Luto etílico

Personajes:

Elvira- Soltera, maestra de educación primaria, noctámbula, 38 años.

Sergio- Escritor, Gay, bohemio. 41 años.

Agustín- Crítico literario, casado, ex bohemio. 50 años

Mateo- Músico, saxofonista de jazz, casado, dos hijos, noctámbulo. 45 años.

Elena- Psicóloga, separada, un hijo, 52 años.

 Enrique- El amigo que se ha suicidado.

Acto 1

Están los cuatro en una cocktelería, su  interior tiene un diseño minimalista, es concurrida y está en la Eixample. Van por la primera copa. Se conocen desde hace veinte años, hace 15 que no se ven. Se han llamado y localizado para pasar el luto del otro amigo del grupo. Enrique, muerto a los 47 años, suicidio, ex director de cine.

Elvira- ¿Qué coño puede sentir alguien para suicidarse?

Sergio- El otro día cuando mi ex me envió a la mierda, también me quería morir.

Elvira- No digas tonterías. Tú tienes muchas más amantes que yo. ¿Acaso te sientes solo?

Agustín- Era angustia existencial. ¿Quién no la padece hoy en día? Hay gente que la aguanta y gente que no.

Elvira- ¡Qué sexi te pones cuando sale tu lado intelectual!  Me has recordado a un alumno de cinco años que tengo. Siempre cuando no quiere hacer algo me dice: me duele el corazón.

Mateo- Enrique lo que necesitaba era más libertad. Entre la auto exigencia profesional y su mujer e hijos vivía asfixiado.

Elvira- Pero, ¡qué putada les ha hecho a los niños! Eso del suicidio lo llevarán como carga toda la vida.

Sergio- Pero es que somos seres para follar y para la muerte. Ya lo dijo claro Heidegger, somos seres para la muerte.

Mateo- O sea que ya no hace falta que uno se esfuerce en nada. Lo único que importa en nuestra vida, es la futura muerte. ¡Una mierda! Tenemos el instinto de supervivencia. Lo natural e instintivo es querer vivir y disfrutar al máximo de nuestra vida.

Sergio-  ¿Tu hija, Encarna, te deja disfrutar?

Mateo- Es mi razón de ser. No sé qué haría sin ella. Ella es la causa del poder de mis improvisaciones en los fraseos con mi saxo. A veces me siento como John Coltrane, pero con mi musa particular de dos años.

Elvira- Es lo más bonito que le he oído decir a un padre…

Elvira pide cuatro Four Roses más con hielo. Están unos minutos pensativos. Mientras, Sergio garabatea un dibujo en una libreta que tenía guardada. Debajo escribe una frase. Entra Elena al pub se añade al grupo.

Elena- Hola, en un día como hoy, solo caben lágrimas, pero si están acompañadas de una copa, mejor. Pedidme otro de lo que estéis tomando.

Elvira- Hola corazón, has tardado,  ¿todo va bien?

Elena- A parte de las peleas con mi ex… Alicia tiene trece años, pero todavía se le ha de vigilar y cuidar. Quizás más que nunca. El atontado de su padre no hace ni lo uno ni lo otro.

Agustín- No sé cómo te dejó escapar, ¿es idiota o qué? Una cincuentona como tú… lo que daría por tener una apasionada relación contigo.

Elena- Pues brindemos por las relaciones apasionadas y por el cabrón que nos ha dejado solos. ¿Cómo se puede suicidar una persona?

Sergio- Parece mentira que seas psicóloga y te hagas esa pregunta. En un mundo de mierda como este, sobran motivos para dejar de vivir.

Mateo- Lo raro es que nosotros sigamos con vida.

Elvira- Tú… si lo tienes todo… otro brindis por nosotros y por la memoria de Enrique… que en paz descanse.

Sergio- Guerra en tiempos de paz. Suena a peli o a culebrón. Mejor paz en tiempos de guerra. No sé cuál es más real, o menos depresiva.

Elena- No hablemos de depresiones. Estoy hasta el chocho de tratar a gente depresiva. Pero  una depresión nunca ha de acabar en suicidio. Lo ideal es que se salga de ella reforzado.

Mateo- ¿Hay mucha gente que sale reforzada?

Elena- Más de la que crees. El suicidio va contra nuestro instinto de supervivencia. El que lo hace es que está espiritualmente dañado.

Agustín- Es una opción como cualquier otra. Ya que no te piden permiso al nacer está bien que puedas escoger cuando morir.

Elena- Si lo escoges sin estar depresivo, de acuerdo. Pero si es por estar desesperado entonces se rompe el instinto de supervivencia, ya que es cuando debería aflorar más. Mediante argumentos y la razón, el suicidio lo podría entender.

Piden cinco Four Roses más. Mateo le ha dado al barman un pen drive con música grabada. Es jazz y clásica. Siempre que va a esa cocktelería le deja poner su música.

Mateo- El primer tema que sonará es Bye, bye blackbird. Trompeta de Miles Davies. Clásico entre los clásicos. A Enrique le entusiasmaba. Vamos a brindar por Enrique y por Miles Davies.

Sergio- Por ellos.

Elena- Y por nosotros. Por todo lo que hemos tenido que aguantar y ser aguantados.

Agustín- Ahora llega el momento de decir unas palabras por nuestro amigo muerto. Todos le queríamos. Era genuino. Su historia prácticamente es nuestra historia y la historia de toda una generación. Vamos que ni Saul Bellow podría llegar a su esencia.

Agustín se levanta del taburete junto a la mesa elevada en el centro del bar. Levanta su copa y continúa el homenaje. Mientras tanto suena Stan Getz de fondo.

Le queríamos cono se quiere a un gran amigo. Nos dio, no sé si nosotros en algún momento le pudimos corresponder. Visto su final quizás la respuesta es que no. Elena, Elvira, las dos fuisteis en algún momento amantes suyo. La pasión corría por sus venas. La misma pasión por la vida como fue después por la muerte. Es incomprensible para nosotros. Pero él hubiera querido que estuviésemos contentos con su decisión. Es verdad, llevaba una mala temporada, pero creo que la voluntad de quitarse la vida no fue bajo el desespero por ella. Sino totalmente racional. Sopesando pros y contras llegó a la conclusión de que le salía más a cuenta estar muerto.

Por eso mismo hemos de brindar por este barcelonés aunque sobre todo cosmopolita. Estar contentos, ya que siempre será un ejemplo para nosotros, por esa gran personalidad y por la consecuencia de sus acciones. Gracias Enrique, a mí al menos me has vuelto a dar un gran ejemplo.

Los cinco brindaron. Con lágrimas en los ojos prometieron no ir al funeral. Enrique no habría estado de acuerdo. Eso se lo dejaban para la familia, que le conocían menos.

Elena- A mí me hubiera sido imposible mantener una terapia con Enrique, al rato hubiera estado tentada de follármelo. Segundo, quizás la terapia habría acabado  invirtiéndose. Me habría sanado más él a mí que yo a él.

Sergio- La verdad, es que era muy guapo. Para hacer también mis honores por él, me confesaré. Enrique y yo, hace diez años pasamos dos meses de locura. Nos liamos. Hubo una pasión descontrolada. No era gay. Pero le podía atraer la forma de ser de un hombre y no le importaba tener sexo con él. O sea que otro más en la cuenta de amigos y amantes.

Elvira- Eso os lo teníais muy escondido. Yo siempre le vi demasiado sensible.

Sergio- Que los hombres sensibles son gais es mentira. Hay muchos heteros que son sensibles, y gais que son unos cabronazos. ¿Por qué a algunas personas os gustan tanto los tópicos?

Agustín- Yo soy hetero y creo que soy sensible. En cambio tú, Sergio, eres gay y un cabronazo.

Sergio- Gracias por el cumplido, es un honor para mí.

Tras lo dicho Sergio le da una nalgada cariñosa a Agustín. Traen a la mesita unos trozos de bacalao con all y oli gratinado, y unos espárragos trigueros con una vinagreta servida aparte. Siguen con las copas. Suena de fondo Resolution de John Coltrane.

Elvira- Mi trato con vosotros siempre ha sido de igual a igual. Pero estoy acostumbrada a ser algo dictadora con los niños de la escuela. Como no os comportéis sacaré con vosotros mi oscura faceta a relucir.

Sergio- ¿Lo dices por mí? Tienes razón, si por follar hasta me follaría a vosotras dos, que ya es decir con lo maricona que soy. Imagínate lo que haría con el resto de los varones de esta mesa.

Elena- Eres un pervertido. Ni en momentos tan tristes como los presentes puedes dejar de hacer el bestia.

Agustín- Siempre he creído que nacemos bisexuales. Difiero de la idea freudiana del homosexualismo.

Sergio- Cuál es esa idea.

Agustín- Para Freud los homosexuales de niños están enamorados de su madre. Lo que ocurre es que de adultos no se les va ese amor. Tener una relación con una mujer sería ser infieles a su madre. Por ello optan, irracionalmente, por los hombres.

Sergio- Interesante. Deberíamos preguntar a Terenci Moix que opina.

Mateo- Que opine lo que quiera. Quizás lo digan sus libros, él murió. Veo la teoría de Freud absurda. Verdad que hay gente a la que le gusta más el pescado que la carne sin razón alguna. Lo mismo ocurre con las tendencias sexuales.

Sergio- ¿Qué diría Enrique? Hombre felizmente casado, pero con relaciones homosexuales fuera del matrimonio. Es para acabar suicidándose.

Elena- Tuvo más relaciones con hombres a parte de estar contigo.

Sergio- Yo sé de unas cuantas experiencias con amigos de amigos.

Mateo- Quizás ese fuera el motivo del suicidio.

Elvira- No creo. Debió ser un cúmulo de cosas. Estaba arruinado.

Mientras Elvira habla, Mateo le empieza a tocar el culo de forma provocativa. Elvira indignada le da una bofetada. A continuación Sergio propone un brindis.

Elvira- ¿Se puede saber en qué piensas? Casado, con hijos y metiéndome mano.

Mateo- Es que con las copas y un culo tan apetecible…

Sergio- Brindemos por los culos apetecibles.

Elena- Eso, por los super culos.

Le da a Sergio un beso en la boca tocándole el culo.

Elvira- Concentrémonos en nuestras vidas. ¿Qué es lo que más odiáis de lo que sois y habéis hecho?

Sergio- ¡No, no!, ¿ahora vamos a hacer un repaso de nosotros? Qué quieres, ¿qué nos deprimamos? Soy un suicida en potencia.

Agustín- Cállate tarado, un poco de respeto por Enrique. Yo lo que más aborrezco en este mundo es haber sido crítico literario en vez de un creador de literatura. Cuando estudiaba filología se me metió en la cabeza que si escribía literatura iba a ser más mediocre cada vez. La verdad viendo la basura que tiene éxito algo podría haber logrado.

Elena- ¿Por qué no te pones a escribir ahora tu novela o lo que quieras?

Agustín- Demasiado tarde, mi trabajo y mi matrimonio no me lo permiten. Para escribir algo decente se necesita tiempo, mucho tiempo.

Sergio- No tengo tanto tiempo y ya he publicado unas cuantas novelas.

Agustín- Tienes razón, quizás es que tienes algo de genio, no lo sé.

Mateo- No cambiaría nada en mi vida. Quizás disfrutar más de personas que luego se han ido. Por ejemplo de Enrique.

Agustín- Pero tú, con los bolos de las noches, las clases de saxo, los dos hijos, y el cumplir con la mujer…   ¿qué tiempo te queda?

Mateo- Sí,  pero hay asuntos en la vida que aunque no tengas tiempo se han de llevar a cabo, como disfrutar de los padres o de los amigos.

Sergio- En cambio de las amantes sí que disfrutas. He conocido tres diferentes ya. Te juegas tú matrimonio.

Mateo- Qué me vas a decir de eso.

Sergio- Pero estoy soltero y dispuesto. Además no tengo hijos.

Elena- Como vas a estar toda la vida conociendo a una sola mujer. ¿La conociste en el colegio y empezasteis la relación con dieciséis años, ¿verdad?

Mateo- Sí.

Elvira- Que locura. A, por cierto, apúntate otra amante de Mateo. Yo misma para servir.

Elena- Y yo, este hombre es un promiscuo. Noche de Barcelona, cuidado, existe un fornicador compulsivo.

Mateo- Vale ya de cachondeo, quiero a mi mujer, pero necesito un poco más de…

Elvira- Solo cambiaría al tener amantes que den la talla. Sí, que pasa ¿que con la edad a los hombres se les va empequeñeciendo? Os juro que de mis amantes de los tres últimos años, patético, me da la risa, eso en vez de ser un sable era, por favor me guardo el comentario. Enrique sí que estaba bien dotado…

Mateo- ¿Y yo…?

Agustín- No jodas, que nos acostamos hace un año y no la tengo pequeña.

Elvira- Todos os dais por aludidos.

Suena de fondo “God Bless The Child”, cantada por Billie Holiday. Mateo casi entra en trance exclamando de placer por el tema musical. Piden cinco copas más.

Sergio- No cambiaría absolutamente nada. Ser maricón me encanta. Ser promiscuo también. Escribiendo puedo enseñar al público todas las animaladas que se me pasan por la cabeza. De vez en cuando echaría un polvo a alguna  linda mujer, pero tampoco es algo que me obsesione.

Mateo- Nada, que para ti, tienes la vida ideal.

Sergio- Además tengo un círculo de amistades tan grande que ni la ruptura con mi familia me afecta. Soy como el Dios aristotélico, pensamiento de pensamiento. Perfecto, porque me pienso a mí mismo.

Elena- Eres un Narciso absoluto. Te crees atractivo y te excita mirarte al espejo.

Sergio- Es lo que más me excita de todo. Qué daría por darme a mí mismo por detrás.

Elvira- Estás fatal.

Sergio- Gracias, es un cumplido, ¿no?

Elena- Yo cambiaría… todo. Daría un vuelco a mí vida. Si pudiese me iría a una isla en la que viviese gente lúcida, que se quisiese a sí misma y que estuviera dispuesta a hacer la vida fácil al prójimo. Pero como es imposible, me haría trabajadora social. Ayudando a hijos de prostitutas y drogadictos me sentiría bien. Con algún amante de vez en cuando y algún hijo, y… sería la vida perfecta.

Sergio- Qué sencilla que eres.

Mateo- O complicada, es lo contrario a ti. Solo piensas en los demás.

Elena- Y mira que no haber podido ayudar a Enrique.

Acto 2

Elena brinda con sus amigos, se levanta del taburete y se pone a hablar obligando al resto de los presentes a escuchar. Mientras de fondo suena “Round Midnight” de Thelonius Monk, interpretada por Stan Getz y Albert Dailey.

Elena- ¿Cómo puedo hablar de un amigo desaparecido sin ser repelentemente lacrimosa, ni irremediablemente tópica?, soy yo y el espejo de él, de nuestro ya añorado Enrique. Como amiga, pienso, no valía la pena, podías haber intentado hablar conmigo, como psicóloga, sé que la vida es una mierda, pero quizás valga la pena seguir en ella, parece ser que tú acabaste contestando a tu pregunta existencial como vemos, o te forzó algo o alguien a hacerlo, qué difícil, idiota, recuerdo tu calor, tu sonrisa, tu intolerable machismo y tu creatividad, recuerdo cuando me follaste, no es porque estés muerto pero fue el mejor polvo de mi vida, que arte, parecía que tu vida fuese en ello, y quizás lo fue, siempre me he creído insurrecta a la leyes establecidas y más si son morales, que decís chicos,  pero tu insurrección no la superaba nadie, Nietzsche era un niño inocente si se compara contigo, sí, cabrón, te añoro, y ahora ¿qué haré?, soñaba con el segundo acto de nuestra historia sexual, soñaba con que por fin me hicieras ese retrato tan deseado que seguro que no se parecería a mí, gran director de cine, gran amigo, el summun, la innegable imparcialidad, hasta en temas artísticos, hasta en temas entre amistades, el buen hijo, el buen padre, ¿qué pasó?, ¿hay alguien que tenga una respuesta?, la necesito, como mi vida, como vuestras vidas, como las copas en noches de desesperación, o en noches de gran satisfacción, ¿qué hacía yo intentando que otras personas saliesen menos amargadas de mi consulta en momentos como ese?

Nunca me lo perdonaré, nunca te lo perdonaré.

Te quiero.

Los cinco empiezan a aplaudir, los otros clientes del bar se giran hacia su mesa. Mateo y Sergio lloran, Elena está con la cara entre las manos, Elvira y Agustín absortos se abrazan desconsolados. Piden otra ronda de copas. Sigue a continuación Lover Man, también interpretado por Stan Getz y Albert Dailey.

Mateo- La cuestión es, ¿podremos honrarlo y recordarlo siempre con la misma intensidad?

Elvira- Si no lo hacemos nos traicionaremos y le traicionaremos.

Sergio- Nunca lo voy a traicionar. Antes guardo abstinencia absoluta.

Agustín- Entonces seguro que le honrarás… ¿tú, abstinencia?… de ningún tipo.

Sergio- Cómo me conoces… cómo me gustas.

Agustín- Calla que me sonrojo.

Se dan un abrazo.

Elena- Conocéis el poema de Lorca  “Las cinco de la tarde”. ¿Podría haber sido inspiración para Lorca un personaje como Enrique?

Agustín- También era un torero, como el amigo muerto al que Lorca le dedica el poema.

Mateo- Propongo una actividad, cada uno ha de escribir un verso en honor a Enrique. Por orden y  sin conocer los versos de los otros, como hacían los surrealistas.

Sergio- Vale, empiezo.

Elvira- Lo podemos publicar en la esquela que saldrá en la Vanguardia el martes.

Poema:

Elena- ¿Qué es el echar de menos…?

Mateo- Como volcán, siempre en erupción.

Sergio- Me acuerdo de ti y de tu gran falo.

Elvira- La vida aun en estas circunstancias siempre será para ti.

Agustín- Somos dos, ya no estas, me he quedado solo y cojo.

Elena- Como en una mazmorra, enjaulada, me siento.

Mateo- Si uno más uno es dos, ¿por qué no estás?

Sergio- Invertir el valor de los factores, de verdad, vales mucho más que yo.

Elvira- INRI, quizás pongamos en tu lápida. No, mejor, el amigo.

Agustín- Mi vida sin ti, en plan peli de Coixet, y después ya, Mi vida sin mí.

Al acabar de escribir los versos se hizo el silencio durante cinco minutos, solo se movían para ir tomando tragos de las copas.

Mateo- Elena, necesito algo, no sé qué es.

Elena- Y… ¿te lo puedo dar yo?

Elena se levanta y le da un beso en la boca a Mateo. Él la coge por la cintura y provocadoramente magreándose se la lleva para el baño. Supuestamente hacen el amor. El resto continúa bebiendo. Al rato vuelven.

Sergio- Que ha sido, ¿un polvo rápido?

Elena- Rápido pero profundo.

Mateo- Gracias, Elena.

Elena- Mateo sabe lo que son y lo que quieren las mujeres.

Mateo- Un honor, para servirla.

Elvira- Voy a coger celos. Yo también querría que alguien me hiciese algo.

Se quedan todos sin contestar. Elvira se pone a llorar.

Elvira-No es justo, yo siempre la última en todo.

Mateo se lleva a Elvira al baño.

Elvira- No, ahora ya no.

De camino al baño le da un empujón. Se bebe lo que le queda de copa de un trago. Pide otra.

Agustín- Relajaros, estamos todos muy nerviosos. Nos tenemos cariño y echamos en falta a Enrique…

Elena- No sabes lo que siento, intento que las copas o alguno de vosotros, ocupe el vacío en mi pecho, pero…

Sergio- Eso solo lo hará el tiempo.

Mateo- Cierto, el tiempo o sana o destruye.

Elena- No sé qué les voy a decir a mis pacientes, a mis locos, cuando me siento peor que ellos.

Elvira- ¿Por qué no te buscas un especialista que te trate?

Elena- Me iría muy bien. Voy a preguntar a colegas de otros colegas que no conozca. La vida me está superando.

Sergio va hacia Elena y le da un abrazo.

Sergio- Siempre que quieras tendrás mi hombro para llorar, o unas copas para beber, o unos poemas para reconfortarnos.

Elena- Gracias cariño.

Sirven cinco copas más. Suena de fondo “In a sentimental mood” de Duke Ellington. Sergio está escribiendo algo en un papel. Luego lo recita.

Sergio- Muchachos he escrito un réquiem para Enrique:

Hombre niño,

niño hombre.

El orden de los factores no altera

el producto.

Todo lo multiplicabas.

Todo lo producías.

Ser condescendiente,

ser caprichoso,

ser libidinoso.

Cuántos recuerdos,

y como si cada uno fuera una vida.

Como si cada uno no acabara nunca.

Pero, ¿un final así?

Con todo respeto, te

daremos el mejor final,

el único que mereces.

El del amor indestructible.

Los cinco se quedan concentrados después del recital. Mudos, alguno bebe un trago. A otro se le sueltan las lágrimas. El momento penetra en todas las otras personas que están en el bar, los miran con cara de empatía.

Agustín- Gran  poema, ¿por qué no lo intentas publicar en una revista literaria? Yo haría una buena crítica.

Sergio- No quiero que quede como una obra compuesta para  vender o hacer publicidad de mi literatura. Solo lo he escrito en forma de réquiem por Enrique.

Mateo- A él le habría dado lo mismo.

Elena- Yo también creo lo mismo.

Elvira- Hace un rato habéis dicho, no sé quién, que según Heidegger somos seres para la muerte. Pues un gran crítico de Heidegger, Adorno, dijo lo contrario en Dialéctica Negativa, rechazamos absolutamente la idea de morirnos, nos viene a la mente y la expulsamos de ella. Somos seres para vivir y la muerte es una puta mierda.

Sergio- Quizás tengas razón, pero la angustia existencial por ser seres perecederos la tiene mucha gente.

Elvira- Sí, pero ¿por qué nos gustaría evitar la muerte?, ¿o…?, ¿por qué nuestra vida cobra sentido por la muerte?

Mateo- Sí, qué se ha de aprovechar la vida, qué Enrique se equivocó y es el mayor error que se puede cometer, ya no hay vuelta atrás.

De fondo suena, “Ruby, my dear” compuesta e interpretada por Thelonius Monk. Elena va al baño a hacer necesidades. Antes de ir les habla a los cuatro.

Elena- Estoy perdiendo los papeles, nunca había estado tan descentrada como ahora. Debemos estar unidos siempre, es lo que Enrique hubiera querido. Hemos de venir a este pub una vez cada quince días, a emborracharnos y a llorar a Enrique. Será la manera como le mantendremos vivo en nuestra memoria. Espero que mañana no tenga resaca. He de asistir a unos seminarios de psicología. Quizás le pido a alguna eminencia ir a hablar con él por la noche y preguntarle: ¿cómo se puede aguantar la pérdida de un ser querido sin enloquecer?

En toda la historia de la humanidad la gente ha perdido a seres queridos. A prácticamente todas las personas les ha sucedido. Y la psicóloga, centrada, snob, moderna, y sabelotodo, se hunde hasta casi ahogarse, ¿me lo podéis explicar, acaso Enrique era mi amor platónico y yo sin darme cuenta? ¡Te echo de menos, coño, qué voy a hacer sin ti! Pediré vuestros hombros para llorar, no sé durante cuánto tiempo. Tened paciencia conmigo, como la vida, se pasará mi tristeza. Olvidaré mi dolor o me cansaré de él. Por cierto, yo estoy más con Adorno que con Heidegger. Gracias muchachos por estar en este momento tan duro conmigo…

Agustín- Recordáis cuando teníamos treinta y algo. Estábamos sumergidos en todas las movidas posibles de Barcelona. Enrique hacía performances.

Elvira- Incluso hizo algún espectáculo que rozaba lo pornográfico solo para provocar al público.

Sergio- Sí, además era muy diferente de lo que hacen en el Bagdag. Arte, todo lo que tocaba Enrique lo convertía en arte.

Mateo- Después de sus espectáculos nos llegaba el momento del desfase. Probamos de todo.

Elena- Incluso llegamos a inyectarnos heroína. Pero supongo que las drogas nunca nos controlaron. Nosotros las sabíamos manejar.

Sergio- Unos más que otros. Soy el único que sigo probando todo tipo de drogas.

Agustín- Ya no tenemos veinte ni treinta años.

Elena- No sé cómo puedes llevar la vida que llevas y escribir como escribes.

Sergio- El día que quieras pasas por casa y te lo explico con unas rayitas.

Elena- Muy amable pero prefiero otro tipo de proposiciones.

Sergio- Es lo que te puedo ofrecer, ya sabes que lo otro no me va.

Elvira- Estoy borracha. Puedo decir que estoy contenta. Al menos uno de nosotros ha decidido algo trascendental en su vida.

Elena- Además, con la importancia que tiene el dejar de vivir…

Mateo- El llevarlo a cabo. Un suicidio estudiado. No podía fallar. ¡Qué putada!

Sergio- Solo le podían encontrar una vez muerto.

Elena- ¿Cómo que podían…? Pude encontrarlo muerto. Yo lo encontré y fue horrible. Siempre apuntas donde más duele, Sergio.

Sergio- No lo dije para que te sintieras mal, lo siento.

Elena- La cuestión es que tuvo cojones para elegir.

Mateo- A mí siempre me dijo que nunca pasaría de la cuarentena, que antes se quitaría la vida.

Elvira- Cumplió su promesa. Cabrón.

Sergio- Un brindis por tener los cojones tan bien puestos y tan bellos.

Los cinco brindaron, acabándose las copas, pidieron cinco más. Sonaba de fondo “Whims of Chambers”, compuesto e interpretado por Paul Chambers. El tenor sax era nada más y nada menos que John Coltrane. Sergio se dirigió al lavabo.

Elena- Según Jung existe un inconsciente colectivo, formado por arquetipos. Nunca he sabido si creer en ello, ya que nos igualaría a todos muchísimo. Siempre he apostado por la individualidad absoluta y la interacción de esas individualidades. Ahora el hecho de que Enrique se suicidase me lo ha corroborado, aunque no tenga demasiado sentido.

Elvira- Tú, además de haber estudiado durante toda la vida te has guiado mucho por los instintos. De ellos, todos los animales compartimos unos cuantos. Los humanos otros tantos, pero varían un poco en cada individuo. La sociedad, creo, introduce gustos y modos conductuales en la cabeza del individuo, la altera de forma impremeditada. Y eso que introduce y altera lo comparten los individuos. Aunque luego cada uno actúa con ello a través de su propia personalidad.

Agustín- Somos todos demasiado parecidos. No hay sorpresa posible.

Mateo- No me digas que no te ha sorprendido el suicidio de Enrique.

Elena- En la consulta me sorprenden la mayoría de pacientes que entran a hablar conmigo. El comportamiento entre ellos es parecido. Pero la forma de sentirlo y expresarlo es única.

Sergio vuelve del baño. Bebe un trago. Mira a los amigos. De fondo sueno un cuarteto de Benjamin Britten. Están solos en la coctelería.

Sergio- Pero, ¿qué os pasa? ¿Qué conversación más trascendental que estáis teniendo? ¿Depende la humanidad de vosotros?

Elena- Si de mí dependiera, la mandaría al carajo.

Mateo- Sí, seguro. Tú eres la salvadora del mayor número de individuos que ha dado Barcelona.

Elena- Era, ahora me deberían salvar a mí.

Elena se levanta para ir a la barra, tropieza y se cae. Los cuatro salen deprisa a recogerla. La sientan, le dan un vaso de agua y sale despidiéndose.

Elena- Adiós muchachos y gracias por poder llorar con vosotros a Enrique. Ya no soy lo que era y no me mantengo en pie. Hasta pronto, me voy a casa.

Los cuatro que quedan se miran. El dueño de la coctelería baja las persianas del local. Ellos permanecen dentro. Sergio saca cocaína, el barman y dueño del local que es amigo de Sergio, le da las llaves y se va. La coctelería queda en sus manos.

Sergio- Además de ser un muy buen amigo ha sido mi amante. No es la primera vez que me deja las llaves de su local. Las copas a partir de ahora corren de mí cuenta.

Elvira- Ahora quedamos nosotros cuatro. Podríamos hacer una orgía.

Sergio- Todo llegará, corazón.

Mateo- Siempre pensando en lo mismo. No puede ser un momento para el recuerdo de Enrique.

Elvira- Claro, ¿cómo tú tienes mujer e hijos?

Mateo- No metas a mi familia en esto, ya sabéis que tengo mucha vida a parte de mi familia.

Agustín- Esto es como una novela, o mejor como una obra de teatro. Vamos a hacer una crítica literaria de la obra.

Sergio- Pero tienes ventaja, tú eres crítico literario.

Mateo- Me apunto al juego.

Elvira- Esta obra, podríamos denominarla de realismo surrealista.

Sergio- Sí, unos amigos de luto por el suicidio de otro de sus amigos. Parecen a ratos tristes, a ratos contentos. Avanza la obra y solo viven para el placer y el dolor.

Elvira- Demasiadas paradojas.

Mateo- Como dijo Heráclito, la vida es una lucha de contrarios.

Agustín- Aquí cabe el yin y el yan. El cruce de caminos interiores.

Sergio- Y eso que yo de cultura asiática tengo poca. Soy occidental hasta la médula.

Mateo- A mí también me asquea el escarbar en otras espiritualidades. ¡No tenemos a Nietzsche?

Agustín- De todos lados se pueden sacar cosas interesantes. ¿No me diréis ahora que os habéis convertido en dogmáticos?

Elvira- Es el alcohol y la coca que les vuelve falsos.

Sergio al oír coca, saca la papela y prepara cuatro rayas. Esnifan cada uno la suya. De fondo suena Don´t ever leave me, interpretada por Keith Jarret y Charlie Haden.

Sergio- La crítica de la obra se está diluyendo. Hazla coger fuerza Agustín.

Agustín- Podríamos decir que es una obra entre costumbrista y esperpéntica.

Sergio- Pero no se parece nada a “Luces de Bohemia” de Valle Inclán.

Agustín- Los cuatro amigos tenemos algo de la personalidad de Max Estrella. El poeta modernista protagonista de la obra esperpéntica de Valle Inclán.

Mateo- Quizás incluso acabemos muriendo todos.

Elvira- Prefiero acabar follando.

Mateo- Y dale, no te lo puedes quitar de la cabeza.

Elvira- Soy una mujer vital, que disfruta del placer y hace de su vida un momento único.

Piden cuatro copas más. Suena de fondo “The Koln Concert” de Keith Jarret. A Sergio se le ve nervioso yendo de un lado para otro.

Mateo- ¿Qué te pasa, Sergio?

Sergio- He de tomarme media hora de descansado. Llevo un subidón.

Elvira- Exacto tumbémonos y dejemos pasar una hora de descanso. A dormir.

Acto 3.

Están los cuatro durmiendo estirados en sofás de la cocktelería. Elvira se despierta. Ve que sobre la mesa hay un libro de poemas de Petrarca, el poeta italiano del renacimiento. Lee uno en voz alta.

Elvira-

Aquél que infinita providencia y arte

mostró en su admirable magisterio,

que creó este y el otro hemisferio

y más manso a Júpiter que a Marte,

viniendo al mundo a iluminar los papeles

que muchos años ya habían ocultado la verdad,

quitó a Juan de la red, y a Pedro,

y en el reino del cielo les dio lugar.

De sí, naciendo, no hizo a Roma gracia

y sí a Judea: tanto por encima de cualquier estado

la humildad exaltar siempre le plugo.

Y ahora de pequeña aldea un sol nos ha dado

tal, que la naturaleza y el sitio se agradecen

dónde tan bella mujer nació al mundo.

Muchachos despertaros, he leído un poema revelador, ¿quién se habrá dejado este libro aquí?

Sergio- Es mío, todo Petrarca es revelador. Es mi libro de cabecera desde hace muchos años.

Elvira- Me lo puedes dejar. De verdad, hay un antes y un después de leer el poema.

Sergio- Hacemos una cosa, hoy mismo te regalo uno igual. Este tiene tanto valor sentimental para mí que…

Elvira- Hecho, me regalas uno igual.

Agustín- Que no estamos en la crítica de nuestra obra de teatro viva e histórica.

Mateo- Somos teatro, pero en la vida real. Decidme que aprenderé de todo esto. Os voy a sorprender.

Mateo- La gran cuestión es si vivimos en la realidad de este mundo o solo hemos surgido de la imaginación de un autor.

Elvira- Supongamos que somos una creación y no una evolución de la vida. Críticas por favor.

Sergio- Joder, no nos tomamos la vida en serio. Se nos suicida un amigo y no captamos la tragedia del asunto. Una persona a la que queríamos ha valorado su existencia de tal manera que ha acabado decidiendo que no vale la pena vivir más tiempo. ¡Somos responsables o no!

Agustín- Yo no me siento responsable. Ahora, como somos el objeto de una creación, no podemos decidir.

Mateo- Mucho sexo, mucho alcohol y drogas, intelectualismo barato. ¿Qué tipo macabro puede ser el autor? ¿Qué intenta mostrar al que vea la obra?

Elvira- Lo que intente mostrar es igual. Ya no creo que el arte deba moralizar. Tiene que provocar una sacudida emocional, que trastoque los cimientos de nuestra sensibilidad.

Agustín- ¿Y nosotros la podemos provocar?

Sergio- A ver, vello púbico, perdón bello público, ¿está obra afecta a vuestra sensibilidad? Pero antes de responder dejadnos meter cuatro rayas más.

Sergio prepara las rayas y sirve cuatro copas más. De fondo suena “Vals Hot” interpretada por Roy Hardgrove. Los cuatro están tensos. Mateo esnifa la raya y bebe la copa de golpe, cae al suelo por el subidón.

Mateo- Me he de despejar, ya no aguanto más encerrado aquí. Hasta la vista muchachos.

Sale del local, los tres que quedan miran al público con cara interrogante. Pasan unos cuatro o cinco minutos escuchando música y tomando la copa en silencio e interrogando al público con la mirada.

Sergio- Solo quedamos tres, podemos hacer un trío.

Agustín- Ya empezamos.

Elvira- Por mí encantada.

Sergio- Sabéis, el otro día soñé que estaba interpretando la sinfonía nº 29 de Haydn.

Elvira- ¿Tuviste un orgasmo?

Sergio- Era el mejor momento de mi vida.

Agustín- Sí, ¿cómo interpretas el sueño?

Sergio- Tú quieres psicoanalizar e interpretar todo.

Agustín- Mi sueño ideal sería nacer reencarnado en Rilke.

Elvira- Y yo en Munch.

Sergio- No sabía que te gustase Munch.

Elvira- Para mí, sus cuadros son la expresión más descarnada que ha dado la pintura.

Sergio- A mí también me gusta.

Agustín- Y vosotros, interesante público, ¿a quién preferís a Munch o a Rilke?

Sergio- No le hagáis caso. No se pueden comparar.

Agustín- Esto está pasando de ser un drama a ser una comedia.

Sergio- Que quieres, que llore otra vez al pensar en Enrique. Me pongo contento, joder. De los cinco que nos hemos reunido hoy aquí es el único que ha hecho realmente lo que ha querido.

Agustín- Tienes razón. Pero egoísta ha sido el cabrón…, no me lo negarás.

Sergio- Al final uno solo se tiene a sí mismo. En su situación, en quién más pensarías, aparte de en ti mismo. En cinco amigos borrachos a los que no ve en quince años, borrachos y cocainómanos.

Elvira- Eso lo serás tú.

Sergio- Dame un besito corazón.

Elvira va hacia Sergio y le da un beso agarrándole el paquete.

Sergio- ¡Uagggs! ¡Qué asco!

Elvira- Si te gusta.

Sergio- Había olvidado a todo lo que puede llegar una mujer.

Elvira- Jajajaja, ha esto y mucho más.

Sergio sirve cuatro copas más. Pone a Haydn de fondo musical.

Sergio- ¡El grande, el sublime!

Agustín- Olvidas que el concepto de sublime no existía cuando Haydn compuso.

Sergio- Eso no quita que algunas obras anteriores al romanticismo no provocasen el sentimiento de lo sublime.

Elvira- El concepto de sublime en el arte lo incorporó Kant. ¿Estás seguro de que Haydn no componía en aquel entonces?

Agustín- Lo consultaré. No lo sé. ¿Google?

Sergio- Eso te pasa por hablar demasiado.

Agustín- Perdone usted.

Sergio da un beso en la boca a Agustín.

Agustín- Interesante.

Elvira- No me dejéis aparte, ¿eh?

Elvira se levanta del taburete y al ritmo de la 5ª de Mahler se va desnudando. Cuando está totalmente desnuda se tira un vaso de wisky por encima.

Elvira- Emborracharos de mí.

Agustín la tapa con su abrigo.

Agustín- ¡Loca!, vas a coger una pulmonía, hace frío.

Sergio- Cuarenta y cuantos… eres hermosa. Preciosa. Te retrataré en mi próxima novela.

Agustín- Ya la tienes en mente. ¿Cuál será el argumento?

Elvira- Gracias por lo de hermosa, ¿cómo me retratarás?

Sergio- Esta noche de luto va a dar para mucho. La voy a inmortalizar. Exagerando un poco de aquí y de allá, puede quedar una comedia contundente.

Elvira- Y yo, ¿qué papel voy a inspirar?

Sergio- Lo que eres, una maestra de educación infantil que por las noches se emborracha, se droga para acabar haciendo stripteases a sus dos amigos, uno de ellos gay.

Elvira- Me gusta, es increíble, verdad, mi vida.

Agustín- Nunca has creado polémica en el colegio por tu estilo de vida.

Elvira- La vida privada, privada es, ¿no? Y si lo supieran, ¡por qué les tendría que importar? Los niños me aman, y les doy estímulo sacándoles lo mejor.

Sergio- Pero sabes que la gente es muy conservadora, les daría miedo que una mujer noctámbula y depravada cuidase de sus hijos.

Elvira- Quizás, si la docencia me falla, me haría escritora como tú.

Agustín- No es fácil, es mi ilusión fallida.

Elvira- Todo el tiempo que no estoy con niños, lo paso bebiendo o leyendo, con un polvo de vez en cuando.

Sergio- Qué simplicidad de vida.

Elvira- Te parece simple, con lo sola que me siento.

Elvira se pone a llorar.

Elvira- La opción de Enrique no es mala. A veces me siento tan angustiada. Yo que siempre he querido ser madre…

Sergio- Puedes serlo.

Elvira- Pero quiero un padre y nunca he tenido una pareja estable. Los hombres no me aguantan.

Sergio- ¿Quieres que sea el padre de tu hijo?

Elvira pone cara de asustada. Agustín levanta la copa para un brindis.

Agustín- Brindemos por los nuevos padres.

Elvira- No he dicho que sí.

Sergio- Pero lo dirás.

Acto 4º-

Suena de fondo el Cuarteto número 9º de Shostakovich. Están cada uno bebiendo de su copa. A Sergio se le caen las lágrimas por la emoción que le causa la música.

Sergio- No puedo parar, esta música me emociona más que tú, Elvira.

Elvira- ¿Es que yo te emociono? ¿Desde cuándo alguna mujer te ha emocionado?

Sergio- Habéis visto Martin Hache. Yo soy como el maricón que representa Eusebio Poncela. Él dice que no es el sexo lo que le atrae, lo que le pone, son las mentes. Tanto puede follar con un hombre como con una mujer. Yo siento lo mismo.

Elvira- O sea, que en un momento dado podríamos ser pareja.

Sergio- No creo en las parejas estables. Soy… ejem, total que cuanto más mejor.

Agustín- Pero podrías llegar a un éxtasis sexual si le haces un hijo a Elvira.

Sergio- Por supuesto, la mente de Elvira me atrae.

Elvira con una sonrisa que se le sale de la cara le dice a Sergio.

Elvira- Anda corazón, prepara tres rayas más.

Sergio- Vamos a salir volando.

Agustín- Estoy dispuesto.

Elvira- Es lo que busco. ¿Qué haría Enrique en nuestro caso?

Sergio- Tenéis razón. Vamos a ponernos hasta arriba.

Mientras Sergio prepara las tres rayas, Elvira prepara tres copas más.

Elvira- Os voy a pedir consejo. Una mamá del cole me molesta. Siempre está hablando conmigo. No la soporto. ¿Qué puedo hacer?

Sergio- Dile con buenos modales que te deje en paz.

Elvira- Además va de radical y lo que es, es una inculta.

Agustín- Yo le diría cada vez que se te acercase, que no tienes tiempo de hablar.

Sergio- Quizás le provocas, siente una atracción por ti incontrolable.

Elvira- ¡Oh, Dios! ¡No!

Sergio- Si la satisfaces te dejará en paz.

Elvira- ¿Sabes?, nunca me he acostado con una mujer.

Sergio- ¡No!, se ha de poner remedio.

Elvira- Alguna vez he tenido la oportunidad pero me daba cosa.

Sergio- Cosa de qué. Pero si en realidad sois las que mejor os podéis comprender. Sois las únicas que sabéis lo que las mujeres quieren…

Agustín- Salgamos a la calle y busquemos una mujer dispuesta a pasar un buen rato.

Sergio- Y tú, Agustín ¿con algún hombre…?

Agustín- Yo he nacido para libre pensador. Mis movimientos de acción no conocen censura, ¿tú que crees?

Sergio- Es de los míos.

Agustín- Prácticamente sí, pero sin mariposeo.

Elvira- Qué voy a sacar de provecho con este par de nenazas.

Agustín coge a Elvira de la mano y se la lleva al baño. Tardan un cuarto de hora. Mientras tanto Sergio se mete otra raya y bebiendo nos va hablando.

Sergio- No me lo explico, un crítico literario de la reputación de Agustín, además, lo conozco desde hace décadas, y nunca ha salido del armario ni he conocido su bisexualidad, es inaudito, si lo que siempre he pensado es cierto, todos los hombres nacen algo maricones, si no observen el comportamiento bisexual de los niños, luego la sociedad, con todo lo que conlleva los guía hacia determinadas inclinaciones, pero conmigo no pudieron, ni en lo referente al sexo, ni a la creatividad, ni a las drogas, yo sí que soy un libre pensador, todavía me acuerdo de memoria las primeras frases del primer libro que publiqué, que por cierto es el mejor de todos:

Deambulaba sin sentido concreto, la nariz sangrándole hacía que toda la gente con que se cruzaba le mirara inquisitorialmente. Había pasado tres días y tres noches de excesos, y ahora dirigiéndose a su taller donde trabajaba los lienzos grandes, pensaba: solo voy a vivir una vez, después de la vida no hay más vida, tengo dinero en abundancia, lo podría donar a asociaciones benéficas, pero soy demasiado egoísta, este dinero es y será para mi deleite y el de mis sobrinos, y que así sea, por los siglos de los siglos, amén.

Estoy orgulloso de mi libro y sobre todo de su principio, igual que estoy orgulloso de mí mismo, tengo una autoestima elevadísima, soy yo y todos a la vez, mis brazos y pensamiento abarcan a la humanidad, por algo soy un tipo universal.

Sergio empieza a aplaudir,

Sergio- Creía que os habíais colado por el hueco del inodoro.

Elvira- Me han dado justo lo que necesitaba, orgasmos múltiples.

Agustín- Si quieres un rato de locura compartida, te la recomiendo amigo.

Sergio- Gracias. Ahora no, no sé ni si se me levanta. Con todo lo que llevo encima.

Elvira- No, además me has dejado totalmente satisfecha.

Agustín- Gracias, ha sido un honor.

Sergio sirve tres copas más, de fondo suena Stompy Jones, interpretada por Duke Ellington y Johnny Hodges. Elvira empieza un discurso etílico.

Elvira- Sois mis mejores amigos, os quiero, ¿qué haría sin vosotros? Siempre me he sentido huérfana, la ausencia de padres, espiritualmente, ha hecho que buscase en las demás relaciones padre y madre, grave error, por eso quizás nunca me han durado las relaciones, ¡qué puedo hacer!, la angustia por existir y la angustia por morir son equivalentes, como dijo Heidegger, mi número ideal es el tres, cómo me gustan los tríos, esta noche podríamos acabar en mi cama, en mi casa de Sarrià, es amplia, tanto la casa como la cama, no tengo vecinos que molesten, podemos seguir con música, alcohol y sexo, ¿qué me decís?, pero antes a quemar todos los cartuchos en este local, nuestro local, el de la despedida de Enrique, pobre hombre, o que persona con más suerte, depende de cómo lo mires, depende de tu estado anímico, pero la realidad es una, la vida es una mierda, ¿no creéis?

Sergio- Eres una poeta, deberías escribir, si se te da tan bien como orar el éxito lo tendrías asegurado.

Agustín- Haría buenas críticas.

Elvira- Me lo pensaré, de momento a educar niños…

Agustín- Y que ellos te eduquen a ti.

Elvira- Parece que lo digas en broma. ¡Claro que te educan! Te llegas a conocer tanto trabajando con niños.

Sergio- Limitaciones y habilidades, supongo.

Elvira- También control y disciplina.

Sergio- Me haré profesor.

Elvira- Demasiado tarde, tú tienes vocación de escritor. Para maestra de escuela también has de tener vocación. No la has cultivado.

Sergio- Pero lo puedo hacer.

Elvira- Demasiado tarde, te lo digo yo.

Agustín- Diálogo de borrachos, acaso cambiarías la escritura por niños.

Sergio- No nos jodas el rollo, aquí había miga.

Agustín- Lo siento, seguid con vuestra conversación.

Elvira se tumba en un sofá y sé queda dormida.

Sergio- ¿La imitamos?

Agustín- Duerme tú si quieres, yo voy a escribir algo.

Sergio- ¿Qué vas a escribir?

Agustín- La crítica verdadera de esta obra que estamos montando

Sergio- Adelante, yo voy a descansar un rato.

Agustín- ¿La realidad existe? Esto que es realmente, ¿la vida misma o una obra de teatro? ¿En qué se diferencian ambas cosas? Podríamos preguntarles a los clásicos, Sófocles, ¿cuál es la diferencia entre arte y vida real? No sé cuál sería su respuesta. Pero bajo mi punto de vista, no hay diferencia alguna. Todo es una farsa. ¿Quién nos ha pedido permiso para entrar en esta farsa? ¡Qué sabio fue Enrique al decidir cuándo acabar con todo!

La vida, el sufrimiento por no entender nada de nada, lo caótico de las existencias, ya lo dijo Sartre, “el enemigo es el otro”, cuánta razón. Aunque algunas corrientes psicológicas dicen que uno es responsable de sí mismo…

Como obra, me parece la mayor absurdidad posible. Si muere un amigo íntimo no lo celebras de esta manera. Al menos, debido a nuestra educación y siendo occidentales, el dolor se manifiesta de otra manera. Pero también hay que pensar, que hay mucha gente alternativa, e intenta llevar una vida alejada de la norma social, ¿pero es este nuestro caso? El espacio en el que vivimos y nuestra forma de comportarse chocan. Somos unos frikis de mucho cuidado. Por lo demás los diálogos son frescos, a veces algo inusuales en el común de la gente de la Barcelona actual.

El argumento siendo claro no explica nada, no explica una historia. Es muy moderna esta forma de exponer. ¿Es más importante la forma que el contenido?

Por lo demás me gustaría verla representada, puede ser una obra entretenida. Que conste que mi papel en la obra no lo cambio por ningún otro. Como dicen en el mundo audiovisual, chupo cámara. Parece que voy a actuar hasta el final, no como Mateo y Helena, que nos han dejado antes de tiempo.

El público, ¿qué opina? ¿Se lo está pasando bien? ¿Están bien amortizado el dinero que les ha tocado pagar por ver la obra? Si es que no, creo que no se puede reclamar, es dinero perdido.

Elvira despierta, coge la hoja que he escrito Agustín y la lee en voz alta.

Elvira- Qué, ¿haciendo de crítico?

Agustín- Te molesta.

Elvira- No, pero he leído mejores críticas escritas por ti.

Sergio también se despierta, sirve tres copas

Elvira- ¿Qué es? ¿La segunda parte de la despedida a Enrique? ¿Volvemos a empezar?

Sergio- No, ahora viene lo bueno.

Elvira- ¿Qué es lo bueno?

Sergio- La gran llorera.

Agustín- Podríamos llamar a Helena y Mateo para que lloren con nosotros.

Sergio- Déjalos que estarán durmiendo.

Elvira- Es una pantomima. Enrique querría que estuviésemos contentos con su decisión. ¡Qué cultura la nuestra! Nos deprimimos por la muerte de nuestros seres queridos.

Sergio- Tienes razón, si eres cristiano debes alegrarte porque el alma del muerto va junto a Dios. Si no también puedes y debes alegrarte, porque su cuerpo se va a fusionar con nuestro espacio, convirtiéndose en abono para otras vidas o ceniza donde la eches.

Elvira- Olvidas que nuestros cuerpos se meten en ataúdes para enterrarse.

Sergio- Bueno, se mezclan con la tierra somos alimento de gusanos. Acabamos en el medio natural.

Agustín- Sí, es increíble lo tristes que nos ponemos. ¡Brindemos por Enrique! Y con una felicidad radiante que pueda ser transmitida a todo aquel con el que nos crucemos.

Elvira se pone a llorar desconsolada, mientras pide una raya más y bebe un trago de su copa. De fondo suena Cuarteto de cuerda en Fa mayor de Maurice Ravel.

Sergio- Pero, ¿en qué quedamos? ¿No íbamos a estar contentos?

Elvira- Yo soy hija de mi sociedad, educación y cultura. La teoría es muy bonita pero en realidad nada…

Agustín- ¿En realidad nada…? te voy a poner contenta.

Al ritmo del Cuarteto de cuerda, Agustín empieza a bailar y hace un Streapteasse.

Elvira- Venga, ¡qué pasión!, ¡qué arte!

Sergio- ¡Tú ropa interior es mía!

Acaban los tres bailando y desnudándose. Elvira ha pasado de la depresión a la euforia. Mientras bailan ya desnudos, empiezan a abrazarse y besarse.

Acto 5º-

Están los tres bebiendo de sus copas, cabizbajos, se miran sin hablar, de fondo suena Milestone de Miles Davies.

Sergio- Parece mentira, ya va a amanecer, yo aún tengo cuerda para rato.

Agustín- Con toda la cocaína que llevamos encima…

Elvira- Suerte que es sábado, llego a tener que enfrentarme ahora con niños y padres, y…

Sergio- En la escuela ya deben saber tus hábitos, eso se nota. ¿Cuántas veces has trabajado con tufo a alcohol?

Elvira- No lo recuerdo, pero creo que mínimas. Al trabajo voy en condiciones.

Sergio- Ahora dirás que los niños te lo deben. También tienen que aprender lo que es la vida.

Elvira- Qué bruto eres. Un niño de tres, cuatro o cinco años, no debe conocer eso.

Agustín- Es verdad, tienen toda la vida por delante para poder llevar la vida que tú llevas.

Sergio-Por lo que he visto esta noche, unos cuántos más también llevan esta vida.

Agustín- Pero lo mío es esporádico, es una noche excepcional. En cambio en ti es una norma de tu conducta.

Sergio- Cabrón. Y… ¿tú qué sabes de mi vida?

Suena de fondo Britten string quartet nº 2 in C op 36. Sergio empieza a hablar.

Sergio- Tengo un dilema amigos. La creación de arte, de obras literarias, ya no me satisface como antes. Soy mucho más racional. Parece como si el inconsciente me fallase. Antes sin pensar en la obra, la pluma corría y de la nada surgía una obra. Ahora me cuesta horrores crear cualquier texto decente. He de pensar el argumento, los personajes, la estructura, y después de ello, cuando me pongo a redactar, no queda casi nada de improvisación. Estoy seco. Por ello mis últimas obras no han tenido casi aceptación. ¿Qué puedo hacer?

Agustín- Yo dejaría de intentar crear durante una buena temporada. Incluso algunos años.

Elvira-  Exacto, vive. De la vida misma te volverá a surgir material literario.

Sergio- El problema es que yo nunca he dejado de vivir.

Agustín- ¿Para ti qué es la literatura?

Sergio- Lo primero, una forma de expulsar mis demonios interiores. Luego, personalidad del autor, plasmada literariamente, belleza, horror, incomodidad. A veces, y siempre, se debería transmitir aquello que horroriza a la mayor parte de la población, aquello de lo que es incómodo hablar…

Agustín- O sea que para ti una literatura sin transgresión no es literatura.

Sergio- Sé que la mayoría no lo considera así. Pero para mí es su esencia. Incluso romper con los juicios y la moral del propio autor. Ir al límite.

Elvira- ¿Tú has logrado eso con tu obra?

Sergio- No lo sé. Lo he intentado, pero estoy tan desmotivado…

Agustín- Eso es lo que te pasa, falta de motivación. Has de dar un salto al vacío. Romper con todo y contigo mismo.

Elvira- Sabes que se me ocurre que podrías escribir.

Sergio- ¿Qué?

Elvira- Una autobiografía imaginaria pero como si toda tu vida hubieses sido heterosexual en vez de homosexual.

Sergio bebe un trago, prepara tres rayas, y se dibuja una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Sergio- Es lo más transgresor conmigo mismo que podría hacer. Has acertado. Es el próximo texto que voy a escribir. No voy a pensar en ningún momento como lo voy a elaborar. He de renacer literariamente en él.

Elvira- Si necesitas practicar técnicas heterosexuales para saber de qué hablas estoy disponible.

Sergio se ríe. Suena Isfahan de Joe Henderson.

Elvira- No sabía que era tan fácil solucionar un problema tan trascendental, como la proyección del trabajo de un artista que se ha quedado seco de creatividad.

Sergio- El asunto se amplía. Desde hace un tiempo no sé lo que quiero ni para lo que sirvo. Dudo de mis tendencias tanto sexuales como vitales. Estoy pasando una crisis absoluta.

Elvira- ¿Quién no está en crisis hoy en día?

Sergio- No me quiero consolar viendo que los otros también están mal. Quiero estar bien y sentirme satisfecho.

Agustín- Eso es complicadísimo. Estamos en la era del marketing. Nos venden de todo, los estímulos para sentir que si tenemos algo nos quedaremos satisfechos, son horribles. Nos producen una angustia total.

Sergio- Qué queréis, que acabe como Enrique. Hemos de luchar individualmente contra nuestra angustia.

Agustín- ¿Cómo quieres luchar?

Sergio- Siempre pensé que los psicólogos no servían para nada. Ahora necesito uno que me haga trabajar mis déficits.

Elvira- Lo primero que deberías dejar son los excesos. Crean muchos altibajos… y a ti no te viene bien.

Sergio- No, eso no. ¿Si no tengo mis gramos y mis copas, cómo voy a vivir?

Agustín- Elvira tiene razón, quememos las últimas naves esta noche. Nos acabamos de exceder y luego los tres hacemos una cura. Nos vendrá bien.

Elvira- Me parece perfecto y podemos quedar un día por semana en una cafetería, para tomar cafés y tés.

Sergio- Me veis a las cinco de la tarde bebiendo té y comiendo galletas de mantequilla. Lo bueno de  los ingleses es su literatura, pero hábitos como el té de la tarde me parecen…

Agustín- Pues es muy saludable. Tú prefieres el gramo de las cinco de la tarde.

Sergio- Estamos puestos hasta arriba, no hemos dormido en toda la noche y hablamos como si estuviéramos en el descanso del trabajo, con una cordura y un raciocinio que ahora no… por favor volvamos a la locura.

Elvira- Has empezado tú a explicarnos tu crisis vital.

Sergio se pone a llorar, prepara tres rayas, suena de fondo Summertime interpretada por Chet Baker.

Sergio- No puedo más. Se supone que la coca te deja bien, con un optimismo y una vitalidad… la salida de todo esto es la tomada por Enrique. Necesito cariño y amor.

Elvira- Nunca has tenido una pareja estable, como yo, ya va siendo hora… todo el mundo acaba necesitándola.

Sergio- Pero yo nunca…

Agustín- Nunca y siempre se deberían suprimir del diccionario. Son expresiones erróneas. Llevan a equívocos. No me digas que nunca habías sentido la necesidad de estabilidad.

Sergio- Claro que la he sentido, pero iba en contra de mis principios.

Elvira- Pues los principios deberían ser intocables.

Agustín- ¡Principios! Los principios están para romperlos siempre que se pueda. Los principios es lo más conservador que existe. Y tú que siempre te la has dado de liberal y moderno.

Elvira- No has dicho que nunca debía suprimirse del diccionario. La has usado.

Agustín- Sí, perdón.

Sergio- Esnifemos y bebamos hasta la muerte, estamos despidiendo a Enrique, a ver quién es el próximo.

Elvira- Ninguno, ninguno, al menos de momento.

Sergio- Qué haríamos sin las grandes amistades.

Agustín- No tendríamos donde llorar.

Elvira- Quizá es eso lo que le pasó a Enrique. No encontró donde llorar. Si no lloras te destruyes.

Elvira se pone a bailar bajo el ritmo de Conciertos para flauta de Vivaldi. Agustín y Sergio con sus respectivas bebidas la miran. El espectáculo de baile que muestra Elvira dura de ocho a diez minutos. Cuando finaliza los dos amigos la felicitan con un sonoro aplauso.

Elvira- Gracias, gracias. Muy generosos de vuestra parte. No es para tanto, ¿de verdad?, ¿podría ser bailarina?, la danza contemporánea me apasiona.

Sergio- Eres nuestra bailarina particular. Te queremos, ¡artista, poetisa!

Elvira- Me vas a hacer enrojecer.

Sergio- Te lo mereces. Esto y muchos más. Infinidad de orgasmos físicos y mentales.

Elvira- ¿Qué son los orgasmos mentales?

Sergio- Los que surgen por la razón y los sentidos al ver, por ejemplo, obras de arte.

Elvira- No improvises que te queda muy mal.

Agustín- ¿Es qué nunca has llegado al éxtasis escuchando la 5ª de Mahler?

Elvira- Con la 5ª de Mahler no pero con la 1ª sí.

Agustín- ¿Prefieres la 1ª a la 5ª?, qué rara eres.

Elvira- ¿De gustos hay algo escrito? ¿Nada verdad?

Sergio- ¿Qué, os las dais de intelectuales?

Elvira- El único intelectual que hay aquí no eres tú. El intelectual es aquél que utiliza intensamente el intelecto…

Agustín- Intensamente sobra… que utiliza el intelecto.

Elvira- De acuerdo lo arreglo… intelectual es aquel que utiliza el intelecto.

Sergio- Pero, todas las personas utilizan el intelecto y a la mayoría yo no les llamaría intelectuales.

Elvira- ¡Por los intelectuales! Que en este pub hay unos cuantos. Sergio sírvenos unas ginebras.

Sergio- Quieres cambiar de Whisky a Ginebra a estas alturas de la jugada.

Agustín- Pasaremos un mal día.

Elvira- Me apetece una Ginebra con hielo, pasa algo.

Sergio- Por la reina del enjambre, manada. ¡Marchando dos ginebras!

Agustín- La vida, la vida y la muerte. ¡Qué tema tan trabajado en la literatura universal y qué poco hemos aprendido de ello!

Elvira- Y tú, Agustín. Todos hemos hablado de nosotros mismos menos tú. Como siempre pasó. ¿Crees que nunca lo había notado?

Agustín- Soy una persona frágil. Estoy muy afectado por lo de Enrique. Además de frágil soy cobarde, nunca sería capaz de suicidarme, por mucho que estuviese sufriendo.

Sergio- Profesionalmente te va muy bien.

Agustín- No lo has notado, en mis críticas nunca me he cargado una obra. Como mucho hago una crítica constructiva. Por eso me miran bien. Soy políticamente correcto. Creo que me he equivocado de oficio.

Sergio- Qué hubieses preferido ser, ¿político? Si amas la literatura.

Agustín- Pero la alta literatura y no hago nada por ella.

Elvira- Estás un poco negativo, ¿no?

Agustín- Puede ser, siempre que me he pasado con la coca cambio de estar muy a gusto a deprimirme.

Sergio- Qué cosa más extraña, nunca había oído algo así.

Agustín- Os diré otra cosa, soy bisexual. Y nunca lo he declarado ni a amigos ni a familia.

Sergio- Pero si todos lo sabemos. Nos lo has dicho hace un rato.

Agustín- No jodas.

Sergio- Sabes cuál es mi fantasía más habitual de estos últimos años, follarme a un crítico que ponga a parir mi obra.

Agustín- No lo dirás por mí, somos amigos desde hace muchos años y nunca he puesto a parir tu obra.

Elvira- Ya que amas tanto la literatura. ¿No has pensado en escribir tu propia obra?

Agustín- No tengo talento. A veces me he puesto a escribir poemas o algún relato corto. Pero… un desastre.

Sergio- No me lo creo.

Elvira- Yo tampoco.

Agustín- En serio, no tengo cojones ni para eso. Les faltaba fuerza y personalidad.

Sergio- Deberías enseñármelos.

Agustín- Acabaron en la chimenea como los libros de Pepe Carbalho.

Sergio- Cabrón, ¿a ti lo que te pasa…?,  eres muy exigente contigo mismo.

Agustín- Palabras, no soy exigente. Después de tantos años ¿aún no me conocéis?

Elvira- Ten esta hoja y escribe un poema, venga.

Agustín escribe un poema y luego lo recita.

Agustín-

Era de noche,

por los siglos de los siglos.

Me preguntaba,

¿qué significado tiene

ahora la vida?

Un sinsentido.

Una arcada visceral.

Que enfado, yo aquí,

y tú ya comida de gusanos.

¿Acaso el alma viaja de cuerpo en cuerpo?,

como pensaban Pitágoras y Platón.

¿Acaso vida no hay más que una?

Como pienso yo.

El recuerdo ha de acabar siendo bello.

¿Qué más me queda?

Joder, que tristeza.

¿Qué os parece el Réquiem a Enrique? Una mierda seguro.

Elvira- A mí me ha emocionado.

Sergio- Y dices que no tienes calidad, te voy a dar con mi zapato.

Agustín- Pues yo creo que rayo la mediocridad.

Sergio- Exigente contigo mismo es poco, serás cabrón.

Agustín- Os lo regalo.

Elvira- Yo opino que has de imprimir cinco copias del poema. Lo enmarcamos y los cinco de siempre, los cinco de hoy, lo colgamos en la pared de nuestra sala en honor a Enrique.

Sergio- Bien pensado.

Elvira- Yo quiero acabar la velada, el luto, con un premio.

Agustín- ¿Qué clase de premio?

Sergio- ¿Qué no te lo imaginas? Que lento.

Elvira- Sí, un gran premio. Siendo penetrada por los dos a la vez. Uno por delante y el otro por detrás.

Sergio- Yo por detrás, me gustan más los culos que los chochos.

Agustín- Yo no sé si estoy disponible.

Sergio- Venga hombre, que a continuación nos portaremos mal entre nosotros dos.

Agustín- ¿Y los lloros que deberíamos estar teniendo por Enrique?

Elvira- Enrique estaría feliz si pudiese vernos gozar de nuestros cuerpos como despedida.

Agustín- No estoy seguro.

Sergio- Si era un libertino. No he conocido persona más promiscua que él.

Agustín- No te miras a ti mismo, ¿verdad?

Sergio- ¡Ja, Ja, ja!

Elvira- Venga acabemos con la coca que tenemos y nos llevamos una botella de Jack Daniels a mi casa, vamos a ser malos.

Sergio le agarra de las nalgas a Agustín. Esnifan las tres rayas. Elvira coge la botella de bourbon y salen. Sergio mira al público con cara provocativa y les dice.

Sergio-  ¿Alguno de vosotros también quiere venir?

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