Vayamos y descansemos
Y cómo si mi hijo
me hubiera preguntado:
¿De qué estás cansado?
Y yo tras la pregunta,
no paro de reflexionar
y la respuesta se me esconde.
¿No estaré cansado de la
Gasolina y de la frialdad humana?
De tanto cemento, de lo que pagamos
por un lugar para criar, educar y dormir.
Y casi me atrevo a contestarle a
mi hijo. Mi niño no puedo más con los
claxons. Marchemos al prado verde
enmoquetado de los montes. A que
realmente nos alimente el oxígeno.
Vayamos y sonriamos.
Vayamos y descansemos.
Con o sin corazón
Y la reminiscencia me vuelve,
me veo sobre las ramas de
un árbol refrescándome
con el viento de un maduro y
soleado día.
Y como, como naranjas, y
bebo agua del riachuelo.
Y mis poros de la piel emiten
melodías naturales.
Cuánta grandeza hay en los
seres sin corazón, y cuánta
lucha en los seres con corazón.
¿Y ya no me preguntaré más si
soy ser con o sin corazón?
Si el corazón me lo habéis robado vosotros,
naturaleza con aroma a lo que
eres, guerra de pasiones.
Pasión
Oigo el sonido del agua
al correr por el arroyuelo
del alto monte, al soñar
dormido en mi dormitorio
semi urbano, junto a mí
mujer que es como una catarata
descontrolada, de sentimiento
por la vida.
¿Y cuándo despierto?
Cuando despierto excitado
por tu piel, digo:
subamos en el tren y
lleguemos a la estación
ferroviaria de más altitud
posible, y si allí hay prado
y hace sol, holgazaneemos
como todo animal que
no está en busca de comida.
¡Ya que nosotros no buscamos comida!
¿No?
Tú eres mi comida, y yo soy tú comida.
¿Por qué no alimentarnos mutuamente
donde posiblemente hace tiempo
que ningún prehumano haya
pisado esa hierba, esa humedad,
de monte casi virgen?
Monte.
Lo instintivo
Hasta donde viajan mis
inquietudes, mis sensaciones
estéticas, mis impulsos amorosos
y sexuales siempre junto a ti.
Viajan a lo primigenio,
a lo instintivo, a donde hay lucha
por la vida y no crueldad en la vida.
Viajen al bosque, a las rocas perdiéndose
por el ir y venir del mar. Al monte desnudo
ante las inclemencias atmosféricas,
pero siempre sacando la cabeza.
Y sólo viajo hasta allí porque mis sueños
van hacia la vida natural.
Hasta la naturaleza en que mis instintos y
mi razón no riñen.
No riñen.
Lo salvaje
Van pasando los hechos,
en la medida que es el
tiempo de la historia.
Y me excito, luego
me aburro, más tarde
amo, a continuación
llega la luz del visionario
que me dice, ¿no sería mejor
que todos los estados pasasen
junto a lo salvaje,
a lo vegetal, a lo
animal? Sí, allá donde se
devoran unos a otros,
pero por hambre.
Y una vez allá
buscar el sentido de lo real
y lo irreal junto
a tu hijo y
tu mujer.
Y amar, amar y amar,
al cielo azul, y a tus
caderas, las hojas caducas
y tu espontaneidad.
A lo natural y a lo poco
convencional que quede
entre nosotros tres.
La iluminación realmente
sabia era, y algo de luz me…
y seguidamente nos dio.
Mensaje
Quietud, quietud,
si calienta el sol pero
un pino nos resguarda
con su sombra pudiendo
ver desde allí. Por
la claridad, intuyo.
Por el sol, el uno intuye. Por
la sombra del pino
me refresco
intuyendo e intuyendo,
y la imagen de mis molestias
se hacen nítidas.
¿Cuánta frialdad ha pasado?
¿Cuán culpable me he sentido?
Y después de ello y de
algo más de calor,
aunque esté bajo la sombra,
os propongo, mujer e hijo.
¿Volvamos para encontrarnos
con nuestros instintos como
hace la sabia madre, o la
razón natural?
Cuan lento itinerario
Cuan lento itinerario
hasta llegar a una voluntad
no sé si media o final.
Quiero pasar mi vida
alejado de las toneladas
de asfalto que actualmente
me rodean. Pero sin estar
solo. Y me pregunto,
¿puedo realizar mi
voluntad o sólo se quedará
en una ilusión? No sé,
no sé, lo que sé es que no se
para de hacer camino
sobre este medio en que
vivimos hasta que nuestro
cuerpo muera. El alma no lo
sé. Son preguntas en que no puedo
responder con conocimiento
justificado. Y el camino lo hacemos,
y le obligamos o deberíamos obligarle
a torcer a nuestro antojo.
O sea que ilusiones, ilusiones serán hasta
que queramos.
O si no, dirijamos nuestro trayecto.
Delirio
Sangrante delirio.
¿El qué me penetra?
¿El qué te incumbe?
¿El que casi es imperceptible?
Y corro, huyo, me intuyo,
pero siempre intenta
ser entre verdes naturales,
o rocosas realidades.
Y como cuando lloro,
aunque nunca gotean
mis lágrimas, a mi expresión
impertérrita le gustaría asemejarse
a la de astuto zorro, o al
de la fresca ardilla, pero
sin obsesiones que de
ello soy un experto.
Sin desaliento
Come, corre, ríe,
consigue. Sin desaliento
se ha de ser más que…
cuando la naturaleza
solo vive de instintos,
su lucha es menos oscura.
En el niño, ¿todos hemos sido niños?
¿Cuándo pasó la niñez si
ni siquiera me llegó y si
me llegó la sufrí?
Quiero andar desnudo con mí
mujer y mi hijo.
Y que la desnudez nuestra
que sea como la del pino
que casi nos da sombra,
pero como seres instintivos y
animales que somos. La
sombra siempre la buscaremos,
siempre que nos moleste
el sol, siempre que nos moleste
la vida.
Árbol fuente
Voy caminando, acompañado,
bajo nubes que hacen el día gris,
cómo mi estado anímico. Y
tropiezo con un gran árbol,
miro hacia sus altas ramas,
que me hablan. Pero resulta
que las ramas de tanto explicar
se han quedado mudas y
quienes me hablan desde ellas
son mi mujer y mi hijo
que me dicen, alcánzanos,
vuelve a tu estado primigenio,
que es el que deseas y ven
con nosotros y sacia
tu sed en este árbol/fuente.
Fuente de vitalidad. Fuente
que curará tus sensaciones
que no quieren escapar y
salir de ti.
Fuente.
Sendero
Vamos como siguiendo
el sendero refrescante
sel arroyuelo, sin saber
si acabará secándose, o
si será afluente de otro
cauce con mayor cantidad
sel líquido que restablece
al sediento.
Sediento en forma
de árbol o de animal, de
hombre de campo, o de ciudad.
Y yo urbe, me expansiono
en la naturaleza.
Y yo hombre insano
que busco la salubridad.
Y yo hombre acompañado
entre mis paredes, prefiero
la misma compañía,
estar o ser entre bosques,
rocas, pero sobre todo
cercano a humedades que nos
sanarán de la sequía, incluyendo
siempre sequía emocional.
Me hablan
La piedra me habla,
la hoja seca me habla.
Más creíble decir ese
ser animado me habla.
Y de lo que estoy seguro
es de que la existencia
me habla. La existencia
abstracta y tu concreción
en forma de hermosura,
brillantez y a la vez
inocente existencia, con
voz de niño individual,
mi niño, tan cercano
a lo natural que entre
lo admiro y lo envidio,
siempre sanamente…
Tu ser, mi ser,
nuestro ser. Amor,
tú amor, nuestro amor.
Hijo, mi hijo, nuestro hijo.
Qué más puede celebrar
una existencia triste
y necesitada
como la mía.
De ser
Mi ser, nuestro ser,
vuestro ser, qué sin
angustia y con angustia,
qué con dolor y con
placer, vivimos siendo
y disfrutamos viendo ser.
A nuestros pequeños no sólo
los miramos, no sólo
los cuidamos, sino nos
sorprendemos de sus esencias,
su ser que ríe,
Ser preguntón, ser en
evolución, ser puro amor.
Y hoy, aquí con sol
y entre aguas, hiervas,
relax y desespero nos
decimos adiós, para
seguir, continuar y
sufrir siendo.
Castigando el sol
Castigando el sol, y
yo como pétalo mustio.
Mi alegría y mi angustia
se relacionan, se conocen,
pero no se suprimen.
Y si se suprimiesen me
volvería verde prado
o azul cielo. Tranquilo ante
las inclemencias.
Y huelo, huelo la
naturalidad de lo natural,
Que me llama, nos llama,
llamada en forma discursiva,
cómo lenguaje que es.
¿Cuándo no ha transmitido
una lluvia,
o un sol saliendo entre
nubes, o una mariposa
aunque no sea extravagante?
Cuanto dice lo natural
y cuan poco lo escuchamos.
Comprar o dar
¿Te puedo comprar tu
alegría? Le
preguntaría al jilguero,
¿y a ti tu espontaneidad?
¿Qué me contestaría mi hijo?
¿Qué me dices tú si te
doy por tu franqueza?
¿Y qué me darías?
Me diría mi amada.
Y pensando y pensando
le diría, te regalaría un acercamiento
a lo natural, para nosotros tres,
en que lo instintivo natural
fuera nuestra acción, y
la belleza natural nos
otorgase su sensibilidad.
Noches
Las noches por ahora
no se acaban.
Noches almendradas,
noches chillonas por
el rojo de sus llamas.
Y la juventud que sí
corre, que sí salta,
y como dijeron, verde y verde,
verde que te quiero verde.
Donde la pólvora que
para algunos sobra,
a otros casi enloquece.
¿Y qué diría si le
preguntásemos al pino
sobre el humo?
Humaredas que son
como niebla. Humaredas
que son ya efímeras.
Humaredas etílicas.
Humaredas de alegría.
Humaredas para amistades
entre charlas, empatías,
dulces y además de
ilusiones y voluntad,
restos de felicidad.
Que siento
¿Qué siento?, ¿qué siento?
Cuando tus ojos más
intuitivos que los míos
me cuestionan, eh
niño mío.
¿Y cómo ser yo sin
un entorno casi natural?
¿Y cómo ser yo con nervios
que van de la risa al llanto,
siempre reflexivos?
Y mi terapia, llámese
el mar, o tu cuerpo,
o el prado, o tu voz,
o el viento, o tus
cabellos. Pero
siempre terapias
exactamente naturales.
Exactamente convenientes.
¿Y qué hacer?
Casi ni lo siento.
¿Qué hacer?
Mejor que hacer, decir a
mis seres queridos,
vayamos a buscar el
lugar del sentir,
llámese mar, monte o río.
Vayamos pero con tranquilidad,
y si puede ser que el gran trayecto
sea a pie.
Ya que el cansancio, en las extremidades
Inferiores, es como si fueran
raíces que se agarrasen a la tierra.
Y las sensaciones vienen. Y la mente
quizás, todavía viene y va,
viene y va.