¿No crees?
  • Nos hace falta. Yo estoy perdida en este mundo asqueroso. Me siento sola y te aseguro que no me acostumbro.
  • Te apetece venir a mi casa, en… dos horas.
  • De acuerdo. Hasta ahora.
  • Hasta ahora.

Pedro preparó algo de comida. Hizo un salmón con salsa de champán y una ensalada de queso de cabra, con una vinagreta de mostaza y panela.

Cuando llegó Raquel se abrazaron prolongadamente.

  • Lo necesitaba, lo que ha pasado en los últimos días me ha trastocado anímicamente.
  • Veámonos, no hemos de dejar nuestra relación, yo solo quiero compañía, ni sexo hemos de tener.
  • Déjame valorar, ¿por qué nos ha hecho esto Ismael?
  • No sé, pero yo estaba cuidándolo mucho, era casi su enfermera, y así me lo paga.
  • Lo debías haber dejado solo, como yo.
  • No me lo habría perdonado.
  • Total, habría acabado igual. ¿Tú crees que se suicidó por mí?
  • No, seguro que no. Él estaba loco.

Abrieron una botella de vino, y Pedro sirvió la comida. Mientras, hablaban de sus años pasados. Pedro le comentó que había empezado a leer los poemas de las libretas. Le estaban impresionando por lo desesperados que eran.

Raquel, después de cuatro vasos de vino se acercó a Pedro, le empezó a acariciar y besar. Acabaron en la habitación de él haciendo el amor. Era algo distinto a lo practicado entre ellos durante los veinte años anteriores. Había ternura, quizás era una despedida. ¿Cuántas despedidas se iban a regalar?

Al acabar siguieron bebiendo vino y Pedro abrió una libreta de Ismael y leyó:

Existir, inconstancia.

Voy hacia el no lugar.

Vacío al cuadrado.

Como un apóstol

de la impostura.

Como el relax de lo

nauseabundo.

Recorrer cien millas.

En barco velero,

como si fuese un pirata

de mi propia alma.

Recorrido en única dirección.

¿Por qué nunca encuentro el retorno?

Raquel, antes de acabar la lectura, estaba llorando.

  • ¡Hijo de puta!
  • ¿Cómo nos ha hecho esto?

Se dieron otro prolongado abrazo.

Cuando se despidieron, había lágrimas en los ojos de ambos. Sabían que ya no iban a repetir momentos como ese. La despedida fue breve aunque intensa. Pedro le dio una libreta de poemas de Ismael a Raquel. Ella la rechazó, diciéndole que él la valoraría más como escritor que era.

Después, Pedro, bebió más vino y en un momento dado leyó de una libreta la confesión de Ismael. Había matado a su padre para huir con Raquel a Brasil. En medio de la locura, como sé veía atrapado por la policía decidió suicidarse.

Pedro se quedó con la boca abierta. Estaba sorprendido. Raquel no le había dicho nada. Sabía la distancia que puso entre él y ellos. Pero huir sin decirle nada, eso era demasiado.

20-

Desenlace.

Pedro, tranquilo en casa, tiempo después de todos los sucesos, y habiéndose despedido de Raquel sexualmente bastantes veces, recibió una carta de ella que decía:

Querido Pedro, he notado un cambio de actitud hacia mí. ¿Verdad que ya no hay secretos? Te has enterado de todo. Lo percibo y lo siento. No quería hacerte daño. Es más yo no quería irme a Brasil sola con Ismael. Lo planeó él, lo mismo que el asesinato de su padre. Sus últimas semanas fueron una locura. Tus relaciones lejos de nosotros, nos afectaron mucho. A él le puso como loco. Pero es normal que alguien necesite un cambio drástico en su vida.

Te voy a dejar tranquilo. Voy a desaparecer. Ya no nos acostaremos nunca más. Ya no me verás más. Yo también voy a morir, si no literalmente, si al menos en tu vida. Si no quieres, nadie se va a enterar de nuestra vida sexual de estas últimas semanas, y tú podrás seguir con Anna. Será algo que solo nosotros sabremos y podremos recordar.

Te quiero dar las gracias por todo lo que has hecho por mí, también necesitaba un cambio radical, y no me he dado cuenta, hasta observar que lo nuestro ya es imposible. La tríada se ha quedado solo en un sueño. En un recuerdo más irreal que real. Tú que eres escritor, narra nuestra historia, al menos para sacar a la luz los secretos que parecen solo fabula de una mente abstracta y perversa.

De nuevo muchas gracias por dejarme haber sido tan importante para ti.

Hasta siempre.

Raquel.

Pedro se quedó sorprendido ante la despedida de Raquel. También liberado, después de más de veinte años atado a una relación de tres asfixiante, se quedaba solo, o con Anna. Ya no tenía la sensación de posesión. Sus relaciones eran e iban a ser en adelante sanas, tranquilas y relajantes. Se sentía a gusto consigo mismo.

Ya no iba a notar el peso de la existencia como siempre le había pasado. Era libre para amar a una sola mujer o a muchas. Es lo que estaba haciendo. Es lo que iba a tratar que durase. Anna iba a seguir en su vida.

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